'Palabras para un fin del mundo': pero, ¿Unamuno se murió o lo mataron?
El documental de Manuel Menchón cuestiona el relato oficial de la muerte del escritor y el papel que en ella jugó el falangista Bartolomé Aragón
“España se salvará porque tiene que salvarse”, se dice que dijo Miguel de Unamuno justo antes de fallecer en su casa de Salamanca el 31 de diciembre de 1936. Una única persona estaba presente en ese momento para recoger estas palabras, Bartolomé Aragón. Y es justo este testimonio el que pone en cuestión el documental 'Palabras para un fin del mundo', que además arroja la hipótesis de que Aragón no solo se habría inventado la frase de marras, sino que quizás algo tuvo que ver con la muerte del famoso escritor dos meses y medio después de su legendario enfrentamiento con Millán-Astray en el paraninfo de la universidad salmantina. En su correspondencia y sus escritos privados, Unamuno dejó constancia de su temor a ser asesinado como lo estaban siendo algunos de sus discípulos y amigos, o incluso colegas como Federico García Lorca.
Entre el documental histórico y el 'true crime', 'Palabras para un fin del mundo' se centra en la compleja personalidad de Unamuno, sus distintos posicionamientos políticos a partir de la proclamación de la Segunda República y la apropiación de su figura que habría llevado a cabo el bando golpista. Para, en el último acto, reconstruir el momento de su muerte y los acontecimientos posteriores. Según la tesis del documental, los falangistas manipularon al intelectual hasta literalmente su último aliento y habrían construido un relato falsario y propagandístico en torno a su fallecimiento.
La película subraya por un lado el compromiso antifascista de Unamuno, especialmente relevante tratándose de un escritor conservador y profundamente nacionalista quien, tras apoyar la República, acabó sin embargo saludando el golpe de Estado, que consideró un levantamiento transitorio para restaurar el orden. Al inicio del documental, las imágenes de archivo de Miguel de Unamuno regresando a Salamanca en olor de multitudes tras su exilio durante la dictadura de Primo de Rivera ponen de manifiesto la popularidad de un filósofo cuyo prestigio traspasaba las fronteras españolas. Unamuno era un intelectual de referencia en la España y la Europa de finales del XIX y principios del siglo XX. Por ello, también se convirtió en una figura en disputa. Mientras la República de Manuel Azaña decidió ningunear al intelectual, que reprochó los excesos de algunos de sus sectores, los fascistas, por el contrario, intentaron utilizarlo a su favor, manipulándolo a su antojo.
Así, 'Palabras para un fin del mundo' resigue el complejo posicionamiento de Unamuno, un autor que convirtió la paradoja en un rasgo identificativo, a partir de la recuperación de textos varios. Como su discurso en Salamanca tras ser proclamada la Segunda República y él nombrado rector de la universidad, en que celebró la tradición antimonárquica de los comuneros y denunció a los Borbones, como pocos intelectuales actuales han osado, como esa dinastía “que nos ha empobrecido y nos ha envilecido”. El filme también recuerda su adhesión en 1933 al Comité Antifascista que se funda en España como reacción a las subidas al poder de Adolf Hitler en Alemania y Benito Mussolini en Italia. Ya por entonces arremetía Unamuno contra el fundador de la Legión, José Millán-Astray, de quien criticaba esa gestualidad “cinematográfica” que explicaría, según el bilbaíno, por qué esta figura “despechugada” habría fascinado a parte de la juventud española.
Entre los hitos antimilitaristas y antifascistas del autor de 'Del sentimiento trágico de la vida', también destaca su denuncia de la represión y las ejecuciones en Asturias tras la Revolución de 1934. O sus críticas a Severiano Martínez Anido, el militar que ideó la 'ley de fugas' que durante los años veinte del siglo pasado encubrió la represión brutal del movimiento obrero. Este, por cierto, fue uno de los textos de los que tuvo que retractarse por presión de Emilio Mola. Entre las novedades que aporta la película respecto a la consideración política internacional de Miguel de Unamuno, destaca el documento fechado en 1935 que demuestra las presiones del Tercer Reich para que la Academia sueca no concediera el Premio Nobel al que consideraban el principal representante en España de la lucha intelectual contra el fascismo. Aquel año, el Nobel de Literatura quedó desierto.
La reivindicación del Unamuno antifascista se entrelaza en el documental con el recuerdo de que el bando golpista estaba liderado por hombres crueles que convirtieron la práctica del terror y de la propaganda falsaria en las bases de su dominio. En este sentido, se recuperan las imágenes terribles de las sádicas matanzas y decapitaciones llevadas a cabo por legionarios como Francisco Franco en África. O, ya iniciada la guerra, la masacre perpetrada por los falangistas a las órdenes de Queipo de Llano en Nerva, donde se habían levantado los mineros de Río Tinto, y que contó con la participación de Bartolomé Aragón, joven requeté que celebraba con entusiasmo que los niños empuñaran “el libro y el fusil”. El documental resitúa la biografía de este falangista que se presentaba como discípulo de Unamuno a pesar de que nunca estudió con él y que visitó por primera vez al rector justo el día de su muerte.
También se hace hincapié en el trabajo de propaganda que desarrollaron los sublevados, desde vender como donaciones al Movimiento el 'impuesto revolucionario' que hacían pagar a los ciudadanos de los lugares que ocupaban a la manipulación constante de la información en los medios afines. El documental proclama que las declaraciones atribuidas a Unamuno a partir del golpe de Estado fueron manipuladas a su conveniencia por los aparatos de la propaganda fascista y subraya que si se quiere conocer la perspectiva del escritor, hay que recurrir a sus escritos de puño y letra, en los que, por ejemplo, manifiesta su oposición a la terminología 'fiesta de la raza' para el 12 de octubre. También se reconstruye lo que sucedió dicho día de 1936 en la Universidad de Salamanca, el 'print the legend' por excelencia de la Guerra Civil española, a partir de las notas tomadas por el catedrático de Derecho Civil Ignacio Serrano, allí presente, cuartillas descubiertas hace poco y difundidas por los historiadores Colette y Jean-Claude Rabaté como la crónica más fiable hasta el momento del choque entre Millán-Astray y Unamuno.
Las proclamas de Millán-Astray contra los intelectuales visibilizarían el odio al pensamiento crítico que caracteriza al fascismo. En el documental, se considera que los golpistas llevaron a cabo un verdadero 'bibliocausto', una destrucción del conocimiento a base de depurar librerías, bibliotecas, editoriales, escuelas y universidades. También se habría llevado a cabo la quema sistemática de libros a la manera de lo que sucedió en la Alemania nazi, algo que habría ocultado el franquismo.
El director malagueño Manuel Menchón ya convirtió a Miguel de Unamuno en el protagonista de su primer largometraje, 'La isla del viento' (2016), que trazaba desde la ficción la experiencia del escritor durante su exilio en Fuerteventura en 1924. En 'Palabras para un fin del mundo', combina elementos propios del documental con otros del drama (actores como José Sacristán que dan voz a los personajes históricos, recreaciones del proceso de investigación...) para ofrecer su tesis en forma de relato para el gran público. A pesar de la ingente cantidad de documentos que se presentan, esta combinación resulta por momentos problemática, sobre todo cuando se utilizan dramatizaciones para ilustrar hipótesis históricas o cuando en el tramo final se alimenta una especulación sin disponer de ninguna prueba fehaciente que la sostenga. Para desmontar el relato propagandístico en torno a la muerte de Unamuno, no hacía falta alimentar otro que tampoco se basa en hechos ni pruebas. Pero, como afirma el nieto del escritor al final de la película, denunciar la apropiación ilegítima que llevaron a cabo los fascistas del autor de 'La tía Tula' no es poco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario