11-M (II). La herida social
EL PAÍS
Sólo puntualizar que sí es político el dolor humano, porque pertenece a la ciudadanía. Y que política es todo lo que hacemos en común los ciudadanos para mejorar la vida de todos. Hay que rescatar la nobleza de ese término y arrebaterle ese patrimonio a la partidocracia, que es una enfermedad, un obstáculo, un parásito de la política real, ética, cívica y participativa. Son las víctimas, precisçamente, lo más político y solidario que tenemos, no sólo hoy, sino cada día. Ellas son el motor de nuestro trabajo por la justicia, por la igualdad, ellas son el recordatorio constante de nuestra responsabilidad, su dolor y sus muertes son el combustible del cambio porque sacaron lo mejor de todos nosotros y deshicieron lo peor, que es la división y la ruptura. Tuvimos un fallo garrafal en aquel tiempo: no inventar entonces el 15-M y no empezar a plantar cara a la monstruosidad de un régimen podrido desde la raíz a la copa, pensando, erróneamente, que eso era "cosa de políticos" e ignorando que los "políticos reales" son los ciudadanos y lo que se llama "políticos" sus asalariados representantes. Ahora ya lo vamos comprobando y esperamos recuperar el tiempo perdido, los siglos perdidos, y unirnos cada día más en las soluciones cotidianas, en el cariño entre todos, en la generosidad y en la fuerza de la base social, cada vez más despierta, como Pilar Majón. Como Ada Coláu, como Teresa Forcades, como Susana Díaz...como los jóvenes gestores de la conciliación, la escucha y el servicio, es el tiempo nuevo de unas Españas nuevas. Se lo debemos a nuestras víctimas.
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