miércoles, 4 de noviembre de 2020

Genial, Isaac. Tal cual. Y como siempre, un gracias sin froteras. ¡Y un abrazo bien grande, en el que cabe la humanidad entera, hermano!


Los desahucios causan más contagios que los botellones


Lo acaba de confirmar la OMS, lo sabe cualquier epidemiólogo y lo ha reconocido Fernando Simón en su última rueda de prensa: el aumento de contagios en España no viene ni de botellones ni de reuniones familiares, ni el metro abarrotado ni los temporeros. Son los desahucios. Sí, como lo oyen: la mayoría de nuevos brotes se inicia en desahucios de viviendas.

Piénsenlo un poco: en un desahucio se juntan más de seis personas, entre familia afectada, policías encargados de ejecutarlo, funcionarios judiciales y activistas antidesahucios. No se guarda la distancia de seguridad, hay forcejeos entre policías y activistas, y siempre hay quien pierde la mascarilla en la refriega. La gente grita fuerte "¡Ni gente sin casa, ni casas sin gente!", expulsando más gotículas y aerosoles a mayor distancia. A menudo los desahuciados no han podido lavarse las manos antes, pues previamente les cortaron el agua; y sus enseres personales pasan de mano en mano al desalojar la vivienda. Hay abrazos, de alegría por detenerlo o de tristeza por no evitarlo. Y para terminar de arreglarlo, el desahucio concluye con varias personas –niños incluidos– en la calle, en vez de quedarse en casa como recomiendan las autoridades; o apretujados en pisos de otros familiares, sin ser convivientes.

Ya digo, en un desahucio confluyen más comportamientos de riesgo que en una fiesta estudiantil o una cacerolada de pijos. Tenemos que repetirlo muchas veces para que el gobierno tome conciencia del problema, decrete la alarma, adopte medidas urgentes, movilice recursos y detenga los desahucios antes de que sigan aumentando los contagios...

¿Qué? ¿Que me lo estoy inventando? ¿Que la OMS no ha dicho nada de eso, ni tampoco Fernando Simón? Chis, chis, disimulen y síganme la corriente, a ver si cuela. Con un poco de suerte conseguimos que las autoridades lo vean como una emergencia sanitaria, y así se deciden a tomar las medidas urgentes que no toman siendo una emergencia social.

Hace unos meses pensábamos que el coronavirus había conseguido lo que no habían logrado años de activismo y denuncias de organizaciones sociales y organismos internacionales: frenar los desahucios. El confinamiento de primavera impuso por primera vez en años una tregua, varios meses sin familias echadas a la calle; y el gobierno tomó medidas para suspenderlos.

Ahora nos enteramos de que no, que el coronavirus tampoco ha parado los desahucios. Desde hace meses aumentan, sumando decenas a diario en barrios de toda España. Y en cuanto a las medidas del gobierno, hasta el ministro Ábalos se había creído que el "escudo social" hacía imposible la foto que le mostró Gabriel Rufián en el Congreso: una familia de Carabanchel con los niños y los muebles en la acera. Pero resulta que las medidas del gobierno solo se referían a los desahucios de alquiler provocados por la crisis sanitaria, como si los problemas de vivienda en España hubiesen empezado en marzo, y la ocupación de viviendas fuese un anuncio de Securitas y no el enorme problema social que nos ha convertido en líderes europeos de inmuebles ocupados.

Así que aquí estamos otra vez: mientras las autoridades piden a la gente que se quede en casa, decenas de familias acaban en la calle a diario. Y es la gente, la buena gente de los colectivos antidesahucios, la que una y otra vez saca fuerzas y energía de donde casi no quedan ya, y consigue resolver problemas que deberían solucionar las administraciones.

La misma buena gente activista que ahora pide un decreto urgente del gobierno para suspender todos los desahucios y cortes de suministros de familias vulnerables sin alternativa habitacional (que podemos apoyar firmando aquí). ¿O tenemos que esperar otro confinamiento domiciliario para que se suspendan unas pocas semanas los desahucios?

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