Más futuro
- "La
izquierda gestionó tan rematadamente mal el resultado del 28 de abril
que puede haber una abstención que quiebre cualquier predicción"
- "En
Más País no podíamos dar la espalda a los intereses del país porque nos
viniera mejor regalarles a los partidos del fracaso seguir aplazando
modernizar España"
- "El 10N necesitamos desbloquear el país
porque hay todo un futuro verde y violeta, moderno y europeo, que ningún
dirigente político tiene derecho a retrasar"
Las elecciones del domingo son las más inciertas en mucho tiempo.
Salvo el hundimiento de Ciudadanos no hay nada seguro. Ninguna encuesta
da la menor posibilidad de gobierno de derechas (parece imposible que
PP-Vox-Cs sumen 176 diputados ni que tengan aliados relevantes); pero la
izquierda gestionó tan rematadamente mal el resultado del 28 de abril
que puede haber una abstención que quiebre cualquier predicción.
Son las cuartas elecciones en cuatro años; la mitad de este tiempo hemos tenido gobiernos en funciones y cuando no lo ha habido, las trampas parlamentarias de PP y Ciudadanos han bloqueado el Congreso para estancar nuestro país frente a la mayoría parlamentaria. Tenemos el país paralizado y sin capacidad para abordar con sentido democrático y social las gravísimas crisis coyunturales que tenemos delante (Cataluña, la posible crisis económica y hasta el Brexit) y mucho menos para tener mirada larga y afrontar las crisis estructurales inaplazables: fundamentalmente la emergencia climática, la transformación feminista y la construcción de un tejido económico justo, eficaz y moderno. Son tres crisis que, además, van de la mano.
Nos encontramos ante la paradoja de que mientras la política se atasca en su obscena ineficacia, sí surgen movimientos que están mirando hacia un futuro estratégico. Salvo en Cataluña, las grandes movilizaciones de nuestro país las están protagonizando las mujeres y los jóvenes, que sí están poniendo en el centro las aspiraciones estructurales de futuro, mientras sus élites políticas fracasan en un eterno cortoplacismo. Es, en el fondo, la misma mentalidad nos llevó a la destrucción medioambiental, social y económica anteponiendo la necesidad de que ladrillo a ladrillo creciera la burbuja en vez de construir una economía justa, sostenible y moderna aunque permitiera menos inauguraciones, menos demagogia y, también, menos sobres.
Hay dos posibles respuestas a ese fracaso de los partidos del 28 de abril. La primera, la alentada por las trampas del PP, es la abstención masiva: responder al fracaso de los líderes políticos con dejadez democrática: rendirnos y regalarles el futuro del país. La otra es responderles poniendo los cimientos para construir futuro, para una España moderna, europea y cuyos retos no sean las próximas encuestas sino las próximas décadas.
Cuando pusimos en marcha Más País con Íñigo Errejón teníamos en la cabeza estas reflexiones. Es obvio que como partido no nos venían bien unas elecciones generales tan pronto, cuando queríamos estructurar una organización amable, democrática, participativa… y hacerlo a fuego lento, con más escucha que gritos. Pero decidimos que si criticamos a quienes han antepuesto los supuestos intereses de partido a los evidentes intereses de país, no podíamos dar la espalda a los intereses del país porque como partido nos viniera mejor regalarles a los partidos del fracaso seguir aplazando la modernización de España.
Probablemente éstas sean las elecciones más feas que uno recuerda en su dilatada trayectoria militante. Los cientos de usuarios anónimos en redes sociales dedicados al insulto y la mentira, los ataques tan poco originales que hemos recibido (no tenemos programa, no tenemos límite salarial, nos financian poderes oscuros… tantos años escuchando las mismas patrañas de bocas tan diversas) y hasta la trama del PP buscando que quienes se identifican con nuestras propuestas se resignen a quedarse en casa… son la muestra de la imparable decadencia (más lenta unos y más rápida otros) de quienes no tienen nada nuevo que ofrecer.
El 10N puede ser el primer paso hacia el futuro. Ese futuro que exigen los jóvenes que tienen derecho al planeta, ese futuro que exigen las mujeres que no van a regatear con la igualdad, ese futuro que no puedes tener si te pueden despedir del trabajo si te pones enfermo. La decadencia del fracaso puede generalizar un desánimo que tenemos la obligación de desactivar en estos días que pueden permitir dar los primeros pasos para un cambio que no será estruendoso pero sí muy profundo. A falta de recursos económicos y mediáticos necesitaremos toda la energía de esos miles de personas que estamos participando en mesas en la calle, siendo apoderados en el colegio electoral, hablando en el trabajo y en los chats familiares y llamando por teléfono en nuestros ratos libres. El 10N necesitamos desbloquear el país porque hay todo un futuro verde y violeta, moderno y europeo, que ningún dirigente político tiene derecho a retrasar.
Son las cuartas elecciones en cuatro años; la mitad de este tiempo hemos tenido gobiernos en funciones y cuando no lo ha habido, las trampas parlamentarias de PP y Ciudadanos han bloqueado el Congreso para estancar nuestro país frente a la mayoría parlamentaria. Tenemos el país paralizado y sin capacidad para abordar con sentido democrático y social las gravísimas crisis coyunturales que tenemos delante (Cataluña, la posible crisis económica y hasta el Brexit) y mucho menos para tener mirada larga y afrontar las crisis estructurales inaplazables: fundamentalmente la emergencia climática, la transformación feminista y la construcción de un tejido económico justo, eficaz y moderno. Son tres crisis que, además, van de la mano.
Nos encontramos ante la paradoja de que mientras la política se atasca en su obscena ineficacia, sí surgen movimientos que están mirando hacia un futuro estratégico. Salvo en Cataluña, las grandes movilizaciones de nuestro país las están protagonizando las mujeres y los jóvenes, que sí están poniendo en el centro las aspiraciones estructurales de futuro, mientras sus élites políticas fracasan en un eterno cortoplacismo. Es, en el fondo, la misma mentalidad nos llevó a la destrucción medioambiental, social y económica anteponiendo la necesidad de que ladrillo a ladrillo creciera la burbuja en vez de construir una economía justa, sostenible y moderna aunque permitiera menos inauguraciones, menos demagogia y, también, menos sobres.
Hay dos posibles respuestas a ese fracaso de los partidos del 28 de abril. La primera, la alentada por las trampas del PP, es la abstención masiva: responder al fracaso de los líderes políticos con dejadez democrática: rendirnos y regalarles el futuro del país. La otra es responderles poniendo los cimientos para construir futuro, para una España moderna, europea y cuyos retos no sean las próximas encuestas sino las próximas décadas.
Cuando pusimos en marcha Más País con Íñigo Errejón teníamos en la cabeza estas reflexiones. Es obvio que como partido no nos venían bien unas elecciones generales tan pronto, cuando queríamos estructurar una organización amable, democrática, participativa… y hacerlo a fuego lento, con más escucha que gritos. Pero decidimos que si criticamos a quienes han antepuesto los supuestos intereses de partido a los evidentes intereses de país, no podíamos dar la espalda a los intereses del país porque como partido nos viniera mejor regalarles a los partidos del fracaso seguir aplazando la modernización de España.
Probablemente éstas sean las elecciones más feas que uno recuerda en su dilatada trayectoria militante. Los cientos de usuarios anónimos en redes sociales dedicados al insulto y la mentira, los ataques tan poco originales que hemos recibido (no tenemos programa, no tenemos límite salarial, nos financian poderes oscuros… tantos años escuchando las mismas patrañas de bocas tan diversas) y hasta la trama del PP buscando que quienes se identifican con nuestras propuestas se resignen a quedarse en casa… son la muestra de la imparable decadencia (más lenta unos y más rápida otros) de quienes no tienen nada nuevo que ofrecer.
El 10N puede ser el primer paso hacia el futuro. Ese futuro que exigen los jóvenes que tienen derecho al planeta, ese futuro que exigen las mujeres que no van a regatear con la igualdad, ese futuro que no puedes tener si te pueden despedir del trabajo si te pones enfermo. La decadencia del fracaso puede generalizar un desánimo que tenemos la obligación de desactivar en estos días que pueden permitir dar los primeros pasos para un cambio que no será estruendoso pero sí muy profundo. A falta de recursos económicos y mediáticos necesitaremos toda la energía de esos miles de personas que estamos participando en mesas en la calle, siendo apoderados en el colegio electoral, hablando en el trabajo y en los chats familiares y llamando por teléfono en nuestros ratos libres. El 10N necesitamos desbloquear el país porque hay todo un futuro verde y violeta, moderno y europeo, que ningún dirigente político tiene derecho a retrasar.
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