lunes, 11 de diciembre de 2017

Cuando la verdad escandaliza mucho más que la mentira como sistema


La bisexualidad de una alcaldesa



eldiario.es



Ada Colau, alcaldesa de Barcelona Ada Colau, alcaldesa de Barcelona EFE / Luca Piergiovanni

Ada Colau  verbalizó en la tele su bisexualidad y ha habido una avalancha de reacciones. Tal avalancha demuestra que, en una sociedad como la nuestra, la diversidad sexual no está normalizada. De ahí la importancia de que lo hiciera. Lo dijo, además, con la misma naturalidad que si hubiera dicho que tuvo un novio en Cuenca. Y esa naturalidad es más importante aún: fue la representación de lo que viven muchas personas en esta sociedad que, sin embargo, reacciona a ello como si hubiera dicho que tuvo una novia extraterrestre.
Ha habido medios que se han referido a sus declaraciones con el término “confesión”, como si fuera algo que Colau hubiera tenido oculto, a pesar de que ella misma ha comentado que su novia estaba, como es lógico, perfectamente integrada en su familia, y que todo su entorno lo supo siempre y lo vivió con naturalidad. La misma naturalidad con la que lo ha contado cuando se ha presentado la ocasión. Hacerlo así supone precisamente desmontar la estructura de homofobia y machismo que considera confesión lo que no es sino visibilidad de lo que no debe estar oculto.


Por supuesto, no han faltado quienes han acusado a Colau de oportunismo electoralista por verbalizar su bisexualidad. Es una acusación manipuladora, dado que lo mismo podría decirse de cualquier cosa que haga o diga cualquier candidato en periodo de campaña o cualquier político, como ella, que apoye a una candidatura. Con la diferencia de que, incluso aceptando que puedan ser electoralistas, hay gestos y gestos: algunos no sirven para nada y otros sirven para mucho. El de Colau sirve para mucho: empodera, da fuerza, seguridad y apoyo a muchas personas, acaso muy jóvenes, que son víctimas de esa homofobia machista. Por tanto, es muy de agradecer, en cualquier caso, que una política aproveche la campaña electoral de su formación para lanzar mensajes de tanta importancia social. Una importancia que es política, por más que haya voces interesadas que insistan en que lo de la novia italiana de Colau pertenece a su vida privada. No: como ya nos dijera el feminismo, máxime cuando está sometido a opresión y discriminación, lo personal es político.
La verbalización de Colau sobre sus intentos de violación y, ahora, sobre su bisexualidad adquiere una profunda dimensión política. De esa verbalización emana la visión de una sociedad más libre y justa, es decir, más avanzada. Una visión que, inevitablemente, marca las políticas de la que fue activista y es alcaldesa de Barcelona. Una visión que entiende que todo proceso político actual ha de ser necesariamente feminista.
Pero es que a Colau hay muchos que no le perdonan que haya llegado a alcaldesa de Barcelona, precisamente por ser la activista a la que conocimos echando un mítico rapapolvo en el Congreso de los Diputados a bancos y patronal (el poder de los desahucios) y por ser una alcaldesa explícitamente feminista. Recordemos al concejal del PP Óscar Bermán, quien se atrevió a escupir que "en una sociedad seria y sana, Ada Colau estaría limpiando suelos y no de alcaldesa de Barcelona". Recordemos los ofensivos términos en los que ha sido calificada por periodistas ultracipotudos como Carlos Herrera, Salvador Sostres o Arcadi Espada (por cierto, fundador y apoyo mediático de Ciudadanos).
Tampoco ha faltado quien ha hecho broma fácil con la “ambigüedad” de Colau, relacionando su bisexualidad (que no tiene nada de ambiguo: te atraen las mujeres y te atraen los hombres) con sus posiciones durante los últimos capítulos de procés. Porque eso tampoco se le perdona. La alcaldesa de Barcelona, que siempre ha dicho que no es independentista, ha tenido el papel más difícil en estos meses: seguir gobernando para todos los ciudadanos, independentistas o no, y recibiendo la presión de unos y otros para que hiciese algo que no debía: decantarse. Al tiempo, ha tenido que seguir trabajando con socios políticos como el PSC, hasta que el apoyo del PSOE a la aplicación del 155 lo hizo inviable. A pesar de condenar con contundencia la brutalidad policial del 1-O, la han acusado de equidistancia, tergiversando la ecuanimidad que exige su cargo y que ella ha logrado, a veces a duras penas, mantener. En otros mandatarios esa responsabilidad se habría considerado altura política. En ella se ha tachado de poltronismo.
A Colau, en fin, se la ataca por todo, incluido lo mejor. Ha dicho que está “radicalmente en contra de la DUI, pero también del abuso de la prisión preventiva, que no queremos ni para independentistas ni para nadie”, pero de nada sirve que demuestre la sensatez que tantos piden, se ve que con la boca pequeña. Ahora también la atacan por haber tenido la naturalidad de verbalizar lo que somos muchas: bisexual. Naturalidad que en esta sociedad homófoba y machista aún hay, lamentablemente, que calificar también de valentía. 

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Todo el proceso de acoso y derribo de la nueva sociedad española está quedando al descubierto día tras días. Si no es que Unidos Podemos va cuesta abajo, es que Catalunya en Comú es proindepen, oportunista, equidistante o incapaz de definirse por un bando o por otro y de no andar por la vida peagados a las banderas. 
Ahora le toca el turno a Colau, tras los christmas nazis -puros delitos de odio aun sin calificar por "la justicia"- de la policía municipal de Madrid dedicados a Carmena, tras el penoso escrache amenazante de los ultras valencianos en la puerta de la casa de Oltra. Los residuos enquistados del franquismo además de fosilizados en el Pleistoceno en la política más carca e impresentable, están muertos de miedo. 
Ya no es la función de Colau como alcaldesa lo que critican, ahora es también su mundo privado, su forma de entender y vivir su sexualidad.
Qué escándalo, y sobre todo que lo cuente en la tele xd! Porque en privado se puede hacer de todo, para eso somos liberales neocon, desde ser homosexual hacer el paripé y casarse y hasta tener hijos con una mujer (de momento sólo se puede ser padre por esa vía, natural o de alquiler) como tapadera profesional y siempre que no se sepa lo que hay, al mismo tiempo que se va a misa los domingos, se deja morir a los refugiados en el mar, en las vallas o en los CIEs, y se roba al estado a manos llenas, creando una miseria inhumana y en las antípodas de esos  evangelios que el cura lee en la iglesia para que le escuche la arquitectura gótica, las vidrieras  y los retablos barrocos, porque la inmensa mayoría de los fieles está en la inopia y ya hasta se dan la paz por el guasap y comulgan por Amazon, aunque hagan el paripé en el templo. Mientras se reciben los sacramentos de manos sucísimas de curas sexópatas y pederastas, que se van trasladando de parroquia en parroquia desde donde predican que hay que perdonar cualquier cosa y seguir poniendo la otra mejilla para que la violen también. Anoche vi Salvados y me quedé más horrorizada que de costumbre, ante el culto a la hipocresía de esa iglesia, en la que ni siquiera escribir al papa tiene la menor importancia para el llamado derecho canónico, que el papa aprueba in tacendo et de facto, -si no fuese así lo cambiaría que para eso es el chamán supremo y jefe absoluto de su estado, nada menos que el lugarteniente de dios, ¡pordiós!- y suspendería ad divinis a los interfectos, en vez de seguir la estrategia del perro tan ladrador como poco mordedor, del shakespeariano mucho ruido y pocas nueces. Justo, el modus vivendi et operandi de la derecha española. Hipocresía, mucho más parecida a los fariseos que a Jesús de Nazaret. Esta iglesia  mayoritariamente está por Judas, como dejó clarito Ratzinger cuando defendía al colega de las treinta monedas afirmando que sin Judas Jesucristo no se habría revalidado como hijo de Dios (qué manera tan cutre y mísera de entender los recursos de  dios y, en concreto, a Jesús).
Lo mismo que se bendice el pecado porque cuando dices que te arrepientes te da un subidón de energía redentora y por eso es tan normal y tan 'humano' pecar para poder ser perdonados una vez y otra. Ninguna serie de tv te va emocionar tanto como sentir que alguien dio su vida en una cruz infame que adoras para que tú sin reparar en las consecuencias, peques, te confieses, reces padrenuestros y vuelvas a pecar, como beben y vuelven a beber los peces en el río del villancico. Tiene narices a lo que se agarran para ser cada vez peores y más cínicos.

Claro que el perdón es imprescindible en la relaciones humanas, pero para que se active de verdad y valga para algo, hay que cambiar y dejar de jugar al arrepentimiento de sacristía quitaypón, para regenerarse en la práctica consciente. Y no estar enganchados al pecar-arrepentirse-pecar, etc...ad infinitum, porque me da la gana y luego ya si eso se lo cuento al colega que me absuelve, porque él seguramente está como yo: es un santo pecador/un pecador santo, como nuestra querida puta-santamadre iglesia ( lo de puta que conste que no es cosa mía sino del Apocalipsis de Juan evangelista, el de Patmos, que la lama ramera innumerables veces a lo largo de su relato reveladory como se ve no se equivocó ni chispa en el calificativo ni en el relato).
Cuando Jesús perdonaba, añadía una cosa muy importante que a la iglesia le da yuyu: estás perdonado/a, vete en paz y no peques más. El arrepentimiento no es una aspirina social ni espiritual para salir del paso, sino un hecho antropológico de cambio de ruta, de mirada, de entendimiento e iluminación, de madurez de la conciencia, no un numerito masoquista y de farándula ritual. Es el sentido de la conversión -literalmente, en latín, darse la vuelta como un jersey o girar 180º-. Dar un cambio vital, libre y autoconsciente, que en los primeros tiempos del posterior cristianismo, tras un intenso período de introspección personal y de profundización en el mensaje de Jesús y en su ejemplo de vida cotidiana, que se asumía como maestría para sí mismo, se celebraba con una confesión pública de la vida que se había llevado hasta entonces y una  inmersión completa en agua, y un posterior resurgir de ese ahogamiento simbólico del pasado, con una nueva vida.

La iglesia católica, con las prisas y la ambición por propagarse, como un partido político, sustituyó ese largo e intenso camino personal por el apaño del bautismo de los recién nacidos que ya, como nos ha pasado en España con el franquismo, quedan encadenados a lo atado y bien atado, que al parecer le adjudican a Jesús: 'lo que atéis o desatéis en la tierra quedará atado o  desatado en el cielo', entendido a su bola cratófila, claro. Jesús no se refería a atar personas, vidas, ni devociones heredadas al destino del hombre, sino a la responsabilidad transcendente de lo que hacemos, omitimos o deshacemos en nuestra vida. Añadiendo que todo tiene consecuencias cósmicas, como ahora está descubriendo la física cuántica con las sincronicidades o el efecto mariposa. 

Esa peña malformada y por ello deforme, que es la esencia de la hipocresía endógena mediante el miedo, se permite criticar y tirar piedras a quien tiene el valor de no mentir en público cuando le preguntan por sus intimidades. Es cierto que Ada Colau podría no haber contestado a la pregunta, está en su derecho, pero prefirió decir la verdad, una actitud ética y coherente que es la base de todo activismo y comportamiento decente. Si queremos un mundo más humano y mejor, no podemos ni queremos mentir en nada, aunque no tenemos por qué contestar lo que no le importa a nadie más que a una misma. Pero Colau elige explicar el hecho bisexual en primera persona y lo hace como un testimonio activista y pedagógico, no como propaganda electoral, porque al mismo tiempo que supuestamente ese hecho podría capitalizarse para los votos, también le va  quitar muchos votos de los que piensan votarle pero no aceptan la bisexualidad. El argumentario pepero es tan zafio y grotesco que no se entiende que ganen si no es a base de  pucherazo. Esas acusaciones son de la escuela del refrán: piensa el ladrón que todos son de su condición, porque ellos sí usarían algo semejante como propaganda electoral y de partido si tuviesen la seguridad de que les va a dar votos. 

Posiblemente el pp se lavó por primera y única vez las legañas machistas y discriminadoras de su oposición frontal a la Ley de Igualdad, como si nunca hubiesen rechazado,criticado e impedido los derechos de los LGTBI: celebraron su cambio de visión sin reconocerlo jamás en la Ley de Igualdad, y a título póstumo, en la boda de Maroto con una alegría y un jolgorio astracanil que resultó esperpéntico, pero la España sana y normal no le acusó de nada retorcido, falso o estratégico, sino que se alegró mucho y sinceramente de que los torquemadas a piñón fijo de siempre diesen señales de estar entrando en un estado más lúcido, más humano y  menos cafre, dando un salto cualitativo desde el medievo al siglo XXI. Claro, que aún les queda mucho por reconocer en ese sentido y en todos. El pp no conoce todavía el valor ético del arrepentimiento, del pedir perdón con propósito de enmienda social que es mucho más urgente que privado y en confesión que al parecer no cambia nada precisamente porque no es pública y no compromete ni vincula la responsabilidad. Los primeros cristianos sólo se confesaban una vez y era en público, ¿por qué? Para que quedase atado y bien atado su compromiso social de no volver a las andadas porque entonces ya dejarían de ser creíbles y válidos para ellos mismos y para su entorno. El tejemaneje de la confesión ha emppobrecido irremediablemente la capacidad digna de asumir nuestras responsabilidades. Nos ha privado durante casi veinte siglos de la transparencia, de la verdad íntima y compartida y del derecho a ser lo que se parece y parecer lo que se es. 

A Jesús de Nazaret no le habría escandalizado para nada el hecho de que Ada Colau reconociese en público su bisexualidad. Sólo contarían para él su sinceridad, la limpieza de su corazón inteligente y solidario y todos los seres humanos que gracias a su trabajo y a su empreño incansable, salvaron sus casas y sus vidas condenadas a la ruina segura, sin techo y pagando una hipoteca interminable y en demasiadas ocasiones al suicidio. Asuntos enojosos pero 'normales' que a los devotos escandalizados del pp y compañía c's-psoe, les importaron un rábano en su momento tanto como ahora mismo. 

Parece mentira que el pp y sus huestes sean tan católicos y tan poco cristianos. España tiene que liberarse urgentemente de la peor de sus ataduras: la hipocresía farisaica como conducta habitual, casposa, meapilas, miedosa, cegata  y bastante estúpida.

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