9 junio, 2019
comer plantas y comer animales
En su defensa de la ganadería extensiva, Alicia
Melchor llama la atención sobre el creciente cuerpo de conocimiento
sobre las capacidades “avanzadas” de las plantas, para desdibujar la
frontera moral que separaría comer plantas de comer animales. Su resumen
es útil:
“Las plantas tienen sentidos, a través de los cuales obtienen informaciones que les permiten tomar decisiones sobre su propia supervivencia y la de la comunidad con la que se interrelacionan, además de que les sirven para comunicarse con otras plantas, percibiendo señales olfativas a través de sus hojas (p.ej., esa señal de ¡peligro! que nosotros percibimos como olor a hierba recién cortada), y emitiendo ‘sabores’ a través de sus raíces y redes de hongos. Mediante el micelio, se comunican entre ellas y con otros organismos; comparten nutrientes, piden ayuda, o emiten señales de alerta.
Las plantas, a su manera, tienen sentido de la vista: determinando la relación entre la luz roja y el infrarrojo cercano, las plantas saben si hay otras plantas a su alrededor. Tienen también sentido del gusto que desarrollan por medio de sus raíces, que les permite conocer la fuerza de otras plantas o a qué distancia se encuentran, y dependiendo de esta información, saben hasta qué punto disponen de nutrientes y agua y así programan su desarrollo. Además tienen sentido del olfato, ya que son capaces de percibir diferentes tipos de sustancias, entre ellas el etileno, que les informa de que hay otras plantas cerca. Otras sustancias, segregadas por encima o por debajo del suelo, les permiten alertarse entre ellas de amenazas como insectos u otros animales. Una vez alertadas, las plantas de alrededor fabricarán también dichas sustancias para ir pasando el aviso.
Los árboles pueden distinguir las raíces de otras especies e, incluso, de los diferentes ejemplares de su misma especie. Tienen relaciones sociales: no tratan por igual a todos los demás árboles, sino que eligen a sus amigos. A través de las raíces los progenitores entran en contacto con sus retoños y les proporcionan azúcar y otros nutrientes (podría decirse que los árboles bebé son amamantados). Las plantas también se comunican bajo la superficie con otros organismos: cuando no disponen de suficientes nutrientes para alimentarse, realizan llamadas de auxilio a ciertos hongos y bacterias, consistentes en la segregación de pequeñas cantidades de ciertas sustancias a las que estos microorganismos responden liberando nutrientes, a cambio de lo cual reciben azúcares de alto contenido energético.
Estas redes forman el conjunto de finos hilos de hongos denominados micelio que une a las raíces de al menos dos plantas, que se produce en todos los principales ecosistemas terrestres. Un bosque es un superorganismo, como un hormiguero.[1] El neurocientífico Greg Gage realizó un experimento que muestra que las plantas pueden contar y ‘pensar’.[2]
Las plantas tienen un sistema de comunicación interno parecido al sistema nervioso de los animales. Usan los mismos componentes, glutamato y calcio, para avisar de una agresión y desencadenar una reacción defensiva.[3]
El equipo de Hadany determinó que, minutos después de detectar las vibraciones de las alas de los polinizadores, las plantas aumentaron temporalmente la concentración de azúcar del néctar de sus flores. En efecto, las propias flores hacían las veces de oídos que captaban las frecuencias específicas de las alas de las abejas y descartaban sonidos irrelevantes como el viento.[4]” [5]
Todo esto es conocimiento muy importante a la hora de pensar nuestra relación con los demás seres vivos en el seno de la maravillosa biosfera que es nuestro hogar, y de la que formamos parte como los pedacitos de naturaleza que somos también los animales del género Homo. Y sin embargo, sigue habiendo diferencias fácticas relevantes para la cuestión moral del cómo alimentarnos. La más importante es a mi juicio la siguiente: como nos recuerda Paco Puche, las plantas han estructurado su cuerpo de forma modular (carente de órganos únicos) para hacer frente a los ataques externos. “Gracias a esta estructura, la depredación animal no constituye un problema grave. (…) Las plantas son capaces de sobrevivir a depredaciones a gran escala”.[6] Por eso, existen pruebas de que las vastas manadas de antílopes en las planicies del este de África facilitan la producción de hierba; la producción primaria neta es mayor con los herbívoros que sin ellos. “Se establece una simbiosis de grupo a partir de la depredación. Si tenemos en cuenta que cerca del 99% en peso de la biota terrestre la constituyen el Reino de las plantas, vemos lo atenuado que queda en este escenario esta versión de la simbiosis no mutualista”.[7]
Los seres heterótrofos como nosotros debemos casi todo a las plantas verdes y otros organismos capaces de fotosintetizar, en una biosfera donde somos ecodependientes e interdependientes. Pero alimentarnos (juiciosa y razonablemente) a partir de plantas produce menos daño que hacerlo a partir de animales, por esa estructura orgánica modular de las primeras, que las hace capaces de sobrevivir a la depredación (dentro de ciertos límites, claro está).
[1] https://www.sabermas.umich.mx/secciones/articulos/448-comunicacion-entre-plantas.html , http://www.nobbot.com/futuro/los-sentidos-de-las-plantas/ , http://www.canna.es/comunicacion_en_las_plantas , http://www.lavanguardia.com/lacontra/20171118/432954420029/los-arboles-adultos-alimentan-y-cuidan-de-los-pequenos.html
[2] https://www.lagranepoca.com/ciencia-y-tecnologia/explorando-enigmas/208672-las-plantas-pueden-contar-la-creciente-evidencia-de-que-las-plantas-tienen-consciencia.html
[3] https://www.tendencias21.net/Las-plantas-imitan-al-sistema-nervioso-de-los-animales-para-defenderse_a44751.html
[4] https://www.nationalgeographic.es/ciencia/2019/01/las-flores-escuchan-el-zumbido-de-las-abejas-lo-que-hace-que-su-nectar-sea-mas
[5] Alicia Melchor Herrero, “Sobre moral, veganismo, ecología, antiespecismo y producción alimentaria”, La pajarera Magazine, 14 de junio de 2018; http://www.lapajareramagazine.com/sobre-moral-veganismo-ecologia-antiespecismo-y-produccion-alimentaria
[6] Stefano Mancuso. y Alessandra Viola: Sensibilidad e inteligencia en el mundo vegetal, Galaxia Gutenberg, Barcelona 2015, p. 6 y 108.
[7] Paco Puche, “Hacia una nueva antropología, en un contexto de simbiosis generalizado en el mundo de la vida”, en Lecturas impertinentes VI, Ediciones del Genal, Málaga 2019, p. 122.
“Las plantas tienen sentidos, a través de los cuales obtienen informaciones que les permiten tomar decisiones sobre su propia supervivencia y la de la comunidad con la que se interrelacionan, además de que les sirven para comunicarse con otras plantas, percibiendo señales olfativas a través de sus hojas (p.ej., esa señal de ¡peligro! que nosotros percibimos como olor a hierba recién cortada), y emitiendo ‘sabores’ a través de sus raíces y redes de hongos. Mediante el micelio, se comunican entre ellas y con otros organismos; comparten nutrientes, piden ayuda, o emiten señales de alerta.
Las plantas, a su manera, tienen sentido de la vista: determinando la relación entre la luz roja y el infrarrojo cercano, las plantas saben si hay otras plantas a su alrededor. Tienen también sentido del gusto que desarrollan por medio de sus raíces, que les permite conocer la fuerza de otras plantas o a qué distancia se encuentran, y dependiendo de esta información, saben hasta qué punto disponen de nutrientes y agua y así programan su desarrollo. Además tienen sentido del olfato, ya que son capaces de percibir diferentes tipos de sustancias, entre ellas el etileno, que les informa de que hay otras plantas cerca. Otras sustancias, segregadas por encima o por debajo del suelo, les permiten alertarse entre ellas de amenazas como insectos u otros animales. Una vez alertadas, las plantas de alrededor fabricarán también dichas sustancias para ir pasando el aviso.
Los árboles pueden distinguir las raíces de otras especies e, incluso, de los diferentes ejemplares de su misma especie. Tienen relaciones sociales: no tratan por igual a todos los demás árboles, sino que eligen a sus amigos. A través de las raíces los progenitores entran en contacto con sus retoños y les proporcionan azúcar y otros nutrientes (podría decirse que los árboles bebé son amamantados). Las plantas también se comunican bajo la superficie con otros organismos: cuando no disponen de suficientes nutrientes para alimentarse, realizan llamadas de auxilio a ciertos hongos y bacterias, consistentes en la segregación de pequeñas cantidades de ciertas sustancias a las que estos microorganismos responden liberando nutrientes, a cambio de lo cual reciben azúcares de alto contenido energético.
Estas redes forman el conjunto de finos hilos de hongos denominados micelio que une a las raíces de al menos dos plantas, que se produce en todos los principales ecosistemas terrestres. Un bosque es un superorganismo, como un hormiguero.[1] El neurocientífico Greg Gage realizó un experimento que muestra que las plantas pueden contar y ‘pensar’.[2]
Las plantas tienen un sistema de comunicación interno parecido al sistema nervioso de los animales. Usan los mismos componentes, glutamato y calcio, para avisar de una agresión y desencadenar una reacción defensiva.[3]
El equipo de Hadany determinó que, minutos después de detectar las vibraciones de las alas de los polinizadores, las plantas aumentaron temporalmente la concentración de azúcar del néctar de sus flores. En efecto, las propias flores hacían las veces de oídos que captaban las frecuencias específicas de las alas de las abejas y descartaban sonidos irrelevantes como el viento.[4]” [5]
Todo esto es conocimiento muy importante a la hora de pensar nuestra relación con los demás seres vivos en el seno de la maravillosa biosfera que es nuestro hogar, y de la que formamos parte como los pedacitos de naturaleza que somos también los animales del género Homo. Y sin embargo, sigue habiendo diferencias fácticas relevantes para la cuestión moral del cómo alimentarnos. La más importante es a mi juicio la siguiente: como nos recuerda Paco Puche, las plantas han estructurado su cuerpo de forma modular (carente de órganos únicos) para hacer frente a los ataques externos. “Gracias a esta estructura, la depredación animal no constituye un problema grave. (…) Las plantas son capaces de sobrevivir a depredaciones a gran escala”.[6] Por eso, existen pruebas de que las vastas manadas de antílopes en las planicies del este de África facilitan la producción de hierba; la producción primaria neta es mayor con los herbívoros que sin ellos. “Se establece una simbiosis de grupo a partir de la depredación. Si tenemos en cuenta que cerca del 99% en peso de la biota terrestre la constituyen el Reino de las plantas, vemos lo atenuado que queda en este escenario esta versión de la simbiosis no mutualista”.[7]
Los seres heterótrofos como nosotros debemos casi todo a las plantas verdes y otros organismos capaces de fotosintetizar, en una biosfera donde somos ecodependientes e interdependientes. Pero alimentarnos (juiciosa y razonablemente) a partir de plantas produce menos daño que hacerlo a partir de animales, por esa estructura orgánica modular de las primeras, que las hace capaces de sobrevivir a la depredación (dentro de ciertos límites, claro está).
[1] https://www.sabermas.umich.mx/secciones/articulos/448-comunicacion-entre-plantas.html , http://www.nobbot.com/futuro/los-sentidos-de-las-plantas/ , http://www.canna.es/comunicacion_en_las_plantas , http://www.lavanguardia.com/lacontra/20171118/432954420029/los-arboles-adultos-alimentan-y-cuidan-de-los-pequenos.html
[2] https://www.lagranepoca.com/ciencia-y-tecnologia/explorando-enigmas/208672-las-plantas-pueden-contar-la-creciente-evidencia-de-que-las-plantas-tienen-consciencia.html
[3] https://www.tendencias21.net/Las-plantas-imitan-al-sistema-nervioso-de-los-animales-para-defenderse_a44751.html
[4] https://www.nationalgeographic.es/ciencia/2019/01/las-flores-escuchan-el-zumbido-de-las-abejas-lo-que-hace-que-su-nectar-sea-mas
[5] Alicia Melchor Herrero, “Sobre moral, veganismo, ecología, antiespecismo y producción alimentaria”, La pajarera Magazine, 14 de junio de 2018; http://www.lapajareramagazine.com/sobre-moral-veganismo-ecologia-antiespecismo-y-produccion-alimentaria
[6] Stefano Mancuso. y Alessandra Viola: Sensibilidad e inteligencia en el mundo vegetal, Galaxia Gutenberg, Barcelona 2015, p. 6 y 108.
[7] Paco Puche, “Hacia una nueva antropología, en un contexto de simbiosis generalizado en el mundo de la vida”, en Lecturas impertinentes VI, Ediciones del Genal, Málaga 2019, p. 122.
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