lunes, 12 de noviembre de 2012

Luz y taquígrafos



Sí, algún día lo sabremos. Conoceremos a las pirañas inhumanas que, disfrazadas de bundesloquesea, se están poniendo las botas a costa del destrozo de las vidas de sus semejantes que no son del "club" de la comedia mercantil. Pero de momento, nos falta conocer en profundidad y detalle todos los rostros camuflados de lagarterana que se han puesto y se están poniendo las botas en España sin ir más lejos. Ya conocemos los rostros y la ineficacia de los cómplices. Los chupasangres que con su irresponsabilidad y sumisión a ese bundesatropello constante nos han vendido como Judas a Jesucristo, por un puñado de votos, una bolsa de autonomías, un plato de prebendas y un meninfotismo absoluto. Queremos luz y taquígrafos en las instituciones del Estado, en los partidos políticos,en los juzgados-tortuga, en la banca depredadora de haciendas y de vidas, en las empresas chachulleras, en nuestras vidas particulares. Es urgentísimo que así sea. 
Si producimos políticos ineficaces y garrulos que nos meten en lo peor de lo peor y no tienen capacidad ni herramientas para sacar a la sociedad del caos en que la han precipitado con una carencia supina de valores humanos, de lucidez y de inteligencia, si producimos magistrados que por envidia y antipatías personales, han sido capaces de inutilizar al único juez que trabajaba incansablemente para desmantelar este estado de cosas, sacando a la luz las telarañas de la corrupción política de los gobernantes, y ni los ciudadanos ni los jueces para la supuesta democracia se inmutaron en su inmensa mayoría,  la iglesia miró para otro lado y la Jefatura del Estado tampoco movió ficha ni el Legislativo ni el Ejecutivo, todavía socialdemócrata, dijeron esta boca es mía, es que todos necesitamos un reajuste moral, intelectual y formativo.  Todos. Y cuando digo todos, me refiero a TODOS, desde la testa coronada a los que la mantienen a ella y al resto de implicados amorales, con apoyos, con pasividad cómplice  y con impuestos. Y esto no es desear el desastre ni el apocalipsis. El apocalipsis lo tenemos aquí y ahora, cuando hemos alcanzado un punto de bifurcación inaplazable en este sistema entrópico, donde los seres humanos se suicidan  porque han llegado a creer y a experimentar que su casa y su hipoteca valen más que su propia vida. A que los accidentes de tráfico disminuyan sólo cuando se penalizan las infracciones graves con la retirada vitalicia del permiso de conducir, porque el coche, y su comodidad, han adquirido más valor que la vida de sus ocupantes y poseedores.
La base de nuestras desgracias es esa actitud superficial que le pone precio a todo y no sabe distinguir el tocino de la velocidad. Y con esa maravillosa batería de valores se intenta gobernar, ser "demócratas", ser empresarios, banqueros y obispos, presidentes o reyes, funcionarios o tiburones financieros, médicos, jueces o chicos de los recados o seguratas o sinvergüenzas arenamadrid o salvadores de los pobres asaltando mercadonas. En fin... Si el bundesbank se ensaña con nosotros, tal vez deberíamos preguntarnos qué pintamos ahora en las garras del bundesbank, por qué quien nos metió en ellas, con el permiso de nuestros votos indocumentados y desconocedores de lo que se tramaba entre bastidores eurófilos, aún sigue teniendo influencia en el partido que lo amamantó y le permitió un GAL, un Roldán, un FILESA, un Mariano Rubio, un BOE, y sobre todo el hundimiento ético de los españoles por hábito y normalización de lo corrupto como modus vivendi, por qué los corruptos no pagan nunca su corrupción, por qué Aznar no paga por el 11M y por la burbuja inmobiliaria, que nunca habrían sucedido sin su concepto megalómano de gobernar a su aire y a su bola.

Claro que la política es imprescindible. Ya lo creo. Pero necesita una revisión a fondo. Muy a fondo. Un replanteamiento y una pedagogía. Que se reproduzcan los Tierno Galván, los Aranguren, los García Calvo, los J.L Sampedro, los Julián Marías, los Garzón, los Punset, los Suárez, los Gutiérrez Mellado, los hermanos Gabilondo, los Anguita, los Antonio Romero, los Marcelino Camacho y los Nicolás Redondo, los curas Tarancón fashion. Nuestros sabios ilustres. Tolerantes, respetuosos, eficaces, agudos, creativos, reflexivos y valientes, con recursos intelectuales y humanos de primera calidad. Con una ética tan resplandeciente como su compromiso. Y que los tontos útiles e inútiles se dediquen al cultivo de la alcachofa temprana, por ejemplo, aunque no sé si se les podría dejar solos en ese menester sin poner esos exquisitos vegetales en peligro de extinción. 

No vamos a tirar la toalla. Nunca. No nos vamos rendir jamás. No podemos hacerlo, no ya por deber cívico, sino por supervivencia, simplemente. Porque se nos parte el alma cuando un ser humano, español, senegalés o esquimal, pierde sus derechos, su integridad, su trabajo, su salud o su vida, porque el monstruo dinosáurico con un poder repulsivo, que entre todos le hemos concedido dejándole hacer de su capa un sayo con nuestro permiso ignorante y anonadado por sus ofertas consumistas y burbujeras, se hace de oro con tantas desgracias inhumanas.

No pararemos aunque quieran pararnos. Ni nos moverán, porque ya nos movemos nosotros por  cuenta solidaria, al ritmo al que nuestra conciencia nos despierta inevitablemente. Al ritmo de la vida. Kutxa, la banca vasca, ya lo ha hecho. Los jueces se mueven. El gobierno y la oposición parece que reaccionan ante el altar sacrílego del euro-fraude, donde el dragón exige sangre sudor y lágrimas y van descubriendo a donde lleva la obediencia indebida y "legal", pero ilícita e ilegítima, por muy "constitucional" que sea su disfraz. Y el miércoles pararemos y llenaremos las ciudades, los pueblos, las plazas, los parques, las calles. No habrá un sólo español con conciencia despierta que se quede vegetando en la mayoría silenciosa de Rajoy.

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