Magnífica e hipernecesaria esta reflexión, querido Iñaki. Benditas sean la transparencia y la responsabilidad de los honestos. Ojalá se contagien en las instituciones, como un virus curativo de la conciencia autoconsciente. Mientras eso llega, que la esperanza nos crezca como una buganvilla imbatible y gigantesca, desde los balcones del demos, al corazón del estado, que también es el demos, pero, según demuestra "normalmente", con amnesia, esperemos que temporal.
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