miércoles, 18 de noviembre de 2020

El rap de la verdad por delante

 

 Diccionario de emoticonos

  

Qué triste se queda el patio y la calle qué vacía 

cuando aquello que se alzaba como proyecto genial

no era lo que parecía...

Es lo que tiene vivir en brazos de la ilusión

con tan poco fundamento

y con tanta devoción por los egos más hinchados 

que se nos borran los planos de la casa que soñamos.


La juventud es preciosa, tan bonita y tan activa,

pero si se queda en eso y no crece ni madura

cuando sopla el vendaval y todo inundan las lluvias

en tempestad inclemente,

la casa va y  se derrumba 

si es que mal se construyó, con débiles materiales

y torpe mano de obra ansiosa por acabar

un trabajo interminable 

aun antes de comenzar a tender el andamiaje,

a trabajar los cimientos y a levantar las paredes

antes de hacer el tejado y los áticos tan cucos

que ponen a vuestros pies 

las maravillas brillantes del mundo que se imagina, 

y no del mundo que es la realidad inclemente, 

tan lejos de la ficción y su engaño acostumbrado.

 

Cómo se pinchan los globos, cómo se pierde el confeti

y se diluyen los votos, qué vacíos y qué pobres

se quedan los argumentos 

qué ridículos resultan los discursos palabreros 

cuando no hay más fundamento

que salirse con la suya llevando a la gente al huerto

sin que haya huerto al que ir  


Si no hay conciencia por medio y el bien común no establece

la solidez del proyecto, la igualdad sin pretensiones 

del compartir más honesto,

ni hay prudencia ni visión

de un presente elaborado más allá de unos inventos

fundados y establecidos en las espumas del ego

y tan lejos del Nosotros como Trump del Evangelio,

poco se puede esperar como fruto y sociedad

como vida y como pueblo


No se debe asegurar que se puede lo difícil

mientras se arruina lo fácil, eso que se puede hacer

sin perjudicar a nadie, pero se hace del revés

para que no queden dudas de quien la pifia mejor

porque controla el poder 

ya que es el dueño y señor del rebaño que sostiene

la tienda del vendedor de ilusiones ya marchitas

al contraste inevitable

entre cuento y realidad, entre sueños y vigilias. 


Engañar al por mayor con estrategias ad hoc 

a un pueblo que sufre y grita

agota al mejor postor, 

la realidad implacable termina por desmontar 

los más perfectos disfraces del más rico carnaval

y acaba dejando en cueros al mejor grupo teatral.


 





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