El embuste como método
Mienten los críticos con Enmanuel Macron pero también, como se puede notar, con Andalucía, como se sostienen en la mentira con los demás pactos en ayuntamientos y diputaciones
Mucha gente se lo
pregunta: ¿cómo se puede lanzar un embuste que involucra ni más ni menos
que al presidente de la República francesa? Se me escapan las
explicaciones de la ciencia médica pero, desde el punto de vista
político, sólo hay una explicación: sentirse inmune ante la crítica.
Así
ha venido siendo desde que, desde Catalunya, el joven Albert Rivera
aterrizara en la política española, para regenerar, decía. Rivera ha
gozado, desde entonces, de 'baraka' mediática y hasta demoscópica y,
también, de la confianza incondicional de cuatro millones de electores.
'Baraka', que no quiere decir en árabe, suerte, como algunos traducen,
sino bendición. Bendición de no sabemos quién, pero bendición. Hoy
empieza a menguar su 'baraka' pero porque los desvaríos del bendito
empiezan a salpicar a los que lo bendicen. Europa es un hervidero
crítico, sobre todo entre sus afines liberales, como se define
Ciudadanos en su etiquetado, por sus pactos y blanqueo de la extrema
derecha.
Albert Rivera no ha tenido empacho ni pudor en afirmar
que el Presidente de la República francesa apoyó su política de pactos
con la extrema derecha mientras por aquí dice que no ha pactado. Es
mentira, lo sabemos. Pero, también es mentira, otro embuste, que no
hayan pactado con la extrema derecha y no ahora, en Madrid y sus
alrededores, sino desde primeros de año en Andalucía y ya hace meses.
Pero sus benefactores se han encargado de blanquear cada una de las
decisiones que el dirigente de la derecha naranja ha venido tomando,
regando a mantas el campo político con ríos de tinta y una algarabía de
voces e imágenes.
Mienten los críticos con Enmanuel
Macron pero también, como se puede notar, con Andalucía, como se
sostienen en la mentira con los demás pactos en ayuntamientos y
diputaciones; estos días atrás lo han vuelto a hacer al cimentar su
oposición con respecto a la investidura de Pedro Sánchez, legítima si
fuera leal, con nuevas mentiras. Mienten con Manuel Valls en Barcelona,
acusándolo de apoyar al independentismo, lo hacen con la inexistente
alianza del PSOE con Bildu en Navarra, también.
Por
mentir, se mienten a ellos mismos. No tienen reparo alguno en defender
un día terminar con el cuponazo y los regímenes fiscales de País Vasco y
Navarra y al otro aliarse electoralmente con UPN y defenderlo. Prometen
acabar con las diputaciones y se apresuran a presidirlas, se declaran
constitucionalistas, reparten carnés, y cuestionan la Constitución donde
quiera que les convenga, la separación de poderes o el principio de
legalidad. Lo último en Navarra, contra la Disposición Transitoria
Cuarta de la Constitución y la Ley de Amejoramiento. Se podrá discutir,
así fue su origen y su devenir, discutidos, pero desconocer el pacto
constitucional y despreciar el carácter apaciguador que descansa en
dicha Disposición y en el reconocimiento de los derechos históricos
recogidos en la Carta Magna es una temeridad propia solo de mentirosos y
aventureros.
Durante los últimos meses, se ha
observado y criticado con un cierto estupor la mirada exclusiva a la
derecha desde Ciudadanos, contraria a su momento fundacional. Desde la
derecha de siempre se veía, además, como un intento, que Rivera no
disimulaba, de arrebatar al PP la primacía del bloque de derechas,
compactado en el Trío de Colón. Hoy, está superada esa sorpresa y temor,
la formación naranja va directamente a disputarle el espacio a la
extrema derecha de Vox. Mariano Rajoy, que siempre hila fino aunque no
lo parezca, ha irrumpido para pedir a Rivera que apoye un gobierno con
el PSOE, en vez de pedírselo, quizá con más éxito y mejor criterio, a su
sucesor Pablo Casado. Así está el patio, con los gurús de la derecha
queriéndose quitar de en medio a Rivera y con los benefactores del líder
catalán sin saber dónde ponerlo. En Europa tienen clarísimo dónde.
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