La belleza impresionante de la música mediterránea tradicional, unida la música celta y lusitana de Portugal y de la cornisa norte de Iberia puede ser la inspiración y el alma para un nuevo camino social y político comunitario en la Europa del Sur. Si logramos unirnos en el espíritu de la cultura y en el feeling creativo, es seguro que conseguiremos más fácilmente acuerdos políticos, financieros, industriales, ecológicos y sobre todo, humanos, sociales, porque si se comprende y se comparte la esencia vital, todo fluye en el lenguaje colectivo, que va tejiendo otras realidades adaptadas al nuevo tiempo, a otra arquitectura ética y cívica más amplia y sana. En la que las religiones no se maten por ser "la única", sino que se conviertan en la casa de todos, donde los hijos e hijas, pueden ser distintos, y reconocerse hermanos, hijos de la misma familia humana. Incluyendo a las familias, animal, vegetal y mineral, todos utilizando ya energías alternativas no contaminantes. Recuperando bosques y usando los desiertos para llenarlos de placas solares. Con economías sencillas de proximidad para los productos vitales y luego, poder compartir, por ejemplo, tecnología, libros, cultura, transportes limpios y siempre al servicio comunitario, no para que nadie se forre contaminando y arruinando personas y países...No estaría mal.
El Imperio Romano nos calificó desde el principio como "hispania", tierra áspera, desabrida, inculta, en latín significa algo que pincha cuando se toca. Es lo que "híspido" (origen del término) quiere decir. Cuando en realidad nuestro verdadero nombre debería haber sido Celtiberia o Iberceltia. El poder invasor no lo permitió, o ni siquiera nos conocía, éramos simple números para sus cuentas conquistadoras, éramos simplemente un territorio de segunda: una pro-vincia, una tierra de premios a egalar como recompensa para los invasores y explotadores. Y ese sambenito nominal e híspido, despectivo, nos ha marcado durante más de dosmil años. Nos lo hemos creído, a pesar de haber dado al imperio rapiñero filósofos, poetas, historiadores, investigadores naturalistas y los emperadores más cuerdos e inteligentes.
Nos merecemos celebrar el Apocalipsis, la revelación del mundo regenerándose, con un cambio autoconceptual, con una verdadera autoestima que compartir con toda la fraternidad del territorio mediterráneo, que también fue víctima de la misma historia imperial y depredadora. Igualito que ahora en la UE. Deberíamos salir del bucle y de la maldición nominal de amos a esclavos eternos del mismo mejunje.Tomando lo mejor de lo heredado y enterrando para siempre el legado más negativo de pueblos sometidos a una máquina de intereses sin alma ni conciencia. Esta nueva visión geopolítica podría ser un buen plan para salir de un tiempo desolador en todos los sentidos.
¿Qué pasaría si toda la cuenca mediterránea se uniese y empezase a resolver en común y desde el diálogo profundo los retos de la diversidad, que podrían ser una gran riqueza mirados desde la inteligencia de una pedagogía compartida y una nueva visión de las migraciones, abriendo fronteras, posibilidades e intercambios con proyectos compartidos, borrando las heridas imperiales de la historia con un nuevo orden comunitario en constante autoreciclaje.
Todo esto se me va ocurriendo mientras escucho la música de nuestras raíces más profundas. Probad también vosotros lectores y lectoras a hacer este hermoso ejercicio, tomando notas de "las revelaciones" que vayan llegando. Es posible que aparentemente todo siga igual, pero algo muy profundo irá cambiando en vuestro interior si se practica habitualmente y ese cambio hace maravillas en el terreno de la sincronicidad. Probadlo, y no os arrepentiréis. No es magia, es conciencia que despierta y contagia, es como un 5G de las almas, que emite el espíritu, la materia prima de la "almidad" y ¡sin contaminar nada ni a nadie!
Ánimo, que si nos lo proponemos en este plan, de esta vamos a salir irreconocibles. Para mucho mejor, claro.
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