sábado, 4 de noviembre de 2017

Dan miedo

La sociedad del “a por ellos”, de los insultos, del embestir y no razonar. La que ha descubierto en sus vísceras un fondo de violencia y xenofobia. Los medios y los políticos con una campaña visceral plagada de intereses más prosaicos. Dan miedo
Hay una ciudadanía, seguramente más numerosa y más positiva para el conjunto pero se retrae. No completamente consciente del peligro que nos acecha a todos

(eldiario.es)


El selfie que difundieron y  retrató a varios políticos
El selfie que difundieron y retrató a varios políticos EFE
La imagen de furgones de la Guardia Civil, de noche, conduciendo a la cárcel a miembros de un Gobierno elegido democráticamente dio la perfecta dimensión de dónde nos encontramos. Sin juicio y sin condena, solamente por la acusación, y decretando prisión incondicional sin fianza. No por esperada, fue menos impactante. Hubo oportunidad de soluciones menos drásticas, pero se optó por la confrontación. Enseguida -y porque el periodismo funciona, la justicia tiene unas normas, y hay ciudadanos responsables-, nos enteramos de preocupantes entresijos. Quienes se molesten en buscarlos, porque los medios oficiales en general han operado en dirección contraria. Apostando por la Cruzada y ocultando información. Dura contienda por la verdad, de temibles consecuencias que ya vamos viendo.
Fue el (reprobado) fiscal general del Estado, José Manuel Maza, quién nos mostró en toda su crudeza en qué manos estamos en sus respuestas a Hora 25 de la Cadena SER. El vengativo “Más dura será la caída”, con el que tituló el archivo de la querella contra los independentistas, era la tónica mental de Maza, no un desliz. Así que fue desgranando que “bastante paciencia ha tenido el Estado de derecho”. Paciencias, en la justicia. O usó criterios morales como medio de decidir algún alivio de condena: “A lo mejor alguna cosa hubiera cambiado”.


Lo más demoledor, sin embargo, fue esta afirmación: “Los que han criticado que planteemos la rebelión deben recordar que una querella no es un escrito de acusación. No se hila tan fino. Incluye todos los posibles delitos. No afirmamos que haya rebelión sino que es posible”. Es decir, se echa a la bolsa todo lo que quepa y luego el juez decide. En armoniosa coincidencia con Maza, la de la Audiencia Nacional Carmen Lamela. No así el titular del Supremo. Todo esto y más lo analiza Íñigo Sáenz de Ugarte en este imprescindible artículo.  “Lamela les está diciendo a los imputados: vais a pagar por lo que habéis hecho y por el viaje de Puigdemont a Bruselas”, escribe el subdirector de eldiario.es sobre la postura de la jueza. Venganza, por justicia.
Que se trata de un “ Derecho Penal de autor”, como lo define Ignacio Escolar, se evidencia en varios datos más.  Se ha vulnerado “el derecho al juez natural”, recogido en la Declaración de los Derechos Humanos y también en nuestra Constitución. “Es el derecho de cualquier acusado a que le juzgue el juez que le toque por ley, no el que le convenga al Gobierno o al fiscal”, explica el director de eldiario.es.  Y todavía se han detectado más irregularidades.
Frente a hechos que deberían ser del dominio público y sin contaminar con la presunta obligación de decir “algo malo del otro”, nos encontramos con una auténtica campaña visceral, no exenta de elementos más prosaicos e inconfesables como los beneficios de poder y económicos. Marhuenda, tiznada voz del PP, condena, sin juicio, en La Razón: “Prisión por rebelión”. Precisamente por la cuestionada acusación de rebelión que Maza metió en el saco con calzador, por más que se llenen de ella los medios. Se creía que la jueza no lo incluiría en la petición de búsqueda y captura para Puigdemont y sus cuatro consejeros que se encuentran fuera de España, pero finalmente ha optado por pedir para ellos todo el paquete que manejan. Rebelión, sedición, malversación de fondos públicos, todo.
La ofensiva viene de la tecla y de la pluma, de las voces y los gestos. De la más absoluta y rotunda intransigencia. Portadas como las de ABC, aunque ya indistinguibles de las restantes en papel, con esa levadura ultraderechista que les comentaba se les ha colado en el suflé a los españolistas. Un importante número de notables arenga a las masas decididas a ser muchedumbre o plaga justiciera. Sin que quepa otorgarles el mínimo atenuante dado que cada cual es dueño de sus actos. Dan miedo. Seres nacidos humanos acudiendo a insultar a estaciones de tren y aeropuertos a políticos llamados a declarar. Televisiones marcando la cuenta atrás de las comparecencias en un cronometro real expuesto en recuadro, que en definitiva marca los ingresos por audiencia exaltada. Aterra tanta sinrazón, tal inmadurez. Cómo se está imponiendo la ignorancia bruta. Linchamientos que no se depararon a delincuentes de peso, atracadores de lo público. Linchamientos virtuales, de momento.  Da pavor.
Aparecen de buena mañana en radios y televisiones como si hubieran sido motivados por el oficial de tropa para la batalla. Ofreciendo las edificantes declaraciones de políticos en campaña: mano dura y cargo, cargo y yo no fui, estoy por encima del bien y del mal y me lo permiten. No es difícil tampoco imaginar, a tenor de lo que publican, las salas de terapia de algunas redacciones distribuyendo el alivio a las obsesiones compulsivas.  Titulares y artículos delirantes. ¿Pueden imaginar al jefe de opinión de un diario que fue esencial insultando al colaborador londinense de prestigio al que censuró y expulsó? Está pasando.
La sociedad, los medios… y los políticos. Estamos llegando a niveles de desfachatez tan insultantes para la inteligencia como quejarse del ingreso en prisión de miembros del Govern depuesto, tras haber impulsado esa medida. Algunas personas muy sesudas y adultas todavía no entienden al parecer que los actos acarrean consecuencias. Pero ahí siguen, contribuyendo a la causa.
El partido conservador PPCs, bicéfalo ya, opera al unísono con García Albiol y Arrimadas, en el ala ultraderecha, ofreciendo a la implacable líder de Ciudadanos en Catalunya la presidencia de la Generalitat en un hipotético futuro de triunfos soñados. Con el PSOE y el PSC, e Iceta deslizándose por el alambre, un político valioso al que esta sin razón está quemando. Gumersindo Lafuente nos contaba los problemas de esa operación que ya fue ensayada para sofocar el nacionalismo vasco.  La inyección al independentismo que se está dando podría desbaratarles la jugada. Albiol ya ha aportado la solución: " Si ganan, otro 155". Esto se está sustentando. Y crecen los rumores sobre ilegalizacion de partidos que ya anticipara Pablo Casado.
Dan miedo. Cuantos se dedican a perturbar la convivencia que cabe esperar en un estado democrático. Y es un bloque decisivo. Soy de quienes creen que Rajoy no es Erdogan y España no es Turquía porque no ha pasado el tiempo suficiente. El líder turco también comenzó más pausado. Las leyes mordaza, el nombramiento de tribunales muy precisos, el mantener en puestos decisivos a profesionales con tan poco crédito como Maza o Catalá y el resto de los reprobados, evidencia inclinaciones peligrosas. Y algunas se están confirmando.
Partidos y políticos que apoyan sin pudor este tinglado son altamente responsables de cuanto ocurre. Sí, el Govern depuesto cometió errores, todo pudo ser diferente y la mayoría la pifió, pero eso no justifica el alarmante retroceso en derechos y libertades que lleva camino de instalarse. Algunos jamás podrán reconducir la imagen que se han forjado. El problema es hasta dónde piensan llegar.
E igual y en nivel similar cabe situar a los medios embarcados en la misma operación de conveniencias. El Banco de España anuncia cataclismos económicos, dicen. Por el procés. La violencia de las cargas policiales que dieron la vuelta al mundo, la intervención de la autonomía catalana y el encarcelamiento de sus miembros electos no debe influir. Raro, si eran las “soluciones”.  Por no hablar del fomento de la huida de las empresas que, en efecto, va a afectar a toda España. Pero son así de inconscientes.
Y la sociedad como elemento esencial. Apoyando castigos impropios del siglo XXI por acciones políticas, mientras amparan la involución democrática, la corrupción y los recortes para su vida y la de sus hijos. La sociedad del “a por ellos”, de los insultos, del embestir y no razonar. La que ha descubierto en sus vísceras un fondo de violencia y xenofobia. Hay una ciudadanía, seguramente más numerosa y más positiva para el conjunto pero se retrae. No completamente consciente del peligro que nos acecha a todos.
 Tiene una cierta lógica, humana. Los agitadores y maniobreros dan miedo. Porque es lo que buscan. No solo miedo, preocupación, tristeza,  desconfianza, espanto… vergüenza. Nos levantamos y nos acostamos con esa losa, cuando sabemos que hay gente que sigue luchando por futuros más limpios y razonables. La pugna existe pero no es la que más se ve, y no deja de crecer. Copan el escenario. Y dan miedo, angustia, desaliento. Y, por encima de todo, francamente, dan asco. 

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Querida Rosa María, creo que sería más reconfortante que el título de este artículo fuese la frase que lo remata: dan asco. Repugnan. No dan tanto miedo como asco, porque el miedo lo pone quien lo asume, no un conjunto de animales desnortados e incapaces de reconocerse en sus actos como seres humanos. El miedo es una reacción psiquíca y emocional que elegimos tener, el asco, en cambio,  es una reacción química ante lo podrido y descompuesto, lo tóxico, como sucede con las reacciones orgánicas, que son independientes de que una quiera o no vomitar. 
El miedo es otra cosa. Es un poder que le damos a lo que sucede sobre nuestra voluntad y sobre nuestra conciencia, es una reacción subjetiva a la que trasvasamos un poder objetivo que en realidad depende de nuestra subjetividad emocional más que de nuestra lucidez racional-emotiva o inteligencia emocional.

Una cosa es la sorpresa desagradable que produce un escalofrío, un rechazo y un gesto de huida, de alejamiento de un 'peligro' que depende del valor que le demos a la causa del sobresalto. Lo que sigue: el miedo, el pánico, ya es cosa de nuestra capacidad de asimilar, de poner las cosas en su sitio, valorar y reaccionar.

Los orcos que nos gobiernan -y los secuaces que los sostienen en el empeño del desguace, como hienas expectantes, aguardando que les llegue el turno para desempeñar su rol de "poli bueno" de toda la vida-, juegan, precisamente, ese rol inmundo y miserable: asustar, amenazar, amedrentar, agredir y utilizar los poderes con que el estado debería defender  a la ciudadanía y los valores y derechos propios de la democracia auténtica, para todo lo contrario: pisotear, consternar, y mutilar los derechos fundamentales de individuos y comunidades humanas; ¿qué mejor y más fácil recurso que provocar miedo, cuando se tiene el manojo de llaves de la caverna y la mazmorra en las zarpas y garras (que dejaron de ser manos hace siglos)?

Dejemos claro que ciertamente es el miedo el producto exterior bruto que ellos desean producir y que depende de nosotros el éxito o el fracaso de esa emppresa mucho más repulsiva que terrorífica. Ellos ponen el pedrusco en medio del camino, pero de nosotros depende, en cambio, estrellarnos o no contra él. No hay un solo camino, hay tantos como queramos emprender, con o sin la "bendición" de los caciques. Lo que es insostenible y está condenado al fracaso aunque no lo parezca, es jugar a dos barajas, que es lo que más abunda por el rollito de no paracer radicales y poco democráticos. 

Imaginemos que la ciudadanía libre decide editar un periódico o abrir una emisora de tv para no depender del sistema político que gobierna y controla absolutamente todo, y así tener libertad de expresión sin presiones. Pero que, los ejecutantes del proyecto, creen mucho más en el capital que en los recursos humanos para ponerlo en marcha. Y entonces se decide que el dinero es más importante para su función que el propio objetivo por el que supuestamente han comenzado ese proyecto o sea, que el fin justifica los medios, literalmente. Y comienza  la estrategia de ceder terreno admitiendo dinero y aportaciones del mismo sistema que en teoría se rechaza porque asquea. Es decir, yo, ejecutiva de mi proyecto, critico y denuncio las marranadas de C's, por ejemplo, hasta que C's, me compra un importante espacio publicitario o se me coloca como inversor de tronío. Y quien dice c's, dice pp o psoe. Yo quiero ser imparcial, equidistante, justa, pero...tengo que vivir de lo que hago. That's the question, querido Hamlet. Ya estamos pillados y eso da mucho miedo. Claro que sí. Convertir el código ético en una mercancía de la que debo vivir porque no tengo otro modo de hacerlo es el principio del fin de la libertad y la entrada con alfombra roja en los sótanos del miedo. 

¿Qué separa a los medios de la ciudadanía agredida por el poder? Pues, que esa ciudadanía ya no tiene nada que perder, -le han quitado todo-, y por eso puede hacer un 15M, unas mareas, unas plataformas legislativas populares de desobediencia civil activa y con alternativas mucho mejores que lo impuesto por gobiernos inútiles y mercantilizados, y hasta funcionar con monedas alternativas en los municipios y barrios e ir descubriendo que sí se puede vivir con decoro y con un grado importante de bienestar distinto al margen del chanchullo y la indecencia entronizados como única forma de subsistencia, -Marinaleda es un ejemplo al alcance de todo el que quiera verlo- pero  los medios que informan se lo juegan todo, ya que están insertados -según qué casos, claro, porque también los hay que están encantados con el enjuague que consideran "normalidad total" y hasta legalizada como un cannabis político que hasta puede ser terapéutico y rentable para unos y terminator y ruinoso para otros-  instalados en lo contrario de lo que pretenden defender, y por eso están lógicamente limitados.

¿Es legítimo ganarse el pan informando de ese modo? Eso ya depende de cada conciencia. ¿Es normal tener miedo cuando la realidad golpea sin compasión el reino del mejunje donde conseguir que nada sea lo que parece se ha convertido en el modus vivendi et operandi de unas castas constituidas ad hoc? ¿A quienes puede asustar el proceso destroyer que estamos viviendo? ¿a la ciudadanía apaleada a más no poder en un rien ne va plus exponencial de desahucios, desempleo, salarios que son más una estafa que un sueldo, recortes criminales, y pisoteo constante de derechos y libertades, desde la mordaza a la prisión por opinión y activismo desarmado y pacífico, a empobrecerse mientras se paga una casa real a tutiplén, o a quienes llevan años acomodados a vivir muy bien en perfecta simbiosis con lo que hay y haciendo el relato del conflicto, que tal vez estén viviendo su mejor época mercantil por la abundancia de material en catarata, o sea, viviendo de propagar el dolor humano a base de relatos en vez de conseguir que ese dolor desaparezca en lo posible, el relato constante de la misma milonga, ayuda a quitar el miedo y el dolor o a aumentarlo in crescendo hasta hacerlo insoportable? Seamos claros y honestas ¿qué harían los buitres si no hubiese despojos y cadáveres en la naturaleza? ¿Qué harían los oligarcas del sistema del desguace si no hubiese miedo en la gente? ¿Serían capaces de gobernar en un mundo sin basureros, sin injusticias, sin desigualdades, en el que no se forrasen ni sacasen beneficios de todo tipo y solo vivieran decentemente, con sus necesidades cubiertas, y felices porque les queda tiempo para aprender, convivir, crear y disfrutar una vida completamente otra y distinta de este miserable trampantojo de artificialidades y sinvivires inventados por el aburrimiento y la mediocridad? ¿No son acaso responsables del mismo desacato los que lo ejecutan como los que se dedican a cantar sus gestas y sus jetas, sin aportar ni una solución ni una sola idea que no sea otra vuelta de la misma rueda? 

Ahora no recuerdo su nombre, pero nunca deberíamos olvidar la historia de aquel periodista y reportero gráfico norteamericano que a finales del siglo XX ganó el Pultizer por haber filmado la muerte a cámara lenta de una niña africana, un cadáver ambulante que fue agonizando en secuencia, lentamente, hasta caer fulminada por el hambre, en la mismas narices del fotógrafo. El ansia morbosa de la noticia le pudo más que la empatía, derrotó a su propia humanidad, el medio para denunciar la injusticia del crimen se convirtió en finalidad criminal por sí mismo. Como la ciencia es capaz de jugar con la vida de los enfermos experimentando sus ocurrencias a base de crear sufrimiento para descubrir remedios supuestamente más eficaces, que en realidad nunca curan, solo prolongan el gasto farmacéutico y los estados crónicos de las dolencias, la salud va emparejada a la visión y vivencia del mundo mucho más que a los fármacos. Cuando el reportero tuvo conciencia de lo que había hecho no pudo soportarlo, y se suicidó. Seguramente como Blesa. 
Nunca el ser humano debería llegar a cometer actos cuyas consecuencias patológicas psíquicas y morales merezcan suicidarse. Pero hay algo peor aun que el suicidio: vivir de tal modo que sólo importe lo que conviene por encima del bien común y de la integridad y dignidad de los seres humanos, con la secuela deplorable y criminal del daño general a todo y a todos, menos a los intereses financieros. Para esa calaña el suicidio significaría la redención y un acto de justicia. Mucho mejor muertos por su propia mano que zombis auto-programados contra el resto de la creación.

¿Miedo? ¿Conciencia? ¿Discernimiento? ¿Ética? ¿Insumisión moral? ¿Lo subjetivo convertido en objetivo manipulable? ¿Rutinas mentales y emotivas programadas por el sistem in falliure? Preguntas, preguntas...cuyas respuestas sólo llegarán desde lo más hondo del ser. Pero ¿dónde está el SER? ¿SOMOS o sólo estamos y hacemos? ¿Piensas, ergo eres? ¿ O te piensan y ni te coscas, ergo no eres nada más que un reflejo del pensamiento ajeno, por ejemplo de los guionistas de tv o de los voceros más cualificados, por la voz más que por el contenido?. Busca, busca, Salvatore, sugería Umberto Eco en El Nombre de la Rosa...

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