sábado, 26 de noviembre de 2016

Tener un rector plagiador da la medida de nuestra universidad




Un rector que plagia es como un bombero pirómano, como un policía que roba o como un médico que envenena en lugar de sanar. El plagio es la antítesis del conocimiento y la investigación, y pocas cosas deberían abochornar más a una universidad, a sus profesores y a sus alumnos que tener como máxima autoridad a un plagiador. No hay mayor estafa en un académico que copiar. No hay mayor vergüenza en una universidad que estar dirigida por un plagiador.
Fernando Suárez, rector de la universidad pública Rey Juan Carlos, plagió párrafos enteros, páginas completas, en al menos siete trabajos académicos, según la investigación que estos días estamos publicando en eldiario.es. Copió hasta las erratas, hasta los pies de página, frase por frase, autor por autor. Plagió a estudiantes, a catedráticos, a asesores…a todo un presidente de la Academia de Historia y también a una humilde doctoranda. Copió y mintió sin parar.
El colmo de su carrera lo desvelamos hoy: es el séptimo ejemplo de plagio que hemos encontrado y es muy probable que aparezcan más. El rector publicó un capítulo de un libro colectivo sobre las Cortes de Cádiz. De las 45 páginas que tiene este texto firmado por el rector, 43 son copiadas: fusiladas a partir de trabajos de cinco autores distintos, plagiados de principio a fin.
El rector tendrá que responder en los juzgados por sus plagios. Uno de los que ya han anunciado demanda es el catedrático de derecho de la Universidad de Barcelona Miguel Ángel Aparicio. Lo contó en esta entrevista, donde nuestra compañera Raquel Ejerique preguntó si había hablado con el rector tras conocer que le había plagiado. Su respuesta no puede ser más sincera: “Ni lo he intentado. ¿Para qué? ¿Para insultarle?”.
El rector insulta a la universidad con sus plagios y también a la inteligencia con las excusas con las que se intenta esconder.  Lean íntegra la “declaración institucional” que ofreció ayer –con eldiario.es se ha negado a hablar–. Lean y no solo por la novedad de conocer un texto del rector donde, que sepamos, no ha copiado a nadie. Fernando Suárez explica que “es posible” que haya cometido “disfunciones": “Porque soy humano”. Manipula al mezclar la copia industrial de patentes con el plagio académico y excusa sus copia-pega porque no eran “ideas originales” y porque tampoco obtuvo un beneficio económico.
El rector miente en su explicación. No solo porque sus corta-pegas van mucho más allá del simple error de un ser humano, de los que tropiezan siete veces en la misma piedra. O porque sea indignante, además de falaz, que acuse de poco originales a los mismos autores a los que copia. Ha recibido al menos dos pluses en su sueldo gracias a su prolija producción de artículos académicos. La agencia estatal evaluadora tendría que revisar si también le puntuaron como un mérito artículos que eran plagiados.
Que una de las universidades públicas esté dirigida por un rector así explica mucho, y nada bueno, del sistema educativo español. Los plagios cotidianos del rector dan la medida de su falta de ejemplaridad, algo que también demuestra con gestos como instalar un sistema informático antiplagio... para los alumnos. O con con el reparto arbitrario de las vacantes de profesores, en contra de los criterios que fija la ley, según ha sentenciado la justicia.
Pero lo que más indigna no es que un estafador intelectual, un parásito de la investigación, haya llegado a dirigir un templo del conocimiento. Es que después de descubierto siga atrincherado ahí, gracias al corporativismo de quienes le protegen. Gracias al silencio cómplice de la Conferencia de Rectores, del  ministro de Educación y del gobierno autonómico de Madrid que preside Cristina Cifuentes –hermana de una de las profesoras “de reconocido prestigio” (presentó la tesis doctoral hace apenas un año y ya es prestigiosa) que la Rey Juan Carlos contrató.
La próxima vez que alguien se pregunte qué pasa en este país para que solo haya una universidad española entre las 200 mejores del mundo –la de Barcelona, en el puesto 122–, que mire en la Rey Juan Carlos. En el ejemplo de este rector plagiador tiene una respuesta universal.

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Querido Nacho Escolar, ¿cómo no ver con "naturalidad" y sin el más mínimo vestigio de sorpresa que un rector de universidad se atrinchere en su cargo y en el corporativismo más desvergonzado, por algo tan inocuo e insignificante -desde el punto de vista pepero- como copiar a calzón quitado sin gota de vergüenza, si el mismísimo Gobierno está en el mismo plan, si hace dos días ese gobierno impuso al Parlamento un homenaje al paradigma de la corrupción que fue la anterior alcaldesa de Valencia imputada y sentada en el banquillo del Tribunal Supremo por una ristra interminable de asuntos indecentes gestionados por ella,  por la misma serie de horrores de gestión que sus subordinados están pagando, y sin que el propio pp se dé por aludido en lo más mínimo? 

El rector de la UJCP es una manzana podrida más del infinito contenedor de pputrefacciones ppatrias. Una ppodredumbre de tal calibre, dimensiones y enjundia, que ya tiene hasta esppecialidades. Se puede ser corruppto municipal, legislativo, ejecutivo, judicial, docente, emppresarial,liberado, ppor opposición, adjunto, interino, director o subordinado, ppresidente/a o vice ambas cosas...En ese pplan, la democracia tiene su ppunto de igualdad ppor emulación y hasta ppor lógica de la más zafia y desppreciable esppecie, cuando sólo queda lógica en el hueco irremediablemente vacío que deja la ausencia absoluta de ética. 

Baste con escuchar el asombro y la incappacidad de los pprofesionales de la emppresa estatal, para distinguir lo decente de su opuesto, que exppresa el universo ppeppero al referirse a la corruppción.
Por ejempplo: "Es que es imposible gobernar sin corrompperse, por eso la corruppción es un 'mal necesario' en ppolítica". Y algo así no alucina nadie; y nadie dice nada en serio sobre el tema; y no se suspende sine die la atención de la audiencia al medio  hasta que haya un signo de cordura decente por parte del órgano mediático y  pproppagador de barbaridades deformadoras de la conciencia colectiva;y todo sigue igual. Lugares tan recomendables y gatocascabeleros lo aseguran con mucha más frecuencia de lo recomendable y a veces, incluso, se puede oír hasta en otros espacios mediáticos menos fascio-significativos como las tertulias de cualquier plató o emisora sistémica disfrazada de guay, las mismas que proclaman el derecho al homenaje de cualquier corruppto o corruppta que la ppalme en acto de servicio. 

Ya es hora de que vayamos atando cabos y de comprender de una ppuñetera vez  que cada horror que descubrimos sólo son síntomas de una gravísima enfermedad sistémica, no casualidades sin conexión y eventos fortuitos o nacidos de la mala voluntad de unos rivales políticos que se dedican a calumniar a muerte a los santos mártires de la sinvergonzonería, que pueden permitirse por derecho de ppernada ser buenas personas, con dignidad como hijos, hijas, padres y madres, hermanos, parejas, muy amigos de sus amigos y al mismo tiempo, -en el mejor modelo Jekill-Hyde-, esquizoides ladrones y ladronas de guante blanco y chanchullo negro, con el resultado de un pasar desapercibidos en gris y en aforado mientras la ciudadanía corre con los gastos y sufre todos sus abusos como pagaré a cuenta interminable.

Además, tiene su lógica que una universidad amparada en un santo patrono como Juan Carlos I esté a la misma altura ética del personaje. No sé por qué nos choca tanto lo de su rector. Estamos avisados desde hace mucho tiempo. Con tales modelos canonizados, no se puede esperar menos de esto.



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