El rescate de las autopistas demuestra que este país es un absoluto
desastre donde el beneficio de unos pocos prima sobre el interés
general de los ciudadanos
En España, ese país tan especial donde no sólo el
sector financiero es "sistémico", también las autopistas son "demasiado
grandes para caer"; donde no hay dinero público para rescatar a las
familias, pero sí para los bancos, o para las autopistas. Es el
capitalismo a la española, que privatiza los beneficios y socializa las
pérdidas. Si gano, yo me lo llevo; si pierdo, vamos a medias.
El rescate con dinero público para las concesionarias de los peajes es,
una vez más, impresentable. Es la constatación de que este país es un
absoluto desastre porque el beneficio de unos pocos prima sobre el
interés general, el de la mayoría de los ciudadanos. Sin embargo,
conviene conocer el origen y las causas de este desastre, a ver si para
la próxima aprendemos algo. Esta autopista al infierno viene de largo.
La ley del suelo de Aznar infló los costes
No sólo nos dejó la burbuja inmobiliaria, también la de las autopistas.
Fue la ley del suelo de Aznar la que indirectamente engordó el coste de
las radiales de Madrid; la que dio argumentos legales a los
propietarios de los terrenos expropiados sobre los que se construyeron
esas autopistas para exigir más dinero y lograrlo en los tribunales.
Según esa nefasta ley, todo el suelo del país era potencialmente
urbanizable. Por tanto, el precio que había que pagar al expropiar era
mayor, y así lo entendió el Tribunal Supremo en varias sentencias que de
un día para otro multiplicaron los costes. Entre la decena de
autopistas hoy quebradas, el coste de las expropiaciones se disparó unos 2.400 millones de euros.
Las cuentas del Gran Capitán sobre el tráfico
No es que la crisis haya hundido el número de conductores dispuestos a
pagar un peaje. Es que ni siquiera en los años buenos se cumplieron los
cálculos sobre los que se levantó esta burbuja. Las estimaciones de
tráfico para las autopistas que elaboró el Ministerio de Fomento que
dirigía Francisco Álvarez Cascos fallaron estrepitosamente. El número de
coches que circulan por estas vías de alta capacidad sin apenas uso
nunca llegó ni al 35% de lo calculado.
Fallaron por tres pueblos. Pero, claro, era mucho más rentable hacerse fotos en las inauguraciones.
Y también se conseguían otros tangibles colaterales. Casualmente, esas
mismas constructoras aparecen como donantes en los papeles de Bárcenas.
Las adjudicatarias quiebran, pero sus dueñas ya han cobrado
Las concesionarias han sido un negocio ruinoso y la mayoría están
quebradas o al borde de la quiebra. Pero para sus dueños, el negocio no
ha sido tan malo. La mayoría pertenecen a empresas constructoras que,
además de ganar la concesión, se llevaron la obra. De ese modo, el
riesgo se lo quedó la banca y el Estado, porque las constructoras ya
cobraron. En GurusBlog explican este timo de la estampita con más detalle.
Susto o muerte para el Estado
El rescate a las autopistas costará para abrir boca unos 2.400 millones
de euros. ¿Dejar quebrar las autopistas? Según el Gobierno, el agujero
para los contribuyentes sería el doble: unos 5.000 millones o más. El
Estado es responsable de forma subsidiaria. El Gobierno había aprobado
hace un mes un decreto que liberaba al Estado de esa "responsabilidad
patrimonial" por los sobrecostes en las expropiaciones y por los
cálculos de tráfico exagerados. Pero ante el riesgo de perder ante los
tribunales –o por algún otro interés oculto– han decidido finalmente
acudir al rescate. Ni siquiera es la primera vez que inyectan dinero
público en estas concesionarias. El Gobierno de Zapatero –con el
consenso del PP– también dio algunas propinas antes.
Nadie está contento. A Seopan, el lobby de
las constructoras, el precio le parece demasiado barato. Y a los bancos
la quita del 50% –es decir, que cobrarán la mitad de lo que les debían–
tampoco les hace especial gracia.
No se entiende
tampoco qué prisa tiene el Gobierno de Rajoy –ese especialista en dejar
que los problemas se pudran– saliendo al rescate de las autopistas en
vísperas de unas elecciones. Es evidente que algo les asusta más que los
ciudadanos y sus votos.
Llueve sobre mojado
Pero lo peor de esta catástrofe es que es la segunda vez que nos pasa. Hace treinta años, las autopistas también quebraron.
Hace treinta años, el Estado salió al rescate. Hace treinta años, el
contribuyente acabó pagando el pato y las constructoras hicieron el gran
negocio: vendieron a buen precio y unos años después, cuando
privatizaron esas autopistas nacionalizadas, las recompraron de saldo.
Y dentro de treinta años, si no aprendemos, volverá de nuevo a pasarnos.
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EL GOBIERNO VUELVE A NACIONALIZAR LAS AUTOPISTAS EN RUINA 30 AÑOS DESPUÉS
En 1984 asumió las pérdidas de seis autopistas de peaje que estaban en quiebra por la misma razón que las nueve que ahora se van a rescatar: no tenían tráfico
En 2003 se reprivatizó aquel primer ‘banco malo’ de las autopistas, ENA, y las sociedades que pujaron en aquel proceso son las mismas propietarias de las nuevas autopistas en ruina
Concesiones de Sacyr, Ferrovial, FCC, Acciona, Abertis y OHL son rescatadas diez años después de que participaran en la reprivatización de las autopistas que les habían rescatado
En 1984 asumió las pérdidas de seis autopistas de peaje que estaban en quiebra por la misma razón que las nueve que ahora se van a rescatar: no tenían tráfico
En 2003 se reprivatizó aquel primer ‘banco malo’ de las autopistas, ENA, y las sociedades que pujaron en aquel proceso son las mismas propietarias de las nuevas autopistas en ruina
Concesiones de Sacyr, Ferrovial, FCC, Acciona, Abertis y OHL son rescatadas diez años después de que participaran en la reprivatización de las autopistas que les habían rescatado
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