“Hipertermia y Homeopatía: causas y cómo bajar la fiebre”
Quién no ha tenido fiebre alguna vez en su vida.
Pues bien, en este post voy a intentar explicar qué es la fiebre, qué función cumple, cuáles son sus causas más frecuentes, cuándo consultar con el médico y cómo bajar la fiebre y actuar ante ella. Y, por supuesto, qué papel puede ocupar la homeopatía y sus medicamentos.
La temperatura corporal hay que entender que varía a lo largo del día, es más baja a la mañana que a la tarde noche, y que tiene un rango de normalidad variable de unos individuos a otros.
Cuando el termómetro supera estas cifras podemos considerar que nos encontramos frente a un cuadro de fiebre:
En nuestro cerebro existe una glándula, el hipotálamo, que se encarga, entre otras funciones, de regular la temperatura de nuestro cuerpo según necesidad. Modificando diversos mecanismos de nuestra fisiología el hipotálamo lograr mantener una temperatura ajustada a las necesidades de cada momento.
Entonces la pregunta es: ¿Cuándo y por qué puede necesitar nuestro organismo “hacer” fiebre?
Y me encanta el concepto de “hacer fiebre” porque, realmente, el cuerpo cuando lo necesite elevará su temperatura hasta hacer lo que denominamos una fiebre.
Sabemos que los gérmenes, virus y bacterias, crecen y colonizan nuestro organismo mucho mejor en condiciones de baja temperatura. En un post que escribí no hace mucho titulado ¿Cómo puede la homeopatía ayudarnos a preparar nuestras defensas este invierno? ya comentábamos como las infecciones respiratorias eran más frecuentes durante la época fría y húmeda del invierno, precisamente porque los virus funcionan y se propagan mucho más fácilmente en un entorno frío.
Al contrario, nuestras defensas se vuelven más eficaces cuando la temperatura de su entorno aumenta. Así que la fiebre, o así me gusta imaginármelo a mí, es como una especie de verano artificial que nuestro organismo organiza cada vez que necesita mejorar la eficacia de su sistema defensivo o cada vez que necesita más eficacia en sus mecanismos de autorregulación.
Digo esto último porque también se ha visto que nuestro cuerpo es más eficaz en el control de los procesos tumorales cuando la temperatura de nuestro organismo sube. Así que, para empezar, tenemos que comprender que la fiebre es nuestro aliado frente al desequilibrio y la enfermedad.
Dicho esto, sí que hay ocasiones en donde deberemos consultar lo antes posible al médico en el contexto de la fiebre.
Bebés y niños.
Si el niño o bebé se hidrata bien, juega, responde a tu voz, hace contacto visual contigo y responde a tus gestos y expresiones faciales, en principio, podemos estar tranquilos.
Pero si aparece alguna de estas circunstancias en el contexto de la fiebre de un pequeño sí que deberemos consultar con el médico lo antes posible:
Adultos.
Lo que ocurre a veces es que sí que es cierto es que la fiebre puede acompañarse de un deterioro del estado general y de unas molestias muy penosas de vivir. En estos casos estará justificado intentar modular la fiebre hasta un punto en el que el paciente pueda vivir su proceso de una manera más confortable.
Insisto, en ningún caso el objetivo del tratamiento de la fiebre ha de ser suprimirla pues esto no acorta ni mejora la evolución de la causa y deja al organismo sin un gran aliado en su recuperación.
El tratamiento debe centrarse en la causa de la fiebre.
Una excepción a esta norma serían los niños pequeños en el contexto de temperaturas muy altas (39º-40º) por el riesgo de que puedan desencadenarse convulsiones febriles.
En mi experiencia, en la mayoría de los casos con medicamentos homeopáticos y medidas generales suele ser suficiente y solo en casos excepcionales tendremos que utilizar otro tipo de fármacos como el paracetamol o el ibuprofeno.
Estas opciones de tratamiento que vamos a comentar se pueden indicar de forma aislada o combinándolas en la medida de la necesidad y de cada caso en particular.
Medidas generales.
No voy a entrar en el manejo de los antitérmicos convencionales, tan solo comentar que es recomendable no dar ibuprofeno a menores de seis meses ni paracetamol a menores de seis semanas. También es conveniente no dar ningún antitérmico a ningún bebé antes de consultar con el médico. Y en ningún caso usar aspirina en menores por el riesgo de desarrollar el síndrome de Reye.
Solo decir que, en caso de necesidad y siempre que no esté contraindicado como en los casos que acabo de comentar, estos medicamentos pueden utilizarse combinados con las medidas generales y con los medicamentos homeopáticos, de los que paso a hablar ahora mismo.
Medicamentos homeopáticos. Particularidades y ventajas.
Y esa es la labor precisamente de los medicamentos homeopáticos; no eliminarla sino modularla y calmar los síntomas que pueda producir manteniendo una temperatura corporal que siga siendo beneficiosa para la buena evolución del cuadro en curso.
ACONITUM NAPELLUS.
Usaremos Aconitum en fiebres elevadas de comienzo brusco con congestión y calor en la piel y ausencia de sudor. El paciente suele tener sed intensa y estar agitado. La indicación se refuerza si la fiebre aparece a lo largo de la noche y se origina tras un enfriamiento brusco del paciente esa misma tarde.
BELLADONNA.
Aquí la fiebre también es de aparición rápida con congestión en la cara y dolores pulsátiles de cabeza. El paciente tiene la piel roja y caliente pero esta vez sí suda. Tiene sed y sensación de sequedad de boca. Le molesta mucho la luz, los ruidos, que le toquen, por lo que busca estar acostado, tranquilo y con poca luz.
Es uno de los medicamentos homeopáticos indicados en fiebres en los niños que tienden a convulsionar.
GELSEMIUM.
La fiebre aquí aparece poco a poco, de manera más progresiva. La persona se encuentra débil, abatida, con dolor de cabeza y escalofríos que pueden llegar a temblores seguidos de sudoración. No suele presentar sed y puede tener el rostro muy congestionado. Son también característico el dolor corporal, como si fueran agujetas.
BRYONIA ALBA.
Esté medicamento estará indicado en casos de fiebre con cefalea, agujetas y dolores articulares. El paciente tiene una sed intensa y lo más característico de este cuadro febril es que la persona desea estar completamente inmóvil en la cama porque el más pequeño movimiento le agrava de todas sus molestias.
FERRUM PHOSPHORICUM.
En mi experiencia, este el medicamento más utilizado en fiebres poco elevadas, lo que llamamos febrículas. En la cara suelen alternar la palidez y la congestión y suele estar húmeda. Es muy útil en esos cuadros aun poco definidos en donde el paciente se queja de un dolor leve de garganta u oído y que puede acompañarse de una sensación de malestar general también leve.
APIS MELLIFICA.
Fiebre muy intensa que se mantiene en meseta. Suele asociarse muy frecuentemente con dolor fuerte de cabeza y con inflamación edematosa de la garganta con una sensación de ardor y dolor que mejora con el frío. Es muy característico también la ausencia de sed a pesar de la fiebre alta.
Insisto, son solo algunos ejemplos para ilustrar las posibilidades de tratamiento que nos ofrece la homeopatía en los estados febriles. Por supuesto podremos tratar al paciente con un solo medicamento homeopático o combinar varios según el caso. Y también podremos añadir algún medicamento homeopático que tenga relación con la causa de la fiebre. Si, por ejemplo, la persona tiene fiebre en el contexto de una cistitis podremos combinar algún medicamento homeopático para modular la fiebre si es muy molesta y combinarlo con los medicamentos homeopáticos indicados en esa cistitis. Y si fuera necesario un antibiótico, pues tampoco habría ningún problema en añadírselo.
Como veis la homeopatía amplía nuestras posibilidades de tratamiento con medicamentos seguros, compatibles con cualquier otro medicamento que el paciente necesite, adaptando siempre el tratamiento a la situación clínica particular de cada persona.
Pues bien, en este post voy a intentar explicar qué es la fiebre, qué función cumple, cuáles son sus causas más frecuentes, cuándo consultar con el médico y cómo bajar la fiebre y actuar ante ella. Y, por supuesto, qué papel puede ocupar la homeopatía y sus medicamentos.
¿Qué es la fiebre?
La fiebre no es más que la elevación de la temperatura corporal por encima de sus niveles, digamos, normales, que pueden considerarse entre 36º C y 37´2º C.La temperatura corporal hay que entender que varía a lo largo del día, es más baja a la mañana que a la tarde noche, y que tiene un rango de normalidad variable de unos individuos a otros.
Cuando el termómetro supera estas cifras podemos considerar que nos encontramos frente a un cuadro de fiebre:
- Temperatura del oído o del recto de 38º C o superior.
- Temperatura bucal de 37´8º C o superior.
- Temperatura axilar de 37´2 o superior.
En nuestro cerebro existe una glándula, el hipotálamo, que se encarga, entre otras funciones, de regular la temperatura de nuestro cuerpo según necesidad. Modificando diversos mecanismos de nuestra fisiología el hipotálamo lograr mantener una temperatura ajustada a las necesidades de cada momento.
Entonces la pregunta es: ¿Cuándo y por qué puede necesitar nuestro organismo “hacer” fiebre?
Y me encanta el concepto de “hacer fiebre” porque, realmente, el cuerpo cuando lo necesite elevará su temperatura hasta hacer lo que denominamos una fiebre.
¿Para qué sirve la fiebre?
La fiebre es una reacción que nuestro cuerpo pone en marcha para favorecer la defensa frente a agentes nocivos del exterior y también para ayudarnos a regular y modular muchos de los procesos de desequilibrio interno que podemos llegar a sufrir.Sabemos que los gérmenes, virus y bacterias, crecen y colonizan nuestro organismo mucho mejor en condiciones de baja temperatura. En un post que escribí no hace mucho titulado ¿Cómo puede la homeopatía ayudarnos a preparar nuestras defensas este invierno? ya comentábamos como las infecciones respiratorias eran más frecuentes durante la época fría y húmeda del invierno, precisamente porque los virus funcionan y se propagan mucho más fácilmente en un entorno frío.
Al contrario, nuestras defensas se vuelven más eficaces cuando la temperatura de su entorno aumenta. Así que la fiebre, o así me gusta imaginármelo a mí, es como una especie de verano artificial que nuestro organismo organiza cada vez que necesita mejorar la eficacia de su sistema defensivo o cada vez que necesita más eficacia en sus mecanismos de autorregulación.
Digo esto último porque también se ha visto que nuestro cuerpo es más eficaz en el control de los procesos tumorales cuando la temperatura de nuestro organismo sube. Así que, para empezar, tenemos que comprender que la fiebre es nuestro aliado frente al desequilibrio y la enfermedad.
¿Qué puede originar la fiebre?
- Infecciones. Las infecciones víricas y bacterianas son la causa más frecuente de fiebre.
- Enfermedades inflamatorias no infecciosas como la artritis reumatoidea y otras muchas enfermedades autoinmunes.
- Cáncer.
- Golpes de calor, insolaciones.
- Algunos medicamentos y vacunas pueden producir fiebre en personas sensibles.
- Incluso, y esto es más frecuente en niños, podemos tener algunas fiebres de origen psicosomático, es decir, conflictos emocionales que el cuerpo expresa en forma de fiebre.
¿Tenemos que consultar al médico siempre que hay fiebre?
Hay que pensar que la fiebre en sí no es una enfermedad, es solo un signo de que el cuerpo está intentando sobreponerse a algo. Una vez que sabemos de qué se trata, tenemos un diagnóstico, la fiebre es tan solo un aliado que nos va a acompañar en la resolución del proceso para que se haga de la manera más eficaz posible.Dicho esto, sí que hay ocasiones en donde deberemos consultar lo antes posible al médico en el contexto de la fiebre.
Bebés y niños.
Si el niño o bebé se hidrata bien, juega, responde a tu voz, hace contacto visual contigo y responde a tus gestos y expresiones faciales, en principio, podemos estar tranquilos.
Pero si aparece alguna de estas circunstancias en el contexto de la fiebre de un pequeño sí que deberemos consultar con el médico lo antes posible:
- Signos de deshidratación como no orinar durante 8-10 horas, llorar sin lágrimas, no querer beber o la sequedad de mucosas.
- Irritabilidad y comportamiento anormal, sobre todo si notamos al niño especialmente desanimado y decaído, sin respuesta a los estímulos habituales.
- Vómitos reiterados.
- Rigidez de cuello y nuca.
- Dolor intenso de cabeza o de estómago.
- Fiebre que dure más de tres días.
- Aparición de una erupción cutánea acompañando a la fiebre
- Aparición de convulsiones febriles. Hay que consultarlo siempre con el médico pero sabiendo que no tienen nada que ver con la epilepsia y que tampoco causan daños cerebrales de ningún tipo.
Adultos.
- Dolor intenso de cabeza.
- Erupción cutánea inusual.
- Rigidez del cuello y dolor al inclinar la cabeza hacia delante.
- Confusión mental o agitación.
- Vómitos incoercibles.
- Dificultad para respirar, dolor en el pecho, dolor abdominal intenso o dolor al orinar.
- Convulsiones.
- Signos de deshidratación.
- Signos o síntomas extraños y fuera de lo común.
¿Debemos tratar la fiebre?
La fiebre no es una enfermedad, es una respuesta del cuerpo frente a la enfermedad por lo que no tendría mucho sentido suprimir algo que el propio organismo está poniendo en marcha de forma natural, con todo lo que supone para él hacerlo, para recuperar el equilibrio y la salud de la mejor manera posible.Lo que ocurre a veces es que sí que es cierto es que la fiebre puede acompañarse de un deterioro del estado general y de unas molestias muy penosas de vivir. En estos casos estará justificado intentar modular la fiebre hasta un punto en el que el paciente pueda vivir su proceso de una manera más confortable.
Insisto, en ningún caso el objetivo del tratamiento de la fiebre ha de ser suprimirla pues esto no acorta ni mejora la evolución de la causa y deja al organismo sin un gran aliado en su recuperación.
El tratamiento debe centrarse en la causa de la fiebre.
Una excepción a esta norma serían los niños pequeños en el contexto de temperaturas muy altas (39º-40º) por el riesgo de que puedan desencadenarse convulsiones febriles.
Cómo bajar la fiebre
¿Cómo comportarnos frente a la fiebre? Lo primero es entender, vuelvo a insistir, que solo debemos tratar la fiebre para dar confort al paciente y bajaremos la temperatura hasta el punto en que la persona ya se encuentre razonablemente cómoda.En mi experiencia, en la mayoría de los casos con medicamentos homeopáticos y medidas generales suele ser suficiente y solo en casos excepcionales tendremos que utilizar otro tipo de fármacos como el paracetamol o el ibuprofeno.
Estas opciones de tratamiento que vamos a comentar se pueden indicar de forma aislada o combinándolas en la medida de la necesidad y de cada caso en particular.
Medidas generales.
- Descansar.
Esta es la primera y posiblemente la
única de obligado cumplimiento en cualquier caso. Si tu cuerpo está
intentando recuperarse dale la oportunidad de poder contar con todos sus
recursos y energía. Así que descansa, siempre.
- Mantén una hidratación adecuada.
Agua, caldos de verduras, infusiones o
limonadas caseras pueden ser muy buenas opciones y lo ideal sería
alternarlos a lo largo de la jornada. Hay que procurar evitar bebidas
isotónicas y refrescos comerciales. Así que comer ligero e hidratarse
bien.
- Vestirse y arroparse según necesidad.
Lo recomendable, en principio, es hacerlo
ligeramente para permitir que el cuerpo se refrigere de forma natural
pero es cierto que en muchos casos de fiebre la persona puede sentir
fiebre e incluso escalofríos y temblores. En estos casos nos taparemos
lo suficiente como para estar cómodos y si rompemos a sudar deberemos
respetar el proceso hasta que cese de forma espontánea.
- Paños húmedos en frente y pies y baños templados.
Sobre todo los paños frescos son una medida sencilla y que suele aliviar mucho. Los baños han de ser cortos y nunca fríos.
Fármacos convencionales.No voy a entrar en el manejo de los antitérmicos convencionales, tan solo comentar que es recomendable no dar ibuprofeno a menores de seis meses ni paracetamol a menores de seis semanas. También es conveniente no dar ningún antitérmico a ningún bebé antes de consultar con el médico. Y en ningún caso usar aspirina en menores por el riesgo de desarrollar el síndrome de Reye.
Solo decir que, en caso de necesidad y siempre que no esté contraindicado como en los casos que acabo de comentar, estos medicamentos pueden utilizarse combinados con las medidas generales y con los medicamentos homeopáticos, de los que paso a hablar ahora mismo.
Medicamentos homeopáticos. Particularidades y ventajas.
- Los medicamentos homeopáticos, a diferencia de los convencionales, no suprimen la fiebre, la modulan.
Y esa es la labor precisamente de los medicamentos homeopáticos; no eliminarla sino modularla y calmar los síntomas que pueda producir manteniendo una temperatura corporal que siga siendo beneficiosa para la buena evolución del cuadro en curso.
- Podemos utilizarlos en cualquier paciente independiente de su edad y estado; bebés de días, pacientes polimedicados o embarazadas
- Podemos combinarlos si fuese necesario con otros medicamentos para la fiebre, analgésicos para el dolor, antibióticos, quimioterápicos en procesos tumorales o con cualquier otro fármaco que se necesitase según la patología a tratar.
- Los medicamentos homeopáticos son muy fáciles de tomar.
- Una particularidad que encierra uno de los valores más destacables de la homeopatía es posibilidad de individualizar el tratamiento de manera indicaremos uno u otro medicamento según como se manifieste la fiebre en cada paciente.
ACONITUM NAPELLUS.
Usaremos Aconitum en fiebres elevadas de comienzo brusco con congestión y calor en la piel y ausencia de sudor. El paciente suele tener sed intensa y estar agitado. La indicación se refuerza si la fiebre aparece a lo largo de la noche y se origina tras un enfriamiento brusco del paciente esa misma tarde.
BELLADONNA.
Aquí la fiebre también es de aparición rápida con congestión en la cara y dolores pulsátiles de cabeza. El paciente tiene la piel roja y caliente pero esta vez sí suda. Tiene sed y sensación de sequedad de boca. Le molesta mucho la luz, los ruidos, que le toquen, por lo que busca estar acostado, tranquilo y con poca luz.
Es uno de los medicamentos homeopáticos indicados en fiebres en los niños que tienden a convulsionar.
GELSEMIUM.
La fiebre aquí aparece poco a poco, de manera más progresiva. La persona se encuentra débil, abatida, con dolor de cabeza y escalofríos que pueden llegar a temblores seguidos de sudoración. No suele presentar sed y puede tener el rostro muy congestionado. Son también característico el dolor corporal, como si fueran agujetas.
BRYONIA ALBA.
Esté medicamento estará indicado en casos de fiebre con cefalea, agujetas y dolores articulares. El paciente tiene una sed intensa y lo más característico de este cuadro febril es que la persona desea estar completamente inmóvil en la cama porque el más pequeño movimiento le agrava de todas sus molestias.
FERRUM PHOSPHORICUM.
En mi experiencia, este el medicamento más utilizado en fiebres poco elevadas, lo que llamamos febrículas. En la cara suelen alternar la palidez y la congestión y suele estar húmeda. Es muy útil en esos cuadros aun poco definidos en donde el paciente se queja de un dolor leve de garganta u oído y que puede acompañarse de una sensación de malestar general también leve.
APIS MELLIFICA.
Fiebre muy intensa que se mantiene en meseta. Suele asociarse muy frecuentemente con dolor fuerte de cabeza y con inflamación edematosa de la garganta con una sensación de ardor y dolor que mejora con el frío. Es muy característico también la ausencia de sed a pesar de la fiebre alta.
Insisto, son solo algunos ejemplos para ilustrar las posibilidades de tratamiento que nos ofrece la homeopatía en los estados febriles. Por supuesto podremos tratar al paciente con un solo medicamento homeopático o combinar varios según el caso. Y también podremos añadir algún medicamento homeopático que tenga relación con la causa de la fiebre. Si, por ejemplo, la persona tiene fiebre en el contexto de una cistitis podremos combinar algún medicamento homeopático para modular la fiebre si es muy molesta y combinarlo con los medicamentos homeopáticos indicados en esa cistitis. Y si fuera necesario un antibiótico, pues tampoco habría ningún problema en añadírselo.
Como veis la homeopatía amplía nuestras posibilidades de tratamiento con medicamentos seguros, compatibles con cualquier otro medicamento que el paciente necesite, adaptando siempre el tratamiento a la situación clínica particular de cada persona.
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