viernes, 2 de agosto de 2019

¿Por qué Podemos no dijo que sí?



Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. EFE
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. EFE
Una honda desazón recorre el cuerpo de la izquierda española pues se percibe la pérdida de una oportunidad histórica de entrar, por primera vez desde la reinstauración de la democracia, en el gobierno del Estado y no se entiende la negativa de los dirigentes de Podemos a aceptar lo ofertado por el PSOE. Aquellos lo tratan de explicar por la vía de la ausencia de competencias reales y de presupuestos acordes como para tomar decisiones, lo que a su entender los transformaría en elementos decorativos de un gobierno en el que finalmente no tendrían peso.
Falta tiempo histórico para calibrar las consecuencias de la decisión de rechazar un gobierno de coalición donde se les ofrecían una vicepresidencia y tres ministerios, tales como Sanidad, Igualdad y Vivienda. Luego de una ardua lucha esta fue la última oferta que les realizaron, cierto es que a último momento y casi sin tiempo de valorarla en profundidad. La renuncia de Pablo Iglesias sorprendió al PSOE y lo obligó a aceptar negociar un gobierno de coalición que no quería, como lo dejó claro desde el principio. No hace falta extenderse en las dos almas que habitan en el PSOE -la socialdemócrata y la social liberal- que le impiden ser un partido de izquierda, pues serlo implicaría un cuestionamiento del neoliberalismo y no ser un avalador activo de dichas políticas.


Es verdad que dichos ministerios no eran los que pedía Podemos y que no tenían importantes competencias. (Una pregunta entre paréntesis: ¿por qué no pidieron el Ministerio de Cultura siendo que es en este terreno donde se juega la ideología de la competencia capitalista en contra de la de solidaridad entre los ciudadanos?) Cierto es también que la oferta no era proporcional a los votos de cada uno y que se habían cobrado la cabeza del líder de UP. Sin embargo, esta no es -a mí entender- la cuestión central. El portavoz de Esquerra Republicana -Gabriel Rufián- les recordó en la cámara de diputados el día de la segunda votación la importancia de participar en el gobierno y las posibilidades que ofrecía estar sentado en el Consejo de Ministros defendiendo su orientación política desde dentro. Dicho gobierno de coalición hubiera sido un hito en la historia de la democracia española que hubiera abierto el camino de la izquierda a futuros pactos y posibilidades. Hasta septiembre habrá tiempo de intentarlo, aunque ya no se dan las mismas condiciones y el PSOE ha reforzado su negativa a proponer lo mismo otra vez.
Pienso que no se ha tenido en cuenta el aspecto fundamental que un "sí" hubiera producido: la marca simbólica, la impronta, que implicaría la presencia de un partido como Podemos en el gobierno. Hubiera podido hacer oír su voz y mostrar otros caminos para mejorar la vida de la gente. En vez de ello priorizó las competencias y los presupuestos en detrimento de la importancia de la marca simbólica, del impacto que su presencia podía tener sobre el conjunto de la izquierda y minusvaloró la transferencia de afecto e ilusión que hubiera recibido después de la caída que evidenciaron la urnas en la elecciones generales, municipales, autonómicas y europeas.
Este no es un error político menor y pone en evidencia algo destructivo, algo mortífero, que ha empujado a Podemos a un acto contrario al propio partido. Su no a la investidura por medio de la abstención es en definitiva un no al deseo que los orientaba. Así como el renunciamiento fue la jugada justa -la jugada inesperada-, el rechazo de la coalición propuesta por el PSOE enfrenta a Podemos -por la enorme desilusión que ha producido- con el riesgo de una lenta desaparición. Es preciso analizar las causas que lo han llevado a decir que no, a retroceder, a no dar el paso al frente necesario, aunque su sí implicara riesgos y pensara que su única garantía sería confiar en su buen hacer político más que en su socio de gobierno. Pero todo acto verdadero implica un punto de abismo.
Por ello, de cómo se realice este análisis dependerán las medidas futuras oportunas para rectificar e inventar. Sabemos que el PSOE pretendió mal negociar en 48 horas lo que evitó durante casi tres meses, pero Podemos no calibró que había llegado el momento de decir sí e iniciar una transformación en este país en cuanto a la aceptación de que un partido a la izquierda del PSOE puede gobernar y hacer constatar que el mundo no se viene abajo sino todo lo contrario (tal como se ha demostrado en los ayuntamientos). Se temió la protesta de la ciudadanía delante de los ministerios de Podemos por no cumplir en la práctica con las medidas prometidas sin llegar a darse cuenta de la fuerza que podría haberles dado ocupar cargos en el gobierno y usar esas protestas para presionar desde dentro del gobierno.
Parece sensato, en contra de lo que manifiestan IU y los Anticapitalistas, continuar las negociaciones en el punto donde se dejaron previo pacto sobre un programa de gobierno. Es necesaria una enunciación nueva donde los ataques ad hominem sean dejados de lado y lo que prime sea el objeto de debate: qué gobierno queremos y para hacer qué. Nada justifica abandonar de entrada la idea de un gobierno de coalición.
¿Podrá Podemos finalmente comprometerse con su deseo? ¿Podrá la izquierda dejar de perder?

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Que Podemos está para un psicoanálisis en profundidad es evidente. Aunque mejor sería el análisis junguiano que lo de Freud. Que el autor de este artículo sea psicoanalista lo confirma, que Podemos acepte el diagnóstico sería un milagro, pero que la cosa se arregle al estilo Laclau, a base de ilusión, entusiasmo y melopea populista no cuela en una sociedad ya inmunizada contra su propio despertar y que se siente cómoda con cualquier cosa que no exija cambiar su talante autodestroyer. España no es Argentina ni Venezuela. No es mejor ni peor, solo mucho más vieja y escarmentada y ha sido durante siglos, desde finales del XV hasta 1978 (al menos oficialmente) una dictadura disfrazada de monarquía y hasta de imperio hacia Dios y todo, con dos interrupciones republicanas desastrosas por falta de costumbre y excesos al estilo podemita-jaula de grillos. 

Latinoamérica alterna dictaduras y democracias, pero en España esa pretensión se plasmó en un genocidio espeluznante que no acabó en democracia real sino en plutocracia coronada por el mismo genocida que durante cuarenta años no dejó títere con cabeza ni rastro de conciencia colectiva, sino un rebaño manso e híbrido entre ovejas consuetudinarias y cabras esporádicas, consensuadas por medio de la eterna amenaza latente de un golpe de estado, que vuelva a poner las cosas en su sitio de siempre como el Couch de la Cincha o el Tiolavara de Jose Mota. Es muy lamentable que esto no lo pueda gestionar el psicoanálisis, solo podría arreglarlo la conciencia colectiva ética y cívica, no la hegemonía ilusionista de club universitario mesiánico y diseño al portador de intereses y fijaciones aúlicas y hackers interventores hasta en los acentos. España tiene una gran oportunidad, sí: retomar la energía y la inteligencia colectiva y organizativa del 15M, que Podemos se empeñó en hacer picadillo aplicando los consejitos de Laclau e intentado reducir a masas la conciencia para usarlas como tarjeta de crédito en los cajeros automáticos del poder; quizás sea que sabe más el tonto transcoceánico en su casa que el sabio en las antípodas. 

No se trata sólo de que la izquierda gane o pierda, ese sería sólo el resultado del proceso, no la esencia del problema, que es la dignidad y el respeto a los DDHH de los seres que conforman los pueblos y su ciudadanía, que el bien común sea el objetivo, no la imposición de un sistema que favoreciendo a los ganadores arruine , degrade y margine a los perdedores. Que la ideología no sea la excusa para seguir aplastando a las bases sociales como si fuesen plastilina en manos de "artistas" especuladores ocurrentes, geniales, mediocres, o desastrosos, pero siempre interesados en el negocio de sacar tajada en todos los formatos imaginables. Ya no es tiempo de esa metodología. La globalización de la injusticia y de la precariedad,el hacinamiento en las grandes urbes, el abandono de la agricultura rural para convertirla en empresas masificadas standard, con la desaparición in crescendo de los derechos laborales, las migraciones desesperadas y masivas, y el riesgo medioambiental han cambiado forzosamente el punto de vista y las prioridades de la población que el lenguaje innovador ha dado en llamar "actores", confirmando, no se sabe si conscientemente o no, la farsa en la que el poder de la manipulación político-mediática-financiera, tiene prisionero al mundo. Es una lástima que tanto cerebro pensador político no se cosque de lo que hay.

Aconseje a Maduro si se deja, ayude a recuperar a Correa y a Lula, coopere con Evo Morales y con Méjico que ahora allí le entenderán mejor con el tema refugiados, eche una mano en Nicaragua y hágale un psicoanálisis a Ortega, si se deja, claro, o pídale consejo al sabio Mujica que tiene experiencia y sabiduría más que demostradas para enseñar y despertar conciencias sin ilusiones demagógicas ni juegos de manos; la 'solución' de España es una tarea imposible desde la facilona visión laclausista aunque vaya empaquetada con el psicoanálisis, y como al tango, el hispanismo chulesco que se las sabe todas y nada nuevo le interesa, se lo pasa todo por el forro de los sanfermines, las manadas, los botellones a base de botellines, las tapas, el fumeque asfixiante de las chimeneas vivientes que en vez de atufar y  empercudir sus casas prefieren atufar a los viandantes para que la contaminación no sea solo patrimonio egoísta de los coches y autobuses ni de los plásticos, el sistema hispánico cuenta además de las cloacas estatales e híbridas personalizadas, con el marco incomparable de los partidos como negocio y los tribunales supremos y constitucionales al servicio de lo de siempre para que todo siga intocable y auténtico, sin mixtificaciones, como en el siglo XV, pero on line y en plan choni. La tradición es la ocasión para la refundación, la ventana de la oportunidad, se repiten en pleno ataque de entusiasmo poderófilo. Antes muertos que sencillos. Si lo sabrán ellos que lo saben todo y nunca han conocido a esa señora demasiado discreta que es la sensatez lúcida. En fin, que así es la única filosofía populista disponible en la puñetera madre patria hasta el momento, don Caretti. Lo más parecido a este caos es Italia. Quizás sea cosa de la herencia imperial que nunca pasa página. Se lo dice una implicada nada presunta: testiga convicta y confesa a la fuerza desde 1947. 

Si lo sé no vengo. Ains!


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