Pero de cuanto se ha dicho en las últimas horas merece ser escuchado con atención el anuncio hecho por Teodoro García Egea, secretario general del Partido Popular, porque constituye el principio fundamental del obstruccionismo político. No solo no vamos a facilitar la investidura de Sánchez, dijo, sino que la vamos a dificultar. Postura que tendría sentido si hubiera alguna alternativa, pero no la hay. Postura que sería entendible si de esa forma quisiera Egea forzar unas nuevas elecciones en las que su partido pudiera obtener la victoria, nada más lejos de la realidad. Es simplemente la lógica de ese partidismo enfermizo que padecemos y que tanto daño está haciendo, del que cree que la responsabilidad de Estado sólo compete a quien ocupa el poder.
Como remate, Egea sentenció y lo hizo sin reírse. La coherencia no puede perderse nunca en política. Olvidando que su jefe Pablo Casado pasó en 24 horas de ofrecer ministerios a Vox a renegar de ellos y hacerse centrista. El señor Egea no solo demuestra la soltura desprejuiciada del patriotismo de pulsera -España solo me importa si mando yo- sino que nos advierte del filibusterismo que nos espera en esta legislatura.
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