viernes, 11 de noviembre de 2016

Ay Diohmmío!




Querido Don Bergoglio 

Nos tiene usted en un sinvivir; cada día nos apabulla hasta el anonadamiento con sus reflexiones pontificias. Vaya, vaya, lo de hoy sobre los comunistas que piensan como los cristianos le ha quedado monísimo, de durse, como le dirían en Andalucía; sólo que llega un poco tarde. Ya se le adelantó en eso la Teología de la Liberación hace la tira de años. Sólo que aquella buena gente lo confirmaba con sus actos dando el callo entre los pobres de verdad y viviendo ellos mismos la pobreza evangélica por puro amor, trabajando un par de años picando en las minas de Oruro, para conocer de cerca la realidad en que vivían el evangelio sus convecinos padres de sus alumnos, hasta dar la vida, incluso, ante los dictadores que se llevaban tan rebién con su santidad cuando era arzobispo de Buenos Aires,-que para muchos hijos de Dios perseguidos por la dictadura fueron bastante Malos Aires, por cierto-, sí, muchos cristianos de base dieron la vida a cambio de la liberación para nada aparentemente, por defender los derechos y la dignidad de sus hermanos machacados por los amigos importantes de la Santa Madre Iglesia, ésos que después de ordenar y ejecutar torturas y penas de muerte, se iban directos a misa y a comulgar o a recibir algún papa visitante siempre tan comprensivo con los poderosos de este mundo y dando tan buenos consejos a los pobres sobre el perdón a los asesinos de sus familiares o secuestradores de sus hijos y nietos y la resignación para aceptar la voluntad de los multimillonarios camuflada por la iglesia, de voluntad de dios. Qué bien les viene que ese dios no hable y no cuente lo que sabe de todo eso ¿verdad?  ¿Será que se ha contagiado por el secreto de confesión?

Lo que ustedes se gastan en incienso y estatuas de santos y madonnas, o en áticos de lujo como el de Rouco, o en mantener palacios arzobispales semi vacíos con la que está cayendo en el tema de la vivienda, ellos, los "comunistas" impíos se lo gastaron y se lo siguen gastando en procurar a sus hermanos de humanidad, educación, atención primaria, cuidados y amor en primera línea de fuego, gracias a Dios, al que sí habla y muy claro además, al que quiere escucharle, obviamente. Porque él habla sin parar en los acontecimientos del día a día y no en los misales ni en los breviarios, que son sucedáneos y trampantojos de la carne y la sangre verdadera del Hijo del Hombre.

Yo imaginaba que un detalle tan bonito como ése de que los comunistas piensan como los cristianos, a un papa tan cariñoso, tan abierto y lindo, le alegraría muchísimo, sobre todo por lo evangélico que resulta y lo universal que es el amor de Dios entre sus criaturas, por encima de cualquier bagatela ideológica que a la hora del amor se queda en nada. Por supuesto que todo el que piensa en la preferencia de los pobres, abandonados y marginados antes que en sí mismo, está haciendo igual que Jesús, sea comunista, sufragista, socialista, electricista o cuidador de pollos chechenos, aunque diga que es  ateo, a Dios eso le da igual, actúa en su corazón y él obedece a ese impulso de justicia y de compasión. Dios, nunca se ofende, nadie ni nada puede ofenderle, somos nosotros los que ofendemos y nos ofendemos en un juego infantil y egocéntrico que nos lleva a imaginar una importancia cósmico-patológica que no tenemos. Si a Dios se le pudiera ofender con tanto tiquismiquis no sería Dios sino una especie de Donald Trump absolutamente fuera de lugar. Está tan ocupado en amar que ni se acuerda de tanta mojigatería ritual, sobre todo estando este mundo como está. Y a saber cómo estará el resto de universos. Al ver la ceguera de los humanos y el emperre de las religiones por sustituirle, se lo toma con calma y espera a que se vaya agotando la estupidez por sí misma, total lo del tiempo a él no le afecta para nada. Y así a lo mejor, de paso, aprendemos en carne propia lo que significa la parábola del hijo pródigo.

Lo bueno que tiene Dios es que no clasifica a nadie por el cariz de sus ideas, que nos ama como somos y nos comprende; Jesús, por ejemplo, lo tenía clarísimo, lo mismo impedía una lapidación a una adúltera (el adúltero debía tener bula de inmunidad pagada de antemano) aprobada por la ley judaica, que acogía a las prostitutas, que curaba al siervo de un centurión romano, a un vivalavirgen cobrador de impuestos traidores como Leví, alias Mateo, ese Jesús que le hubiera dado un abrazo de hermano al mismo Karl Marx, que le habría entendido a su vez mucho mejor que tantos católicos fervientes, que de haber conocido al verdadero Jesús le habrían considerado un disoluto, un blasfemo y un botarate irreverente y con muy mal pronto contra los puestos de los mercaderes en el Templo. No me quiero imaginar la que se podría liar entre la Guardia Suiza vaticana, los cardenales y el clero asistente, si Jesús irrumpiera a latigazos en la Plaza de San Pedro, un domingo por la mañana tirando puestos de estampitas, escapularios, rosarios y medallas, diciendo que aquello es una cueva de ladrones y una estafa en el nombre de un dios que nada tiene que con Dios, como sucede en las catedrales, por ejemplo, donde además de mantenerse con dinero público, se cobra la entrada para visitarlas e incluso se cierran capillas al culto para que se pague la visita. 

No se por qué no me imagino a Jesús llamando demagogos y barrabases a nadie. Por ejemplo ni a Herodes ni a Pilatos les dijo nada cuando tuvo la oportunidad de cantarles las cuarenta cara a cara, ni a los zelotes tampoco, que eran los terroristas del momento, pero a los capitostes religiosos los ponía a caldo. ¿Se imagina por qué, santidad? Porque los políticos de corte demagogo y corrupto son lo que parecen: unos sinvergüenzas o unos impresentables como Trump o como los del partido popular español, al menos son auténticos en eso. Se les ve venir y se muestran con todo su cinismo de abusones. Pero la casta clerical, en todas las épocas de la historia va de ejemplar, de santa, de perfecta, señalando las imperfecciones y pecados de los demás desde una soberbia capitolina, convencida de que tiene las llaves de la despensa celestial y de los permisos de entrada en el paraíso ultraterreno. Y luego,en realidad, son como todo el mundo y muchas veces peores por lo retorcidos y diabólicos, por el doble juego de la ley del embudo, porque ellos sí saben lo que está mal y lo hacen a conciencia, por ejemplo, la pederastia, los abusos de todo tipo, el vivir del erario público sin ganarse la vida con un trabajo y cobrando el servicio religioso como un comercio de vanidades sacramentales y con la manipulación de las conciencias de por medio. Por eso Jesús les llamaba de todo menos guapos y por eso le crucificaron, porque el pueblo más que ir contra Roma, antes acabaría por salirse del enjuague hipócrita y por pasarse a los jesusianos o jesusitas, que no cristianos, que entonces allí nadie hablaba ni entendía el griego para saber lo que era el "krisma o el "kristós"". Jesús ahora mismo, sería igual que en aquel tiempo, un incordio y una pesadilla para "su" iglesia, que seguramente, jamás tuvo la intención de fundar, viendo la trayectoria de su vida y la actitud con que acogía los vítores y deseos de su pueblo de proclamarle rey. Salía corriendo y se escondía para que le dejasen en paz. No dejó nada escrito. Y sabía escribir y leer, había leído públicamente en la sinagoga y trazaba signos y letras en la tierra, a veces al curar. Si hubiese querido fundar algo lo habría dejado muy claro y por escrito, pero su intención no era fundar nada sino ser un motor activo y que su vida entregada como alimento despertador de conciencias, cambiase la energía y la percepción de los seres humanos con la fuerza de una verdad ante todo existencial, transparente y  llena de contenido en sí misma que abriese a lo universal las mentes y las conciencias cerradas de los humanos. Eso es la divinidad encarnada en todos. Y al parecer el único que se enteró de algo fue Juan el que acabó en Patmos escribiendo el Apocalipsis, que contra tanto dramatismo como produce es un libro de esperanza sin límites para quienes buscan respuestas a los absurdos de un mundo incompresible desde una mente sana y un alma decente. Los demás hicieron lo que pudieron, que fue mucho para el momento aquel, pero insuficiente para las generaciones que siguieron en el tiempo. 

Sin embargo, fíjese, don Bergoglio, qué bien escribe Dios con renglones torcidos, una vez hundido el cristianismo en el olvido del evangelio real y puesto totalmente al servicio del dinero, de la guerra y del poder como institución que incluso condenaba como herejes a los fieles que pretendían vivir más fielmente el mensaje que intuían acerca de la pobreza evangélica y l la igualdad de los hijos de Dios sin diferencias ni categorías, salió por ahí otro judío, Karl Max, diecinueve siglos más tarde y llevo el mensaje de Jesús traducido a los nuevos tiempos, a los pobres y explotados del mundo, ya sin la máscara religiosa, directamente al alma, que su materialismo parecía negar cuando dice que la religión  es el opio del pueblo, y sin embargo es la misma profunda verdad que predicó Jesús con su vida, su obras y su condena a muerte de cruz.


Arriba los pobres del mundo
En pie los esclavos sin pan
alcémonos todos al grito
¡Viva la Internacional!
Removamos todas las trabas
que oprimen al proletario,
cambiemos el mundo de base
hundiendo al imperio burgués. 
(léase el imperio romano, por ejemplo,
español o  norteamericano o bancario
o chino o ruso)

Agrupémonos todos,
en la lucha final,
y se alzan los pueblos
por la Internacional. (Bis)

El día que el triunfo alcancemos
ni esclavos ni dueños habrá,
los odios que al mundo envenenan,
al punto se extinguirán.

El hombre del hombre es hermano
derechos iguales tendrán
la Tierra será el paraíso,
patria de la Humanidad.

Agrupémonos todos
en la lucha final.
Y se alzan los pueblos
por la Internacional.
Agrupémonos todos
en la lucha final.
Y se alzan los pueblos ¡con valor!
por la Internacional.

El reino de Dios que Marx describe es una sociedad justa, libre e igualitaria para todos por igual. Donde nadie por poco que tenga carecerá de lo fundamental. No sé si usted ha escuchado alguna  vez la letra de la Internacional Socialista, la iniciativa de Marx, pero seguro que siendo un alma sensible le servirá de meditación, sobre todo en tiempos como estos donde un Trump o un Rajoy o una Marine Le pen o una Merkel sin entrañas, pueden dejar en la calle a medio mundo solo protegiendo, legalizando  y premiando la especulación desalmada y la corrupción general si da dinero mientras se recortan salarios,derechos y hasta la vida humana presionando hasta el suicidio a quien se siente acorralado y sin salida por ningún sitio sin haber cometido otro delito que trabajar como un esclavo para empresas que protegidas por esos políticos y magnates que van a visitarle y que usted recibe como jefe de Estado, se liquidan para llevarse el dinero a paraísoso fiscales y el trabajo a países del Tercer Mundo donde pueden pagar con un par de euros al día 10 y 12 horas de trabajo que han quitado en su país. Esos ladrones sin alma, son cátolicos y se dicen cristianos, puede que hasta lo sean de verdad, lo que no son es de Jesús ni de Dios. Ni siquiera son humanos de verdad.

Don Bergoglio, no sé si usted sabe todo esto, imagino que sí y no sé qué estará usted haciendo en esta tragedia para evitarla o remediarla en lo posible, de momento poco se nota su santa influencia ni el resultado de sus indignados discursos. A lo mejor es que hace falta algo más que palabras.  De lo único que estoy segura es de que Jesús,verdaderamente libre y lúcido, jamás habría sido papa ni jefe de estado pontificio y que jamás se habría ordenado sacerdote en una iglesia que se vendió al imperio que le crucificó y masacró mártires por un tubo, que hizo cruzadas salvajes y sacrificó durante siglos a miles de inocentes en la hoguera solo por llevarle la contraria, aunque fuera hablando de astronomía, una iglesia que de haber pillado a Jesús sin saber que era él le abría quemado vivo por no obedecer sus barbaridades y hacer lo contrario de lo que dicen sus dogmas.

Comprendo con mi mentalidad espiritual y laica, como era la de Jesús, que tal vez es que ya no sea tiempo de mantener un estado político-religioso de tal  laya, -que tal vez jamás debió existir, si se hubiese entendido el evangelio- cuando la conciencia de millones de seres humanos ha superado evidentemente barreras de libertad y filiación divina que esa institución mantiene aún vigentes aferrada a un patético anacronismo que sólo se explica por apego ansioso a seguridades que ya lo son para muy poca gente con muy pocas luces y con mucho miedo a los cambios.
Jesús repite una frase muchísimo:no temáis. Creo que sería muy necesario seguir su consejo y cambiar de una vez ese baile de disfraces en un testimonio sano de vida normal y comprometida con la normalidad del evangelio, de la comunidad humana, y comprender que lo más tierno, bondadoso y sabio que Dios nos transmite es su preciosa y natural humanidad. Totalmente encarnado en el prójimo, en cada uno de nosotros y de nosotras, y especialmente en los pobres, que son su huella y llamada palpable al cambio de paradigma social, aunque eso no significa que debamos ensalzar la miseria para dar limosna y sentirnos bien, sino esforzarnos porque la sobriedad responsable de todos sea el método que elimine la miseria de tantos millones de abandonados y expoliados por los ricos de este mundo; porque como dijo Albino Luciani muchas veces, Dios también es Madre. Y podemos añadir, que también es hermano. Familia. Humanidad. Naturaleza en flor de vida, regalo constante de gracia impredecible, más allá de culturas, religiones, dogmas "infalibles", costumbres e ideologías. Dios habita en la libertad de una gracia que llega a nosotros cuando recuperamos la inocencia convertida en amor sin  límites ni prejucios, ni juicios. Amor y sólo amor, que es el motor de la vida eterna, que ya empieza aquí con nuestro despertar, con nuestra resurrección a un plano más sutil, amplio, ético, justo y hermoso, donde la muerte no sólo no da miedo, sino que es simplemente la puerta de entrada a nuestra nueva casa universal. E beati saran quelli che caminneranno in pace e nella tua volontá che sorella morte non gli  fará male. Escribió Francesco, el titular original del nombre, aunque era también un mote cariñoso, realmente se llamaba Giovanni. Como usted se llama Jorge Mario. Que la luz y la fuerza le acompañen hermano. Las necesita urgentemente.

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