lunes, 11 de noviembre de 2019

Y que lo digas, Iñaki. Diferente en las formas, igual en la cutrez. Y de mal en peor, por no cambiar, que "la estabilidad" del desastre, mola mazo

Diferente, igual y peor


Distinto, igual y peor. Tan absurdo como este titular es el panorama que se presenta después de las elecciones de ayer, que es distinto por la reconfiguración de la derecha, con la recuperación a medio gas del PP, la hecatombe de Ciudadanos y el espectacular crecimiento de Vox, un verdadero acontecimiento político. Es igual sobre todo porque las cuentas no les sale a ningún bloque y porque la gobernabilidad se antoja tan difícil como antes, por lo menos.

Diferente, igual y peor
Pero, dejando a un lado los partidos, el panorama es peor para el país porque el bloqueo es malo pero hay algo mucho peor: España se radicaliza. Las soluciones concertadas se alejan aún más. Vox empuja al PP a su extremo derecho y anuncia un claro proceso de involución mientras en Cataluña el independentismo tiene su mejor resultado en una generales.
Las CUP entran en el Parlamento y sube Bildu; es decir, que crecen lo centrípeto y lo centrífugo, el centralismo y el independentismo y apaga la luz al centro. La imprescindible reflexión sobre el tema territorial condenada a naufragar. Los diálogos necesarios inimaginables, Nos queda un parlamento electrificado.
Resultado por partidos. El PSOE es el ganador de las elecciones, pero a Sánchez y sus asesores de salón le salen todos los tiros por la culata. No se sabe si Sánchez logrará formar gobierno ni cómo podría ser éste. Más importante aún, se ignora qué podría hacer el gobierno y por cuánto tiempo. Sánchez sigue atrapado en la misma trampa en la que estaba y con la España política mucho más enredada que en abril consecuencia del naufragio negociador de los últimos seis meses.
El PP perdió la mitad de sus escaños en abril pero vendió aquel gran desastre como victoria gracias a Andalucía y a Madrid. Ahora crece pero su avance le quita tanto como le da, pues le encadena a Vox y le aparta del centro. Y sigue teniendo un gran talón de Aquiles que le inválida para liderar y vertebrar España: no pinta apenas nada en Cataluña y no existe en Euskadi donde el PNV incrementa su poder.
Vox es el gran triunfador de la noche. Es la tercera fuerza política del país. De un país que hasta hace tres años alardeaba de no haber sido alcanzado por la ola de extrema derecha que se extendía por la Unión Europea. El éxito de Abascal es resonante y el efecto de su numeroso grupo en el Parlamento español puede ser tremendo. Dice la experiencia histórica que el discurso de las soluciones simples en nombre del patriotismo conduce al desastre.
Después del desplome de abril, Unidas Podemos no ha logrado detener su caída a pesar de los esfuerzos de disciplina de su dispersa organización. Iglesias insiste en el gobierno de coalición que ahora considera de especial importancia como dique contra el auge de la extrema derecha. ¿Lo sería? No está tan claro.
Errejón entra con tres escaños en el Parlamento. Su presencia no ha aportado nada y ha enmarañado mucho,
Y como veía todo el mundo menos Rivera, Ciudadanos se ha hundido clamorosamente tras el mayor disparate estratégico que contemplaron los tiempos. Rivera es joven. Si tuviera sentido común de irse ahora mismo, seguramente la historia le daría otra oportunidad pero poner su cargo a disposición de la militancia con estos datos es escurrir el bulto. Su orgullo, una vez más, le nubla la vista.
En  resumen, después de las elecciones el panorama es distinto para los partidos. Igual de difícil para la gobernabilidad y peor, mucho peor, para la convivencia y para la búsqueda de soluciones.

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