jueves, 22 de noviembre de 2012

La otra cara de lo aparente


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Cerco a la sanidad




En un pasaje del Evangelio los discípulos preguntan a Jesús cuál sería la señal inminente del fin del mundo injusto para que llegase el Reino de Dios a la humanidad y Jesús respondió con estas palabras: "Habrá señales primero. Guerras y levantamientos constantes de unos pueblos contra otros. Terremotos y calamidades donde morirán muchos, plagas y sufrimientos. Pero la señal del fin inminente llegará cuando veáis que lo execrable ha ocupado el lugar santo. Entonces será el fin."

La gente se asusta mucho cuando se citan estos textos porque piensa en un final absoluto de todo lo que existe y no es así. Ese "fin del mundo" no es el fin del Planeta, sino el fin de "un mundo", de un modo de vivir fatal, de un sistema miserable, que si bien, es cierto, que ha conocido seres espléndidos y logros maravillosos en los niveles más variados, también es verdad que se ha ido desgastando y ha perdido el  rumbo por completo. Ha entrado en una espiral descendente y cada vez más veloz porque cada vez es más densa y su propio peso lo arrastra con más fuerza y rapidez en su caída entrópica y autodestructiva, ya que no ha sabido y parece que tampoco está demasiado interesado en detectar ni frenar a tiempo sus inercias funcionales. 
Y en eso somos un pack: el Planeta y sus habitantes, que deberíamos ser su conciencia, a estas alturas de la evolución y sin embargo la mayoría y su modo de vivir se ha convertido en una enfermedad vírica que lo consume mientras se consume a sí misma, precisamente porque se ha basado como meta fundamental en el consumismo. En el vicio llevamos el autocastigo y se muere de aquello de lo que se abusa. De las drogas, del acohol, de la violencia, de la avaricia o de la envidia. Se muere de infelicidad y de vacío. El tercer mundo muere por el abuso de la miseria que es la abundancia del desastre y de la injusticia y al "primer mundo"(!) lo mata el abuso de la ambición y de la misma injusticia que mata al tercero. Porque lo execrable ha ocupado el lugar sagrado de la vida y de la dignidad verdadera de los seres humanos. 

La especulación desalmada y el valor absoluto de un medio, como es el mercado, ya ha llegado a apoderarse de las democracias y de los los logros de la civilización, ha sustituído al valor de la vida, al valor del hombre. Para hacer rentable el sistema y que los poderosos no se priven de sus privilegios, se están sacrificando la dignidad y los derechos fundamentales del resto de habitantes del Planeta que no son poderosos ni ricos; se ha creado, además, un paradigma delictivo enloquecedor porque no hay otro modo de enriquecerse en  extremo ni de adquirir el poder que vacuna contra todos los males, que llenarse los bolsillos como sea y a costa de quien sea y de lo que sea. Especular o morir. Trepar o fenecer. A nivel global lo execrable ha usurpado el valor y el lugar de la vida. Y sólo puede salvarnos la conciencia si es que el miedo primario y el horror miseriae del instinto desatado se lo permite. 

Ese "cerco a la sanidad" del que habla hoy el video de Iñaki es un signo más del síndrome general del fin de un tiempo desgastado, empobrecido y miserable, enfermo terminal, aunque paradógicamente haya sido el tiempo de más abundancia, descubrimientos  y comodidades que ha conocido nuestra Era. Un tiempo donde al ir evolucionando se ha acelerado en extremo la curiosidad, el instinto de posesión, la violencia para mantenerlo y la prisa por conseguirlo; una visión superficial y epidérmica de la vida, es decir sólo se ha crecido globalmente en el terreno material olvidando que la vida además es espiritual y que también la materia lo es en potencia y que lo que llamamos "espiritual" no es necesariamente religioso, sino fundamentalmente inteligente y empático, solidario en esencia, ético, cooperativo y benefactor. 
Habría que recurrir al panta rei de Heráclito, a  la Ética a Nicómaco de Aristóteles, al ejemplo de Sócrates, a la visión de Platón, a las reflexiones de Séneca, a las intuiciones de Spinoza, a la Ética de Kant, a la mirada de Pascal, a la compasión justa de Marx, al élan vital de Bergson, al "yo soy yo y mis circunstacias" de Ortega y Gasset o a Kierkegaard o a la fenomenología de Husserl, a la noviolencia activa de Gandhi, al Bahgavad Gitâ, a la experiencia búdica del desapego compasivo o a la buena noticia de Jesús el carpintero, para poder rescatar el sentido de lo que podemos hacer y como hacerlo. Sin embargo no está la pedagogía habitual por la labor. Y mucho menos las religiones ni las sectas esotérico-financiero-mediáticas, mucho más preocupadas por el poder,el manejo y el control que impida el despertar de los seres humanos, que por transmitirles lo que ellas mismas no han entendido ni han aplicado en sí mismas todavía. Porque sus prácticas, sus ritos, dogmas y liturgias, son técnicas de "bienestar"y de acumular, no son despertadores que liberan y aligeran, ni alimento que haga crecer, ni  medicina para curar la herida del olvido que nos hace repetir ad infinitum los mismos errores a pesar de "saber" tanto y por ello, conocer tan poco.
La carrera tecnológica ha tomado el mando de la nave, pero desconoce el mapa que guía la expedición y no tiene ni idea de descifrar lo que indica la brújula. Maneja idiomas e inunda de libros los escaparates, pero no conoce el poder transformador de la palabra, se empecina en acumular datos cuyo significado y uso desconoce, utiliza la música y el arte como moneda de curso letal para un ego cada vez más enfermo y degradado, que también desconoce su función en el sistema humano y por eso fermenta y se pudre dentro de sí mismo.

Las consecuencias de esta "cosificación" alienante de la vida y del hombre/mujer, o sea de la humanidad, son las que ahora preocupan. Falla la sanidad porque se privatiza a favor de la depredación, falla la enseñanza porque se ha degradado al no enseñar ni aprender a vivir y a entender la vida en clave de valores, sino de "cosas" y estatus que conseguir y aparentar. Lo mismo vale para la política o la economía, la banca, la empresa, la familia...
Por eso la enfermedad, que es un camino de conocimiento y de salud, se ha convertido en la antesala de una muerte a plazos y en un negocio redondo y especulador para la capa densa que arrastra el sistema al abismo en la espiral descendente y en caída libre, en que nos encontramos.

Sin embargo no nos asustemos, ni caigamos en la tentación de la resignación obediente al suicidio colectivo que nos presenta el paisaje moribundo. Porque el instrumento que poseemos para superar este hundimiento, con soluciones, imprevisibles en este estado, nos sigue perteneciendo y se llama conciencia consciente, responsable e invencible. Y la chispa que la enciende es la respiración que comunica la vida superior con las inercias materiales de nuestros cuerpos, mentes y emociones. Esa herramienta tan natural como poderosa, cuando la practicamos en vez de usarla simplemente, es decir, cuando nos sentimos uno con ella, va deshaciendo los nudos que nos bloquean, tanto físicos como mentales y anímicos, y que nos impiden trascender y comprender qué nos pasa y quienes somos en realidad. Y descubrir las salidas más sencillas para los problemas más enrevesados. Lo hasta ahora se llamaba "milagros" y sólo son consecuencias del uso de la conciencia consciente. Analicemos estas dos palabras que se usan sin saber muy bien el significado:
"Ciencia", deriva del latín scientia y significa el saber. Sin un claro porqué, quizás por comodidad, en español, la "s" original que implica "ser" y "sabiduría" desapareció con el uso ya en el latín vulgar de la lengua románica, sin embargo se ha mantenido en "consciencia". De modo que las mismas palabras nos están indicando su valor práctico y cognitivo. En el ejercicio que nos ocupa ahora, podemos determinar que la respiración hecha "conscientemente", o sea con el ser y la sabiduría, nos aporta el despertar de la "conciencia" que es "conocimiento en potencia" y que esa misma conciencia inteligente, que está unida al alma de un modo indisoluble es la que nos permite hacernos con-scientes. En italiano hay un significado muy claro para esta palabra : consapevole, equivalente a "conocimiento responsable". Eso es en español, "consciencia". En latín cosncientia se aplicaba al terreno religioso de la scientia y los valores que le pertenecen. 
Cuando a la respiración normal que nos mantiene vivos le aplicamos ese estado de atención "con.sciente", estemos donde estemos y hagamos lo que hagamos, encendemos el interruptor de la energía interna y con la mente y la intención dirigimos el caudal de oxígeno a todo el sistema corporal, mental y emocional. No hace falta que cada vez que respiremos pensemos en todo esto, simplemente al leerlo con atención e interés, se incorpora ya al método de un modo natural. Digamos que nuestra inteligencia global ya lo capta y lo incorpora a su esencia. Lo único que necesitamos es una pauta breve y sencilla que comunique y renueve la intención positiva del respirar normal. 
Carguemos de significado -scientia- nuestra mecánica respiratoria. E inventemos nuestra fórmula personal que a lo largo del día nos recuerde el valor de lo que respiramos y como nos modifica el modo en que lo hacemos. Puede ser un "gracias" acompasado con inspiración y expiración. O un "soy bondad", "soy felicidad" "soy solidaridad", "soy paz", "soy amor", "soy creatividad", "soy salud", "soy justicia", "soy respeto" equilibrio, generosidad, transmutación, perdón, eficiencia, orden, belleza, inteligencia, empatía, gracia, milagro, etc, etc...Y debemos recordar siempre el tono afirmativo porque la creación desconoce el valor del "no". Tengamos en cuenta que el Todo no es dual. O sea que el "no" es un invento de la fragmentación voluntaria de ese Todo. Si decimos "no quiero estar enfermo", la conciencia va a traducir : "quiero estar enfermo"y que el "no" le es ajeno, no lo computa. De modo que lo justo es decir "estoy sano".Y lo mismo vale con el "quiero". ¿Quién quiere algo? Quién no lo tiene porque es incapaz de hacerlo sólo quiere poseerlo, que se lo den hecho pero nosotros somos creadores en paro y no lo sabemos. Cuando se "es", todo lo necesario se "tiene", llega a nosotros porque lo creamos. Así que no deseemos, realicemos con la intención, creemos de la nada, que no existe, por cierto, sino del "lleno"; el deseo nunca es presente, si se realiza desaparece y se desea otra cosa y esa es la causa de la infelicidad y de lo que nos quita la paz y nos hace desgraciados, nos empeñamos en crear el vacío donde Todo está lleno, porque es un vicio mental y emotivo que nos priva de experimentar el SER, en que el somos, nos movemos y estamos. Como gotas de consciencia en un océano autoconsciente. Veremos que aplicando ese modo de respirar, las capas espesas de inconsciencia que nos separan de nuestro centro infinito interior van haciéndose más sutiles y llegan a desaparecer un buen día. Y que no hay que morirse para ir "al cielo"ni pasarlas canutas para conseguirlo. TODO está en nosotros y nosotros en TODO, pero eso es una cuestión respiratoria y positiva. Desde el lado destroyer, cratófilo, vanidoso, cotrolator y manipulador, no hay nada que hacer. La misma tontuna que nos engaña y nos convence de que somos la releche, cuando la realidad es que somos niños de guardería pseudodilustrados, y que "qué nos van a contar que no sepamos", nos impide liberarnos del cenizo existencial y de alcanzar la solución a los enigmas y calamidades que nos parecen irresolubles. Y todo esto sólo es física cuántica aplicada al terreno individual, que será la liberación del terreno colectivo, porque sólo despertando  como individuos se logra una sociedad despierta y ética. Feliz, sana y sabia. También fresca y divertida.

Siempre al respirar se activará el sistema autoconsciente y acabará funcionando al unísono con nuestras acciones. Veremos nuestros propios cambios de actitud. "Domaremos" nuestro ego con mano suave y sin sufrimientos ni castigos. Crecer sólo es doloroso cuando estamos endurecidos y rígidos por dentro. Lo mismo que si hacemos torsiones corporales sin calentar previamente los músculos y articulaciones nos los hacemos papilla.

La sanidad bien entendida y bien gestionada no empieza en las instituciones, sino en cada uno de nosotros. Cada país y cada colectivo recoge lo que siembra. Como cada individuo. No lo olvidemos nunca. Cosechamos lo que hemos sembrado y si hemos encargado el trabajo del cultivo, el riego,el abono, la poda y la cosecha a unos patanes ignorantes sin saber distinguirlos de los expertos, es porque tal vez nosotros seamos más patanes ignorantes que expertos en nada serio.

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