Veamos si nos aclaramos una vez más. El sentido del 15M es mejorar las cosas para todos. Ayer se demostró en todo el Estado que el movimiento no sólo está más vivo que nunca, sino que además ha madurado, ha echado raíces en la sociedad y se ha convertido en el motor de base de una nueva sociedad trabajando con seriedad y entusiasmo organizado y sensatísimo. Que hasta el poder ppero se contuvo cuando la sana y cívica indignación saltó y eliminó, con toda naturañlidad, barreras físicas y mentales y ocupó las plazas prohibidas con un sentido lúdico y comprometido, mientras policía y ayuntamientos eran testigos respetuosos de la expansión consciente de seres responsables y solidarios, nada de masa incontrolable ni de desajustados "antisistema" que tienen el mismo origen que la represión que desencadenan. El totalitarismo miedoso, agresivo y cerril.
El objetivo se cumplió con creces sin incidentes ni lances desagradables. La noche llegó y los grupos de reflexión y encuentro se fueron disolviendo en paz. Pero....los de siempre -que son muy pocos, gracias a Dios- decidieron que no se iban, que iban a prolongar la borrachera de la victoria y del hachís, de la cervecita y la fumata negra. Un colocón indigesto de victoria pírrica y de ego infantil es lo peor y es lo que el poder siempre espera para desacreditar lo que le supera y no es capaz de impedir, entre otras cosas porque el mundo entero ayer estaba pendiente de la indignación celtibérica y había corresponsales de prensa extranjera en todas las ciudades más destacadas. Por eso, la mejor manera de desacreditar a un enemigo que no da motivos para serlo, es inventárselos en forma de cretino en inútil y estúpida resistencia.
Y si los susodichos insensatos dan motivos, miel sobre hojuelas. Por ganar un estúpido forcejeo con los polis y el ayuntamiento, se puede estar fastidiando un trabajo imprescindible y supernecesario. La calle es de todos, por supuesto. Y la sensatez debería serlo también. La indignación no puede ser rabieta cabezona y sin motivos, cuando durante la jornada se ha llenado la ciudad de reivindicación y de denuncia justa y nadie lo ha impedido. ¿Qué sentido tiene montar el número kamikaze cuando no hay ni un sólo motivo para resistir porque no se está impidiendo nada vital ni decisivo? La reivindicación ya se ha hecho. Se hace constantemente con el trabajo en las mejores causas, en el servicio a la comunidad necesitada de tantas cosas, en la cooperación constructiva que entre todos los desfuturados se está levantando. Y por supuesto en las manifestaciones que casi a diario llenan nuestras calles con la participación decida y solidaria del 15M.
Ya sabemos que es imposible -porque la misma esencia del movimiento contempla esos riesgos- impedir que a las manifestaciones se sumen todos los ciudadanos que libremente lo deseen, pero debe quedar clarísimo que el 15M no apoya el disturbio por el disturbio ni el abuso de poder de una masa o de un grupo descerebrado, que en vez de ayuda es un estorbo. Lo mismo que se rechaza de plano la violencia policial cuando se produce, hay que rechazar la obstinación egocéntrica del falso indignado, que suele ser un frustrado y un incívico, un cooperador con los poderes represivos, que en el fondo se alimentan de la misma energía.
Es muy posible que si los "resistentes" sin causa tuviesen esa resistencia a la hora de buscar e inventarse un trabajo, de cooperar currando como agentes de equilibrio y de no meterse basura en el cuerpo ni en la mente, hasta la crisis estaría encontrando más cauces de salida, ya que somos nosotros, los ciudadanos, los que tenemos que hacer lo posible para solucionar lo que la política entendida como hasta ahora, es incapaz de hacer. Y de ir sustituyendo en nuestra vida cotidiana el vacío de valores y de ideas, por una realidad nueva que será muy difícil crear arrastrando esos flecos del pasado "guerrillero" y esos pesos muertos, que son como el perro del hortelano, ladran e impiden el paso. Ni hacen ni dejan hacer.
Está más claro que el agua que lo que ha abierto las puertas al 15M en el corazón y en la sensatez social es su noviolencia y su resistencia inteligente y pacífica, llena de razones indiscutibles. La inteligencia al evitar el enfrentamiento inútil y el aprovechamiento de la energía personal cooperativa para sobrevivir contracorriente sin provocar el mal ni el daño en nada ni a nadie. Ésa es la vía del éxito, no contra un sistema muerto que ya es un cadáver social, sino en pro de la mejora, de la creación respetuosa e independiente y del entendimiento con lo que nos "combate" por ignorancia.
Debemos tener en cuenta que los medios de prensa no se fijan en los valores sino en los defectos, y hasta si no los ven, los suponen y los predican. La prueba es que no hablan con detalle de los impresionantes logros 15M, de las soluciones, ni siquiera las publican. No interesan. Interesa mucho más el morbo del conflicto entre cuatro gatos inoperantes y las fuerzas de seguridad. Pues bien, evitemos en lo posible que los cuatros gatos se identifiquen con el movimiento, dejando clarísimas las diferencias y desligándonos públicamente de todo acto "rebelde sin causa" ni sentido. El 15M no necesita guerra, ni lucha, ni caretas anónimas que impidan ver la cara, la mirada y la expresión de la vida en limpio. Los 15M ya no están en la órbita re-volucionaria, sino en la vía evolucionaria. Las revoluciones acaban vertiendo sangre y maldad, odio, venganza y rencor histórico. como siempre ha pasado en el imperio del cerebro reptiliano. Ya hemos desarrollado el córtex cerebral, por eso la violencia, la "lucha" y los enfrentamientos como fuente de energía, ya no resultan útiles, sino un obstáculo enorme para avanzar.
Este movimiento es hijo de la nueva civilización que hoy construye el mañana y ya no necesita ni se basa en las herramientas destructivas del ayer.
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