jueves, 10 de mayo de 2012

MILAGROS AL REVÉS

La vida es una caja de sorpresas. Y la crisis, un tamiz. Un colador gigantesco con una capacidad de precisión filtradora impresionante para mostrar lo fundamental y lo supérfluo. Lo que se piensa en teoría y lo que se es en la práctica. 
¿Quién hubiera hipotizado hace cinco años, por ejemplo, que un presidente socialista se  sometería a las presiones terribles y canallas del mercado neocon más salvaje? Y sin embargo Zapatero lo hizo. Decidió tragarse el sapo merkeliano y comenzar el recortismo más inimaginable. Se tragó además la impotencia de la justicia social frente al sistema agonizante y por eso, embrutecido y rabioso, como los animales cuando están en las últimas. Al enfrentarse al bicho, el miedo le pudo. Y era lógico. Una socialdemocracia habituada a fluir en lo que hay, en mantener derechos y bienestar, solamente, no estaba preparada para lo peor. No veía la forma de rechazar la presión mercantil y acabó por inyectar una millonada en la banca pirata, millonada que ésta aprovechó para ponerse las botas en sueldos y jubilaciones de cifras escalofriantes, mientras quienes con sus impuestos habían pagado el rescate, se iban al paro por la vía directa y veían recortados sus sueldos y perdidas sus casas en manos de las pirañas rescatadas. La socialdemocracía había sufrido un verdadero crack, casi peor que la economía. No sabía por donde salir. No atinaba, por su falta de entrenamiento, a recuperar de repente el sentido y el significado de su razón de ser. Su espíritu. Y cayó en las garras del nazismo monetario internacional bajo presión y amenazas de convertir España en otra Grecia. Lo mismo le ocurrió a DSK atrapado en el cepo que le impidió seguramente mejorar y humanizar un poco el FMI o quizás denunciar lo que es de verdad el FMI. Por eso, seguramente, le ataron corto antes de que hiciese cualquier amago de cambio para evitar una crisis de diseño ya preestablecido por los Bidelberg globales. 

¿Quién hubiera imaginado o soñado, por otra parte, que un presidente neocon acérrimo como Rajoy, partidario de la privatización en todo, con una manga anchísima frente a los agradecimientos de la corruptela y adicto a la omertá mafiosa de sus conjurados, a quien los derechos ciudadanos le importan un rábano, que está permitiendo que los servicios sociales más importantes pasen a la gestión de empresas privadas con la subsiguiente desaparición del Estado como órgano regente y garante de derechos, deberes, servicios y guía orientativa para regir y mejorar la vida del país, acabaría nada menos que por nacionalizar un banco multiusos como Bankia y darle la patada al padre de la criatura, un colega ideológico, como Rato?  
Es la teología del contramilagro. Milagro es un hecho extraordinario que, por intervención de fuerzas divinas y superando las leyes naturales, hace posible lo imposible para mejorar las condiciones de alguien o de alguna situación difícil o peligrosa. Contramilagro, al contrario, es un hecho estrambótico, que machacando por completo las leyes del sentido común, y mediante la intervención de la cretinez, el miedo a lo bueno por conocer y el apego a lo malo conocido, consigue que todo en su entorno se convierta en aberrante, difícil, esperpentico y absurdo. En una epopeya a lo Manolita Chen o en monólogo de Gila. Y ahí estamos ahora, españolitos que vinimos al mundo, nos guarde Dios, porque ahora las dos Españas están fifty/fifty, no para helar el corazón, -que está muy vivo preparando con su inteligencia emocional muy bien puesta, ese futuro que los caco-políticos están licuando- sino para congelar sueldos, pensiones, derechos, educación, sanidad, justicia, lógica, honestidad, sabiduría, conocimiento, vergüenza y todo lo demás.

Es muy posible que el verdadero milagro se llame 15M. Y que sea la sencillez lúcida de los humildes la que consiga -ya lo hace- multiplicar los panes y los peces de la justicia generosa, andando a contrapelo y en transición hacia un mundo tan distinto como habitable. Y sin contar con el gafe perenne de los contramilagreros, que son como el caballo de Atila. Donde ponen un banco, una America's Cup, un circuito de Fórmula 1, un Palacio de les Arts que se inunda cuando llueve, una EMARSA, un aeropuerto fantasma o un bolsillo lleno de agradecimiento gürteliano, no vuelve a crecer nada vivo.

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