Noche cerrada. Emergencia en el mar. Vidas al borde del precipicio mortal en medio del Atlántico. Alguien lo ve y lo grita. El pueblo sale de casa y los vecinos se lanzan al agua en medio de las tinieblas mientras desde las rocas al borde del mar se trata de iluminar el panorama terrible con linternas en las manos, acude una ONG y con el empeño común se logra salvar a muchos, pero no a todos, ocho se han perdido en el agujero negro de lo deshumano.
Mientras tanto, la católica y sensible España sufre muchísimo, por supuesto, porque lo de sufrir mola, siempre que se sufra por no poder hacer los festejos de todos los años...y no por empatía con quienes tratan de escapar de la ruina, del abandono y la muerte, que va, xd! Se sufre, sobre todo, porque vamos a tener que pasar por culpa de un virus escurridizo y matarife, una Navidad muy aburrida, solo con seis invitados como tope para las celebraciones. ¡Jó, que rabia, a que sí! Menuda tragedia griega. Y para colmo, ni Papá Noel ni los Magos de Oriente van a dejar su estela de pasta gansa en los centros comerciales ni en las cabalgatas, ni la sagrada familia desde el pesebre del belén va a presidir las comilonas tan emotivas y abundantes mientras la misa del gallo y el solsticio de invierno se disputan el podium celebrativo desde que el imperio neocatólico/romano decidió por decreto que Jesús había nacido en esa fecha y no al comienzo de la primavera, que era cuando los pastores ya podían pasar al raso las noches con el ganado sin pillar una pulmonía. Pero el imperio católico recién estrenado en al poderío decidió que el nacimiento de Jesús debía sustituir a las paganas celebraciones Saturnales y Brumales de los frívolos romanotes paganazos, así que asumiendo los plenos poderes, cambió el disco duro y en vez de construir un Valle de los Caídos, decidió resituar el fiestrorro y sustituirlo por la Navidad, que dónde va a parar, xd! En Palestina jamás podría haber funcionado un trineo, ni había renos..., ni los reyes magos con toda su magia habrían llegado a ser clientes del cortinglés, que ya tuvieron lo suyo para pasar por las narices de Herodes, el oro, el incienso y la mirra, sin levantar sospechas.
Así que cuando las leyendas y los mitos que confunden y manejan la Historia a su aire hacen aguas económicas, alguien tiene que pagar el pato de las desgracias, y en estos tiempos de calamidades normalizadas que solo se destapan si hay pandemias de por medio, los que pagan el pato de verdad son quienes no salen rentables, o sea, viejos pobres que se van a morir solos de todas maneras o los extranjeros raritos y por supuesto, pobres también, que ni siquiera saben español ni tienen papeles ni se sabe si son gente de fiar, bien educada, con valores y eso... o serán moros terroristas y delincuentes que solo celebran el Ramadán, y nada de turrón,ni mazapán, ni mariscos, ni besugo, ni cordero... sino ayunando todo el día y comiendo por las noches dátiles con leche de camella. ¡Y encima son abstemios y no comen jamón ni chorizo ni butifarra ni sobraeasada! Un verdadero desastre comercial. Ains!
Tenemos tantos motivos para reflexionar y cambiar, como tenemos a nuestra disposición distracciones de lo más "sensato" para no hacerlo. Depende de nosotros sobre todo. Sin los vecinos y miembros de la ONG, que se tiraron al agua en medio de la noche, solo y nada menos que por amor al prójimo sin pararse a considerar qué religión, qué lengua, cultura o qué etnia podrían tener nuestros hermanos en peligro, el naufragio sin duda habría acabado con todos los ocupantes de la embarcación.
Pero, a pesar de todo ello, esta Navidad tan anómala, si las normas lo permitiesen, los españoles seguiríamos cantando villancicos sottovoce -por la pandemia y los aerosoles, claro,- en honor al nacimiento de alguien que, -¡qué casualidad!- recién nacido, acabó en Egipto refugiado y huyendo con sus padres, sí, un niño muy raro demasiado respondón para esos pagos, a cuyas imágenes le endosan encima tanto incienso y al que en su peculiar llegada a este mundo solo le ayudaron los pastores de alrededor, como los humildes y anónimos vecinos han ayudado y salvado a los náufragos hundido en el mar.
A ver si nos aclaramos y sabemos quiénes somos, lo que pensamos, decimos, predicamos, exigimos y sobre todo hacemos por amor. ¿O solo por tradición y rutinillas heredadas , o simplemente, por no dar la nota de raros y raras?
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