jueves, 6 de junio de 2019

Qué lujazo de artículos; esto es un master de sabiduría "teórica" en plan médico, o sea, teoría de lo más práctico. Gracias a nuestro querido maestro el Doctor Gonzalo Fernández Quiroga, y cómo no, hablando de homeopatía desde sus raíces hipocráticas: teoría de la mejor especie. Gracias, gracias, gracias...Por estas maravillas vale la pena internet. ¡A disfrutar este manjar para cuerpos, mentes y almas, hermanas y hermanos de especie y de conciencia!



Homeopatía: sostiene Novoa



“Es difícil tener convicciones precisas cuando se habla    de las razones del corazón, sostiene Pereira.”
(Antonio Tabucchi, Sostiene Pereira)
Pues hoy vamos a hablar un poco de teoría. A todos nos dan un poco de pereza las teorías y más en estos tiempos donde parece que solo buscamos lo “práctico”, el resultado…
También en medicina nos pasa esto. La medicina es, sobre todo, una práctica. Y lo que nos llega de los medios es mucho estudio (de la calidad hablamos otro día), mucha anécdota con las que todos nos sonreímos en las noticias y el último hallazgo sobre el cáncer, por supuesto. Pero poco más.
¿Qué es la enfermedad?, ¿de dónde viene?, ¿por qué se produce? ¿cuál es la teoría general que subyace detrás de cada práctica? ¿cómo conocemos? Esto, que quizás debería ser lo más importante, sin embargo, suena mucho a aquel estribillo de la canción de Siniestro Total  “¿Quiénes somos?/¿De dónde venimos?/¿Adónde vaaamos?/¿Estamos solos en la galaxia o acompañaaados?”. Lo dicho, tenemos prisa y no tenemos tiempo para pararnos en estas cosas.
Decía mi querido Gregory Bateson que “no hay nada más práctico que una teoría” y yo estoy muy de acuerdo con ello. Siempre me ha interesado eso que llamamos epistemología, o sea, cómo conocemos lo que conocemos o cuáles son los criterios que utilizamos para validar o justificar un conocimiento. Entre ellos, sobre todo, el científico, claro.
Así que no podía dejar pasar sin comentar el artículo “Epistemología, sociología de la ciencia y terapias alternativas legales. Reflexionando alrededor de la homeopatía”, del Dr. Abel Novoa.
Si reflexionamos acerca de la homeopatía bien vale la pena que los homeópatas aportemos algo, digo yo.
Ya he alabado en otros posts la web No gracias y a su presidente Abel Novoa, no solo por dirigir esa web sino por sus entradas siempre interesantes, amenas y profundas y su gusto, precisamente, por la epistemología, por la “teoría”. Uno de los últimos que escribí, por cierto, fue a propósito de un comentario suyo en twitter sobre los intereses comerciales de la homeopatía.

El artículo

Yo dividiría su artículo en dos partes. En la primera glosa, sobre todo, otro del Dr. Vicente Baos que adjetiva, muy generosamente a mi entender, de “magnífico” y que, también en mi impresión, es intrascendente pero muy clarificador de ciertos posicionamientos. En efecto, después de negar (porque sí) plausibilidad biológica (y teórica) a la homeopatía explica Baos los fenómenos por los cuales la homeopatía tendría sus efectos positivos, o sea, los consabidos remisión espontánea, regresión a la media, efecto Hawthorne y el, manido, efecto placebo. Efectos o procesos, todo sea dicho, que también cuentan cuando tratamos con cualquier otra terapéutica, incluida la convencional.
Como todos están muy bien explicados en el artículo, a él me remito para los que quieran profundizar en ellos.
En esta primera parte, Novoa deja ya sentada alguna contradicción en el análisis de Baos. Así, menciona cómo pasa de puntillas por los estudios positivos para la homeopatía y acepta sin rechistar los resultados negativos. Y con la tan científica actitud de que, puesto que parte de que no hay plausibilidad teórica en la homeopatía, concluye que  “lo que no es posible… no puede ser”.  Como algunos de este blog ya hemos debatido con Baos en varios medios de comunicación ya conocemos esa actitud que explica muy bien mi amigo el Dr. Gullermo Basauri  “la homeopatía no funciona porque es imposible y porque a mí no me da la gana”.
Así, cita Baos (y Novoa) el trabajo de los Dres. Sergio Abanades y Marta Durán, farmacólogos clínicos, sobre evidencias científicas publicadas en revistas homeopáticas y no homeopáticas. Baos dice que presentan “defectos y sesgos” pero no le he visto responder en esas revistas o en cualesquiera otras a qué sesgos y qué defectos se refiere (nada inhabituales en la mayoría de estudios científicos, por otra parte).
Sin embargo, sí acepta, a pie juntillas, como decía, otros estudios como el “informe australiano” que hoy día está en entredicho por sus irregularidades. Mi amigo, el Dr. Gualberto Díaz, lo ha explicado muy bien en varias entradas de este blog. Recomiendo este.

La pregunta

Así que, puesta de relieve esta contradicción, me gustaría hacer una reflexión y una pregunta a Abel (si se me permite el tuteo) que va a una de las raíces de todo el artículo, quizá la más importante.
Es esta: la homeopatía posee una hipótesis (“que lo similar cura lo similar”) y un método específico de aplicación ¿Cuál es la hipótesis global de nuestra medicina, la convencional, para entendernos, sobre el enfermar y en la que basa su terapia?
Yo mostraré que la homeopatía sí que tiene plausibilidad teórica (también biológica), pero ahora me pregunto ¿cuál es la plausibilidad teórica de nuestra medicina convencional? ¿Alguien la sabe? ¿No es acaso una mezcla más o menos heterogénea de prácticas y presupuestos cambiantes que, ¡oh sorpresa!, no siguen ningún principio epistemológico?

El fenómeno de la Similitud

En contra de lo que pueda parecer, el fenómeno de la similitud, amigo Abel, está presente en casi todos los campos del conocimiento humano. En todos ellos hay referencias: religión, antropología, mitología, filosofía, biología, psicología, etc…. y, por supuesto, medicina. Seguro que un estudioso como tú puede profundizar en ello. Es un asunto realmente apasionante, por cierto.
Podría ir poniendo ejemplos en cada uno de estas áreas pero seguro que alargaría innecesariamente este artículo, ya de por sí largo. Me ocuparé solo del campo más “médico”.

Psicología

Aquí puedo hablar en primera persona porque precisamente me he especializado en una terapia, la breve estratégica, que utiliza en la práctica este principio en algunas de sus técnicas. Para mí fue muy revelador. Después de 20 años de experiencia con esta terapia tengo infinidad de casos exitosos en los que las llamadas prescripciones paradójicas (basadas en el principio de similitud) juegan un papel fundamental. Por ejemplo en fobias, miedos, ansiedad, depresión, TOC..  Y sus efectos no son sintomáticos, son profundos y permanentes.
Paul Watzlawick, una de las figuras mas prominentes de esta terapia, y buen epistemólogo entre otras facetas, cita a menudo en sus libros el viejo adagio de que “lo similar cura lo similar” para introducir estas técnicas. Pero es de justicia reseñar como precursor al reputado psicólogo Viktor Frankl y su “intención paradójica” o al gran Milton Erickson.

Medicina

Primero apuntemos algunos ejemplos en tradiciones de diferentes culturas:
  • Es conocida la historia de Mitrídates (120- 63 a C.), rey del Ponto, que, tras repetidos intentos de asesinato empezó a absorber pequeñas dosis de venenos para antidotar sus efectos (mitridatismo). Cuando fue derrotado y quiso suicidarse con venenos no lo logró y, al final, tuvo que pedir a uno de sus soldados que lo matara con la espada.
  • “Las doncellas del veneno” (vish kanyas) en la India (320-185 a C.), que tras seducir a reyes enemigos, los mataban a besos, literalmente, ya que desde pequeñas se hacían morder por serpientes cada vez más venenosas y su sangre y saliva tenían elevadas dosis de veneno.
  • También los indios norteamericanos acostumbraban a mascar e ingerir hojas de “hiedra venenosa” (Rhus toxicodendron) para no sufrir las reacciones alérgicas de esta planta en contacto con la piel.
  • Indios de tribus amazónicas lamían o ingerían pequeñas cantidades de curare adheridas a sus dedos para inmunizarse frente al veneno.
En fin, los ejemplos son innumerables. Solo pretendo, a modo de anécdota, constatar que esta idea y su práctica existe desde tiempos remotos. En realidad se trata de la aplicación sistemática del fenómeno, el paralelismo de acción entre el poder tóxico y terapéutico de una sustancia.

Medicina- Hipócrates

Pero vayamos a la medicina propiamente dicha. Y ahí lo encontramos ya en Hipócrates, mejor dicho, en el Corpus Hippocraticum, conjunto de escritos atribuidos a Hipócrates, que seguramente tuvo distintos autores. O sea, que surge con el inicio de la medicina occidental aunque seguro que su origen es anterior.
Así, en esos textos puede leerse: “…mediante los iguales se produce la enfermedad y mediante la aplicación de los iguales se cura…” o “el colera morbus se cura con el heléboro blanco que puede, por otra parte, provocarlo…”
No debemos olvidar tampoco que la palabra griega “pharmakon” significa, a la vez, remedio y veneno. “Solo la dosis hace el veneno”, decía Paracelso, por seguir con otro representante de esa corriente médica que, aunque minoritaria, ha persistido a través de los siglos en toda la historia de la medicina.

Medicina-Farmacología paradójica

Sustancias que son capaces de producir aquello que curan. Nada extraño para lo que se denomina hoy día “farmacología paradójica” o “efecto rebote”, o sea, los efectos contrarios a los esperados al ingerir un medicamento o retirarlo. Estos efectos no suceden en todas las personas. Pero, precisamente por ello, este concepto, el de la susceptibilidad individual, es clave en homeopatía y, lo que hacemos, es su estudio sistemático y extrapolación a una teoría más general.
Con todas las precauciones, hacia ahí apunta también la denominada “hormesis”, otro fenómeno cada vez más estudiado en cada vez mayor  número de sustancias, de estimulación por dosis bajas e inhibición por dosis altas.
Pero sigamos con algún dato más, que nos recuerde esa idea de la curación por similares que, aunque algunos, en su desconocimiento, quieran hasta ridiculizar, pertenece a la propia medicina desde sus inicios.

Medicina- Inmunología

Leamos algunas palabras de Emil Adolf von Behring (1854-1917)  figura señera en la historia de la medicina, premio Nobel, pionero de la inmunología y descubridor de las vacunas del tétanos y la difteria.
“Ciertamente, ¿qué origina la inmunidad epidemiológica del carnero vacunado contra el ántrax, sino la influencia que ejerce un virus semejante por su carácter al fatal virus del antrax? ¿y con qué termino técnico podríamos expresar con más propiedad esta influencia ejercida por un virus semejante, que con la palabra de Hahnemann “homeopatía”?
Vaya con Behring.
Y es que ¿qué es toda nuestra inmunoterapia desensibilizadora moderna con extractos de pólenes, ácaros, etc. sino otro ejemplo de este principio?  Por cierto, ya que estamos, mencionar también que el Dr. John Bostock (1773-1846) que fue quien acuñó el nombre “fiebre del heno” y quien dio el primer reporte científico de sus síntomas y el Dr. Charles Blackley (1820-1900), precursor de los modernos tests alérgicos, eran homeópatas.

Medicina-Vacunas

Relacionado con esto tenemos las vacunas. ¿Cuál es el principio de la vacunación sino una aplicación del fenómeno universal de la similitud? En efecto, Jenner, médico rural, contemporáneo de Hahnemann (y al que este elogió por su vacuna contra la viruela) observó que la enfermedad de las ordeñadoras (viruela vacuna, enfermedad leve) protegía de la forma más grave y, a menudo mortal, de la enfermedad (viruela humana, grave o mortal) y así preparó su primera “vacuna” inoculando al niño James Phipps. O sea, una enfermedad más leve, similar, protege de otra más grave.
Claro que, aquí, sugiero también estudiar de dónde viene el principio de “variolización” (una variación mucho más antigua y, seguramente, imperfecta, de la vacunación) traída a occidente por lady Montagu, esposa del embajador inglés en Constantinopla. Las prácticas de inoculación y otras formas más rudimentarias (también por similares) para protegerse de enfermedades existían ya en la antigua China y en oriente mucho antes de Jenner. Únicamente  lo digo porque parece que solo haya habido medicina en nuestro hemisferio occidental.

Medicina- medicamentos

Enumero alguno ejemplos más, muchos de ellos de nuestra práctica cotidiana, en la que los médicos utilizamos este principio sea que lo sepamos o no, sea que lo reconozcamos o no
  • La Nitroglicerina, que fue introducida en medicina por el gran homeópata Dr. C. Hering. Si se experimenta en personas sanas produce síntomas cardíacos y esto lo llevó a utilizarla en la angina de pecho.
  • La digitalis, utilizada para síntomas de insuficiencia cardíaca produce numerosos síntomas de ella en la experimentación.
  • La rauwolfia serpentina produce HTA y se utiliza para tratarla.
  • La radioterapia, que se utiliza para tumores y que puede provocarlos
  • La ergotamina (cornezuelo de centeno) puede provocar migrañas y se usa en su tratamiento.
  • La mayor parte de Citotóxicos para el tratamiento del cáncer, que a su vez son cancerígenos.
  • El metilfenidato, derivado anfetamínico, estimulante del sistema nervioso central, que se utiliza en TDHA (trastorno con déficit de atención con hiperactividad). En esta “afección”, si es que existe algo así (yo soy escéptico), se sabía, allá por los años 30, que a estos niños les iba bien el café, paradójicamente otro estimulante.
  • Los broncodilatadores que pueden provocar broncoconstricción
  • Los antidepresivos que pueden provocar depresiones e ideas suicidas.
Y es que lo que nosotros denominamos “efectos secundarios”, “adversos”, “indeseables”, etc. lo son para nosotros pero no para la sustancia. Una sustancia puede producir efectos. Punto. Si un broncodilatador puede provocar, en algunas personas sensibles, broncoconstricción, es que en su rango de acción tiene capacidad para ello. Y no le importa si a nosotros una acción nos gusta más que la otra. En este sentido, la homeopatía estudia los efectos (todos) de las sustancias.
Recordemos, además, que la homeopatía surge de la experimentación y no de teorías. Hahnemann no descubre nada. Junto con otros médicos de la época, experimenta sustancias en la tan lógica y moderna idea de que antes de prescribir una sustancia primero tenemos que conocer sus efectos. Esa es una gran aportación a la medicina. Lo de los similares ya era conocido en su época. Él, viendo lo que sucedía en las experimentaciones, sistematiza esa idea y le da un cuerpo teórico.

Plausibilidad biológica

He explicado por qué la homeopatía tiene una plausibilidad teórica. Esto lo diferencio de la plausibilidad biológica. En el artículo de Novoa parece que se usan los dos términos indistintamente y para mi son diferentes (¿será porque nuestra medicina convencional, como decía, carece de plausibilidad teórica?)
En cuanto a la plausibilidad biológica todos los que hemos estudiado homeopatía nos hemos visto confrontados con ella. No somos ingenuos. Y todos hemos sido “escépticos”, de algún modo, sobre sus efectos biológicos.
Sabemos lo de Avogrado igual que conocemos, más que muchos compañeros, lo del efecto placebo. Pero la medicina no es matemática. Creo que la mayor parte de médicos no la entendemos así. Novoa pone el ejemplo de estudios que muestran cómo los paciente mejoran más con una relación médico paciente de mayor calidad. Eso, como tantas otras cosas, está ahí y qué explicación tiene, se pregunta. Sí, hay muchos efectos no bien explicados en medicina pero que suceden. Pero es que, añado, en el caso de la homeopatía hay más de 2400 estudios de laboratorio (y ahí si que obviamos el placebo) que muestran la actividad biológica de los principios activos homeopáticos. Y están publicados en revistas homeopáticas y no homeopáticas y replicados muchos de ellos. ¿Qué hacemos con esta “anomalía”? ¿Es lo más científico… desecharla? ¿Sobre todo cuando hay otros tipos de estudios, clínicos,  que también tienen resultados positivos?. ¿Y la experiencia de miles de médicos en todo el mundo, aunque sea la parte baja de la pirámide de evidencias, tampoco cuenta?

Paradigma

Uno de los problemas que nos encontramos para investigar en homeopatía es que partimos de un paradigma diferente. Y esa sí que es una cuestión interesante epistemológicamente hablando. Un paradigma holístico, de la complejidad, en  el que el todo es más que la suma de las partes, en el que, como nos dice la física moderna, no hablamos tanto de “cosas” sino de “interrelaciones entre cosas” ¿Cómo vamos a utilizar las mismas herramientas (léase ensayo clínico) para evaluar “realidades diferentes”? Eso se pregunta Novoa, los Dres. Abanades, Durán y yo mismo. Pero desde la homeopatía no solemos invocar este “obstáculo”  y no nos quejamos, jugamos con lo que tenemos: en campo “contrario”, con dos a cero al empezar el partido, y con un  árbitro muy pero que muy casero. Y, aún así, tenemos resultados positivos, modestos pero positivos. Suficientes para seguir investigando que es lo que haría cualquier verdadero científico. Y es que si vamos a las evidencias de nuestra Medicina Basada en la Evidencia, ¿con cuántas nos quedamos? Pues sí, según algunos estudios, alrededor de un 20% aproximadamente de lo que hacemos tiene verdadera “evidencia”.
No, las condiciones, las exigencias “evaluadoras” que desde algunos sectores se quieren imponer a la homeopatía no son las mismas que la “tolerancia” con la que se prescriben y practican tantos y tantos medicamentos y procedimientos en medicina convencional.  En el artículo se citan ejemplos. Y eso nos debería hacer reflexionar en otro aspecto que, ahora sí, el epistemólogo Novoa hace gala de su saber y va resaltando en muchos párrafos del artículo. Resalto dos:
  • La ciencia no es objetiva. Este presupuesto está muy en cuestión desde hace tiempo en filosofía de la ciencia y parece mentira que aún pueda mantenerse. A ver si los ingenuos, epistemológicamente hablando, van a ser los “tecnocientíficos”, jaja. Es un presupuesto ideológico, psicológico o lo que se quiera pero no científico.
  • La ciencia no es neutra en cuanto está hecha por científicos, personas, en un determinado contexto social histórico, ideológico, etc.

El artículo

Es, pues, en esta segunda parte de su artículo, introduciendo otro del Dr. Hufford, donde Novoa, en mi opinión, muestra aún más su magisterio epistemológico. Por no repetirlo, solo me queda aconsejar vivamente su lectura.
Y las cinco insuperables conclusiones que enuncia (derivadas de otro artículo suyo anterior “Por qué la ciencia no es objetiva y por qué, para defenderla, es tan importante aceptar que no lo es. Redefiniendo “lo anticientífico” ) deberían ser muy tenidas en cuenta por cualquier que se denomine a sí mismo científico.
Pero ahí no acaba todo. Finaliza Novoa con una pregunta desconcertante: “¿estoy defendiendo la homeopatía”?
Uno espera, y está tristemente acostumbrado, a que, dados los tiempos en los que estamos, cualquier colega corra rápidamente a desvincularse de la homeopatía, no me vayan a asociar a mi, médico de prestigio, con esa palabra.
Bueno, pues Novoa, de algún modo, la defiende. La defiende en el sentido que defiende la libertad tanto de los médicos como de los pacientes. Y eso ya es mucho con independencia de lo que piense de su plausibilidad biológica.  Y ese es un gesto valiente y que le honra.

La enseñanza de la homeopatía

Ahora bien, no puedo estar de acuerdo con él en una cosa y es cuando desanconseja la enseñanza de la homeopatía en el sistema publico.
Si no se enseña en las universidades o espacios similares ¿dónde pueden aprender los médicos? ¿Dónde se informarán los estudiantes de medicina, aunque sea unas cuantas horas, como indica el Plan Bolonia, sobre las mal llamadas “terapias alternativas” que, después, seguro que se van a encontrar en su práctica y simplemente no sabrán nada sobre ellas?.
¿Dónde irán los pacientes que a pesar de toda esta campaña tan desproporcionada e inquisitorial contra la homeopatía siguen confiando en ella? No hace falta recordar las estadísticas. Millones de personas utilizan estas terapias. Y recordemos que el prototipo de paciente homeopático es mujer con estudios superiores a la media. Si no hay médicos debidamente formados estamos abocando a estos pacientes que se visiten con personas que pueden estar deficientemente formadas con el riesgo que eso supone, entonces sí, para su salud. A ver si, en ese caso, no estaremos favoreciendo el intrusismo como, de alguna forma, está haciendo actualmente la OMC.
Como director de un máster universitario de homeopatía durante más de cinco años, solo para médicos y veterinarios, que fue retirado de manera vergonzosa, mi experiencia es claramente positiva. Preguntémosles a esos cientos de compañeros que se formaron qué tienen que decir. De todas las especialidades pero, sobre todo, las más numerosas, médicos de familia y pediatras. Algunos no ejercen homeopatía actualmente pero tantos me dijeron que el máster les había devuelto la ilusión por volver a practicar medicina y por hacerlo, tras el máster, de una manera diferente o, los que sí la ejercen, con otro recurso más para ayudar mejor a sus pacientes, que es de lo que se trata.
No, la enseñanza, Abel, creo que debe ser regulada y pública. De la manera que sea pero de forma clara y transparente.
Por último, ¿cómo no estar de acuerdo con sus tres conclusiones finales? Son bastante obvias pero el hecho de que no lo sean para algunos habla, desde mi punto de vista, del estado actual de parte de nuestra profesión que se quiere manejar desde el autoritarismo y el pensamiento únicos. Eso por no mencionar a los grupos de presión, linchadores habituales, ajenos al campo médico.
Creo que la tolerancia y el respeto con terapias legales, aunque minoritarias, es lo que debería imperar cuando son ejercidas por colegas con probada honestidad y dedicación dentro de sus competencias.
Gran artículo, pues, aunque no sea tanto “divulgativo”, para reflexionar que es de lo que se trata cuando hablamos de “teoría”.
No se lo pierdan.

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