lunes, 10 de junio de 2019

Gracias, Almudena, por activar la lupa de la conciencia, esa señora sin género, número ni caso, patria de las despiertas y despiertos, empeñada en quitar vendas de los ojos al personal, resituando los conceptos de trivialidad y urgencia, una función básica para no perderse por el camino de la lucidez y la honestidad, de la modesta e imprescindible inteligencia


Trivialidad


@virginiam.r | INSTAGRAM
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Es un asunto trivial, una menudencia en comparación con los grandes temas de los que depende en estos momentos el destino de España. Virginia, una mujer joven, muy mona, se toca el pelo mientras mira a la cámara. Dice que va a ver el lugar donde trabaja su pareja. Entra en un despacho descomunal y la cámara enfoca una pared de color, otras blancas, los cuadros de las paredes y, al fondo, la mesa donde trabaja un hombre también joven, pero mayor que la narradora. No está mal, opina ella, pero hay cosas que no me gustan. Ésta sí me gusta, precisa, enfocando al director general de la Agencia Pública de Educación de la Junta de Andalucía. Cariño, di hola, le pide, y él, obediente, dice hola, saluda con la mano. Luego, Virginia concluye que va a tener que redecorarlo todo. Y ya está. Es un asunto trivial, no dura mucho más de un minuto. Pero a veces un minuto es suficiente. A veces, en un minuto, caben muchas de las cosas que a algunas personas nos resultan odiosas, las celebridades de Instagram, las mujeres florero, el modelo de feminidad de Barbie, la exhibición de la intimidad, la falta de respeto de los funcionarios públicos por la dignidad de su trabajo. Si él hubiera sido un alto cargo de una multinacional, a ella no se le habría ocurrido grabar, y mucho menos publicar, ese vídeo. Para acabar de arreglarlo, Ciudadanos, el partido del director general, lo ha excusado diciendo que él no se enteraba mucho de lo que pasaba. Aquel día, en las puertas de los colegios públicos de Sevilla, las AMPAS se manifestaban para protestar, porque las aulas no están climatizadas y los niños y niñas asisten a clase con un calor infernal, más de treinta grados. Mientras tanto, Virginia sonreía a la cámara. Es un asunto trivial, ya digo, una menudencia.

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