Ya hemos comprobado dramáticamente que el sistema, que durante milenios nos ha mantenido en precario, se ha muerto por desgaste. Por la torpe combinación entre bulimia y anorexia. Por bulimia material y anorexia espiritual que han llevado a la humanidad a un estado miserable, a pesar de la apariencia que da el barniz del mercado y del dinero en manos de una minoría completamente loca y fuera de tiesto. Nuestra historia humana es evolutiva, viva, orgánica, como la vida y como el agua. Tanto la una como la otra, si se paran se estancan y se pudren. Tienen que fluir para mantenerse. Y la fluidez se sostiene con el equilibrio entre las fuerzas del trabajo que procura el sostenimiento material y el crecimiento espiritual. El primero ha crecido desmesuradamente, pero el segundo se ha pervertido y anquilosado casi desde el principio y ese desajuste ha torcido el camino, lo ha degradado y llevado a un callejón sin salida. El crecimiento material se ha desbordado y , desconectado de su base y de su verdadero "porqué", se ha quedado vacío de sentido. Y ahora el hombre comprende mientras sufre los resultados del error, que algo ha fallado estrepitosamente en su trayectoria evolutiva. Se pregunta si esto tiene arreglo, si podrá recuperar lo perdido o si tendrá que reinventar su historia. Me temo que sólo es válida la tercera propuesta. Porque el sistema tal y como ha terminado no puede resucitar. No hay recursos ni es sostenible infinitamente. La despensa planetaria está al límite. ¿Cómo se puede inventar y construir otra vía nueva? Recurriendo a la recuperación de esa zona abandonada que es la espiritual. Ojo, no confundamos espiritualidad con religión, porque las religiones también están sometidas igualmente al materialismo y al vacío de contenidos reales oscilando entre la magia de una clase sacerdotal mediadora y unos dogmas infumables que sostienen la supremacía jerárquica de instituciones muy religiosas y cultualistas pero nada espirituales. Y por eso mismo, inoperantes. Ojo, otra vez, con el término "espiritualidad", porque tampoco se trata de estar pendientes de encontrar estados de alienación agradable, donde se "desconecta" de lo cotidiano y se considera grosera la materia, el compromiso con la vida y el trabajo para mantenerla, se llama "pecado" a todo aquello que nos confronta, nos desestabiliza, nos pone en crisis y nos sacude para que despertemos y se llama "virtud" a todo lo que nos asegura certezas, premios ultraterrenos y glamour religioso, mientras nos paraliza en el regodeo y en un ego cada vez más ciego e hipócrita. Donde por buscar a "dios", se olvida al prójimo y lo que se encuentra es solamente una ridícula y lenitiva autocomplacencia superegoísta. Al mismo tiempo que se aprende a dividir el mundo entre "buenos y malos", asumiendo que los buenos son los afines a uno mismo y los malos lo que son opuestos a uno mismo y a sus intereses. Dicotomía que se aplica al terreno social, político, ideológico y económico. Algo que derivó en la "lucha" de clases" y en constantes revoluciones sangrientas que han ido haciendo cada vez más profundo el abismo de las diferencias.
Tras la última guerra mundial y los acuerdos de Yalta, se consiguió una tregua y tras la superación de la "guerra fría",llega la independencia colonial en África y Asia y cuando la paz avanza, llega el 68, y el estallido del imperio de los sentidos, la ensoñación del paraíso, pero esta vez enfocado en una libertad siempre quimérica, que libera de los viejos tabúes, pero crea dependencias y tabúes nuevos; el hombre descubre que desea "progresar" colonizando un continente insaciable: el mercado, como fuente de felicidad que le permitirá comprar todo lo que desea en cada momento. Viajar en la geografía y en los vapores de las mil y una adicciones. El muro de Berlín cae, la URSS se desmorona y deja a la vista el resultado de un proyecto que también perdió el tren de la espiritualidad, cerrando la expansión de la conciencia en una visión limitada y llena de recortes miedosos ante la heterodoxia del descubrimiento interior con el mismo resultado que el capitalismo: la avidez enfermiza, pero en este caso reprimida por defecto en vez de exaltada por exceso. Todos se frotan las manos porque el dinero y el bienestar, por fin, van a borrar las diferencias y a solucionar para siempre la "lucha de clases" creando una clase media universal. Mientras la humanidad, de espaldas a las desigualdades del tercer mundo, iba acelerando su "progreso" no tenía momento para detenerse y comprobar que al estatus que estaba construyendo le faltaban los cimientos del sentido que sólo proporciona la vibración sutil, despierta y profunda del espíritu que vivifica, mantiene y regula la materia canalizando su función, dándole sustancia, destino y armonía.
La ciencia, el "saber", la política, la economía, la educación, la medicina, las relaciones sociales y afectivas, la religión, la cultura y el arte han ido reflejando esa carencia cada vez más evidente, ese hueco desarmónico que nada puede llenar tal y como está enfocada la vida humana. Es la falta de conciencia, de encuentro real consigo mismo y con los demás, naturalmente. Algo que ha hecho buscar raíces espirituales, recuperando tradiciones religiosas y formas orientales pero que al no haber conciencia, también se han convertido en negocio sea en centros de yoga, meditación, artes marciales, negocio editorial, sectas que mezclan dineros, estados provocados de alteración de conciencia y devociones y teorías de todo tipo, etc...El hombre dormido e inconsciente convierte en adormidera cualquier disciplina, por muy elevada y sagrada que pueda parecer. Desconoce la gratuidad, el intercambio de energía, la cooperación sin dinero, sin placeres varios ni ventajas de por medio. Por eso, precisamente, esta crisis puede ser la puerta de salida de un estado de narcosis total hacia un despertar real y global, por primera vez en la historia.
Tras la última revelación de la fragilidad del "milagro" depredator, el primer síntoma ha sido el estupor, el segundo la indignación, el tercero está siendo la organización y el crecimiento que conlleva; la planificación a cortos plazos urgentes que van constituyendo un sistema orgánico y vivo de redes que transforma lo perentorio en vía accesible productora de soluciones a más largo plazo; descubrir el ágora, la asamblea esencial, para conocerse, comunicarse y elaborar juntos, en verdadera libertad responsable y compartida, el mundo necesario. Ese crecimiento es ya espiritual. Está empezando a hacer salir al hombre que se despierta, de su caparazón, de su "sistema" individual, a dejar un interés propio por asistir a una votación, a una asamblea, a un mercado de trueque, a un acompañamiento de apoyo contra un desahucio, en un constante "hoy por ti, mañana por mí, y siempre por el futuro de quienes no tienen ya ni presente". No es ideológico ni pertenece a ningún partido y aunque hay fuerzas oscuras que han querido, primero provocarlo y después capitalizarlo y/o reprimirlo, es algo nuevo absolutamente, inmanipulable; los despiertos, que se multiplican vertiginosamente por todo el mundo, desarrollan en la misma dinámica de su cambio, un sexto sentido que les hace evitar la caída en las trampas. Las huelen a distancia y ponen en común lo que ven y sienten, así comprueban el "milagro" de la unanimidad espontánea de la inteligencia .
Quienes se suman a la iniciativa para reventarla o "reconducirla" desde dentro hacia el viejo entramado de poderes, pronto se quedan solos y se van o cambian y se unen al nuevo paradigma. Lo bueno es que no hay rechazo, que nada se cierra y nada se fuerza, sino que hay una estupenda capacidad de acogida hacia toda iniciativa de interés compartido. Y que se busca el bien común por encima de prejuicios, tabúes y esquemas rígidos personales y/o sociales. Es una especie de pentecostés laico, donde ya no se busca a ningún dios, porque si lo hay, está ahí, en el presente de todos. Dentro y fuera de cada uno. Por eso no hay rechazos ni violencia contra lo distinto. Y se comprende que cada uno esté en su momento de evolución, a su modo. Y esa tolerancia respetuosa abre las resistencias y como en una mayéutica socrática, ayuda a nacer a una nueva condición, tanto a los comprendidos como a los que comprenden.
Este nuevo estado cambiará el concepto de educación. Ya hay maestros que inician las clases sustituyendo las antiguas oraciones por cinco minutos de respiración consciente, accuión de gracias universal, y visualización creativa que da a los alumnos la herramienta de la claridad mental y la serenidad para centrarse y trabajar en un estado óptimo donde puedan participar todos los alumnos sea cual sea su credo personal. También está cambiando la medicina, en bastantes hospitales públicos como el Ramón y Cajal en Madrid o el de la Malvarrosa en Valencia, se permiten métodos nuevos como la reflexoterapia o la digitopuntura y hay cada vez más médicos y farmacias que recomiendan homeopatía y fitoterapia. En algún centro de instrucción militar, como en la Academia de Ingenieros de Hoyo de Manzanares, hay una tarde a la semana dedicada a la meditación y relajación de los reclutas. En algunas asambleas de barrio se hace taichi, y algún taller terapéutico de resolución de conflictos y de escucha activa o de noviolencia en el diálogo o de negociación respetuosa y con éxito para todos. Las cooperativas se están abriendo paso con luz propia. Ese "no podemos solos, pero todo lo podemos unidos", es el hilo conductor. Hasta la policía escucha respetuosa los discursos finales de las manifestaciones. Emociona ver discretamente a los polis con gesto pensativo y asintiendo con la cabeza, mientras el orador/a de turno, reflexiona en voz alta para todos. No todos son violentos ni infiltrados. Dentro de cada uno de ellos hay también una conciencia que puede despertarse por contagio de lucidez.
Dentro de unos años bendeciremos esta crisis que nos sacó de un raro y letal fumadero de opio plutocráta y completamente suicida.
Tras la última guerra mundial y los acuerdos de Yalta, se consiguió una tregua y tras la superación de la "guerra fría",llega la independencia colonial en África y Asia y cuando la paz avanza, llega el 68, y el estallido del imperio de los sentidos, la ensoñación del paraíso, pero esta vez enfocado en una libertad siempre quimérica, que libera de los viejos tabúes, pero crea dependencias y tabúes nuevos; el hombre descubre que desea "progresar" colonizando un continente insaciable: el mercado, como fuente de felicidad que le permitirá comprar todo lo que desea en cada momento. Viajar en la geografía y en los vapores de las mil y una adicciones. El muro de Berlín cae, la URSS se desmorona y deja a la vista el resultado de un proyecto que también perdió el tren de la espiritualidad, cerrando la expansión de la conciencia en una visión limitada y llena de recortes miedosos ante la heterodoxia del descubrimiento interior con el mismo resultado que el capitalismo: la avidez enfermiza, pero en este caso reprimida por defecto en vez de exaltada por exceso. Todos se frotan las manos porque el dinero y el bienestar, por fin, van a borrar las diferencias y a solucionar para siempre la "lucha de clases" creando una clase media universal. Mientras la humanidad, de espaldas a las desigualdades del tercer mundo, iba acelerando su "progreso" no tenía momento para detenerse y comprobar que al estatus que estaba construyendo le faltaban los cimientos del sentido que sólo proporciona la vibración sutil, despierta y profunda del espíritu que vivifica, mantiene y regula la materia canalizando su función, dándole sustancia, destino y armonía.
La ciencia, el "saber", la política, la economía, la educación, la medicina, las relaciones sociales y afectivas, la religión, la cultura y el arte han ido reflejando esa carencia cada vez más evidente, ese hueco desarmónico que nada puede llenar tal y como está enfocada la vida humana. Es la falta de conciencia, de encuentro real consigo mismo y con los demás, naturalmente. Algo que ha hecho buscar raíces espirituales, recuperando tradiciones religiosas y formas orientales pero que al no haber conciencia, también se han convertido en negocio sea en centros de yoga, meditación, artes marciales, negocio editorial, sectas que mezclan dineros, estados provocados de alteración de conciencia y devociones y teorías de todo tipo, etc...El hombre dormido e inconsciente convierte en adormidera cualquier disciplina, por muy elevada y sagrada que pueda parecer. Desconoce la gratuidad, el intercambio de energía, la cooperación sin dinero, sin placeres varios ni ventajas de por medio. Por eso, precisamente, esta crisis puede ser la puerta de salida de un estado de narcosis total hacia un despertar real y global, por primera vez en la historia.
Tras la última revelación de la fragilidad del "milagro" depredator, el primer síntoma ha sido el estupor, el segundo la indignación, el tercero está siendo la organización y el crecimiento que conlleva; la planificación a cortos plazos urgentes que van constituyendo un sistema orgánico y vivo de redes que transforma lo perentorio en vía accesible productora de soluciones a más largo plazo; descubrir el ágora, la asamblea esencial, para conocerse, comunicarse y elaborar juntos, en verdadera libertad responsable y compartida, el mundo necesario. Ese crecimiento es ya espiritual. Está empezando a hacer salir al hombre que se despierta, de su caparazón, de su "sistema" individual, a dejar un interés propio por asistir a una votación, a una asamblea, a un mercado de trueque, a un acompañamiento de apoyo contra un desahucio, en un constante "hoy por ti, mañana por mí, y siempre por el futuro de quienes no tienen ya ni presente". No es ideológico ni pertenece a ningún partido y aunque hay fuerzas oscuras que han querido, primero provocarlo y después capitalizarlo y/o reprimirlo, es algo nuevo absolutamente, inmanipulable; los despiertos, que se multiplican vertiginosamente por todo el mundo, desarrollan en la misma dinámica de su cambio, un sexto sentido que les hace evitar la caída en las trampas. Las huelen a distancia y ponen en común lo que ven y sienten, así comprueban el "milagro" de la unanimidad espontánea de la inteligencia .
Quienes se suman a la iniciativa para reventarla o "reconducirla" desde dentro hacia el viejo entramado de poderes, pronto se quedan solos y se van o cambian y se unen al nuevo paradigma. Lo bueno es que no hay rechazo, que nada se cierra y nada se fuerza, sino que hay una estupenda capacidad de acogida hacia toda iniciativa de interés compartido. Y que se busca el bien común por encima de prejuicios, tabúes y esquemas rígidos personales y/o sociales. Es una especie de pentecostés laico, donde ya no se busca a ningún dios, porque si lo hay, está ahí, en el presente de todos. Dentro y fuera de cada uno. Por eso no hay rechazos ni violencia contra lo distinto. Y se comprende que cada uno esté en su momento de evolución, a su modo. Y esa tolerancia respetuosa abre las resistencias y como en una mayéutica socrática, ayuda a nacer a una nueva condición, tanto a los comprendidos como a los que comprenden.
Este nuevo estado cambiará el concepto de educación. Ya hay maestros que inician las clases sustituyendo las antiguas oraciones por cinco minutos de respiración consciente, accuión de gracias universal, y visualización creativa que da a los alumnos la herramienta de la claridad mental y la serenidad para centrarse y trabajar en un estado óptimo donde puedan participar todos los alumnos sea cual sea su credo personal. También está cambiando la medicina, en bastantes hospitales públicos como el Ramón y Cajal en Madrid o el de la Malvarrosa en Valencia, se permiten métodos nuevos como la reflexoterapia o la digitopuntura y hay cada vez más médicos y farmacias que recomiendan homeopatía y fitoterapia. En algún centro de instrucción militar, como en la Academia de Ingenieros de Hoyo de Manzanares, hay una tarde a la semana dedicada a la meditación y relajación de los reclutas. En algunas asambleas de barrio se hace taichi, y algún taller terapéutico de resolución de conflictos y de escucha activa o de noviolencia en el diálogo o de negociación respetuosa y con éxito para todos. Las cooperativas se están abriendo paso con luz propia. Ese "no podemos solos, pero todo lo podemos unidos", es el hilo conductor. Hasta la policía escucha respetuosa los discursos finales de las manifestaciones. Emociona ver discretamente a los polis con gesto pensativo y asintiendo con la cabeza, mientras el orador/a de turno, reflexiona en voz alta para todos. No todos son violentos ni infiltrados. Dentro de cada uno de ellos hay también una conciencia que puede despertarse por contagio de lucidez.
Dentro de unos años bendeciremos esta crisis que nos sacó de un raro y letal fumadero de opio plutocráta y completamente suicida.
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