sábado, 12 de mayo de 2012

CIUDADANÍA VERSUS PETARDOS

Cada año por estas fechas Valencia celebra la fiesta de la Virgen de los Desamparados. Normalmante, suele quemarse un castillo de fuegos artificalaes y una mascletá en el antiguo cauce del río por la conmemoración religiosa y festiva. Pero este año la alcaldesa Rita Barberá pensó cambiar el emplazamiento de la mascletá, alegando que como hay obras en un punto del viejo cauce, la mascletá se haría en la plaza del ayuntamiento que los indignados llaman plaza del 15M. De sobra sabía Barberá que ese lugar es un símbolo ciudadano emblemático, un ágora donde durante meses, el año pasado, se celebraron asambleas, acampada, y debates decisivos para el movimiento de la nueva conciencia ciudadana. 
El pueblo valenciano, que cuando estaba mayoritariamente dormido, pasaba de sutilezas y le daba todo igual, ahora, en proceso de despertar ha comprendido algo muy importante: las ciudades y el país no son el cortijo de los alcaldes ni el coto de caza de los reyes; así que tranquilamente ha convocado una manifestación multitudinaria. No sé cuántos miles de personas han asistido, pero la ciudad era una asamblea por sí misma, no sólo en el centro, sino en los accesos de los barrios. Alegre y decidida. Fastidiada, pero resuelta y valiente. Confieso que esta Valencia es nueva para mí. No la reconozco. Ha recorrido el itinerario programado con el Ayuntamiento. Ha demostrado un civismo y una noviolencia total. Y tan serenamente como se ha manifestado ha llegado a la plaza, ha quitado las vallas que acotaban el recinto y se ha sentado en el suelo haciendo corrillos y charlando, reflexionando en grupo, usando el espacio público como ágora y parlamento cívico. Ejemplar ha sido la policía en su respeto y el concejal de urbanismo que ha ordenado desactivar los explosivos sin montar ningún número violento. Creo que Valencia está cambiando a mucho mejor. Y la alcaldesa debería estar orgullosa de ese civismo y de la serenidad con que sus conciudadanos han ejercido el derecho a ocupar la plaza que es de todos y de los agentes del orden como del edil de urbanismo, que han hecho un trabajo estupendo de comprensión, respeto a los derechos cívicos y tolerancia. La plaza 15M de Valencia es en estos momento una fiesta ciudadana donde todos caben y nadie está excluído.
 Y la Xeperudeta, la Virgen de los desamparados, patrona de la ciudad, desde su ternura de madre y su solidaridad con los que sufren, se recortan, se arruinan, se quedan sin futuro y padecen acoso por la injusticia  de una crisis criminal, sonríe complacida por la buenas vibraciones de un momento tan hermoso. Está mucho más contenta que si se hubiesen quemado en su honor los petardos de siempre. Ella acompaña en cada manifestación el grito y el silencio de los inocentes. Parece mentira que al poder político-católico le cueste tanto comprender y aceptar lo que para la patrona que tanto veneran , es lo fundamental: la compasión y la empatía. Seguramente la paz y la buena disposición con que se ha vivido la toma de la plaza, ha sido un regalo de la Virgen para celebrar su fiesta como a ella y a los valencianos de bien, les gusta celebrarla. En amor y alegría para aliviar el dolor y las heridas de la injusticia y la arbitrariedad de los dineros. 
Ya sabe, alcaldesa, imite a la Xeperudeta y cambie petardos por amor al prójimo. Es mucho más bonito. Y da mejores resultados.

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