jueves, 13 de junio de 2019




El llamado juicio del procés quedó visto para sentencia y lo único seguro es que dicha sentencia creará jurisprudencia pero no pondrá punto final a la gran controversia sobre lo ocurrido. Las posiciones siguen inalterables, radicalmente antagónicas, en el último minuto del juicio como en el primero. Para unos, un golpe de Estado, un delito de rebelión, el mayor crimen democrático. Para otros, en el extremo opuesto, un movimiento cívico en defensa de un derecho colectivo: la mayor virtud democrática.
He seguido el juicio con la máxima atención, pero carezco de conocimientos jurídicos para aventurar si el tribunal considerará probada la existencia de violencia en el grado requerido para apoyar la calificación de rebelión. Es el nudo gordiano del caso. Por lo que se ha mostrado y probado, a mí me ha dado la impresión de que esa acusación estaba muy cogida por los pelos. Pero más indefendible me ha parecido la línea argumental de los acusados, que no creían merecer ni el más mínimo reproche legal por actuaciones de gravedad incuestionable, como la reiterada desobediencia a las decisiones del Constitucional, la aprobación de una ley de ruptura, como la de transitoriedad jurídica, o la proclamación unilateral de independencia. Iniciativas que durante la vista han presentado como algo banal o simplemente simbólico.
Por eso es dificilísimo esperanzarse con lo que vaya a ocurrir tras la sentencia, cuando finalizada la tarea de la justicia, el conflicto regrese a la política. Porque si el secesionismo no reconoce la menor ilegalidad en sus actuaciones, si entiende que solo es digna de respeto la legalidad que emana de las instituciones catalanas, los diálogos con los representantes de la Administración Central del Estado, que siempre he pedido y seguiré pidiendo, estarán condenados a la esterilidad.
Hay algo indiscutiblemente positivo: el juicio ha sido transparente y ejemplar desde el punto de vista procesal. Lo ha reconocido con esas mismas palabras Xavier Melero, uno de los abogados defensores de los acusados. El juez Marchena lo ha dirigido de forma modélica. La sentencia, en octubre.

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Tal vez haya que recapitular, no desde los resultados y sentencias irrevocables, sino desde los contenidos éticos materializados en actos, y no solo en teoría, que deberían ser la esencia sustancial de cualquier aplicación jurídica, de cualquier ley. Las leyes en esencia solo son herramientas, envases, lo que las autoriza como justas o las desautoriza  como injustas, independientemente de que un estado esté gobernado por una ideología sistémica monárquica o republicana, de izquierda o de derecha, y siempre al servicio del bien común, de modo que sea ése el objetivo y finalidad de todo proceso y sentencia de cualquier tribunal.

La Justicia no puede estar al servicio de un estado en perjuicio de sus ciudadanos. El ser humano es el sujeto activo y pasivo de cualquier Estado, también es el verbo que lo hace posible y el predicado resultante, la fuerza material e ideológica que lo sostiene, desde lo social y lo individual, no su siervo, ni su esclavo. El equilibrio de fuerzas morales necesario e imprescindible para que esa realidad política (no partidista solamente, sino el hecho de la politeia, ciudadanía) sea realizable materialmente y no una entelequia. No es nuestro caso, por desgracia. Esto es una dolencia estatal crónica y muy grave, porque sólo se puede curar mediante la conciencia, que partiendo de una pedagogía social ética, transforme en normalidad el bien común, y lo haga imprescindible para el bien individual, de modo que las herramientas pedagógicas y ejemplarizantes como son la educación, el lenguaje en sus dos dimensiones de lengua y habla -según Saussure-, la convivencia, el conocimiento, la cultura, las costumbres, las creencias, la economía, la política y la justicia, tengan como finalidad ese bien común, que jamás puede ni debe maltratar ni condenar a unos seres humanos para garantizar el bienestar o la seguridad de otros. Sobre todo cuando como en el caso del procès, no se ha cometido ningún crimen, ni se ha dado un golpe de estado y provocado una guerra civil, y la violencia más notoria y vergonzante la ha perpetrado el estado, nacido precisamente de esa aberración golpista e irracional, que para nada es lo que se ha vivido en Catalunya. ¿Cuántos catalanes vimos en directo atacar a nadie? ¿A cuántos no independentistas se agredieron por parte de los disidentes? 
Si es un delito ser republicanos de pensamiento y convicción y tratar de que lo sepa el Estado monárquico y heredero de un golpismo histórico que le debería abochornar y no encestarse en su anomalía aberrante, no habría en España tribunales, jueces ni cárceles suficientes para castigar disidentes. 

Una de las trabas más tercas y obtusas de la manipulación del miedo es atribuir a la ley por el solo hecho de llamarse "ley" un poder divinizado que una sociedad cada vez más laica en las formas pero aun teo-dependiente, le atribuye aquellos 'plenos poderes' ancestrales, que el dictador asumió como cosa suya -"asumiendo los plenos poderes" dice el parte del fin de la guerra civil-. ¿Quién se los concedió? ¿El pueblo y las urnas? ¿Una asamblea de generales y militares? No. Todo fue por el poder de la pasta caciquil que invirtió en su proyecto demócrata terminator, y además, "por la gracia de Dios", es decir por la falacia, porque ningún dios tan justo, padre de todos y misericordioso como predican y proclaman en sus iglesias, jamás mataría ni torturaría a sus hijos porque piensen lo que él no piensa (lo del hijo pródigo no va con ellos). Al contrario,  les comprendería porque si es omnisciente y sabio por naturaleza les conoce y les ama como son y no como él quisiera que fuesen. Si los padres y madres humanos son capaces de llegar a ese amor por sus hijos e hijas ¿qué le pasa a ese dios de las "gracias" franquistas, para ser menos divino que los humanos normales y permitir que su justicia sea más saña y sadismo, desprecio, odio y castigo que equilibrio, pedagogía, lucidez  y acogedora regeneración?

 Desde ese divinismo pacotillero se implementó el poder político y judicial, que decidió la unidad territorial, lingüística, cultural, política, religiosa y marujona for ever and ever, and ever again, por diosporlapatriayelrey. Toma ya. 
Cuarenta añitos en ese plan y otros cuarenta guardándolo en la despensa del inconsciente colectivo sin limpiar ni encender las luces por si acaso resucitan los cuarteles...y hasta disfrazado de "transición modélica" bajo el manto protector de una monarquía encalomada en la chepa de una democracia que las sostiene con sus impuestos, no podía dar otro resultado mejor que éste, querido Iñaki. Demasiado bien estamos para lo que soportamos asumido como "normalidad".
Nos han marcado como a las reses en la ganadería. Y nos han hecho aceptar la señal de la casa como patrimonio intocable. Nuestras leyes que aseguran la continuidad del sistem in failure, que para nuestros guardianes es la repera, son los chorizos, morcillas, butifarras, salchichones, chistorrras, salchichas y callos, lomos, jamones y paletillas del mismo cerdo patrio. A base de comerlo todos los días durante año y años, el cerdo y sus productos son parte biológica de los consumidores consumidos, cocinados  por los dueños de la ganadería y las zahúrdas, de los mataderos y las charcuterías, de las cocinas y programas mediáticos que los han llevado hasta la sublimación. El cerdo sagrado en nuestro país es la esencia ya consagrada de la Ley. Se ha convertido en sustancia casi cósmica para el españolismo en general, en generalísimo, vamos. Magníficos cheffs cocinadores, magníficos degustadores, servidos por pinches, camareros, kellys, sirvientes en general y saboreados por los más escogidos paladares, ya sea en tu casa o en la mía. Con equipo de investigación o sin él, en el espejo público o privado, al rojo vivo o congelados por el poder, en compañía de las anas más rosas del mundo mundial. Así, pasito a paso, la lucecita de El Pardo nunca se ha apagado, se enciende y se camufla para dar el pego,  para en cualquier momento tribunalesco o electoral, volver como el tango de Gardel, con la momia fachita y la nieve del tiempo diciendo pp.
En semejante plan lo más 'normal' , ya que les leyes las hacen los seres humanos, es concederles la lucidez, la justicia y los atributos morales máximos y el poder para discernir con equilibrio humano más que decretar en plan Juan Palomo, ya que nuestra pobre conciencia no ha podido descubrir en sí misma, missing, ninguneada, apaleada, ridiculizada, frustrada y secuestrada, condenada a cadena perpetua, una Cenicienta a la que solo le queda el príncipe como recurso de amparo, porque no hay nada más a su alcance. Pobrecita, ¿adónde puedo ir que mejor esté?, se dice ella para justificar su lamentable estado particular y el vergonzante estado colectivo...
Hay que despertar ese filón de lucidez íntima y salir de la resignación ganadera porcina ya  metabolizada, antes de que las últimas mohicanas tengan que aceptar el imperio del destarifo cerduno para siempre. Y que el futuro siga siendo per omnia saecula, esa frustración tan española y tan de tango, de "lo que pudo haber sido y no fue".
Que no nos coman el tarro por más tiempo, porque sí se puede si se quiere, no lo que quiera Podemos por su cuenta, ni ninguna otra atadura como ideas generalísimas, sino lo que queremos y urgentemente necesitamos las españolas y españoles en el presente para que haya futuro sin necesidad de recurrir al pasado bochornoso que ha venido siendo un replay sin que la mayoría lo notase a primera vista del camuflaje. Una conciencia capaz de ser camino y caminante, sujeto y verbo menos predicado y más realizado.
La ley para ser de verdad útil y sana herramienta imprescindible sobre todo en un estado democrático del siglo XXI, ante todo y más que rituales aplicanormas apretando botones del 'Rumba', debe tener como base la ética de la conciencia y sobre ella, construir y ordenar el cubo de Rubik de cada situación. Sin olvidar que por encima de la ley está nuestra dignidad humana. La de todas y todos, no solo la de "los buenos", ¿vale? Porque ¿quienes son los buenos, los que obran para el bien común sin excepciones o los que ponen por delante el bien propio y sus desigualdades y privilegios añadidos? ¿Se puede llamar justo un estado que condena y encarcela a los ciudadanos que piensan y sienten desde la diversidad y no se les permite organizarse desde esa diversidad e incluso se les agrede con violencia porque se carece de inteligencia para dialogar con ellos, pero en cambio, sorprendentemente, considera a un genocida golpista como el máximo paradigma de la Ley y fundador de un estado basado en asesinatos a mansalva que ha llenado de muertos las cunetas,  anestesiado, aturdido y cegado las conciencias, no ha hecho jamás justicia de verdad, porque la desconoce y llama justicia a la venganza institucional contra todo lo que no se comprende ni se quiere comprender, porque ya se tiene decretado el veredicto en los genes, mientras se hace la vista gorda pasando por alto los delitos defraudadores de un monarca, incrustrado en el trono por un dictador sanguinario al que se considera un CarloMagno, y hasta el santopatrono de  en una democracia monárquica, convertido en una Cosntituión de trámite perentorio, como  jefe de estado cuyo historial es la vergüenza de la UE? ¿En qué país europeo hay un caso semejante? Las monarquías que hay en Europa cuentan con la aceptación de la voluntad popular de verdad (véase el episodio de La Carta Magna y Juan sin Tierra de Inglaterra...así como el resto de monarquías posteriores, y no bajo la presión y la amenaza españolera, en plan: o rey o más cuarteles, no queda otra, que estamos mu locos y mas vale votar que petar, ¿os ha quedao claro, mindundis? Porque así fue la propuesta monárquica y en cuanto la ciudadanía empezó a pensar y a decir, tras la trágala de votar la chapuza chantajista constitucional,  que aquel rey era un apaño del dictador y que iba a durar menos que una piruleta en la puerta de una guardería, un providencial intento de golpe de estado a tiro limpio, 23F, dejó las cosas meridianas hasta que Rajoy la emprendió a muerte con el Estatut catalán y la conciencia republicana de los españoles resucitó de entre los muertos, precisamente en Catalunya. Y pasó por encima hasta de las corrupciones catalano-convergentes, con el criterio evidente de que a los corruptos se les echa pero los dictadores y sus reyezuelos hereditarios, nos echan como pienso a los cerdos de sus pocilgas sin preguntarnos si estamos o no de acuerdo con tan lamentable destino...

Mi opinión personal es que la reivindicación catalana ha sido el resultado de un atentado 'legal' pero ilegítimo del pp asumiendo los plenos poderes del estado, contra el Estatut catalán. Todo lo demás es pólvora mojada y empeoramiento de la situación, diseñado como una distracción estrepitosa para que mientras tanto el Ibex35 desde el silencio de los corderos, siga gobernando España y haga su transición empresarial, apoyado en las burbujas de siempre, para sustituir el timo negociante de los combustibles por el de la falsa ecología y que todo parezca que cambia para que todo siga como siempre (ay, Lampedusa bonico, qué ojo!)
Esa "justicia" jamás trabajará para el entendimiento ni para la mediación, ni para mejorar la convivencia, limar asperezas y construir el bien común, que es la finalidad de  toda Justicia auténtica. Esta, la española, no; ha sido diseñada, al mejor estilo caudillil,  como venganza social de las oligocracias dominantes contra cualquier disidencia presente o futura, y por ello, curiosamente, casi siempre da la razón al verdugo real que presenta como víctima y machaca a las víctimas reales, mientras trata de vendérnoslas como verdugas. y culpables del destarifo que en realidad fue pperppetrado por Rajoy cuando ni siquiera era presidente del gobierno, pero ya apuntaba maneras de lo que iba a hacer en cuanto Zapatero fuese destrozado por la crisis, que al pp le vendría genial para forrarse hasta quedar exhausto, descuajaringado y defenestrado por su propio elenco supremo, y sobre todo por sus propia avidez de ppulgones terminators.  Así funcionan lo Poderes del Estado, que para eso les paga un estado de desecho, al que deberíamos pedir cuentas de sus tropelías en vez de considerarle la repera, solo porque se llama estado y ejerce de sicario de un capital matarife e irresponsable, que cada vez nos representa menos y nos distorsiona más exprimiéndonos con mucha verborrea inoperante a la hora de la verdad. Hasta el punto que cuando surgen grupos políticos aparentemente "de conciencia" ya vienen también marcados con el hierro ganadero de "lo nuestro" en plan procesional y banderil, pero en los que igualmente prima  "lo mío" por encima de todo en plan egópata sálvese quién pueda. Yo gano y tú te jodes. Y resulta que la ley, según vamos comprobando, es la serva padrona de semejante montaje. Que ni ella misma se molesta en disimular. En ese aspecto es tan transparente...

No, Catalunya no es el marrón, sino la excusa para no profundizar en el estado-problema. Mientra haya "malos" catalanes, se irán penalmente de rositas los pésimos chorizos y timadores de El Reino, que el Supremo no está para cosas de tan poca monta habiendo catalanes descarados que nunca se callan.
Ese carajal mayestático es  el resultado de no saber resolver el verdadero conflicto que supone la ausencia de una conciencia colectiva inseparable de la gestión política del estado. Pero ¿qué clase de estado tenemos? Ningún grupo político lo plantea jamás. En cuarenta años de relax vegetativo, sólo lo ha hecho el 15M, gracias a la crisis, y le salió un Podemos como di-solución y un trifachito alucinógeno como réplica telúrica.

A partir de ahí, y con esos materiales, a ver qué se puede hacer, aunque el panorama sea más negro que el sobaco de una cucaracha o las togas del Supremo, tenemos algo a nuestro favor: caer más bajo ya no es posible. Sólo nos queda empezar a subir. Y eso puede hacerse, no trepando cada uno por su cuenta sin apoyo del resto, pero lo haremos si adoptamos el modelo catalán dels castellers y la sardana. La fuerza en la base y la humilde ligereza victoriosa en la cúpula, el círculo que danza unido por la misma fuerza y construye la belleza del convivir en igualdad. No en el frente a frente como las jotas, seguidillas y  fandangos españolazos. Al lado y de la mano, al mismo son y latido, diversos, pero unidos por la música del alma.

La Res Publica municipalista, federada o confederada, no es el caos ni el manga por hombro como el franqui-fascismo  se cree y rezonga y el monarquismo proclama. La Res Pública es sencillamente la gestión política/social desde el plano del bien común, cuyo poder decisorio y soberano reside en la voluntad del pueblo, mediante la cooperación y el acuerdo de la ciudadanía diversa, fluida, pluricultural y sectorial, pero además, unida profundamente no por trapos de colores, procesiones, toros, legiones con cabra e himnos viscerales o dogmas partidistas en plan supremacismo, sino por el solidario empeño común de la igualdad, que es la base indudable de la justicia. Ese conjunto, ese cuerpo y organismo social y vivo, -no momificado en tiempos feroces y fotocopiado por la manipulación del miedo- como tejido resistente formado por imperativos categóricos morales debería ser el Estado. Pasando de ser estado de Derecho a Estado de Ética. Primero la Ética y como resultado, el Derecho. Sin ella el derecho siempre acaba por torcerse y retorcerse. El pp como agente del entuerto es la prueba del nueve de esa patética e indignante realidad. Igualmente lo fue el PSOE con el GAL. Un estado de desecho no se salva con el derecho, sino con la conciencia que le falta. Si hay conciencia el derecho no es tan imprescindible, porque su esencia va incluida en la sustancia consciente, responsable, lúcida, ética. Humana de verdad.

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