martes, 12 de noviembre de 2019

Hablando de homeopatía, el Dr José Ignacio Torres nos pone al tanto y al por qué de este remedio estupendo. La Silícea, en gránulos o gotas, es un maravilla de la naturaleza. ¡Otra más!


Silícea y sus propiedades en Homeopatía


Silícea: frágil y brillante como un cristal
Si tuviera que pensar en un medicamento homeopático de uso frecuente en mi consulta, con el que tengo mucha experiencia de su espectro de acción amplio y con resultados excelentes, sin duda entre ellos estaría Silícea.
En el interesante libro de Andrew Lockie y Nicola Geddes1 se explica muy bien el tipo constitucional de Silícea con la dicotomía que suelen presentar las personas a las que el empleo de este medicamento les resulta de gran ayuda; frágiles y compactas a la vez.
Y es que el paciente que mejora con el medicamento homeopático Silícea suele ser frágil como el cristal, pero compacto y resistente como el pedernal.  Por eso, en general, son personas brillantes intelectualmente, pero tímidos y con poca confianza en sí mismos2.
Y esta fragilidad se manifiesta a menudo en el plano físico con patologías que reflejan una inmunidad alterada como infecciones respiratorias y otorrinolaringológicas (ORL) de repetición especialmente en la infancia, o infecciones ginecológicas y urinarias sobre todo en las mujeres adultas, de modo que consideramos a este medicamento un inmunomodulador, un medicamento que estimula y refuerza nuestro sistema de defensa ante las infecciones de cualquier tipo.
Pero es también muy importante en el tratamiento de problemas de salud psicológicos de los niños, adolescentes y adultos sobre todo en situaciones de estrés familiares, escolares y laborales.
Su uso frecuente en la consulta del médico homeópata es fácil de entender si consideramos que la sílice es, después del oxígeno, el elemento más abundante en la biosfera terrestre3, siendo su presencia indispensable para el crecimiento normal de huesos, dientes y faneras. Por ello, es un medicamento extraordinario para niños con problemas de crecimiento, pero también para personas adultas y ancianas con problemas óseos y de las estructuras de soporte, muy especialmente en la osteopenia y osteoporosis.
En pacientes con patologías crónicas y especialmente frágiles como pueden ser las personas con enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) en los que coexisten problemas de salud respiratorios, infecciosos, endocrinológicos, óseos y psicológicos, Silícea puede ser un medicamento que ayude a equilibrar el sistema inmune, endocrinológico y nervioso produciendo mejoras sustanciales en la calidad de vida de estos pacientes.

El efecto de Silícea en Yago, un paciente de 5 años

Cada vez que pienso en el medicamento Silícea acuden a mi memoria multitud de pacientes que se han beneficiado de su uso. Muchos ancianos, adultos y niños. Pero muy especialmente, recuerdo a Yago, un niño de 5 años entonces con un problema de salud complejo y que tenía muy preocupados a sus padres.
Al escuchar de labios de su familia la historia de Yago, y antes de poder hablar con él y explorarle empecé a pensar en la posibilidad del empleo del medicamento Silícea por las circunstancias y los síntomas que presentaba.
Y es que para el médico siempre, y para el homeópata especialmente es fundamental conocer las circunstancias que influyen en el problema de salud del paciente.
Siendo el séptimo de ocho hermanos y con una constitución completamente diferente del resto de ellos (altos y corpulentos), hacía más de 5 meses que padecía infecciones amigdalares de repetición con fiebre que habían sido tratadas con antibióticos, episodios diarreicos frecuentes con mala tolerancia a los alimentos especialmente los lácteos y el gluten y estancamiento en su curva de crecimiento con disminución de peso.
Al llevar varios meses enfermo, había sido atendido por su pediatra y estudiado en el hospital con diversas pruebas analíticas y de imagen sin haber llegado a un diagnóstico hasta el momento.
Seguía tratamiento con dieta y si era preciso con la medicación oportuna en cada episodio, pero en palabras de su madre el niño estaba hecho una birria.
Cuando conocí a Yago me encontré con un niño menudo, de frente prominente y cabeza grande, con ojos oscuros y mirada penetrante que inicialmente se escondía detrás de su madre mientras hablábamos y que poco a poco se dejó explorar.
El nacimiento de su hermana pequeña había sido difícil para él, ya de por sí tímido y mucho más retraído que el resto de sus hermanos y su madre pensaba que este aspecto podía tener algo que ver con su estado anímico.
Su madre lo definía como inteligente porque destacaba en la escuela pero que no se hacía notar y que no podía soportar la injusticia, y a diferencia de los demás prefería juegos tranquilos y a menudo solitarios con interés por la lectura de cuentos (se los leían sus hermanos) y juegos de construcciones.
Llamaban la atención unas amígdalas aumentadas de tamaño sin adenopatías, un abdomen globuloso y prominente en el cuerpecito menudo de Yago y unos pies mojados y mal olientes.
Nos encontrábamos ante un niño, que no crecía, no aumentaba de peso, con diarreas líquidas frecuentes, que no toleraba los alimentos especialmente la leche y el pan, que tenía infecciones de repetición y que a los ojos de su madre y del médico pediatra después de un tiempo de observación negociado durante ese verano habría que recurrir a una biopsia intestinal para llegar al diagnóstico.
En mi caso, conociendo la importancia de la causalidad de los factores emocionales (posiblemente celos callados, que es como suelen vivirlos los niños que mejoran con Silícea) como posibles desencadenantes de problema de salud, la disminución de su estado inmunitario, consecuencia de las infecciones de repetición y del empleo repetido de antibióticos, y la ,concatenación de síntomas de problemas ORL, digestivos, emocionales y estancamiento de la curva estaturoponderal, me planteé la  posibilidad de utilizar Silícea de forma diaria y se lo propuse a su madre.
Los resultados fueron espectaculares, de modo que Yago no volvió a tener amigdalitis, las diarreas desparecieron y toleró en pocos días tanto los lácteos como el pan y cualquier alimento. Además, durante ese verano empezó a crecer de nuevo y engordó.
Su abuelo, un hombre muy racional, se alegraba de que en dos semanas Yago volviera a beber leche sin problemas y tuviera más apetito.
Su madre estaba tan sorprendida que cuando le propuse, después de 3 meses, suspender poco a poco el tratamiento me pidió continuar porque Yago no solo se había curado, sino que estaba más fuerte y sano que el resto de sus altos y atléticos hermanos mayores. Y además ya no le sudaban los pies, y la tripa había desaparecido.
Nunca hubiera pensado que un problema que les había tenido meses en jaque pudiera solucionarse con un solo medicamento homeopático.
Tampoco la enfermera ni la pediatra de su hospital de referencia. Por ello, su madre decidió no contarlo. Y así, como tantas y tantas veces el niño había mejorado sin tratamiento.
Pero, mi propia experiencia, el conocimiento de la materia médica del medicamento Silícea2,3,4,5 y la evolución favorable rápida y progresiva desde la introducción del medicamento, hicieron ver a todos que la causa de la curación de Yago fue el empleo del medicamento Silícea.
Ese importante medicamento inmunomodulador y equilibrador tanto físico como emocional que es de gran ayuda en problemas infecciosos de repetición, en patologías esqueléticas, situaciones de fragilidad física o emocional y cuando el uso continuado de medicamentos (en este caso, antibióticos) provoca alteraciones en la flora bacteriana y en el sistema defensivo de nuestro organismo.
Han pasado veinte años, pero en la salud de Yago hay un antes y un después de usar Silícea.
Y como él, tantos niños que he tratado en la consulta y que han dejado de tener infecciones bronquiales y ORL repetidas, que han mejorado su tolerancia a los medicamentos y a las vacunas del calendario vacunal establecido con su empleo, o que han podido llevar una vida familiar, escolar o social normal gracias a este estupendo medicamento.
Y adultos, que se han beneficiado de Silícea para tratar sus infecciones ginecológicas y urinarias, mejorar su estado de salud inmunológico, sobre todo en los periodos otoñales e invernales especialmente en personas frágiles por problemas cardíacos o respiratorios, o sus problemas psicológicos y emocionales, sintiéndose de nuevo o por primera vez equilibrados.
Así es de necesario la sílice en nuestra tierra y el medicamento Silícea en nuestro vademécum.
Un medicamento para pacientes frágiles. Una medicina para que esas personas vuelvan a ser brillantes como un límpido cristal.
  1. Lockie A, Geddes N. Guía completa para la homeopatía. Principios y práctica del tratamiento homeopático. Editorial Raíces. Tolosa (Guipúzcoa) 1996.
  2. Grandgeorge D. El remedio homeopático. Kairós. Barcelona 1994
  3. Lamothe J. Homeopatía pediátrica. Editorial Índigo. Barcelona. 2002
  4. Vannier L. Materia médica homeopática. Editorial Porrúa. México. 2000
  5. Lathoud Materia médica homeopática. Editorial Albatros. Buenos Aires. 1994

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