jueves, 21 de noviembre de 2019

Para tiempos de ansiedad, la Ignatia es mano de santo, lo dice el Dr. José Ignacio Torres, cómo no, hablando de homeopatía. Una ciencia sabia y sanadora, como los médicos que la practican. Hay que leerles y escucharles. Consultarles y dejarse acompañar y asesorar por ellos. Son un regalo del Universo a la humanidad y a la naturaleza



Ignatia: la amarga verdad


Pues amarga la verdad,
quiero echarla de la boca;
y si al alma su hiel toca,
esconderla es necedad.
Francisco Quevedo
A menudo la verdad es amarga. La vida es un continuo devenir en el que te tropiezas en el camino con pérdidas, tristezas, angustias y apegos.
Nos deja nuestra novia, se muere nuestra querida mascota, perdemos aquella casa que era parte de nuestra infancia, fallecen nuestros seres queridos y nos sentimos desolados (¡qué hermosa palabra!) de modo que pareciera que el alma se nos parte en dos.
Y en todas estas circunstancias y etapas de la vida que se han dado llamar acontecimientos vitales estresantes como pueden ser el matrimonio, la maternidad, el nido vacío, los cambios de trabajo, de residencia y un largo etcétera, pero muy en especial en todas las situaciones de pérdida las personas nos adaptamos con mayor o menor dificultad siendo como dicen ahora resilientes o sufrientes de ansiedad, tristeza y angustia.
Si hay un medicamento especialmente apropiado para la angustia vital ese es sin duda, Ignatia amara.
Ignatia amara o haba de San Ignacio es la semilla de un arbusto originario de Filipinas y el medicamento se prepara a partir de la semilla desecada.
Dicen los libros que es un medicamento especialmente útil en las mujeres, pero vaya usted a saber por qué lo dicen, ya que en mi práctica médica nadie está exento de sentir la angustia vital que Ignatia puede ayudar a aliviar.
Según la Ley Campoamor que enuncia “Y es que en el mundo traidor / nada hay verdad ni mentira: / todo es según el color / del cristal con que se mira”, el paciente que va a mejorar o curarse con el medicamento Ignatia tiene un color de tintes azules casi negros como el título de la película de Daniel Sánchez Arévalo.
Es un medicamento que sin duda Freud y Charcot hubieran empleado con éxito cuando realizaban estudios sobre la histeria en sus pacientes y cuyos síntomas encajamos los clínicos del siglo XXI en el diagnóstico de trastorno de somatización.
Sería muy posiblemente el medicamento apropiado para tratar a la protagonista de Clavícula de Marta Sanz y Javier García Campayo. En caso de conocerlo, lo emplearía en sus pacientes con trastorno de somatización, junto con esa humanidad y experiencia que siempre le han caracterizado.
Porque si repasamos la sintomatología de lo que antiguamente se conocía como histeria y actualmente trastorno de somatización (que es un complejo conjunto de enfermedades psíquicas difíciles de aceptar por parte de los pacientes y de diagnosticar por parte de los médicos) veríamos reflejado como en un espejo a este medicamento capaz de aliviar tantas penas, ansiedades y angustias.
Para Xavier Díez Ignatia es el principal medicamento homeopático para tratar la ansiedad y la angustia y sus síntomas más característicos se relacionan con el espasmo que se traduce en sensaciones como de bola en la garganta, opresión o constricción o nudo en el estómago, disnea suspirosa, palpitaciones, contracturas musculares, cefalea tensional y afonía en situaciones de estrés.
Pero también es un buen medicamento para problemas de sueño relacionado especialmente con situaciones emocionales. Un sueño ligero que se altera ante la mínima causa. Y sin duda, junto con Gelsemium y Argentum Nitricum, es un excelente medicamento del temor de anticipación cuando existe un miedo y preocupación excesiva por nimia que sea la situación y llega a no dejar dormir al paciente.
Observar el comportamiento de los pacientes en la consulta es siempre de gran ayuda para el médico y muy especialmente en aquellos que van a beneficiarse del empleo de Ignatia porque suelen llorar con facilidad, mostrar a veces una gestualidad y preocupación que parecen exageradas e indignarse cuando se trata de consolarles porque sienten que su angustia les invade. Y desde luego que les invade, les inunda y les mantiene en un sinvivir. Por eso, vienen a la consulta para poder sentirse mejor y volver a vivir como antes.
Es habitual que el paciente nos cuente que se enfada mucho cuando le llevan la contraria y que es un aspecto de su comportamiento, que les preocupa sobre todo en personas cuyo carácter no es habitualmente propenso a la ira y es en ellos muy frecuente la paradoja de modo que pueden tolerar mal alimentos de fácil digestión y sin embargo muy bien los indigestos por poner un ejemplo.
El comportamiento paradójico forma parte importante de la sintomatología de las personas con problemas de ansiedad y angustia y puede ser aliviado con este medicamento.
Si la pregunta fuera con qué frecuencia receto este medicamento mi respuesta sería que a diario, ya que los tiempos son bastante grises y muchos de mis pacientes están en situación clínica de beneficiarse de él.
En mi opinión es un medicamento de gran ayuda en personas que están pasando por situaciones de duelo, cuando en su sintomatología encontramos los aspectos antes enunciados, de ansiedad de anticipación antes de un examen o en cualquier prueba o competición que la vida nos trae, en pacientes con síntomas depresivos leves que se acompañan de intensa sintomatología somatizadora y sobre todo en personas que sufren ansiedad y angustia como tratamiento continuado y sintomático agudo cuando los síntomas aparecen de forma repentina.
Y por supuesto, tal y cómo he citado antes, es un buen medicamento para ayudar a los pacientes con trastornos de somatización en el devenir de unos tratamientos que son largos y que, como en todos los casos anteriores, pero muy en particular este tipo de pacientes, van a precisar siempre psicoterapia y a veces otro tipo de fármacos sin excluir la necesidad de empleo temporal de ansiolíticos y antidepresivos cuando sean necesarios valorando ventajas e inconvenientes con el paciente.
Vivimos en un mundo de apegos. Apego a las personas, a los animales y a los objetos. Y en este mundo de apegos, infantilizados a veces por los medios de comunicación y las redes que nos tiranizan, aparece la angustia.
Esa maldita ansiedad que nos ataca y paraliza. Que expresamos con nuestro cuerpo porque está mal visto sacar a pasear las emociones en esta era mecanizada y deshumanizada.
Cuando el apego nos hace sufrir es necesario pedir ayuda. Los médicos y los psicólogos pueden entendernos y a veces el empleo de medicamentos homeopáticos como Ignatia hacernos sentir mejor para reemprender el camino de ser nosotros mismos.
Porque cuando la verdad es amarga, lo mejor es echarla por la boca, compartirla y sentir el alivio que la escucha, la comprensión y el tratamiento más adecuado propuesto por nuestro médico nos puede dar.

No hay comentarios: