No podemos quedarnos sentados y permitir que los multimillonarios destruyan el periodismo
Una de las razones por las que no tenemos suficiente periodismo en EEUU es porque muchos medios de comunicación están siendo reducidos a cenizas por las mismas fuerzas codiciosas que están saqueando nuestra economía
Cuando sea presidente, pondré en práctica políticas para reformar la industria de los medios de comunicación y mejorar las protecciones al periodismo independiente
Debemos evaluar cobrar un impuesto por los anuncios personalizados y usar los ingresos para financiar medios sin fines de lucro y con conciencia cívica
Walter Cronkite dijo una vez que "lo
que necesitamos para que funcione la democracia es periodismo". Llevaba
toda la razón, y por eso los ataques actuales contra el periodismo a
manos de Wall Street, empresarios multimillonarios, Silicon Valley y
Donald Trump se han convertido en una crisis y debemos pasar a la
acción.
El periodismo de verdad no es el cotilleo, los
tertulianos ni el 'clickbait' que dominan actualmente los medios de
comunicación. El periodismo de verdad, según palabras de Joseph Pulitzer,
implica información meticulosa que "lucha por el progreso y la reforma,
nunca tolera la injusticia o la corrupción y siempre combate a los
demagogos".
Pulitzer afirmó que el periodismo siempre debe "oponerse
al privilegio de clase y a los saqueadores públicos, jamás debe faltarle
empatía hacia los pobres, siempre debe permanecer leal al interés
público, nunca debe contentarse solo con publicar noticias, siempre debe
ser absolutamente independiente y nunca debe tener miedo a la lucha
contra la injusticia, ya sea una plutocracia depredadora o una pobreza
depredadora".
Cuando teníamos periodismo de verdad,
vimos cómo se exponían y combatían delitos como el Watergate. Y eso
llevó a reformas contra la corrupción. Desde que no tenemos periodismo
de verdad, hemos visto que delitos como el fraude hipotecario pasan desapercibidos y no son castigados, provocando una crisis económica devastadora que ha destruido las vidas de millones de estadounidenses.
El
periodismo de verdad necesita recursos importantes. Una de las razones
por las que no tenemos suficiente periodismo de verdad en este momento
en Estados Unidos es porque muchos medios de comunicación están siendo
reducidos a cenizas por las mismas fuerzas codiciosas que están
saqueando nuestra economía.
Por ejemplo, dos corporaciones de Silicon Valley —Facebook y Google— controlan el 60%
de todo el mercado de publicidad digital y han utilizado un control
absoluto para apropiarse de todos los ingresos de publicidad de las
organizaciones periodísticas. Un estudio reciente
realizado por la News Media Alliance, una asociación comercial,
concluyó que en 2018, mientras los ingresos de los periódicos
disminuían, Google ganó 4.238 millones de euros gracias a noticias por
las que Google no pagó nada.
Al mismo tiempo, los
conglomerados empresariales y los fondos buitres han comprado y
fusionado medios de comunicación que tenían problemas financieros,
reduciendo sus redacciones mientras que los ejecutivos reciben
abundantes sumas. Por ejemplo, la fusión
de Gannett con Gatehouse Media significará que cientos de publicaciones
quedarán bajo el control de una megacorporación y recortarán el
equivalente a 270 millones de euros en "sinergias" —que a menudo es la palabra que utilizan las corporaciones para hablar de despidos—. Matt Pearce, periodista del Los Angeles Times, informó de
que "el nuevo director ejecutivo de Gannett/Gatehouse recibirá un bono
de cuatro millones de euros y acciones solo por entrar por la puerta".
El resultado de esta tendencia ha sido la aniquilación del periodismo. En los últimos 15 años, más de 1.400 comunidades
de todo el país han perdido sus periódicos locales, que son las fuentes
que luego utilizan las cadenas de televisión, las radios y los sitios
de noticias digitales para proveer información local.
Desde 2008, las redacciones han perdido 28.000 empleados. Solo durante el año pasado, 3.200 personas de la industria de los medios de comunicación fueron despedidas. Actualmente, por cada periodista que tiene trabajo, hay seis personas dedicadas a las relaciones públicas y comunicación institucional, y son ellas las que a menudo definen la postura corporativa.
Justo
cuando necesitamos más periodistas que informen sobre la crisis de
sanidad, la emergencia climática y la desigualdad económica, tenemos a
tertulianos en televisión que reciben millones de euros por analizar
cotilleos políticos, mientras los medios de comunicación locales son
aniquilados.
Los efectos negativos son predecibles: según un estudio
realizado por investigadores de las universidades de Notre-Dame y de
Illinois, cuando se vacían las redacciones, aumenta el gasto general que
recae sobre los contribuyentes porque hay menos periodistas
investigando las transacciones del Gobierno. Otro informe publicado por Spotlight en Pobreza y Oportunidades, un foro independiente, concluyó que, a pesar de que millones de estadounidenses luchan por sobrevivir, los medios de comunicación con problemas financieros "no le prestan atención a la pobreza".
Desde luego, cuando vemos la investigación de Miami Herald sobre Jeffrey Epstein o el valiente informe de Charleston Gazette-Mail
sobre la crisis de los opiáceos, nos damos cuenta de que todavía hay
buenos periodistas venciendo las probabilidades y generando periodismo
de verdad que investiga al poder, saca delitos a la luz y desafía el
status quo. Pero sabemos que estas historias exitosas muy a menudo son
la excepción y no la regla.
También sabemos que Donald
Trump está empeorando mucho las cosas. Es un mentiroso patológico que
se ha pasado su presidencia intentando demonizar a los periodistas que
se atreven a exponer sus mentiras. Y lo que es peor, ha llamado a los
medios de comunicación "enemigos del pueblo" en un intento deliberado por destruir la mera idea de una prensa libre.
La
forma en que Trump ataca a los medios de comunicación es absolutamente
inaceptable y debe ser denunciada y rechazada. Pero dejemos algo en
claro: eso solo no solucionará la crisis del periodismo. Además, una
mayor expansión de los modelos de negocios oligárquicos en la industria
de los medios de comunicación podría empeorar el asunto.
Actualmente, tras décadas
de fusiones y desregulaciones, un pequeño puñado de empresas controla
casi todo lo que miramos, leemos y descargamos. Dada esta situación, no
deberíamos querer que lo que queda de prensa libre caiga bajo el control
de este puñado de corporaciones y multimillonarios "bondadosos" que
utilizan sus imperios mediáticos para castigar a quienes los critican o
para evitar ser investigados.
Después de todo, las cadenas de televisión que reciben parte de los 4.000 millones de euros anuales
que invierte la industria farmacéutica en anuncios deben de estar
encantados de disimular su disgusto con nuestro deficiente sistema
sanitario, pero nunca proveerán información justa sobre el programa
Medicare, incluso aunque los sondeos indican que la mayoría de los estadounidenses apoyan la propuesta.
Los medios de comunicación corporativos patrocinados por los anuncios de la industria de los combustibles fósiles reciben con gusto invitados que insisten en que nuestro actual sistema económico oligárquico va genial, pero como demuestran los estudios, esos mismos medios de comunicación a menudo minimizan o evitan publicar sobre la emergencia climática que sus anunciantes han ayudado a generar.
Y los medios propiedad de Disney y Jeff Bezos promocionan las películas de Disney y los planes de Bezos
de explorar el espacio exterior, pero no podemos contar con ellos para
que informen sobre la lucha por salarios justos de los empleados de las
empresas controladas por Disney o por Bezos. De hecho, en una ocasión, vimos cómo el Washington Post, propiedad de Bezos, intentó castigar a un periodista que reclamó mejoras salariales para el periódico.
Debemos
reconstruir y proteger una prensa diversa y verdaderamente
independiente para que los periodistas hagan el importante trabajo que
aman y que requiere cualquier democracia funcional.
Cuando yo sea presidente...
Cuando
yo sea presidente, mi Gobierno pondrá en práctica políticas para
reformar la industria de los medios de comunicación y mejorar las
protecciones al periodismo independiente, tanto a nivel local como
nacional.
Por ejemplo, daremos marcha atrás a los intentos de Trump de beneficiar fusiones de corporaciones mediáticas. No aceptaremos aprobaciones automáticas de propuestas como el nuevo plan de fusionar CBS y Viacom para convertirlos en un gigante de 27.000 millones de euros.
Hace
mucho tiempo que me opongo a la fusión de corporaciones mediáticas, y
fui uno de los 16 miembros del Congreso que se opusieron a la nefasta
Ley de Telecomunicaciones de 1996, que ha acelerado el proceso de
adquisiciones. En mi gobierno, suspenderemos inmediatamente la
aprobación de las fusiones de medios de comunicación grandes hasta que
podamos comprender mejor el verdadero efecto que estas transacciones
tienen sobre nuestra democracia.
Respetando el espíritu de las leyes nacionales
existentes, les exigiremos a las grandes corporaciones mediáticas que
revelen si sus medidas corporativas y propuestas de fusiones implican
despidos de periodistas.
También exigiremos que, antes
de que se lleven a cabo más fusiones, los empleados tengan la
oportunidad de comprar esos medios de comunicación a través de planes de
adquisición de acciones, un modelo de negocio innovador que fue pionero en la industria de los periódicos.
Y
evitaremos que las agencias federales tomen decisiones sobre fusiones
mediáticas o desregulaciones que afecten negativamente a las mujeres o a
la población afroamericana. Como ha señalado
la organización Free Press, "las mujeres y la población afroamericana
están infrarrepresentados entre quienes tienen licencias de
radiodifusión". El grupo remarca que esto se debe a que la Comisión
Federal de Comunicaciones ha aprobado fusiones "sin tener en cuenta la
forma en que esta concentración mediática afecta la posibilidad que
mujeres y población afroamericana obtengan licencias".
Cuando
nuestro gobierno designe nuevas autoridades progresistas para la
Comisión Federal de Comunicaciones, daremos marcha atrás a las medidas del Gobierno
de Trump, que han destruido las antiguas reglas sobre licencias de
medios de comunicación. Lo que ha hecho Trump permite la propiedad
cruzada de periódicos y cadenas de radio y televisión. También ha dado
luz verde para que una misma corporación tenga muchas emisoras dentro de
un mismo mercado.
El daño puede ser enorme: "En teoría", afirma Free Press,
"estos cambios podrían permitir que un mismo emisor sea propietario
tanto de tu periódico local como de las dos emisoras locales más
importantes y además operar un puñado de otras emisoras gracias a
acuerdos de reparto, convirtiendo a tu comunidad en un pueblo con una
única sala de redacción".
En un gobierno de Bernie
Sanders, haremos lo contrario: restableceremos y fortaleceremos las
reglas de licencias de medios de comunicación y limitaremos la cantidad
de emisoras que puede tener una corporación de radiodifusión en cada
mercado y a nivel nacional. También haremos que las agencias federales
investiguen el impacto de las fusiones en la prensa impresa, la
televisión y los medios digitales para determinar si es necesario tomar
mayores medidas antimonopolio.
Además, aprobaremos el Plan de Democracia Laboral, que apoyará los esfuerzos de los trabajadores de los medios de comunicación por conformar sindicatos y negociar con sus empleadores de forma colectiva. He apoyado públicamente
el empeño de periodistas por favorecer el sindicalismo. Los sindicatos
no solo luchan por los salarios y los beneficios de los empleados de los
medios de comunicación, sino que pueden proteger mejor
a los periodistas de las políticas corporativas que buscan impedir que
se investigue a los dueños de los medios de comunicación y sus
patrocinadores.
Por último, respecto a Silicon Valley,
nombraré a un Fiscal General y funcionarios de la Comisión Federal de
Comercio para aplicar más estrictamente las leyes antimonopolio
contra los gigantes tecnológicos como Facebook y Google, para evitar
que usen su enorme poder de mercado para desguazar, estafar y retirar
financiación a las organizaciones periodísticas. Su poder casi absoluto
ha perjudicado especialmente a los medios de comunicación pequeños e
independientes que no tienen la infraestructura de una corporación para
defenderse.
Además, debemos explorar nuevas formas de empoderar
a las organizaciones periodísticas para que negocien colectivamente con
estos monopolios tecnológicos, y debemos evaluar cobrar un impuesto por
los anuncios personalizados
y usar esos ingresos para financiar medios de comunicación sin fines de
lucro y con conciencia cívica. Eso formaría parte de un esfuerzo
general por aumentar significativamente la financiación de programas que
apoyen operaciones periodísticas de medios de comunicación públicos a
nivel local, de la misma manera en que muchos otros países ya están
financiando a medios de comunicación públicos e independientes.
La
Primera Enmienda de nuestra constitución protege explícitamente la
libertad de prensa porque nuestros fundadores comprendían lo importante
que es el periodismo para la democracia. A más de dos siglos de la firma
de nuestra constitución, no podemos quedarnos sentados y permitir que
las corporaciones, los multimillonarios y los demagogos destruyan el
cuarto poder, ni podemos permitirles reemplazar el periodismo serio por
propaganda y docudramas.
Debemos pasar a la acción, y
si lo hacemos, sé que triunfaremos. Podemos y lograremos volver a un
periodismo como el que Joseph Pulitzer y Walter Cronkite concibieron.
Ese periodismo que Estados Unidos tanto necesita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario