miércoles, 4 de noviembre de 2020

Una reflexión autocrítica | La Voz de Iñaki

  


En efecto, Iñaki da en el clavo. Viene muy bien escucharle. Los principios inamovibles no existen como realidades eternas, solo son asideros temporales, como las ruedecillas que se añaden  a las bicis de los niños cuando están aprendiendo a controlarlas, para que no se caigan mientras intentan pedalear. Cuando ya han aprendido se quitan las ayudas externas y es una misma quien se hace cargo de su equilibrio y sus procesos. 

Nada que esté vivo es inamovible e inmutable. Nuestra conciencia, si existe, está viva, luego, también se mueve y cambia con las percepciones nuevas que experimenta constantemente. Cambiar no significa  degradarse ni traicionar nada, sino evolucionar, optar, hacer un proceso interno y fluido para elegir y responsabilizarse de la gestión de las circunstancias que la vida nos coloca delante cada día. Lo que llaman 'principios' no son recetas ni pueden transformarse en leyes ni en paradigmas absolutos. Son un abecedario personal y cognitivo instantáneo, con el que leer la realidad. Y el  abecedario no se impone, solo se aprende, porque sin él es imposible leer ni enterarse de nada ni dar un nombre a cada cosa. O sea, siendo analfabetos vitales es imposible organizar la existencia. Las palabras que construyamos con las letras y el significado que les demos, tanto en lo individual como en lo colectivo, ya no son cosa del abecedario, sino de nuestra inteligencia reflexiva y realizadora, de la conexión natural que se establece entre el mero existir/funcionar y el definitivo Ser. Entre el vínculo indisoluble en esta dimensión entre materia estática y energía dinámica. La calidad de nuestra vida consciente es el resultado de  un proceso en el que es imposible fluir y evolucionar atados a ningún "principio" fijo for ever por muy sagrado y leguleyo que nuestros miedos nos lo presenten. No somos "principios" ni leyes, somos Vida que elabora realidad y coopera inevitablemente con ella. Somos sustancia cuántica, con la inmanente especialidad de ser cualitativa para poder ser cuántica.  De modo que el peso más contundente no radica en el de "cuanto" se dispone sino en el "como" se vive y se administra lo que hay, es el 'cuanto' lo que depende del 'como' y del "qué" y no al revés. Ahí está nuestra confusión básica, la que como especie no acabamos de asimilar. Todo lo queremos contante y sonante, aquí y ahora, y lo fundamental que es la calidad, el sentido y el significado completo de lo que se vive, importa mucho menos que lo que nos cuesta y el valor contable de planos vitales que no se pueden contar, medir ni pesar. 

Unas elecciones como estas de hoy en EEUU, nos pueden dar muchas pistas acerca de nuestro funcionamiento mecánico. Los votos cuantificables son el sistema de pesas y medidas de que disponemos para organizarnos políticamente. Toda la atención del mundo está puesta en los números, pero esos números se han generado previamente en el "qué", en el "como" y en el "quien". Han necesitado un camino cualitativo de cuatro años para llegar a hoy. Durante ese tiempo muchos "principios" han cambiado. Y no es una traición a ninguna causa, es evolución y/o involución. Y es solo el factor conciencia el que decidirá el cambio o el no cambio que luego certificará el "cuanto" numérico y estadístico. 

¿Cuánta propaganda te llega? ¿Cómo la has entendido y qué significado tiene en tu vida la aceptación de lo que se te ofrece en las distintas opciones? ¿Te hace mejor, más inteligente, más completo y más feliz que tu país tenga mucha riqueza si sabes que esa riqueza es se unos pocos y se produce con la explotación de millones de personas tratadas como objetos y manipuladas como ganado, marginadas e incluso excluidas por fronteras, alambradas y armas si es preciso? 

En realidad los votos no deberían ser la única preocupación en temporada electoral. Debería ocuparnos mucho más conscientemente la praxis del día día que luego los números se ocuparán de confirmar y legitimar en las urnas. Pero de momento la sociedad humana está estancada sobre todo en los efectos, las causas no importan. Mientras sigamos en ese plan los Donald Trump, los Vox, los fascismos populistas de cualquier color seguirán siendo los efectos más destructivos por desconocimiento de las causas que los hacen posibles.







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