domingo, 20 de noviembre de 2016

Perder la educación


Publicada 20/11/2016 (Infolibre) 
 
Los debates sobre la educación que se dan en España esconden muchas mentiras clasistas. Como ponerse poético no significa andar por las nubes, sino buscar la verdad de las cosas, permitidme que hoy aborde el asunto espiritual de la educación desde el punto de vista del dinero. Entender el estado de la educación en España supone entrar en la realidad de los negocios, los recortes, la desigualdad y la crisis.

Por eso tiene un efecto falsificador el que nos centremos en discusiones sobre la reválida de la ESO, la reválida del Bachillerato, la PAU o la selectividad. Los previsibles tejemanejes del Gobierno del PP para reírse de los pactos y las decisiones del Parlamento –quien lo avisó, tiene derecho a insistir–, sólo van a aumentar un ruido provocado hace ya años cuando la derecha española decidió de forma muy consciente degradar la educación pública. La Lomce sólo representa un capítulo más de esa política.

El verdadero problema educativo es la falta de inversiones en la educación pública. Hablar de reválidas es desviar la cuestión y, en el fondo, responsabilizar del naufragio a las víctimas. Parece que los resultados son malos porque los alumnos no quieren estudiar y los profesores ni trabajan ni exigen. Las aulas escolares conforman así un campo de vagos que hace obligada la intervención autoritaria y vigilante del Gobierno. Pero lo cierto es que la educación pública no recibe el dinero imprescindible para que los profesores y los alumnos puedan trabajar en condiciones decentes.

¿Por qué? En primer lugar, porque ha habido un claro interés, como ocurre con la sanidad, en convertir la educación en un negocio en manos de colegios privados y órdenes religiosas. En segundo lugar, porque los procesos de igualdad y movilidad social, si dejamos al margen el robo inmobiliario de los nuevos ricos, tienen como único soporte la educación. Degradar esta raíz pública es una medida clasista de primer orden.

Se trata, además, de una dinámica vivida dentro de una situación paradójica. La decisión de expulsar a las clases medias de la educación pública para favorecer los ingresos de la educación privada se producía en una situación de crisis que debilitaba mucho la capacidad adquisitiva de esas clases medias. Las protestas contra la calidad de la educación pública surgen con frecuencia de familias indignadas porque no tienen dinero para acceder a la educación clasista. Las familias pobres, condenadas cada vez más a la inmovilidad y la exclusión, ni si quiera se consideran con derecho a protestar.

Desde la primera infancia, la política educativa del PP quiere fundar la desigualdad como orden social lógico. La Comunidad de Madrid, por ejemplo, desampara a las Escuelas Infantiles mientras invierte con generosidad en ayudas para los uniformes de colegios religiosos o subvenciona, de manera directa y a través de desgravaciones, a centros que defienden la segregación entre niños y niñas. El ciclo se cierra cuando miles de alumnos no pueden acceder a una licenciatura o un máster universitario por el encarecimiento de las tasas.

El tejido democrático necesita de una educación que permita la movilidad social. Si los herederos de una familia rica acceden a los ámbitos directivos suelen perpetuar de manera lógica el dominio de su casta. La sensibilidad ante los problemas de los desfavorecidos viene de la mano de gente que llega a la toma de decisiones desde realidades humildes. Siempre hay casos particulares, pero no aceptemos la mentira repetida –otra más– de que la victoria de Trump se debe a que los inmigrantes instalados y ya con papeles no quieren la entrada de nuevos inmigrantes. No desplacemos las culpas, olvidándonos de la indignación clasista de los que quieren mantener desigualdades o acceder a los ámbitos rubios del privilegio.

Será muy difícil encontrar soluciones democráticas en el futuro, soluciones que pasan por una política fiscal solidaria y por una intervención en las dinámicas productivas, si perdemos la educación pública (que es la forma más grave de perder la educación). Serán excluidos del sistema y de la ilusión electoral los sectores que deberían apoyar por necesidad las políticas progresistas. Y la sociedad quedará en manos de una población enfadada porque se le exige solidaridad fiscal al mismo tiempo que pierde el poder adquisitivo y la oportunidad de acceder a la élite. Las fortunas se acumulan en pocas manos en perjuicio de todos los matices de la mayoría.

Una última cosa: en una situación muy difícil, la sanidad y la educación pública han resistido los golpes del neoliberalismo salvaje español gracias a la riqueza humana de los médicos, las enfermeras y los profesores. Se puede criticar el sistema, rechazar las medidas del gobierno, llorar ante la prepotencia consumista de la telebasura…, pero cuando uno cierra la puerta de su aula y ve a los alumnos asume toda la responsabilidad de lo que pueda ocurrir en sus vidas. Sé que pasa lo mismo cuando una médico o un enfermero tienen delante a sus enfermos. Pero eso nos conduce ya a hablar de vocaciones y ciudadanía. Y hoy, en medio de Lomces, reválidas, selectividades y excelencias, sólo quería hablar del maldito dinero.  

::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::  

Querido poeta, hay que hablar del maldito dinero y de sus maldiciones, aprender a destronarlo, a colocarlo en su lugar y a verle las tripas para que no nos haga sus esclavas y esbirros dependientes de sus fluctuaciones, caprichos y crímenes varios. Y esa onerosa faena no sólo es una estrategia para aliviar las cargas insoportables y explicarnos entre todas los porqués de lo que pasa y sufrimos, y eso es, tú lo has dicho muy bien, espiritualidad, y crudísima por cierto, sin la que no podríamos dar un paso sin caer vencidas y aplastados por el monstruo al que pretendemos descubrir, denunciar,derrotar hasta hacerlo inoperante e innecesario en una sociedad sana y justa. O sea, cambiar de verdad y no para simplemente pasar el mal trago y que todo siga igual. 

En realidad el dinero, ese crudo contaminante e insustituible, se hace real gracias a todos nosotras, lo producimos -encantados de la vida y dándonos con un canto en los dientes por el solo hecho de trabajar aunque sea pagando por ello y en las peores condiciones-, con unos sueldos de mierda, a base de plusvalías esclavistas regaladas a cambio de la dosis diaria de soma, y  no sólo por necesidad, sobre todo, por innecesidad que nos convierte en objetos consumidos mientras consumen: absorbiendo como bellacos todo lo que nos ponen por delante.

Los mismos que nos tienen secuestrada la dignidad y conculcados los DDHH, nos cautivan y seducen con sus ofertas que son una droga mataconciencias y matacuerpos, porque esas ofertas vienen ya envenenadas y manipuladas químicamente de fábrica. Comemos basura envuelta en plástico, animales hormonados, peces tóxicos, frutas y verduras bañadas en todo tipo de sustancias que permitan una larga conservación y el aumento de su cantidad, en detrimento de materia nutritiva y calidad fiable. Hasta harinas blancas mezcladas con yeso se han estado vendiendo a los hornos de panadería sin que ese Estado vigilante de naderías contantes y sonantes, se haya coscado del atentado a la salud pública. 
Poco importa todo eso, según parece en el constante "pan y circo" de la miseria, si hay en el bolsillo un móvil con guasap incorporado y dos o tres euros para tabaco y una birra, -a lo que se tiene todo el derecho del mundo pero no a cualquier precio en dignidad personal- aunque sea pidiendo en la esquina.

Hay una mujer joven en la puerta del súper que pide para ir a la peluquería a hacerse las mechas, porque la pobre tiene depresión al verse las canas. Tiene tres hijos pequeños, pero eso te lo cuenta luego, de pasada, como sin demasiado interés y más bien como un lastre del que no puede liberarse. Es una víctima del dinero y de lo que le venden en la tele como modelo presentable sine qua non, en toda la extensión de la crudeza. Para ella la educación es una referencia remota, casi borrosa. La escuela de sus niños es sólo la liberación de su tiempo de angustia. Esa mujer y tantos hombres y mujeres como ella, no salen de la nada de repente ni se han modelado como muñecos  en la plastilina de la crisis. Nacieron mucho antes, en una democracia, en libertad e igualdad, en un Estado esperpénticamente laico y aconfesional a su puta bola, que está dando los mismos resultados inhumanos de base, que cualquier otro tipo de regulación estatal beata, meapilas y con otra denominación de origen distinto. 

Tanto los partidos políticos  y la religión sin conciencia, o sea al margen del espíritu, más que una ayuda son palos en las ruedas y sogas en casa del ahorcado para el cambio real de la sociedad, y por eso, por más reformas y lavados de cara que se hagan con la mejor voluntad, todo acaba en lo mismo: deteriorado, vacío y degeneradamente corrompido. Y no es que el tiempo lo desgaste, es que los materiales de la construcción no sirven para algo más que hacer chabolas provisionales, chamizos de poquísima consistencia que el viento se lleva como en Hollywood, porque sin alma no hay vida que dure más de un instante de exaltación y euforia.
Ha sido precisamente Alberto Garzón, el único portavoz político al que hemos escuchado pronunciar dos palabras tabúes tanto para la religión como para la ideología sectaria: "conciencia" y "espíritu". Si hay portavoces políticos  que pueden funcionar desde ese nivel cognitivo, sí, es posible que haya cambios irreversibles en la conciencia social.


Darle al dinero más poder aún del que tiene es el más grave de los errores que estamos cometiendo. Si tenemos un enemigo común tan peligroso no lo agrandemos más, no alimentemos su energía con la nuestra, como en las antiguas leyendas no le demos al dragón las primicias de nuestra juventud, a los más hermosos, valientes y mejor dispuestas. Una vez conocidas sus estrategias y su peligrosidad, que se alimentan de nuestro tiempo, de nuestro trabajo, de la preocupación de nuestra mente y de la alteración de las emociones por miedo y encogimiento del ánimo a perder la seguridad que aparentemente proporciona ese constructo especulativo sin más valor que el símbolo, y que en realidad a la hora de lo importante: nacer, morir, amar o  ser odiados y odiar, ser víctimas  y verdugos sin conciencia, tiene mucha menos importancia de la que le estamos dando; hay que retirarle tanta atención histérica y ponerla en lo que de verdad nutre e interesa y que nos llevará a inventar nuevas formas de vida más inteligente y aterrizada, nuevos métodos de intercambio y de gestión que no signifiquen solamente riqueza por acumulación de papel o plástico moneda a base de especular con cifras autómatas, auto-calculadoras, que arruinan o enriquecen el mundo en un plisplás. Realmente all dinero lo han/hemos ido convirtiendo en una entelequia, porque las grandes transacciones de miles de billones de lo que sea (euros, dólares o yenes) no son manejables, sólo son virtuales. Los billetes que rentan son sólo números y pagarés que se pasan por ordenador y que jamás podrían surgir en esos exorbitantes volúmenes y cantidades, de un cajero automático o guardarse en una caja de caudales. Y a pesar del absurdo absoluto que mueve la maquinaria de los horrores y de los errores de cálculo, también, esa monstruosidad se nutre de nuestras vidas.

Ahora entra al trapo el tema del artículo de hoy de García Montero: la educación (y la sanidad). ¿Quién, quienes nos educan?, ¿cómo viven, cómo piensan, cómo actúan nuestros educadores y sanitarios?, ¿qué les mueve en primer lugar y en mayoría, a la hora de elegir la especialidad profesional, colocarse bien o educar y curar enfermos? Para que esa elección sea la justa y necesaria,es imprescindible la conciencia y la conciencia está indisolublemente unida al alma y ambas solo son posibles en la energía vital del  espíritu.
Hay dos formas de vida: una mecánica como es el funcionamiento fisiológico de las células en los seres vivos mediante la combinación química de los elementos, pero además hay otra forma de vida consciente como es la que permite pensar y experimentar funciones intelectivas y emocionales, reguladas por la voluntad, que dan lugar a los sentimientos, más ricos que las emociones y los pensamientos por separado; son la síntesis de lo racional y de las emociones que provienen de la sensibilidad instintiva. Los sentimientos son la manifestación esencial de la humanidad como especie.Y el lenguaje y la materialización de las ideas, son los canales por donde fluyen y se hacen realidad tangible los sentimientos.
Ahí  aparece la capacidad creativa del ser humano, el arte y la espiritualidad, que Kandinsky supo explicar divinamente en su tratado y que tantos seres humanos despiertos a lo largo de la historia han ido haciendo evidente con su creatividad y sus iniciativas, sin que sea imprescindible pertenecer a una religión ni a un credo ideológico o filosófico determinado, donde la estética con la ética y la praxis de ambas, se unen para iluminar el camino a través de generaciones.

La educación nos lleva a entrar en ese ámbito espiritual de la extraordinaria materia cotidiana y sus estados en el día a día, con el tiempo, el espacio y la dinámica establecida entre todo ello, abre la inteligencia como una granada o una naranja llenas de vida, sabor, frescura y alimento, que debería enseñarnos a mirar para poder ver. A escuchar para poder oír, a acariciar para poder aprehender la realidad más allá de lo aparente. A transmutar y combinar las sinestesias de la vida en el alimento original que nos nutre. A acompañar y a cooperar para disfrutar la proximidad, a analizar más que a juzgar por los humores y los cambios de veleta de las emociones. Pero todo eso es imposible si no se descubre desde lo vivido plenamente y se reduce a citas a ciegas con los textos que otros  escribieron, tantas veces de oídas y no de escuchadas. La  vida espera que cada uno de nosotras escriba su biografía compartida. Su poemario irrepetible día a día.  La educación no es un baúl que se llena de elementos y se guarda en el desván de las rutinas aprendidas como loros o cotorras, por costumbre "cultural" para las ocasiones  en que hay que echar mano de determinados modales.
No, la educación auténtica, -no la mera domesticación mediante hábitos consensuados e impuestos-, es la sustancia inteligente que nos rodea y que va dotando a nuestra vida de la energía necesaria para integrarse en la inteligencia colectiva en un ámbito elegido mediante la puesta en práctica del potencial genético, cultural, hábil y espiritual adecuado a las necesidades de la existencia y de la convivencia, donde ejercer la vocación que nos mueve y nos empuja a ser útiles y a hacer del servicio a la necesidad un acto de amor, más allá de la obligación. El funcionario que te acompaña a otra ventanilla o te da un teléfono o un correo, para que tengas más recursos que su respuesta incompleta de "profesional", o el médico de cabecera que no se limita a enviarte al especialista, o a recetarte y a despacharte, sino que te informa acerca de las causas posibles de los achaques o te diseña una dieta que te ayude. La maestra que te llama y te informa de cómo va tu hijo y te cita o te recibe contenta de poder cooperar juntas en el mismo empeño. Eso no lo paga mi lo sustituye el dinero. Vale mil veces más. Y es el fruto de la verdadera educación. Si la educación no nos mejora prácticamente como personas, nos embrutece y apabulla con argumentos inoculados y datos en catarata sin despertar la conciencia, sin avivar el alma ni sentir la luz integradora del espíritu en el proceso, es un peligro que se nos den herramientas científicas, dogmas religiosos o rudimentos filosóficos y habilidades tecnológicas y responsabilidades empresariales, o políticas e institucionales, que nos llevarán al sectarismo acrítico, a ser autómatas desalmados, literalmente, y a la debacle en todo lo que hagamos. El caso del pp y de muchos miembros del Psoe, de empresarios corruptores, el caso de Trump y de la cultura política de los USA, son paradigmas de esa realidad espantosa.

La clave más directa y certera es la dinámica más sencilla y práctica de la infancia:la pregunta constante de las niñas y los niños. "¿Por qué?" Ahí deberían comenzar las auto-preguntas de los padres/madres y educadores. Descartes hablaba de la duda como principio del conocimiento. ¿Qué mejor materialización de la duda que la pregunta constante de las niñas/os? ¿Qué mejor modo para educar que, en vez de intentar responder a todo y desesperarse por la persistencia, devolver la pregunta al enanito preguntón? ¿Y tú qué crees, para qué, cómo, por qué, de dónde viene o adónde irá? Y dejar que él o ella, imaginen, dibujen, junten objetos, bailen o canten, y se respondan y te lo expliquen y entonces, juntos comparáis respuestas y luego miráis una enciclopedia o algún libro que dé más versiones...y preguntáis a más gente a ver qué dicen sobre el tema.
Luego, más tarde, en la escuela ya irán aprendiendo a leer, a escribir , a manejar los números, a descubrir la ciencia y la teoría, pero la praxis elemental de su propia humanidad, su búsqueda y el sentido inicial, ya estará encendido y en marcha para acoger los datos y saber gestionarlos en su cerebro y en su conducta. Irán forjando su propio sistema de pensamiento y de integración, acompañados, pero nunca sustituidos a la hora de pensar y ver la realidad.De ese modo se habrá erradicado de su experiencia la tiranía sutil de los dogmas aprendidos por rutina educativa(?) como algo sagrado porque se nos dio desde una "autoridad" afectiva que a lo largo de la vida habrá ido vampirizando y sustituyendo a la conciencia que no se ha podido despertar, precisamente por ese equipaje que se arrastra sobre ella y que para más inri se considera un patrimonio ejemplar arropado por la mitología emocional de la infancia sublimada por el recuerdo, en la edad adulta.


En el centro de acogida a los sin techo del barrio, además del desayuno y el almuerzo, de las duchas, la lavandería y el ropero, los sillones y la mantita para echar una cabezada tras una noche de perros bajo algún puente o en un banco de la calle, el servicio de internet y del periódico, se han empezado a hacer talleres de convivencia, de reciclaje y de yoga. Charlas-coloquio sobre derechos y dignidad, y desarrollo de capacidades y habilidades. La educación no sólo es para los primeros años de la vida. ¿Qué hacemos con los adultos sin educar o fatalmente educados e incluso destrozados por una deseducación en tantas modalidades como traumas subsiguientes? Esos compañeros de camino marginados en el arcén, que deberían compartir con los demás en igualdad el  protagonismo y la responsabilidad de su tiempo y sólo son la estela imprecisa del olvido. Y aunque el dinero está de por medio, sólo es un medio; lo más importante, lo que mueve el proyecto es la generosidad, la implicación, el apoyo, la presencia, estar disponibles, el impulso organizativo que atrae como un imán la solidaridad y los recursos. Eso es el espíritu humano puesto en marcha, que con la lucha diaria y los pasos que va dando en justicia y amor inteligente, crece y se agranda en humanidad y en soluciones.



             Resultado de imagen de imágenes sobre la educación

No hay comentarios: