Carta de Abraham Lincoln a Joshua Speed, 1885
Lincoln presenta el borrador de Proclamación de Emancipación a su gabinete.
Francis Bicknell Carpenter (1864) - Senate.gov
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20 de
Noviembre de
2016(Público)
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Abraham Lincoln y Joshua Speed se conocieron en
Springfield, Illinois, en la década de 1830. Aunque Speed regresó a su
Kentucky natal, ambos siguieron siendo amigos el resto de sus vidas. En
esta carta, Lincoln expone su pensamiento sobre la esclavitud, contrario
al de Speed, que creció en una plantación y tenía esclavos trabajando
para él. El año antes de que Lincoln escribiera esta carta, el Congreso
aprobó la Ley Kansas-Nebraska, según la cual el Compromiso de Misuri de
18201 quedaba abolido y los territorios abrían sus puertas al
esclavismo. Esta ley supuso un punto de inflexión en la carrera de
Lincoln, como él mismo afirmó: “Cada vez me interesaba menos la
política, hasta que la abolición del Compromiso de Misuri me estimuló de
nuevo”.
Springfield, Illinois
24 de agosto de 1855
Apreciado Speed:
Ya sabes lo mal corresponsal que soy. Desde el día que
recibí tu muy agradable carta del 22 de mayo, ha sido mi intención
escribirte una respuesta. En tu carta sugieres que en lo que a acción
política se refiere, tú y yo discreparíamos. Supongo que estarás en lo
cierto, aunque no tanto como podrías pensar en un principio. Ya sabes
que me disgusta la esclavitud, y tú plenamente admites que no está bien,
en un sentido abstracto. Hasta aquí no hay motivo de disensión. No
obstante, manifiestas que sería preferible ver la Unión disuelta antes
que renunciar a tu derecho a poseer esclavos, sobre todo si la petición
proviene de aquellos que carecen de intereses en el asunto. Que yo sepa,
nadie está pidiéndote que renuncies a ese derecho, yo menos que nadie. Dejo completamente a tu voluntad esa decisión. También reconozco cuáles son tus derechos y mis obligaciones
con respecto a tus esclavos, según la constitución. Confieso que
detesto ver cómo se persigue, y caza, y lleva de regreso a los suyos y a
sus duros trabajos no recompensados, a las pobres criaturas, pero me
muerdo el labio y mantengo mi silencio. En 1841, tú y yo realizamos un
tedioso viaje en estiaje con un barco de vapor desde Louisville a St.
Louis. Quizá recordarás, como yo no olvido, que desde Louisville hasta
la boca del Ohio había a bordo unos diez o doce esclavos atados con
grilletes los unos a los otros. Esa visión me proporcionaba un tormento
incesante, y algo similar veo cada vez que navego por el Ohio, o
cualquier otra frontera esclavista. Parece cuando menos ciertamente
injusto asumir que tal cosa carece de interés alguno para mí cuando ha
tenido, y sigue teniendo, el poder de hacerme sentir mezquino. Más bien
deberías apreciar cuánto crucifica sus sentimientos la mayoría de gente
del Norte solo para ser fiel a la Constitución y a la Unión.
Me opongo a que se extienda la esclavitud, porque mi
juicio y sentimientos así me lo dictan; y nada me obliga a lo contrario.
Si en este asunto tú y yo debemos disentir, disintamos pues. Dices que
si fueras presidente, mandarías un ejército y ahorcarías a los líderes
de las atrocidades que se cometieron en Misuri durante las elecciones de
Kansas; aunque, si Kansas vota ser un estado esclavista en unas
elecciones justas, tendrá que ser admitida, o la Unión tendrá que ser
disuelta; pero, ¿y si se declara esclavista de manera injusta? es decir,
¿con los mismos medios que justifican en tu opinión ahorcar a hombres?
¿Tendría entonces que ser admitido o tendría que deshacerse la Unión?
Ese será el nudo de la cuestión tan pronto se convierta en realidad.
Cuando asumes que la decisión de Kansas acerca de la esclavitud será
justa, constato que tú y yo discrepamos sobre la Ley Kansas-Nebraska.
Cuando considero ese decreto no pienso que sea una ley, sino un acto de
violencia desde su concepción. Fue concebida con violencia, aprobada con
violencia, se mantiene con violencia y se ejecuta con violencia. Digo
que fue concebida con violencia porque la destrucción del Compromiso de
Misuri, dadas las circunstancias, no fue otra cosa que violencia. Fue
aprobada con violencia porque no habría podido ser aprobada sin los
votos de muchos miembros que violentaron el deseo expreso de sus
constituyentes. Se mantiene con violencia porque todas las elecciones
desde entonces exigen su revocación abiertamente, y esta exigencia está
siendo ignorada con descaro. Dices que habría que ahorcar a las personas
por la manera en que la ley está siendo ejecutada, y yo digo que la
manera en que está siendo ejecutada es igual de buena que cualquiera de
sus antecedentes. Está siendo ejecutada exactamente igual que cuando se
estableció, si no, ¿por qué ningún hombre de Nebraska expresa su
sorpresa o su repudia? El pobre Reeder2 es el único hombre
público que fue lo suficientemente pánfilo como para pensar que algo
parecido a la justicia fue alguna vez su propósito, y valiente desengaño
se llevó.
Que Kansas fijará una Constitución esclavista, y que
después solicitará ser admitido en la Unión, lo considero un asunto
zanjado, y así zanjado por los mismos medios que tú sitúas en la diana
de tus condenas. Según todos los principios de la ley, sostenidos por
todos los tribunales, ya sean del Norte o del Sur, cualquier negro que
sea trasladado a Kansas es libre; aun así, demostrando un absoluto
menosprecio de la ley, con el fundamento único de la violencia, ese
admirable cuerpo legislativo aprueba con solemnidad una ley que permite
ahorcar a los hombres que se atrevan a informar a un negro de sus
derechos ante la ley. Esa es la sustancia y el objeto verdadero de la
ley. Si, como Hamán, terminan en la misma horca que ellos levantaron, no
me encontrarán entre las personas que lamenten su destino.
En mi modesto ámbito, defenderé la restauración del
Compromiso de Misuri, mientras Kansas siga siendo un territorio, y
cuando, por medio de todos estos sucios medios, pretenda integrarse en
la Unión como estado esclavista, me opondré. Si acaso, me resulta
complicado negar mi apoyo a que se pueda disfrutar la propiedad adquirida, o establecida, de buena fe, pero no admito que exista la posibilidad de hablar de buena fe
cuando se pretende llevar a un negro a Kansas para que sea esclavizado.
Cualquier hombre que tenga suficiente sentido para controlar su
propiedad, tiene todavía más sentido para no errar sobre el carácter
indignante de todo este asunto de Nebraska. Aunque me estoy desviando.
Cuando me oponga a la admisión de Kansas no estaré solo, aunque puede
que salgamos derrotados. Si así sucede, no buscaré disolver la Unión por
ese motivo. Al contrario, si ganamos, habrá suficientes de nosotros
como para cuidar de la Unión. No obstante, considero bastante probable
que salgamos derrotados. Si todos vosotros os unís, podéis, directa o
indirectamente, sobornar a bastantes de nuestros hombres como para
saliros con la vuestra, incluso si quisierais en una iniciativa abierta
restablecer la monarquía. Conseguid algún hombre del Norte, cuya
posición y capacidad sea tal que pueda convertir vuestra medida, sea la
que sea, en una necesidad para el partido demócrata y el asunto está
resuelto. Apropósito de esto, deja que te cuente una anécdota. Douglas3
presentó el proyecto de ley de Nebraska en enero, y en febrero hubo una
convocatoria del cuerpo legislativo de Illinois. De los cien miembros
que componían las dos cámaras de ese organismo, cerca de 70 eran
demócratas. Otro día, estos mismos se reunieron en una junta ejecutiva
en la que se habló, formalmente o no, del proyecto de ley de Nebraska.
Allí se descubrió que solo tres, ni uno más, estaban a favor de la
medida. Uno o dos días después llegaron las órdenes de Douglas para que
se adoptaran resoluciones para aprobar la ley, y ¡se aprobó con una
mayoría aplastante! La veracidad de esta anécdota la puede avalar un
demócrata empedernido. Las masas también, ya sean demócratas o whigs4,
estaban casi unánimemente en contra, pero tan pronto resultó evidente
que hacía falta que el partido lo apoyara, la forma en que la democracia
comenzó a reconocer la sabiduría y la justicia de ese acto resultó
totalmente asombrosa.
Dices que si Kansas vota a favor de convertirse en un
estado libre de manera legítima, como cristiano, te alegrarías de que
así fuera. Todos los esclavistas hablan de esa manera, y no dudo de su
sinceridad, pero nunca votan de esa manera. Aunque en una carta privada,
o en una conversación, declararás tu preferencia porque Kansas sea
libre, nunca votarías para elegir un congresista que dijera lo mismo
públicamente. Ningún hombre así sería elegido para distrito alguno en un
estado esclavista. Consideras que Stringfellow5 y compañía
deberían ser ahorcados, y aun así, en las próximas elecciones
presidenciales, votarás por el mismo tipo y representante de
Stringfellow. Los criadores y comerciantes de esclavos son una clase
pequeña, odiosa y detestable que habita entre vosotros; sin embargo, en
política son ellos los que os dictan el camino y son tan dueños de
vuestros actos como vosotros sois dueños de vuestros negros. Preguntas
cuál es mi postura actual, pero eso es un asunto discutible. Creo que
soy whig, pero hay quien dice que ya no hay whigs y que yo soy un abolicionista. Cuando estuve en Washington voté por la Enmienda Wilmot6 al menos cuarenta veces, y nunca oí que nadie quisiera apartarme de los whigs. Ahora no hago más que oponerme a que la esclavitud se extienda.
No soy un Know-Nothing7, de eso estoy
seguro, ¿cómo podría serlo? ¿Cómo puede alguien que aborrece la opresión
de los negros estar a favor de degradar a clases enteras de gente
blanca? El avance de nuestra degeneración me parece que progresa de
manera fulgurante. Como nación, empezamos declarando que “todos los
hombres son creados iguales”, ahora prácticamente lo leemos como “todos
los hombres son creados iguales, excepto los negros”. Cuando los Know-Nothing
alcancen el poder, leeremos “todos los hombres son creados iguales,
excepto los negros, los extranjeros y los católicos”. El día que suceda,
pienso que preferiré emigrar a algún país que no pretenda amar la
libertad, a Rusia por ejemplo, porque allí el despotismo se administra
en estado puro y no con una leve capa de hipocresía.
Seguramente, en octubre Mary pasará uno o dos días en
Louisville. Haz llegar mis más afectuosos respetos a la Sra. Speed.
Sobre el asunto principal de esta carta, su solidaridad para conmigo es
mucho mayor que la tuya. Y sin embargo, permíteme declararme
Tu amigo eternamente,
A. Lincol
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