Plaza Pública
¿Un gobierno a la portuguesa o a la vasca?
Publicada el 26/06/2019
Si consiguen que nos enroquemos en esta discusión, Podemos y PSOE
habremos fracasado. Porque de lo que se trata es de alcanzar un pacto
que nos permita afrontar sin demora, desde una gobernanza compartida y
con garantías de estabilidad, los graves problemas de España.
No es inteligente insistir públicamente más en nuestras diferencias y
recelos que en lo mucho que nos une a dos partidos de la izquierda. Así
decepcionaremos a muchas personas además de fomentar el hartazgo y la
desilusión en la mayoría social.
La negociación pendiente no tiene por qué limitarse a elegir entre un modelo de gobierno a la portuguesa, en solitario, o a la vasca, mediante un gobierno de coalición pero también en minoría. Caben otras fórmulas eficaces y con menos riesgos.
La ciudadanía entiende perfectamente, cuando se le habla con transparencia, que hay problemas que dificultan la formación de un gobierno de coalición: 1. No existe cultura de coalición cuando se trata del Gobierno de España y la empatía entre los lideres es decisiva. 2. Un clima de desconfianza mutua siempre dificultaría la cohesión del gobierno. 3. Se dan diferencias políticas con riesgo de provocar una crisis de gobierno; por ejemplo, el procés de Cataluña y el 155.
Por tanto, tratar de forzar ahora un gobierno de coalición, si no se da una apuesta decidida por las dos partes, resultaría aventurado y voluntarista. No estamos hablando de un Gobierno en Barcelona, La Rioja o la Comunidad Valenciana, territorio, por cierto, que no refleja la aritmética electoral del Congreso.
Pero lo anterior no da pie a hablar de rupturas. La prioridad reside en acordar qué queremos hacer para luego debatir cómo lo podemos gestionar. Es necesario definir un modelo de pacto para esta legislatura que permita avanzar en la investidura de Pedro Sánchez como presidente de Gobierno con un programa pactado que incluya una ambiciosa agenda social, laboral y fiscal, que dé respuestas al problema de la cohesión territorial y a los desafíos de este cambio de época. No veo razones para romper la dinámica de colaboración iniciada hace un año, tras la moción de censura.
Hemos de seguir compartiendo compromisos y alimentar la esperanza a los electores de izquierda. Las acusaciones de Pablo Iglesias a Pedro Sánchez, advirtiendo que no es de confianza porque cederá a la derecha si no tiene al lado una tutela de Podemos, no confundirán a la sociedad civil. Sabe que la posición del PSOE es la propia de una izquierda socialdemócrata, reformista y transformadora. Podemos y PSOE, ambos desde la humildad, hemos de incrementar la confianza mutua en los próximos cuatro años.
Para resolver esta situación, se propone un acuerdo de cooperación que signifique un pacto de legislatura con Unidas Podemos, como socio preferente, que incluya el Programa para cuatro años, las bases de los PGE para 2020 sobre las que hay camino avanzado, un acuerdo sobre criterios de elección y la configuración de los organismos constitucionales y reguladores y una Comisión paritaria de seguimiento y control de los compromisos del pacto de cooperación para el progreso. Sin olvidar la presencia de miembros de Podemos en cargos relevantes de la administración.
Nadie podrá decir que el PSOE está pidiendo un cheque en blanco, que menosprecia al electorado de Podemos o que no haya cambiado su posición inicial. El PSOE no quiere nuevas elecciones y deseamos iniciar una legislatura que incorpore procesos de participación y rendición de cuentas. Tras una dura crisis de la que nos cuesta recuperarnos y con una corrupción que exige una actitud vigilante y más medidas legislativas, la amenaza de involución por parte de las tres derechas no ha desaparecido.
Al contrario, el Frente Nacional ya ha instalado la involución en algunas instituciones, como vemos con alarma, y sus promotores se preparan para dar otro salto. No les demos oportunidad. Frente a ello, conformar de salida un pacto de progreso con 165 diputados y diputadas será imprescindible.
La negociación pendiente no tiene por qué limitarse a elegir entre un modelo de gobierno a la portuguesa, en solitario, o a la vasca, mediante un gobierno de coalición pero también en minoría. Caben otras fórmulas eficaces y con menos riesgos.
La ciudadanía entiende perfectamente, cuando se le habla con transparencia, que hay problemas que dificultan la formación de un gobierno de coalición: 1. No existe cultura de coalición cuando se trata del Gobierno de España y la empatía entre los lideres es decisiva. 2. Un clima de desconfianza mutua siempre dificultaría la cohesión del gobierno. 3. Se dan diferencias políticas con riesgo de provocar una crisis de gobierno; por ejemplo, el procés de Cataluña y el 155.
Por tanto, tratar de forzar ahora un gobierno de coalición, si no se da una apuesta decidida por las dos partes, resultaría aventurado y voluntarista. No estamos hablando de un Gobierno en Barcelona, La Rioja o la Comunidad Valenciana, territorio, por cierto, que no refleja la aritmética electoral del Congreso.
Pero lo anterior no da pie a hablar de rupturas. La prioridad reside en acordar qué queremos hacer para luego debatir cómo lo podemos gestionar. Es necesario definir un modelo de pacto para esta legislatura que permita avanzar en la investidura de Pedro Sánchez como presidente de Gobierno con un programa pactado que incluya una ambiciosa agenda social, laboral y fiscal, que dé respuestas al problema de la cohesión territorial y a los desafíos de este cambio de época. No veo razones para romper la dinámica de colaboración iniciada hace un año, tras la moción de censura.
Hemos de seguir compartiendo compromisos y alimentar la esperanza a los electores de izquierda. Las acusaciones de Pablo Iglesias a Pedro Sánchez, advirtiendo que no es de confianza porque cederá a la derecha si no tiene al lado una tutela de Podemos, no confundirán a la sociedad civil. Sabe que la posición del PSOE es la propia de una izquierda socialdemócrata, reformista y transformadora. Podemos y PSOE, ambos desde la humildad, hemos de incrementar la confianza mutua en los próximos cuatro años.
Para resolver esta situación, se propone un acuerdo de cooperación que signifique un pacto de legislatura con Unidas Podemos, como socio preferente, que incluya el Programa para cuatro años, las bases de los PGE para 2020 sobre las que hay camino avanzado, un acuerdo sobre criterios de elección y la configuración de los organismos constitucionales y reguladores y una Comisión paritaria de seguimiento y control de los compromisos del pacto de cooperación para el progreso. Sin olvidar la presencia de miembros de Podemos en cargos relevantes de la administración.
Nadie podrá decir que el PSOE está pidiendo un cheque en blanco, que menosprecia al electorado de Podemos o que no haya cambiado su posición inicial. El PSOE no quiere nuevas elecciones y deseamos iniciar una legislatura que incorpore procesos de participación y rendición de cuentas. Tras una dura crisis de la que nos cuesta recuperarnos y con una corrupción que exige una actitud vigilante y más medidas legislativas, la amenaza de involución por parte de las tres derechas no ha desaparecido.
Al contrario, el Frente Nacional ya ha instalado la involución en algunas instituciones, como vemos con alarma, y sus promotores se preparan para dar otro salto. No les demos oportunidad. Frente a ello, conformar de salida un pacto de progreso con 165 diputados y diputadas será imprescindible.
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Odón Elorza es diputado socialista por Gipuzkoa.
Odón Elorza es diputado socialista por Gipuzkoa.
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