miércoles, 13 de diciembre de 2017

Filtrando mosquitos y tragando diplodocus: el Congreso






Bronca de Ana Pastor: "Los españoles nos están viendo y se abochornan"

La presidenta del Congreso de los Diputados, Ana Pastor ha abroncado a los diputados y diputadas de la cámara cuando estaba interviniendo la ministra de Empleo, Fátima Báñez


Bronca de la presidenta del Congreso a los Diputados: "los españoles nos están viendo y se abochornan" / ATLAS








La presidenta del Congreso, la 'popular' Ana Pastor, ha abroncado a los diputados por lo que considera "faltas de respeto" a los oradores en el Pleno del Congreso, especialmente por el ruido en el hemiciclo, y les ha acusado de "abochornar" a los españoles.
Esta nueva llamada de atención de Ana Pastor a sus señorías ha llegado en la última sesión de control del año en el Congreso. En una pregunta a la ministra de Empleo, Fátima Báñez, la presidenta de la Cámara ha parado la sesión para mandar un mensaje a sus señorías ante las "tertulias" que estaba observando dentro del hemiciclo por parte de algunos diputados.
"Señorías, les ruego a todos silencio y respeto al orador en cada momento. Si no, me veré obligada a llamarlos uno a uno", ha avisado la presidenta, visiblemente molesta por que en las últimas semanas haya tenido ya que llamar al orden a los diputados por escenas similares.
La tercera autoridad del Estado ha querido subrayarles, una vez más, que el hemiciclo "no es un lugar de tertulia" y ha invitado a aquellos diputados que no tenían intención de atender sus ruegos a abandonarlo. "Representamos a todos los españoles y nos están viendo y se abochornan de que haya tanta falta de respeto", ha sentenciado.

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Vale, periodistas, habéis convertido una vez más en noticia la anécdota de Freulain Rottenmeyer reprendiendo a Heidi porque pone los codos en la mesa, sorbe la sopa y no utiliza bien la pala del pescado, pero no nos habéis contado cosas mucho más importantes: ¿cómo es la mesa, caben todos o sólo unos cuantos?, ¿hay platos, asientos y comida para todos?,¿qué ha cocinado la ministra Báñez  en la olla ppodrida de sus fogones?, ¿qué ingredientes lleva el menú, son sanos o tóxicos, son adecuados y suficientes para la cantidad de comensales o sólo ha cocinado para los que ocupan la cabecera de la mesa y mientras ellos comen los demás miran? ¿Y qué pasa con los comensales 'invitados' por obligación a un debate decisivo en el que no han aparecido, dejando vacío medio comedor? ¿A esos no les riñe nadie cuando se les cita para dar la cara y no aparecen? ¿Qué es más grave: que los asistentes comenten algo entre ellos o que no haya asistentes en el lado derecho del hemiciclo? ¿De qué cree la tercera autoridad del estado que estarán los españoles más abochornados: de los comentarios sottovoce o de la no asistencia a los plenos, de lo que se dice en el parlamento con o sin demasiado protocolo o de lo que machaca y se destroza al des-gobernar al gusto de la banca internacional y del Ibex35, tirando a la cuneta la justicia social, o permitiendo que los discursos del jefe del gobierno y sus acólitos ministros sólo mientan o se regodeen con los malos tratos sociales sin que ninguna Presidenta o Presidente les llame al orden para recordarles que la hipocresía en política es corrupción moral que acaba siendo corrupción materializada por falta de principios y de conciencia, se responsabilidad y que es estupendo y necesario cumplir normas siempre que las normas no sean una farsa para tapar la podredumbre del fondo?

Claro, que para que algo así sucediese esta España que padecemos tendría que refundarse. Nacer de nuevo. Y eso no será posible mientras las reglas de urbanidad que aprendimos en el franquismo por fajines y medallas, sigan ocupando el lugar de una educación saneada, limpia de miras y abierta a  horizontes más lúcidos  y respetables.
Tan triste y grave es la situación, que hasta la prensa, que debería ser el cuarto poder por su independencia se nos ha quedado como agua de borrajas estancada: solamente a pie de anécdota estrepitosa cotilleable  pero sin fundamento. Carca y coenta. En castellano no tenemos una expresión semejante a  coent que en valenciano, catalán y mallorquín significa  algo así como la síntesis entre hortera-cursi, garrulo con pretensiones de glamour, quiero y no puedo porque no doy para más pero  me pongo de puntillas para dar el pego de una estatura aparente y unos aspectos de los que carezco. Seguramente si la Presidenta del Congreso supiera catalá, valenciá o mallorquí, entendería mucho más el significado del lenguaje que define e indica las actitudes,  riquezas que al conocer un solo idioma en un estado multicultural y plurilingüístico no se nos  aportan cuando permitimos que unas banderas y una Constitución mal interpretada nos colapsen las neuronas.
España tiene un filón privilegiado con sus cuatro idiomas, para desarrollar la inteligencia colectiva mejor que en zonas con una sola lengua, en realidad podríamos estar a la altura de los suizos que sí supieron en su día valorar el tesoro de respetar, valorar y dominar tres lenguas en un mismo estado, pero en nuestro caso, como la coentor generalizada sobre todo en las zonas más abandonadas culturalmente, que son muy amplias, no permite que el idioma mayoritario dominante comprenda sus propios valores territoriales, estamos desde siempre en el parvulario del civismo y de la evolución social. Con un Parlamento que parece un kindergarten, no tanto por los 'niños' como por el profesorado más rimbombante interesado en que los niños nunca sean adultos para mangonearlos mejor, por eso no pueden hablar en clase y se ven obligados a dejar a un lado las normas.

España es un país muy aferrado a la rutina. La creatividad y los cambios le dan mucho miedo. Y no digamos en lo institucional, donde cuentan mucho más los rituales que los contenidos, la apariencia que la realidad. Cualquier innovación se vuelve sospechosa y no digamos si esa innovación rompe moldes, como es que se pueda hablar en el Parlamento sin molestar a nadie y sin interrumpir la sesión. Se puede insultar con el desprecio, llamar chisgarabís y tonto solemne a Zapatero, se puede desprestigiar a los adversarios políticos inventando infundios, se peude destrozar el estado tensionando a Catalunya hasta hacerla saltar por los aires, meter en la cárcel a los políticos insumisos con muchas causas, que no delincuentes,  el pp es experto en esa especie de artillería de manufactura dictatorial, pero eso no incumple la normas de un Parlamento del Paleolítico.
Lo que el pp no puede soportar es la igualdad, el mirar de frente y no de arriba abajo y viceversa. La política sana e inteligente está basada en la igualdad recíproca no en las jerarquías que no son propias de la democracia verdadera donde en realidad no hay cargos más importantes que otros sino responsabilidades de más o menos amplitud, sino   encargos de la ciudadanía en los que todos tienen un peso de servicio idéntico: sin lo menos vistoso no funciona lo más aparatoso, son encargos,   no títulos vitalicios feudales, el mismo respeto se le debe a todos por igual.
Si a veces hay comentarios en las bancadas que hacen demasiado ruido (el pp es especialista en montar pollos cuando no le gusta algo) lo democrático no es reñir a los diputados como si el hemiciclo fuera un parvulario, sino preguntarles qué quieren y si desean comentar algo hacer un hueco para que se expresen. Es lo más pedagógico, porque los parlamentarios valorarán si vale o no la pena lo que estàn diciendo y tendrán más cuidado cuando hablen en petit comité.
Lo que la Presidenta no se imagina es que los españoles pasan olímpicamente de ver los debates precisamente porque les parecen un paripé donde sólo se puede decir lo convenido y preparado aunque no toque (¿cómo olvidar la sesión en que Rajoy no pudo responder a Irene Montero porque lo dejó sin argumentos que no se esperaba y endosó un discurso de respuesta en el que citó a Azaña sin saber a quién había citado y dirigido a Pablo Iglesias que aún no había hablado) en ese plan no hay debate sino monólogos consecutivos que sólo escuchan en serio los colegas de bancada del monologuitsa de turno; los demás están conectados al móvil, jugando al Candi Cruss, protestando en voz baja, mirando a la inopia, consultando el reloj o leyendo un libro de Pérez Reverte, por ejemplo. Además de demostrar un desinterés descomunal, es patético.
Por eso se agradece tanto que Unidos Podemos haya llevado al Parlamento la energía y el discurso interesantísimo de la verdad sin tapujos y llamando a las cosas por su nombre y para nada molesta oirles protestar en los escaños: están vivos, despiertos y atendiendo a cada palabra y no protestan porque se sienten aludidos ni insultados personalmente sino porque la actitud del Parlamento ppero es insultante para la ciudadanía y ellos, sí, son portavoces, mucho más que "representantes" de una agencia de colocaciones políticas vitalicias y hasta hereditarias constituida como partido político para forrarse como una de sus principales cabezas ha asegurado sin cortarse un pelo.
A la ciudadanía le encantaría que la rigidez y la tiesura artificial del Parlamento se humanizasen y que nadie desde el podio más alto mandase callar a los parlamentarios sin preguntarles qué necesitan decir en voz alta y animarles a que lo digan, aunque sea en medio de un discurso , precisamente, esa circunstancia, haría el debate integrador y mucho más vivo, real e interesante. Me pregunto si una Presidenta/e del pp, rígidos y tiesos como una mopa, podrían tener capacidad, fluidez y respeto por la pluralidad para hacer un trabajo semejante. De momento creo que sería imposible y un verdadero trauma para ellos, que dejaría al aire,  como ya viene siendo casi un trámite, los menudillos del emperador, una vez descubierta la falacia de su traje invisible. Se comprende que con estos riesgos quieran tenerlo todo atado y bien atado, que es lo único que se les da de maravilla.

El problema estaría zanjado si la coraza normativa que gestiona la presidencia se hiciese flexible y cada vez que un diputado o más necesitasen explicar o preguntar algo al resto pudiesen hacerlo con el simple movimiento de levantar la mano, se le toma el turno y se da un tiempo para todos igual, y así se dispone de unos minutos para compartir lo que se piensa in situ, como se hace en las asambleas cívicas y va de maravilla. El Congreso podría invitar al 15M para que les entrene en el difícil arte de poder expresarse todo el mundo con cierta soltura, con un tiempo  y un turno adecuados, que los compañeros regulan voluntariamente sin necesidad de  una presidenta o presidente ad hoc. Pero de momento parece que las instituciones están en un plano demasiado coent como para salir de él por mayoría y que al lado troglodita no le dé un patatús.

Para explicar mejor el concepto disponemos de una estupenda herramienta investigadora como lo es el cine español: el de Almodóvar, sin ir más lejos, es un perfecto ejemplo audiovisual de la coentor española. Sólo falta averiguar si lo hace desde la denuncia de ése peculiar "carisma" o desde su genuina condición de coent que ha identificado naturalmente con la esencia  ppatria. Dado el numero de películas que  lleva hechas en la misma onda y el coentorazo perpetrado en "La flor de mi secreto" cabe pensar que sea lo segundo.
En contraposición, un par de  ejemplos absolutamente anti-coents serían La vida secreta de las palabras de Isabel Coixet o Gary Cooper que estás en los cielos de Pilar Miró.



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