Divorcio Valls-Rivera, más que un eco de sociedad
Su acuerdo con Rivera tenía sentido, pero coyuntural. Para Valls, Ciudadano era un excelente trampolín. Para Rivera, el trampolín era Valls, un fichaje de relumbrón que le podría impulsar un poco más alto. Pero no era fácil que pudieran convivir mucho tiempo.
Supongo que Valls aspira a crear su propio partido, con la esperanza de hacerse un hueco, aprovechando el desdibujamiento de Ciudadanos en Cataluña. Porque es cierto que desde su gran victoria en las autonómicas de 2017 la formación naranja ha ido perdiendo a gas y el cambio de Arrimadas de Barcelona a Madrid no ha sido un acierto. En la política nacional los naranjas no han ganado gran cosa y en la política catalana han perdido bastante. Puede que la cosa quede en nada y que el globo Valls se vaya desinflando, pero yo lo dudo. Además hay que considerar otro factor relevante: a Valls no le van a faltar apoyos de mucho peso. Está muy bien visto por los grandes poderes económicos, que ya no están tan arrobados con Rivera.
El divorcio de Valls y Rivera, que por el momento parece un simple eco de sociedad, pasará a mayores si terminan disputándose un mismo electorado en las próximas autonómicas catalanas, por ejemplo. Podría ser importante en ese equilibrio en el alambre que mantienen el independentismo y el unionismo.
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