ENTREVISTA | Filósofo y escritor
José Luis Villacañas: "Los libros que blanquean el Imperio español constituyen un suicidio de la inteligencia"
El filósofo y catedrático publica Imperiofilia y el populismo nacional-católico como réplica al superventas de Elvira Roca Barea, Imperiofobia y Leyenda Negra, que considera "un importante daño a la salud intelectual de los españoles"
Sobre la polémica medida de Vox en Aragón: "Pensar que Abderramán III está fuera de la civilización europea es una barbaridad de ignorantes"
Hace tres años, un libro fue capaz de
poner de acuerdo a políticos tan dispares como Felipe González y José
María Aznar, a Isabel Coixet y al fundador de Vox, Alejo Vidal Quadras, a
Esteban González Pons y a Josep Borrell. El título que obró el milagro
fue Imperiofobia y Leyenda Negra, de Elvira Roca
Barea. Esta profesora de secundaria y escritora defendía que aún pesa
sobre los españoles un "prejuicio histórico" que nos retrata como el
paradigma de la irracionalidad, la crueldad y el atraso.
Entre
otras cosas, abogaba por no demonizar la Inquisición ni la conquista de
América, pues los imperios fueron "un motor de evolución crucial". Así,
la Leyenda Negra habría "fabricado imágenes arquetípicas negativas con
el fin de perjudicar a las naciones a las que se teme" y, según Roca
Barea, esta propaganda no es cosa del pasado.
Su intención de recuperar la autoestima española a través de la Historia la convirtió en un best-seller en la calle y en los despachos políticos. Ciudadanos, Vox y el PP han laureado a Imperiofobia, y
no son los únicos. Pero tras las loas tenían que aparecer las voces
discordantes, y la más severa ha sido la del filósofo y catedrático José
Luis Villacañas, que acaba de publicar Imperiofilia y el populismo nacional-católico con Lengua de Trapo como réplica al libro de Roca Barea.
Su ensayo se divide en una estructura parecida al de Imperiofobia, pero intentando desmontar una tesis, según él, "ajena a los parámetros de la investigación histórica y académica".
De
la Corona a la Inquisición, de Castilla a las Indias, el autor trenza
los pasajes más controvertidos de nuestra historia para defender que,
tras la supuesta incorrección política de Roca Barea, se esconde "un
ejercicio de blanqueamiento y manipulación ideológica". eldiario.es ha
intentado contar también con ella en este artículo, pero la autora
declinó la propuesta.
¿Por qué se ha pronunciado un filósofo sobre Imperiofobia y no un historiador, si incurre en errores tan graves?
La
respuesta que te dan es que no merece la pena, que no es un libro de
Historia de España sino uno de intervención política. Esto puede ser
cuestionable, dependiendo de cómo comprendas tu oficio de intelectual.
Por
supuesto vivimos en una academia muy fragmentada. Pero el filósofo es
el especialista en no tener especialidad. Si tiene alguna misión es la
de identificar qué es lo importante. E Imperiofobia es un importante peligro y un importante daño a la salud intelectual de los españoles.
¿A qué nivel?
No
es baladí defender la democracia española y este libro es una amenaza
contra ella porque impone una única visión de la Historia de España. Es
algo inédito desde los años 50. Obliga a posicionarte alrededor de
determinadas consignas que ocultan completamente la realidad y te
declaran como antiespañol y como esbirro traidor si no las compartes.
Esto
es contrario a la Historia, porque la Historia es pluralidad, y es
contrario a la democracia, porque la democracia es una conversación de
diversos relatos. Quizá antagónicos, quizá diversos, pero en los que se
encuentra la propia estructura de la sociedad y de su heterogeneidad
básica. Y ese es el motivo por el que he escrito esto.
¿Y no le preocupa que le acusen de oportunista?
Ya
lo han hecho. Muchísimas veces nos acusan a los filósofos de no
intervenir en la conversación, de no decir nada de nada. Pero luego,
cuando intervenimos, nos acusan de buscar protagonismo. Yo llevo 42 años
escribiendo. Te puedo asegurar que el protagonismo no me interesa en
absoluto.
En el prólogo, Arcadi Espada alababa que Imperiofobia
había conseguido que España parezca un "país simpático". ¿Cree que la
intención de Roca Barea era alterar el presente en lugar de revisar el
pasado?
Ella no está interesada en la
Historia de España, pero le sirve de coartada y de excusa para imponer
un lineamiento político en el presente. Y no solo en el ámbito interno.
También
distribuye una mirada geoestratégica actual que, por una parte,
reivindica el papel imperial de Rusia, por otra, establece una alianza
estrechísima entre EEUU y el mundo hispano y, finalmente, ve una
extraordinaria vinculación a la dimensión sionista de determinados
actores del Estado de Israel. Efectivamente, es un libro de propaganda y
populismo político.
De hecho,
Ciudadanos propuso impartir una "Historia en positivo" en las aulas con
ese libro en la mano. ¿Qué peligro tiene empezar a blanquear la
educación?
El problema real de Ciudadanos es que habla de publicar un libro en defensa de la Constitución y a la vez defiende Imperiofobia como el libro de Historia compatible con esa Constitución. ¡Pero si Imperiofobia es profundamente anticonstitucional!
La
Constitución española se basa en los principios ilustrados del Estado
de Derecho: ella es una enemiga acérrima de la Ilustración. Se basa
sobre el reconocimiento de la pluralidad específica de España: ella es
una enemiga acérrima de todo lo que huela a pluralidad interna de
España. Se basa sobre el alineamiento con los países europeos, porque
España no habría aprobado su texto sin el arropamiento de Francia y de
Alemania: su libro es profundamente antieuropeo.
Es
decir, Roca Barea promueve un Estado confesional católico donde las
únicas élites legítimas para definir lo que es el bien y lo que es el
mal en conciencia es la jerarquía de la Iglesia católica, y esto es un
principio anticonstitucional. Por lo tanto, a pesar de lo que diga
Ciudadanos, Imperiofobia es precisamente la bomba que haría estallar la Constitución.
Y no solo Ciudadanos, la candidatura de Roca Barea al Princesa de Asturias la apoyaron desde Felipe González hasta José María Aznar, por ejemplo.
Mucha
atención a los que piden para la señora Roca Barea el Princesa de
Asturias. Porque además de hacer el ridículo a nivel internacional e
insultar a la inteligencia, están alentando una posición que destruye
radicalmente todos los principios sobre los que se basa el ordenamiento
constitucional español en el presente.
Aquí no podemos
decir que no es mi negociado académico, que no es mi cátedra. No.
Estamos hablando de algo que, si se impone, nos haría regresar a un
estado donde la Iglesia Católica estará en condiciones de imponer la
agenda política.
Pero como decíamos, Imperiofobia
no ha sido aplaudido solo por parte de la derecha, la misma Isabel
Coixet lo ha recomendado. ¿Qué testimonia que sea capaz de unir visiones
políticas opuestas?
También el gobierno
socialista de Pedro Sánchez organizó una intervención en la embajada de
Austria y en la Escuela Diplomática de Viena, una mesa sobre los 500
años de fake news y Leyenda Negra, y llevó como representante del pueblo español al eurodiputado de Vox German Tersch y a la señora Roca Barea.
Esto
testimonia que estamos ante muchísima gente que no tiene ni idea de lo
que es España y la rellena con ese tipo de cuestiones. Pero también
testimonia que hay una responsabilidad específica de la ciencia
española, de las universidades, de dotar a la ciudadanía de una idea
razonable y fundada de lo que es la Historia de España. Y si no se hace,
se ocupará ese vacío con este tipo de ideas.
Lo hemos visto con la memoria histórica. ¿Se ha convertido la imperiofilia en un filón para conseguir votos?
Creo
que es un fenómeno muy importante y que tiene íntimamente que ver con
la inseguridad política del electorado español. En un momento
determinado, Podemos pareció estabilizar a los críticos con la
estructura de la representación española, pero no estuvieron a la altura
de ofrecer una idea de Estado y unidad de España. Fue ahí donde los
partidos vieron la oportunidad de captar al electorado flotante a través
de las tradiciones españolas.
Roca Barea dice que ella es católica pero no es creyente. Porque el ser español es ser católico.
Esto ha permitido recomponer el vínculo con la Iglesia Católica, pero
no a través del credo, sino de las tradiciones. Las procesiones, la
Navidad, las Cruces de mayo...todo eso.
Al fin y al
cabo, España tiene un 20 por ciento de creyentes católicos, pero un 80
por ciento de usuarios de tradiciones católicas. Y ese electorado lo
querían todos: el PP, el PSOE, Vox y Ciudadanos.
Hablando de Vox, además del ridículo, la retirada del busto de Abderramán III lanzó un mensaje racista sobre la forma única de "ser español" que comentaba. ¿Menospreciamos el peligro de alterar la Historia?
Tenemos
que quitarnos de la cabeza la idea de una guerra eterna, multisecular y
de ocho siglos entre cristianos y musulmanes. Porque si hay alguien que
se parece como dos gotas de agua a Abderramán III es cualquiera de los
reyes cristianos. Es nuestro primo, lo llevamos en los hábitos de poder.
Pensar que Abderramán III está fuera de la civilización europea es una
barbaridad de ignorantes completa.
¿Queremos ir a un
país de fanáticos ignorantes o no? ¿Vamos a reducir la inteligencia
hispana a un exabrupto, un insulto y una confusión permanente? Un país
no puede regirse por una autonegación y libros como el de Roca Barea,
que blanquean el Imperio español, constituyen un suicidio de la
inteligencia. Con ellos no se podrá formar una élite más que de
salvajes.
En su prólogo, usted dice que algunos han usado Imperiofobia como argumento contra el independentismo. ¿Cómo es eso?
Claro.
Cubre la herida catalana, la autoestima y la humillación que nos
produce esa herida. La de alguien que dice, "no quiero estar con
vosotros". Pero, ¿cómo? Si somos un gran pueblo, somos una gran nación.
En realidad no quieren estar con nosotros, algo que a mí también me
humilla, porque creen que todos los españoles son como Roca Barea (y yo
también me iría si fuese así).
Pero creo que Catalunya
no debe jugar con esto para tener una excusa para irse de España. Es
una irresponsabilidad histórica que también es denunciable. Catalunya no
puede generar un caos de manera que se acabe imponiendo una
irracionalidad completa en España donde la mentalidad de Roca Barea sea
la dominante y entonces puedan decirle al mundo, "nosotros somos seres
civilizados, con este pueblo incívico no queremos estar".
Es
la prueba de que los independentistas son igualmente arcaicos, porque
buscan el conflicto como coartada para alcanzar unos fines sectarios. En
el fondo se comportan con la misma barbarie y la misma tradición
política dogmática -pero con formas más refinadas- que Roca Barea. El
problema es que no hemos tenido la fuerza para crear una Historia de
España que esté a la altura de la Constitución española. Nada más. Y
esto es una catástrofe desde el punto de vista de la inteligencia.
Pero, también admite que hay una parte de verdad. ¿Dónde empieza y acaba la Leyenda Negra?
Por
supuesto que hubo Leyenda Negra. Fue una lucha ideológica y
propagandística iniciada por los intelectuales que en el
s.XVII combatían contra España: calvinistas y anglicanos que
distorsionaron la imagen del pueblo español en una época de lucha
política imperial. Esto tuvo como momento álgido el inicio del reinado
de Felipe II, pero antes de Carlos V no se puede hablar de Leyenda
Negra.
Naturalmente nadie cree que sea verdadera. El
problema es pensar que refutándola conocemos la verdad de la Historia de
España. Son dos cosas distintas. Pero donde la Leyenda Negra dice "no"
decir "sí" es igualmente mentira. Por lo tanto, la Leyenda Negra tiene
que ser reconocida como el índice de un problema. Y es que España no
logró ofrecer un relato histórico alternativo al de los demás pueblos
por una voluntad de los propios reyes y de las élites.
Aunque
preocupa la imagen que tenga Europa de nosotros, indigna mucho más que
se nos afee el colonialismo, como demostró la reacción ante la petición
de perdón del presidente de México.
Esto es
la hipersensibilidad del suceptible. Hay que leer los textos de Gandhi
sobre la colonización inglesa de la India. Su justicia es de tal índole
que ningún historiador inglés ha podido negarlo. Incorporan de una
manera natural las barbaridades que hicieron sus antepasados y nadie se
rasga las vestiduras.
Todos los pueblos colonizados
han hablado mal de sus pueblos imperiales. Y todos ellos han tenido
élites subalternas que han hablado bien de los imperios. En estos
momentos, las repúblicas latinoamericanas reconocen claramente la
herencia civilizatoria hispana y no tienen un prejuicio general contra
España. Pero tampoco pueden olvidar que el régimen racial sobre el que
se constituyen lo impusieron los españoles.
¿No fue también una forma de negar un racismo que sigue implantado en la sociedad española hacia los migrantes latinoamericanos?
Justo.
No nos pedían que reflexionásemos sobre lo que hicimos hace 500 años,
sino sobre el hecho de que el régimen racial que implantamos sigue
teniendo efectos en la actualidad para su pueblo. Si miras bien el
discurso del presidente de México, lo que dice es que tanto España como
México deberían pedir perdón a los indígenas.
Ellos lo
mantienen y lo han mantenido dos siglos hasta ahora. Dijeron que hoy,
aquí y ahora había que posicionarse contra un régimen racial injusto y
que se implantó con la Conquista. Pero no piden que los españoles les
demos una indemnización. La posición ante la Historia es una posición
moral ante el presente. Siempre. Y cuando dices que el imperio español
lo hizo todo bien, lo que estás diciendo es que volverías a hacerlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario