martes, 6 de noviembre de 2012

El drama de PRISA no tiene pausa

La crisis es la excusa perfecta para que todos los proyectos más sombríos triunfen en las sociedades humanas. La crisis, no es ninguna tragedia sino el punto álgido y más decisivo de una enfermedad, donde el organismo o el sistema deciden si se curan o se destruyen, se reciclan o se sustituyen por otra cosa mejor, por eso, en el río revuelto que provoca el desencuadre y el descoloque a todos los niveles, la crisis se convierte también en la ganancia cuantiosa de pocos pescadores y en la pérdida masiva de peces, unos, porque son arrastrados por los remolinos y se los lleva la corriente y otros, porque se pescan, se almacenan por avaricia y se pudren en las redes por falta de organización y de sentido común, debido al caos pánico de los peces sacudidos por las corrientes y de los  pescadores ávidos de apoderarse de víctimas alimenticias y rentables. Los peces, que son la materia prima del negocio. O sea, los ciudadanos. Los pescadores son ex-ciudadanos que se han subido al carro de la explotación sin entrañas y desde allí han perdido la panorámica general del problema. Se han desligado de su condición ciudadana y cívica, para convertirse en pirañas manipuladoras. Y si no se ha conseguido el enriquecimiento propio al nivel deseado, siempre queda la opción de venderse al mejor postor, en la subasta de la vergüenza.

A los que asistimos hace muchos años al nacimiento del "El País" como una ventana abierta al futuro de una democracia, que aun era un sueño inalcanzable, pero que comenzaba a despuntar como una realidad posible, hoy nos llena de tristeza ver la metamorfosis de J.L. Cebrián, el primer director y el que sigue gobernando, no sólo el diario, sino la empresa que lo gestiona. PRISA. Y se nos os ocurre que tal vez no sea una metamorfosis sino simplemente una revelación de algo que entonces no era evidente y ahora sí. Nunca hubiésemos imaginado que "El País" cayese en manos de la tela de araña de Berlusconi, ni que se vendiese a ese trust que se llama Mediaset Investimenti y que ahora se ha convertido aquí, en Mediaset España, en socio mayoritario italiano con el 41'6% del capital mientras que el grupo PRISA, fundador de "El País", de la Cadena SER y de La Cuatro, aporta menos de la mitad de la inversión, un 17'3 %. La prensa tradicionalmente más abierta, innovadora, lúcida y valiente, de mejor calidad, está ahora en manos de un delincuente internacional, que se ha hecho millonario ya sabemos cómo y se ha llegado a apoderar del gobierno de su país durante un veintenio. Un anciano megalómano y enfermo de satiriasis, imputado en montones de causas judiciales y condenado recientemente a cuatro años de prisión por delitos evidentes, que es dueño de periódicos y cadenas de tv, encargados de acusar con difamación, falsear la verdad, mentir a calzón quitado, para engañar más y mejor e inventar una máquina mediática de lodo, con la que ir salpicando y manchando reputaciones y acosando delictivamente con calumnias, falsedad de datos, censuras y demás lindezas. "Eso" es el verdadero dueño de PRISA. 
¿Cómo no va haber censuras, recortes, ERES y todos los etcéteras de la peor calaña, contra quienes aún se sienten libres y responsables de su propia conciencia, y no se venden ni se dejan camelar, ni entran en la chomskiana fabricación del consentimiento, si la palanca de mando, la tiene quién la tiene?

Cuando el mercado es el dueño de todo, la libertad de información desaparece y la vida humana se devalúa hasta la ignominia y la devastación. Cuando el dinero se ha hecho, por sí mismo, el principal objeto de deseo, se convierte en veneno y en enfermedad, la crisis de cualquier sociedad no tiene más solución que abandonar el sistema tóxico, mientras se construye el nuevo paradigma y se abandona el viejo "paradogma". Y la prensa libre tiene la obligación y la deontología moral de ayudar al cambio, de proporcionar no sólo las noticias, sino la sustancia reflexiva que da sentido a los hechos, a sus causas y consecuencias. 
Ese oficio no puede estar en manos delincuentes, ni negociantes, ni especuladoras. Es un oficio para hombres y mujeres libres y despiertos. Hay que rescatarlo. Como "El País"ayudó a rescatar, cuando se fundó, la conciencia de los españoles en aquella crisis final de unos tiempos grises y plúmbeos. Ojalá se sacuda las pulgas berlusconianas y retome su rumbo inicial. Ojalá!

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