martes, 15 de enero de 2019

La prueba del nueve ineludible

La hora de la verdad


-eldiario.es

Torra decreta el "no" a los PGE mientras haya "muros" a la autodeterminación Torra decreta el "no" a los PGE mientras haya "muros" a la autodeterminación EFE
El nacionalismo catalán tiene el suficiente tamaño como para que el sistema político español no pueda operar establemente sin su concurso. Hay legislaturas en las que uno de los dos partidos estatales que han sido partidos de gobierno llegaban a tener una mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados y en las que parecía, en consecuencia, que se podía prescindir del concurso del nacionalismo catalán para la dirección del Estado. Pero las legislaturas con mayoría absoluta de un partido no han sido la norma en el pasado (aunque tanto PSOE como PP han dispuesto de dos mayorías de ese tipo) y, sobre todo, han dejado de serlo y de manera indefinida para el futuro respecto del que es posible hacer predicciones. En ausencia de mayoría absoluta España no puede ser gobernada democráticamente sin la participación de los nacionalismos catalán y vasco. Estos son una parte políticamente muy significativa de la Constitución material de España, sin cuyo concurso la Constitución formal o escrita de 1978 no puede operar.
Al mismo tiempo, los nacionalismos catalán y vasco no tienen tamaño y fuerza suficiente como para poder constituir a Catalunya y País Vasco en Estados independientes del Estado español. El nacionalismo vasco amagó a comienzos del siglo con el conocido como ‘Plan Ibarretxe’, que no pretendía la constitución del País Vasco como Estado independiente, pero sí definir unilateralmente su forma de integración en España como Estado Libre Asociado. Tuvo un recorrido muy breve. El nacionalismo catalán lo ha intentado con más intensidad en dos legislaturas consecutivas, 2012-2014 y 2015-2017, tras el naufragio de la reforma del Estatuto de Autonomía ante el Tribunal Constitucional con la Sentencia del Tribunal Constitucional (STC) 31/2010, sin haber conseguido la independencia a pesar de haber convocado dos consultas o referéndums en 2014 y 2017.


Tras la resaca del Plan Ibarretxe, el nacionalismo vasco ha sido capaz de participar con cierta normalidad en el funcionamiento del sistema político español. Su concurso ha sido importante tanto con Mariano Rajoy como presidente del Gobierno como ahora, con Pedro Sánchez. Ya veremos qué nos depara el futuro cuando avance el proyecto de reforma del Estatuto de Autonomía que se está estudiando en el Parlamento Vasco. Pero en el inmediato futuro es un elemento de estabilidad.
Mucho menos clara es la posición del nacionalismo catalán, frente al que las derechas españolas han intentado imponer un ‘cordón sanitario’ de verdad, con la finalidad de excluirlo como un partido ‘legítimo’ dentro del sistema político español. Gracias a la ruptura de dicho ‘cordón sanitario’ pudo ser aprobada la moción de censura, dejar atrás la época Rajoy y sacar al sistema político de la situación de parálisis en que se encontraba, aunque sin recuperar la normalidad anterior a 2015. Pero, por lo menos, se intenta hacer política y no dejarlo todo en manos del Tribunal Constitucional y del Tribunal Supremo. El nacionalismo catalán volvió a poner de manifiesto que sin su concurso no se puede salir de círculos que se convierten en viciosos.
Ahora bien, si las izquierdas españolas, PSOE y Podemos con IU y las ‘confluencias’ han sido capaces de levantar el ‘cordón sanitario’, no parece que el nacionalismo catalán esté satisfecho con la forma en que dicho cordón se ha levantado. El nacionalismo catalán considera que solamente se ha levantado de una manera muy parcial y que todavía se tienen que dar pasos para que esté dispuesto a incorporarse plenamente al funcionamiento del sistema político español. Pienso que tiene motivos sobrados para pensar de esa manera. Pero el calendario impone que tiene que tomar una decisión ya, sin poder esperar a ver qué depara el futuro. Esas son las condiciones en que nos encontramos.
De cómo se resuelva esta incógnita en el próximo mes en el trámite de presentación y votación de enmiendas a la totalidad al Proyecto de Ley de Presupuestos y en la tramitación de los mismos en los meses posteriores, dependerá la duración de la legislatura y la delimitación del terreno de juego para la campaña de las próximas elecciones generales.
A estas alturas de 2019 todos los partidos han presentado sus cartas. Únicamente el nacionalismo catalán no lo ha hecho. De ello depende que haya o no haya Presupuestos y que se pueda mantener viva o no la legislatura, con las consecuencias que una u otra alternativa podría acabar teniendo para la democracia española, catalana incluida.

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Todas las razones que da Pérez Royo en este análisis son muy acertadas, pero hay un punto fundamental que no se ha revisado en el texto: el de la solución del problema que sigue en carne viva con el PPoder Judicial supplantando al Ejecutivo y al Legislativo y la 'governanza' enganchada a los mecanismos de la justicia, tanto en Catalunya como en Euskadi. Un marrón colosal heredado del pp, obviamente, un nudo gordiano que solo puede resolver la inteligencia y jamás el apaño oportunista (como el juego con el Open Arms, por ejemplo) y menos aun el miedo a ser blandengues pierdevotos por ser honestos y fidedignos.  
Habrá una brecha perenne demasiado grande para negociar cualquier cosa si el Gobierno no da pasos básicos que dependen solo de él, como por ejemplo, la amnistía de los presos políticos catalanes y el acercamiento de los ex-etarras a su tierra de origen y el fin de la venganza contra sus familias (si además ETA ya no existe dese hace suficiente tiempo como para no andar aun con el miedo y el odio retroalimentando basuras del fascio). Ni es nada justo escaquearse de esa responsabilidad de estado amparándose en la propuesta de unos PGs estupendos, que lo son, sin duda. 
Pero el Gobierno, si no quiere pifiarla una vez más "a la manera española" (demasiado orgullo encadenante y muy poca inteligencia liberadora) debería discernir en base a la dignidad y a la ética, por encima de los intereses electorales de su partido; o sea, debe elegir entre política sana y/o demagogia sofística. También es cierto que pedir eso en España, hasta ahora, viene siendo equiparable a pedir peras al olmo. Algo que no es diculpable por ser tan "normal" en estos pagos, sino una soga al cuello de esa democracia que tanto cacareamos y tan lejana y grande nos queda a la hora de la verdad
Puede que no se trate ya de valorar independentismos posibles, terroristas de escaño y golpistas de vocación -con ello se equipararían al trifachito a la hora de la verdad- y sí, se trate sencillamente de promover valores sustanciales e imprescindibles como lo son: libertad, igualdad, fraternidad, justicia y ética, por no decir, coherencia, lucidez  y verdadero sentido político. 
Ergo, sí, evidentemente, querido profesor, es la hora de la verdad.

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