Y aquí tenemos la pitada monumental a los poderes de este mundo, sobre todo a la monarquía y a los políticos de corruptilandia; me hace mucha gracia que precisamente ellos que no respetan los derechos a educarse, a estudiar, a curarse, a trabajar y a no ser arruinados por la piratería bancaria, exijan que se les respete con tanta devoción y tan indignados. Los derechos los tenemos por ser humanos, pero el respeto, igual que la libertad, hay que merecérselo. A los delincuentes se les priva de libertad para delinquir y a los malos gestores públicos, malversadores de fondos y de dignidad, hay que privarles de prebendas, de imagen pública ennoblecida inmerecidamente y de un respeto institucional que tampoco se merecen. No se puede ni se debe faltar el respeto individual, jamás, pero el representativo representativo no se le debe a quien no se lo merece. Y una pitada general a un símbolo inútil, no es ofensivo nada más que para los que se saben culpables y no hacen nada por remediarlo. Se escandalizan de las protestas pero no escandalizan de su ineficacia y de su irresponsabilidad que debería hacerles dimitir. Convocar un referendum para cambiar la constitución, la monarquía por una republica y la ley electoral injusta y arbitraria. Y después elecciones de nuevo.
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