El Salvados de ayer dejó muy claro que ni Rovira ni Arrimadas están en condiciones nada menos que de presidir la Generalitat de Catalunya. Ambas tienen el cerebro en la lavadora en pleno centrifugado, cada una con su trozo de poder de derecha nacionalista versión castellana-versión catalana, y presididas por el mismo motor del Ibex35.
Si a los catalanes les quedaba alguna duda al respecto, el recital en estéreo de anoche, seguramente, les aclaró la cuestión de elegir entre lo malo conocido por duplicado. Jordi Évole es especialista en deshacer entuertos y reventar burbujas y trolas, simplemente mostrando realidades bajo la lupa de la inteligencia: él sugiere con finísima sencillez y ellas, en este caso, se hacen el harakiri mutuamente. Zipi y Zape. Pili y Mili. Rinconeta y Cortadilla. No son el pan y el hambre como lo fueron Iglesias-Rivera en su cara a cara, sino doble ración de la misma hambre y de la misma cara. Demasiada. Aquellos dos eran el derecho y el revés, estas dos son la derecha sin revés. Catalunya es demasiado inteligente para tragar tanto sapo junto. Después de anoche, resulta imposible creer la noticia de que C's está que se sale de encuestas, después de ver a su candidata en acción. Si eso fuese cierto, Catalunya habría dejado de ser Catalunya para convertirse en las Batuecas. Y va a ser que no. Anoche ninguna de las dos marías consiguió borrar la presencia silenciosa de Ada Colau. A cada tópico y mantra sobado que se espetaban la una la otra, se hacía más y más elocuente la ausencia de ese otro paradigma femenino, comprometido con la realidad social, que nunca habla de dogmas aprendidos de memoria sino desde la realidad incontestable de la base social que durante años se comparte en la calle, ésa que te deja sin argumentos alambicados, que te desnuda y te descalza de hábitos que hacen al monje y a las monjas, como estas sores de la Hermandad del santo Pufo.
Anoche quedó muy claro lo que es "representar" y lo que es ser conciencia portavoz. Lo que es barullo palabrero y lo que es sustancia. Y cuando en un coloquio la única sustancia posible la pone el entrevistador apaga y vámonos. Hemos llegado a un momento de cambios esenciales en el que a las palabras, para ser creídas, además de no ofender la inteligencia, se les exige que se correspondan con la realidad que significan semióticamente, o sea, que se manifiesten, en plan chomskiano de gramática generativa, aun más allá de la raíz, desde la semilla, y a la falta de esa correspondencia la han bautizado como "postverdad". Lo que equivale a la pegatina publicitaria de la mentira-trampantojo. Y a menudo, -como anoche- ni siquiera la mentira, cuyo reconocimiento ya es una forma de verdad.
En esas tesituras discurrieron anoche los monólogos de Arrimadas y Rovira. La voz de sus amos respectivos. Guau, guau. Nada que rascar ni en catalán ni en castellano. Definitivamente lo que quedó en el aire fue una pregunta sin respuesta: Jordi, ¿cuándo entrevistarás a Ada Colau, Xavi Doménech y a Anna Gabriel? Está muy bien que nos muestres el lado gore de Catalunya por eso mismo tenemos mono de algo más nutritivo que no se columpie constantemente entre la presustancia y la postverdad.
Estoy segura de que Jordi lo hará en su momento y conseguirá que con la cuenta nueva coloquemos el borrón en su sitio y quede muy claro quien es quien antes del plebiscito que a lo mejor sale por los Cerros de Úbeda y deja los arrimamientos y las rovireces con un palmo de narices. Como Pinocho.
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