sábado, 2 de diciembre de 2017

Y al fondo, en la base, siempre: la Izquierda

Cien años de la Revolución rusa ¿Acabar con el capitalismo o acotarlo? Debate en el centenario de la Revolución rusa

‘Espacio Público’ organizó este jueves un coloquio público en el que intervinieron grandes voces conocedoras de lo que ocurrió en Rusia en octubre del 17 y los cuales charlaron sobre la revolución y sus cien años de historia


Mesa de debate formada por Enrique del Olmo, como moderador, y Núria Parlon, Juan Carlos Monedero, Laura Camargo y Gabriel Flores, como ponentes.


 ¿Podríamos organizarnos para acotar o limitar el capitalismo que actualmente opera sin control? ¿Existe algún partido que hoy en día pueda, o quiera, poner fin al sistema capitalista en nuestra sociedad?
Preguntas como estas, junto a otras muchas reflexiones, se plantearon en el debate que, con motivo del centenario de la revolución rusa de 1917, "la revolución que reinventó el mundo", organizó Espacio Público para recordar y discutir sobre el legado y las consecuencias de aquel trascendental acontecimiento histórico. Fue el broche, que no el cierre, de meses de actividad de un debate abierto en la web por el profesor Josep Fontana, en el que se han recogido una treintena de aportaciones de expertos, analistas políticos, economistas, historiadores, militantes y activistas. 
Los asistentes empezaron a llegar al lugar del encuentro, el Espacio Ecooo de  Madrid, con una hora de antelación, para presenciar y/o participar en el coloquio que cobró vida de la mano de Núria Parlon, alcaldesa de Santa Coloma de Gramenet, Juan Carlos Monedero, profesor de Ciencia Política de la UCM, Laura Camargo, diputada en el Parlament de les Illes Balears, y Gabriel Flores, economista. La revolución blochevique, sus enseñanzas, la evolución del estado soviético, su repercusión mundial, las luces y las sombras que proyectó el viejo comunismo, los proyectos de la izquierda... serían algunas de las claves de la sesión presencial del debate.
El evento, que sirvió para recordar el cambio social de aquellos años y la lucha de la clase obrera que se organizó y luchó para hacer realidad una utopía, fue moderado por Enrique Del Olmo, que planteó al panel de ponentes cuatro grandes cuewstiones:
​¿La revolución rusa se produjo a destiempo, en un país económicamente atrasado? ¿Qué avances sociales se consiguieron con la revolución y en especial en materia de derechos de las mujeres? ¿La degeneración estalinista se encontraba en el propio germen de la revolución rusa? Y ¿qué elementos progresivos cabe atribuir al socialismo real?, ¿fue un elemento negativo para la humanidad la caída del muro que separaba occidente del este de Europa?
Del Olmo acabó el planteamiento del debate presencial recordando dos tesis contrapuestas, planteadas en el debate por escrito. La de del urbanista Jordi Borja, segun la cual el socialismo real permitió civilizar el capitalismo, y la de Juan Manuel Vera, que sostiene que el coste humano del stalinismo fue tan grande que no cabe pensar en compensación posible. ​

Las enseñanzas

Los asistentes tomaron la palabra para ilustrar desde diferentes puntos de vista el recuerdo de una época que sirvió para, en palabras de Gabriel Flores, “extraer, entre otras cosas, enseñanzas negativas sobre hechos que no se pueden repetir”. Y es que, los participantes coincidieron en un aspecto: la revolución fue un hecho histórico del cual cabe extraer muchas lecciones pero no para repetir ninguna experiencia,  porque es imposible pero además, porque tal como dijo José Luis de Zárraga desde la la fila 0 del evento, la historia debe servir para reinventarla.
Con el desarrollo del coloquio, que comenzó y finalizó poniendo de manifiesto discrepancias, varios participantes destacaron el hecho de que la revolución rusa fue un hecho irrepetible.

Núria Parlon dejó en el aire esta pregunta: ¿podríamos ser capaces de organizarnos para acotar el capitalismo económico financiero que obra sin ningún tipo de control dentro de sociedades aparentemente democráticas?
"La historia debe servir para reinventarse"
Y también respecto a la situación actual, Juan Carlos Monedero explicó que "estamos en tiempo contrarrevolucionario", en el cual las minorías se atreven a enfrentarse a las mayorías.

Explicó que la revolución fundó un tiempo nuevo. "Se hizo posible lo imposible”, dijo. “Lo realmente importante son los efectos de la Revolución rusa" y ver cual es "su relato”, añadió, porque "siempre perdemos los relatos".

"Cuando el poder está en la calle hay que atreverse", dijo, pero dejó en el aire otra pregunta: ¿hay que dar las batallas cuando se sabe que se van a perder?

La revolución posible tiene que ver, explicó, con el capitalismo que se encuentre en marcha. En 1917, el Estado y la situación económica eran muy diferentes a los de ahora. En la actualidad no es necesario “pegar tiros” para hacerse con el control del poder, afirmó Monedero. 
Y también de lo que calificó como un “terrible error”: el divorcio entre revolución, y reforma. Cuando tomaron caminos diferentes, se volvieron el problema de la sociedad.

El profesor recalcó en su intervención la necesidad de una utopía en la que creer.
Marga Ferré durante su intervención en el debate por el centenario de la Revolución rusa, organizado por Espacio Público.

El papel de la mujer

Núria Parlon fue la primera y más insistente ponente que mostraba su preocupación por clarificar lo que fue la mujer en la Revolución rusa del 17. “El principal fracaso fue renunciar a una revolución verdaderamente feminista”, dijo. El problema principal para que no funcionara esta revolución fue el tiempo. “Las mujeres tuvieron muy poco tiempo para conseguir una revolución real”, aseguró.
La ponente trató de explicar que la mujer es un sujeto pasivo en la propia revolución. Criticó duramente que cuando se estudia el movimiento ruso del 17 las grandes figuras que se recuerdan son hombres: Lenin, Trotski, Stalin. No hay mujeres en los libros de texto cuando se habla de la Revolución rusa.
"La teoría lo aguanta todo", afirmó Núria Parlon, para poner en duda la existencia  del ‘hombre nuevo’ del que hablaba Karl Marx. Las mujeres de la revolución rusa, sin embargo, dieron pasos de gigante en la lucha feminista que en el mundo occidental llevamos a cabo muchos años después y consideramos un logro. Esos triunfos fueron, principalmente, el amor libre, el divorcio y el aborto.
"El principal fracaso fue renunciar a una revolución verdaderamente feminista"
Un elemento clave que destacó la ponente fue la necesidad de emplear una perspectiva de género en cualquier revolución. El principal aprendizaje para un cambio social en la actualidad es intentar descubrir por qué duró tan poco en el tiempo la lucha feminista en Rusia. Parlon intentó esclarecer que este hecho perpetuó lo peor de un tiempo viejo como es la desigualdad entre iguales y culpó a Stalin de acabar con el movimiento de las mujeres.
En apoyo a estas ideas se manifestaron varios de los presentes. En concreto, Laura Camargo, subrayó las aportaciones a la lucha feminista de las mujeres rusas, que lograron entenderse y organizarse, un problema del feminismo actual, apuntó, pero replicando a Parlon recordó que el papel clave en la revolución rusa de mujeres como Alexandra Kollontai.

"Sin mujeres no habrá revolución", señaló Camargo en otro momento, pero también indicó que "el patriarcado es preexistente al comunismo" y ello explica que la lucha de las mujeres fuera aplastada con el stalinismo.

La derrota del comunismo

La revolución fue, para los participantes, sin duda, un movimiento único en todo el planeta. Enrique del Olmo había planteado otra idea esencial, muy discutida desde siempre: ¿fue una revolución prematura en un lugar inadecuado?

En palabras de Marga Ferré, que también intervino desde la fila 0, es imposible hacer balance de la Revolución rusa sin hablar de lo que significó la Unión Soviética. "Es injusto no reconocer el impacto planetario de la revolución de octubre", refiriéndose en concreto al papel de la URSS en la lucha contra el nazismo y en apoyo de los movimientos de liberación de los paises colonizados por las potencias occidentales.
Para Laura Camargo la cuestión fundamental cien años después es reflexionar sobre lo ocurrido, porque se sigue necesitando hacer política hoy y hay que aprender a mirar hacia atrás. “Las masas decidieron organizarse para tomar las riendas de su destino”, dijo. Citando a Rosa Luxemburgo, presente en muchas de las intervenciones que ha habido en este debate, la ponente explicó que la revolución se hace por necesidad, y que ese requisito se encuentra en la necesidad de salir de un atasco histórico.
Muchos de los participantes lo dejaron claro: no se trató de un golpe de Estado.

Desde esta perspectiva, Jose Luis Mateos señaló que el fracaso del comunismo no hace bueno al capitalismo, y Jaime Pastor, también presente en el evento, afirmó que los bolcheviques ganaron porque fueron demócratas y pacifistas consecuentes. "Hay que resignificar la democracia  y el socialismo", "hoy interesa más la revolución rusa que lo que vino después", afirmó.

En el mismo sentido, Elena Cabezalí puso énfasis en el hecho de que la revolución rusa paró la guerra mundial, puso fin a "una horrible carnicería", e insistió en que la democracia de los soviets era muy superior a la de democracia de la asamblea constituyente que disolvieron.
Cabezalí se refirió en este punto a Rajoy y a quienes identifican la democracia con el Estado de Derecho. "La base de una democracia real es la soberanía popular", afirmó.

Manolo Garí trasladó al debate de Espacio Público una pregunta que le había formulado esta misma tarde una joven en una charla sobre la revolución rusa que acababa de dar en un instituto: ¿Hay algun partido que hoy en día quiera acabar con el capitalismo? Y añadió otra: ¿qué papel juega la democracia en ese aspecto? "No hay proyecto socialista sin democracia socialista", respondió.
Pedro Chaves durante su intervención en el debate por el centenario de la Revolución rusa, organizado por Espacio Público.
El politólogo Pedro Chaves indicó que había que felicitarse por el hecho de ser capaces de reflexionar sobre las enseñanzas de octubre del 17. Recordó que Lenin, Trotski y Bujarin ya señalaron que la revolución sólo era posible si se extendía a otros países. "No hay que sacralizar la revolución", pero según él también es preciso rebajar "la sobreestalinización de la URSS".  "Hay que tener en cuenta las reivindicaciones históricas", del momento"¿Nos creemos los procesos de empoderamiento popular?”, preguntó.
Fernando López Agudín, otro de los participantes, aportaba una premisa sin la cual no se entiende un hecho como este. “No hay revolución sino se rompe lo establecido”, dijo el periodista y analista político, que recordó no obstante que Lenin señaló que lo más dificil para los revolucionarios no era tanto la toma del poder como saber qué hacer con él.

​López Agudín puso el acento por otra parte en la validez de las tesis bolcheviques sobre la cuestión nacional y en la defensa del derecho de autodeterminación de las naciones.
El sociólogo José Luis de Zárraga, por su parte, opinó que lo que demuestra la historia es que "no hay modelos a copiar", de la Revolución rusa, ni de ninguna, recordando además que lo que se planteaba la mayor parte de la sociedad rusa en 1917 no era una mejora en las condiciones de vida. Se trataba de una cuestión de supervivencia.

Insistió Zárraga por otra parte en que “visto lo que ha pasado desde 1989 no se puede hacer balance positivo de la desaparición del bloque socialista”.
Gabriel Flores se encargó de dar la puntada final a este denso debate con una breve reflexión sobre el momento actual de la izquierda: El comunismo perdió con la contrarrevolución, y en la actualidad cualquier idea naciente desde las raíces comunistas es aplastada."No tenemos un proyecto político alternativo", dijo. El que surja vendrá dado por la "acumulación de experiencias", "tendremos que acostumbrarnos a vivir con discrepancias" y “a trabajar en la penumbra”, "sin prejuicios", en ausencia de un nuevo proyecto emancipador. 


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Ahí están. No se  cansan nunca. Pero si se cansan alguna vez, se levantan y siguen caminando. Son La Izquierda -la genuina- pero no lo gritan desde los púlpitos de rebaños y pastores:lo trabajan, lo analizan, le dan forma a la idea, comparten lo que hay y crean entre todos lo que no hay: espacios renovados y pedagógicos en los que respirar aire más limpio, más fresco, más generoso. Son especialistas en convocar, en escuchar y abrir puertas, ventanas y sótanos oscuros para que entre la luz y nadie se la apropie como cosa suya ni como puerta giratoria en las eléctricas. No son establishment, ni componenda, ni fabricantes de contubernios mediáticos, son humanidad despierta y en activo, que se renueva sin cercenar sus raíces justas y necesarias. Imprescindibles. Que no se resigna y no abandona el no-combate, que le llama lucha a la perseverancia en lo justo, al no ceder ante la presión de las aguas fecales y sus cloacas. Mientras el basurero rebosa mierda, ellos se juntan para pensar y sentir con todos y todas, para construir lo que la basura ha podrido sin remisión y sigue pudriendo sin solución de continuidad. 
Ahí están sin escalafones ni privilegios, con el alma, el corazón y la inteligencia a flor de vida, de mesa, de trabajo común y de codo con codo. Ellas y ellos convocan la asamblea del Titanic en la sala de máquinas, no en el puente de mando ni en el salón de baile con la orquesta que son ya un imparable suicido colectivo. Han abierto a golpes de lucidez entre todos/as una escotilla hermética y viejísima para poder salir a flote por estribor, donde espera la lancha salvavidas de la misma conciencia comunitaria y diversa. 
Hay revolucionarios que aman y no matan, hay socialistas limpios y sin miedo, como Nuria Parlon, mujeres sin tapujos como Ferré, Cabezalí, Camargo, hay podemitas íntegros y limpios de corazón entusiasta como J.C. Monedero, peña como Mateos, Pastor, López Agudín, Zárraga,Chaves, Garí, en medio de toda una sala llena de sillas habitadas por algo mucho más que "gente". Por conciencias participantes y hermosas. Sin barreras, ni banderas, ni escudos, ni consignas, ni intereses egócratas, un estallido de inteligencia colectiva como lo fue en su momento la Asamblea de Zaragoza para debatir el drama de Catalunya. 

Algo muy profundo y decisivo se está moviendo, y como siempre, al fondo y a la izquierda. Donde comienza la esperanza y respira la libertad. Donde el espíritu acampa y se hace carne. Derechos, justicia, escucha, diálogo, dignidad y fratría solidaria sin vallas ni alambradas ni CIES ni caballos de Troya política teñidos de rojo pero con purasangre azul en realidad. Que como a las cabritas del cuento no nos time el lobo feroz una vez más con el timbre de voz impostado y la pezuña enharinada para engañarnos mejor: la sangre es roja y el corazón humano está orientado a la izquierda. Por algo será. Y que no se nos olvide nunca: por sus frutos se distingue el árbol sano del árbol podrido.


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