Creo que ese tira y afloja es una estupidez como estrategia. Es cierto que da que hablar y pretende marear a la opinión pública, hacer propaganda de las ocurrencias más estrafalarias como en el caso de Madrid, de cuya pretendida bajada "mágica" de contagios y virulencia no estoy nada convencida, sabiendo lo que hay de fondo y sobre todo de forma, pero nada más, en realidad ese folklore navideño no sirve para nada sustancial que alivie, mejore y eleve el nivel de la conciencia colectiva e individual. Una pandemia, sus virus y sus saltos arriba y abajo no entienden de festejos ni de tradiciones, van a saco con lo que pillan por delante cada día sin tener para nada en cuenta el santoral ni los calendarios del consumismo a lo bestia. Pero eso el capitalismo descerebrado nunca lo entenderá mientras no evolucione y se le regeneren neuronas e inteligencia, y entonces ya no existiría tal y como lo conocemos. Habría hecho una transformación regeneradora hacia la lucidez y la plenitud humana que estaría en las antípodas de su razón de ser. Mientras sus obras cotidianas sean las que son y cómo son, es imposible confiar en sus buenas intenciones ni en el acierto de sus proyectos. La banderofilia fanática, los dogmatismos de pijolandia y la mediocridad que hace posible semejante cotarro demagogo y desfondado no dan para más. Otra vez será, pero lo que es esta en el plan que lleva, va a ser que nones. A los pares ni se les ve ni se les espera.
En fin,no es que sea agradable ser gafe, es que es imposible que un trigal produzca uvas y un pp & Cía, soluciones inteligentes. Lo hemos padecido a fondo y sin pandemia...desde 2012 y aunque el virus afecte, según dicen, a la memoria, las pifias han sido tan bestias que hasta el Alzheimer las delata en este tsunami disparado, como está siendo el resultado de políticas sanitarias devastadoras en la privatización, eso no lo pueden camuflar con zambombas, panderetas ni aguinaldos en la Plaza Mayor de los Presupuestos Generales del Estado que Rajoy repartió entre las empresas privadas como un Papá Noel montado en el trineo del disparate social rebosante de zanahorias Montoro fashion.
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