miércoles, 6 de noviembre de 2019



¿Sería distinto con ellas?






No sé por qué pero tengo la sensación de que ellas serían capaces de encontrar alguna salida a la situación de bloqueo. No estoy idealizando nada, sé perfectamente que las mujeres son capaces de desarrollar egos e inquinas en el mismo grado que los hombres y no más. Pero tienen un sentido práctico especial derivado de su sentido de la realidad. Por eso, y porque el debate del lunes no dejó resquicio alguno abierto a ninguna esperanza, uno se acoge a esta especulación. Es una especulación en el vacío, porque las fuerzas políticas establecen sus estrategias por encima de las identidades de género, pero me agarro porque veo el elenco que ha sido seleccionado para el debate electoral del jueves en La Sexta y veo que ahí podría haber materia para confiar. Fueron seleccionadas por sus propios partidos, al parecer, la cadena no les dio que tuvieran que ser mujeres, pero eligieron a estas seis mujeres, casi todas las segundas en el partido. Mujeres de rompe y rasga, durísimas, pero que, reunidas serían capaces de encontrar algún tipo de salida.
Son María Jesús Montero (PSOE), Irene Montero (Unidas Podemos), Inés Arrimadas (Ciudadanos), Ana Pastor (PP) y Rocío Monasterio (Vox). Gente de mucho peso. Creo que el debate va a ser más divertido que el de los jefes, no es difícil, pero hay que ver si en ese debate se atisba algún tipo de luz, porque el debate del lunes fue un agujero negro. Lo que nos dejaron, además de un pasillo y un gran altavoz para Vox fue un gran agujero negro. Ni una sola vía de salida ni esperanza. No se ve posibilidad alguna de acuerdo entre PSOE y Podemos, ni entre PSOE y PP, ni ninguna otra fórmula que permita acariciar la esperanza de que podemos salir de esta situación de bloqueo absoluto en la que vivimos. Y no es que descarten esto porque están soñando, porque eso sería legítimo, que Casado sueña con ganar y que las derechas sumen o porque Pedro Sánchez sueñe con alcanzar esos 150 escaños que hacía la encuesta del CIS, si fuera por eso, el descarte tendría sentido. Parece que los descartes están por encima de cualquier resultado. Son como principios fundamentales inmutables, como si fueran vetos de acero. Y uno se pregunta cuánto hay en eso de político y cuánto de personal. Y por ello uno se pregunta si con ellas sería distinto.

:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

Te doy las gracias, Iñaki, por tu civilizada, empática y humanísima visión del género al que pertenezco. Ojalá todos los hombres y muchas mujeres, (aún demasiadas), tuviesen tus sentimientos y tu capacidad intelectiva. Para empezar el mundo sería otro y daría igual el género, porque no habría diferencia alguna en derechos, deberes, libertad, respeto y dignidad. Por desgracia, lo tuyo no es lo habitual, aunque, por fortuna, sí es cada vez menos raro y más común. Algo bueno tiene que tener el finiquito necesario de un mundo avanzadísimo en la técnica mecanicista y en la especulación manipuladora, automaticista-dependiente como signo de los tiempos, y que nos ha salido rana en casi todo lo demás, que resulta ser lo fundamental para la vida. 
No pretendo aguarte el legítimo deseo de que todo pudiera ser mejor "si las mujeres mandasen en vez de mandar los hombres", parafraseando al coro de la zarzuela Gigantes y cabezudos. Todo lo contrario. Pero quizás por ese sentido inapelable de la realidad que en las mujeres es esencial, yo no lo tenga tan claro como tú. Es decir, no creo en absoluto que la feminidad sea de por sí más sensata que la masculinidad, así en general. Si eso fuese real ninguna mujer sensata estaría en esos puestos ni esos planes, ni de acuerdo con organizaciones como nuestros queridos reinos de taifas siglísticos, tal y como están. En esto soy pesimista, por puro realismo comprobado. La política institucional en España es machismo patriarcal puro y duro, no por los discursos sino por las actitudes. ¿Qué más exhibición del ramo, que el propio debate de anteayer? No lo vi, pero ayer os leí y me confirmastéis el peor pronóstico. Pelea de gallos. Enganche de ciervos. Coces de caballeriza. Picoteo de pollos al menor arañazo del más endeble. Miseria pura.
Un gesto patriarcal a lo bestia, pero asumido institucionalmente y por la peña en general, fue la utilización política y dinástica de la pobre niña Leonor Borbón Ortiz, desde su mismo nacimiento, para usarla como anzuelo familiar para camelar a la opinión pública, que lleva tiempo rumiando, y no solo en Catalunya,  la relación ilegítima de La Zarzuela con el franquismo que la hizo posible sin un referendum ad hoc y previo a la Constitución, sobre el modelo de estado. Llevarla, con su hermana, de la mano de sus padres, a un lugar como Barcelona en estos momentos, es una vulneración flagrante de los derechos humanos. Un abuso, además, domesticar a un ser humano desde que nace, para que ocupe un cargo, por muy real y rimbombante que sea, dice muy poco de la humanidad y de la madurez de su propia familia como del estado, constitución y pueblo que lo pergeñan y que lo admiten como normalidad. Machismo en esencia. ¿No serán Leonor y su hermana machistas sin querer, educadas en ese plan? Imaginemos que Sofía fuese mucho más inteligente y capaz que su hermana, y que solo por ser la mayor, la elegida fuese Leonor...¿Quienes pagarían la factura, a parte de las mismas princesas? El estado y la sociedad. 
Pues así es en todo lo demás. En los trabajos, en la calle, en casa, y desde luego, en la política y sus instituciones. 
Si la ministra Montero del Psoe está feliz donde está, si Irene Montero tras dar el callo defendiendo en la calle a los desahuciados ha terminado en Galapagar sin plantearse nada del sistema al que dice combatir, si Ana Pastor, Arrimadas y Monasterio están tan contentas y satisfechas de sus siglas, porque si no, es evidente que nunca habrían llegado a esas alturas de empatía con las siglas y las tribunas, no creo posible que puedan hacer nada mejor de lo que han hecho hasta ahora, máxime, cuando es más necesario aun sacar los egos del armario para defender a capa y espada lo que las mantiene en el candelero parlamentario, a ellas y a sus partidos. El andamiaje es machista. La construcción en machista. La arquitectura es machista. Todo el montaje es machista. El hecho de que aparezcan mujeres en el debate de esencia machista, solo confirma que las mujeres participantes en él, son de la misma cuerda patriarcal. Si no fuese así, no entrarían al trapo y denunciarían, en vez de agradecer, que se las utilice para dar jabón y sin embargo no haya ni una sola candidata para gobernar. Estarían implicadas en construir otra sociedad mucho más sana, lúcida, abierta, transparente, igualitaria y justa, para todas y todos, sin exclusiones ni servilimos dogmáticos, no solo para sus votantes. En este plan, sólo van de palmeras, como majorettes, de los jefazos.

El género no debería ser un condicionante que nos enfrente, sino un simple rasgo que nos diferencia y nos permite crecer con dignidad normalizada en pluralidad y equilibrio, no en una batalla constante entre pesos y medidas. Ni en una eterna comparación que no vale para nada, porque si ensalza, humilla, y si humilla, hostiga. Y en ese combate frívolo, insustancial y deficiente del comparar, nos quedamos presos y presas de lo peor de cada género, de cada número y de cada caso, en la gramática de la incomunicación. Lo propio de una democracia sana no es los chicos con los chicos y las chicas con las chicas (como en el Opus), sino que las chicas estén en el mismo nivel normalizado y participativo que los chicos, como candidatas al gobierno. O sea, que en el debate del lunes pasado, hubiese habido mujeres con aspiraciones a gobernar, y naturalmente, elegidas por sus bases de partido, no solo por el dedo señalador de los prebostes del partido, de los maridos o de los novios.
España tiene un grave problema consigo misma y el machismo inoculado hasta las cachas, de tal modo que no se nota, es la prueba del nueve.
No creo posible que con mujeres en este plan nos pueda ir mejor que con hombres cortados por el mismo patrón-modelo, que además están encantadas de estar como están y haciendo lo que hacen, sin ver lo que hay.

Nos iguala la humanidad que compartimos como individuos fraternos y plurales, no la igualdad como manipulación a favor o en contra del machismo ni del feminismo. Los ismos a base de tensarlo todo, acaban por romperse y convertirnos en islotes enfrentados y a la greña constante. Ni todos los hombres son idiotas ni todas las mujeres son Hipatia de Alejandría. Que en todas partes cuecen habas. Estoy segura de que Iñaki lo sabe perfectamente, pero es tan buena persona y tan bonico, que en este caso prefiere mirar con otros ojos la dura realidad. Y eso le honra.

No hay comentarios: