martes, 8 de enero de 2019


Vuelta a los orígenes

La dirección del PP se reconoce en el discurso de Vox. No hay rechazo a dicho discurso. Lo que sí hay es miedo a que ese discurso tenga más credibilidad en la boca de Vox que en la suya.


Casado presenta su candidatura como de "integración real" y de la unidad
Pablo Casado. EFE
España es el último país de Europa occidental que se ha constituido democráticamente. Grecia, Portugal y España se quedaron fuera de la ola del constitucionalismo democrático que se impone en Europa tras la Segunda Guerra Mundial. A las tres les alcanzará la ola en los años setenta. Primero a Grecia, después a Portugal y por último a España. Les alcanzó de forma diferente: Grecia y Portugal rompieron con el régimen de los coroneles y con el salazarismo, deslindando netamente su constitución como Estados democráticos del pasado. En España no ocurrió así, como es de sobra conocido. Fuimos los últimos y los más tibios a la hora de constituirnos democráticamente.
Ello permitió que en las primeras elecciones democráticas la derecha concurriera con dos partidos, encabezado el primero, UCD, por Adolfo Suárez que  había sido Secretario General del Movimiento Nacional, partido único del Régimen de Franco, y el segundo, AP, por Manuel Fraga, exministro en varias ocasiones en dicho Régimen. El primero se definía como un partido de centro. El segundo como un partido de derecha, cuyos dirigentes, todos exministros de Franco, reivindicaban su trayectoria política en la dictadura con la pretensión de continuarla en la democracia.
Aunque en las elecciones que acabaron siendo constituyentes de 1977 y en las primeras elecciones constitucionales de 1979 UCD fue el partido hegemónico de la derecha y AP fue una fuerza subalterna, que casi estuvo a punto de desaparecer, a partir de las elecciones de 1982, se cambiarían las tornas. AP se convertiría en el partido hegemónico de la derecha y UCD desaparecería. La extrema derecha desbancaría al partido de centro y se quedaría, inicialmente con la competición del CDS, pero tras la refundación en 1989 como PP y a partir de 1993 con la práctica desaparición del CDS, de manera exclusiva con la representación de toda la derecha española.
Con esta representación de la derecha unificada en el PP es con la que ha operado el sistema político español hasta 2015. La extrema derecha consiguió hacerse con el espacio del centro y, una vez que lo hubo conseguido pareció que desaparecía, que dejaba de tener presencia en el sistema político español. España era la excepción europea en cuyo sistema político no operaba ningún partido de extrema derecha, cuyo ideario no se correspondiera con los valores en los que descansa la Constitución de la democracia.
Formalmente era así, pero materialmente no lo era. La extrema derecha anticonstitucional estaba cómodamente instalada dentro del PP mientras este partido garantizaba el acceso al Gobierno estatal, autonómico y municipal. Condicionaba desde dentro la acción de gobierno y no tenía necesidad de expresarse de manera autónoma. En cuanto ha dejado de ser así, la extrema derecha ha reclamado su presencia de manera diferenciada. Es una fracción del PP la que se ha constituido autónomamente como partido a través de VOX, como todos los estudios posteriores a las elecciones andaluzas del 2 de diciembre están poniendo de manifiesto.
Estamos asistiendo parcialmente a una vuelta a los orígenes, al retorno de AP, que aparentemente desapareció con su refundación como PP, pero que en realidad no ha dejado de estar presente en todos estos años en el interior del PP. La impronta franquista no ha desaparecido nunca por completo del PP. No ha tenido una presencia dominante, pero sí importante dentro de este último.  Por eso ha reaparecido con la fuerza con que lo ha hecho y por eso está consiguiendo que la dirección del PP este aceptando sus planteamientos, aunque no pueda hacerlo de manera inequívoca, porque los tiempos ya no son los mismos que fueron en los ochenta y porque se ha incorporado al sistema un partido como Ciudadanos, con el que tiene que competir en el centro derecha español.
La dirección del PP se reconoce en el discurso de Vox. No hay rechazo a dicho discurso. Los términos en que se expresa Pablo Casado cada día lo dejan más claro. Lo que sí hay en la dirección del PP es miedo a que dicho discurso tenga más credibilidad en la boca de Vox que en la suya y que, en consecuencia, vuelva a ser la extrema derecha que expresamente se proclama como tal la que acabe quedándose con el espacio o con  buena parte del espacio que él ocupa. La dirección del PP sabe por propia experiencia que eso puede ocurrir. 

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Muy optimista le leo, Profesor  Pérez Royo, acerca del pp. Una cosa es el teatro que representa la "profesionalidad"-maquillaje de los partidos políticos interesados solo en ganar por encima de todo, -incluso por encima del bien común si eso representa su bien parcial- para poder seguir haciendo de las suyas, y otra muy distinta la sustancia que los mantiene en activo. Y esa sustancia en el pp ha sido y es la misma que era en el franquismo.

Han cambiado las formas y los envases para adaptarse publicitariamente a los tiempos, pero el fundamento y los hechos ultra siguen siendo idénticos. Sin las raíces y la levadura del pp no habrían aparecido ni c's ni vox, para los que el franquista pp es la matrix (es un buen momento para reponer esa película en las tv acompañada por un buen coloquio posterior que no se quede en Cayetana Guillén y sus contertulios elegidos ad hoc, sino que trascienda y alcance a politologos, filósofos, historiadores, agentes sociales y participación directa de la ciudadanía)
En España aun no se ha derrotado y mucho menos superado socialmente el franquismo cryonizado que ahora se está descongelando. 
Fue un error muy grave (y muy torpe por parte de la presunta izquierda) elevar el proceso congelador de la Transición a la categoría de éxito político y desechar la necesidad de transformar la esencia cívica mediante una pedagogía social y ética adecuada, unida a un estudio profundo de la historia reciente en las escuelas, institutos y universidades. Potenciando asociaciones culturales de barrio y de municipio para reconstruir nuestro paisaje social- histórico- y racional emotivo, conociendo la verdad de los hechos cuando los testigos presenciales aún podían aportar el relato de la realidad que vivió España desde el fin de la guerra franquista hasta la muerte del dictador. Todo eso se desechó por un miedo irracional y bastante estúpido, pero "lógico" según el régimen y así creció y ha ido creciendo el vacío en la conciencia social y personal, en el que el semillero del franquismo instaló sus archivos de memoria cortocicuitada en el inconsciente colectivo.
Sólo han tenido que dejar que el tiempo haga de tipex para volver a la carga y sacar del baúl otra vez los mismos materiales de anteayer apestando a naftalina y alcanfor. Los mismos monstruos del pasado remasterizados, especializados en el gato por liebre, en la repetición de los mismos contenidos expresados con palabras coloquiales del momento actual. Lo que en realidad les lleva al colapso oratorio, solo hay que escuchar a Aznar, a Casado, a Rivera, a Cospedal, a Rajoy, Albiol o a Dolors Monserrat cuando se les dispara el chip de la comunicación sin frenos. Es el colapso lingüístico en su salsa.
Sólo Abascal se salva del engorro, porque él, de momento, no está mixtificado por el sistema, él es la pura esencia, el heredero directo del eterno adalid, que como ya anunciaba un chiste premonitorio en los años setenta "en este año 3.024, muerto dios y asumidos los plenos poderes cósmicos, entra en la intimidad de vuestros hogares para felicitaros el año nuevo". Igualito que el Big Brother orwelliano. Es la transustanciación del tirano que ha pasado de momia a egregor infiltrado desde la pantalla controladora instalada en las viviendas del pueblo. Habría que repasar 1984 de Orwell y de paso su otra obra maestra Rebelión en la granja, porque son el scanner del presente, y no sólo español, pero shí mucho eshpañol.

Querido profesor, en algún momento, si de verdad queremos que esto cambie, habrá que reconocer la verdad del autocuento chino al que durante cuarenta años hemos llamado democracia con un orgullo cegato y una estupidez de idéntico tamaño. Por hacerlo no nos va a pasar nada peor de lo que ya nos está pasando. Y hasta es posible que al tomar conciencia de la autoestafa nos despertemos cual bellas durmientes raritas, con un patadón de rey en vez de un beso de príncipe. 
Dorar la píldora para tragarse sapos en ristra no creo que nos conduzca a nada útil ni sano como estado y como politeia del demos, sino a un eterno más de lo mismo que no tiene final si no lo ponemos nosotros, ya. Desde ahora, no desde mañana como señala José Mota con su deje de sabio manchego-cervantino. 
De las pesadillas solo se sale despertando, y no para tomar más infusión de adormidera y seguir en las mismas.  Sin a-paños calientes. Tal cual. Esta democracia es una mentira descomunal, tan grande y complicada que hasta parece verdad. Y es cierto: como mentira es tan completamente real que nos la hemos tragado divinamente.

La prueba evidente: una democracia de verdad no degenera de este modo durante tantos años sin que nadie lo advierta, ni lo denuncie, ni mueva pieza para que el proceso de degradación se corte a tiempo y cuando por fin se sale a la calle a denuciar que a esto "le llaman democracia y no lo es", se inventan nuevos alevines de la adormidera para que todo siga igual y sean los mismos nuevos refuerzos aparentemente democráticos, los que acaben con el conato de democracia que en realidad siempre fue una parodia. 
En este momento puede que el más acertado análisis político sea el de José Luis Cuerda y de Chiquito de la Calzada. 

Limpieza general. Sacudida de alfombras. Toma de conciencia personal y colectiva. Apertura de ventanas y puertas, que corra el aire y se ventile y se descubra toda la mugre, para poder limpiarla desde el fondo y volver a empezar desde otros parámetros nuevos y sanos de verdad y no de pacotilla. Es decir un nuevo 15M que para ser nuevo de verdad ya tendrá otra fecha y otra experiencia escarmentada.
No nos va a quedar otra si es que de verdad queremos ser una democracia y no una eterna tomadura de pelo matapueblos y mataconciencias.

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