Exprimiendo el abrigo
Uly Martín
ANA BOTELLA TIENE amigos (y amigas, limitaciones del genérico) en
todas partes, incluido el Tribunal de Cuentas del Reino, caracterizado
por la endogamia. Hablamos de un establecimiento del Estado que sale
poco en los papeles, generalmente para mal, y cuya tarea consiste en
fiscalizar las cuentas del sector público. En esta ocasión ha sido
noticia por echar una mano a Ana Botella, condenada por vender pisos de protección social a un fondo buitre cuando era alcaldesa de facto de la capital. Decimos “de facto” porque jamás se presentó a las elecciones (no habría salido), aunque era íntima de Ruiz-Gallardón, que la colocó astutamente de vicealcaldesa antes de dimitir
para darle el capricho de mandar. Otro ejemplo de la importancia de las
relaciones sociales si se pretende llegar a algo en la vida.
Se le ocurre a uno que el Ayuntamiento de Madrid debería recurrir la sentencia absolutoria del Tribunal de Cuentas, ya que afecta directamente a su patrimonio y en consecuencia al del contribuyente, pero da la casualidad de que también en la nueva corporación, compuesta por militantes del PP, Ciudadanos y Vox, dispone Botella de poderosísimas influencias. Pierdan toda esperanza, pues, las familias a las que la operación urbanística dejó en la calle. Cuando se está blindado, se está blindado, asunto este, el del blindaje, al que la gente humilde no presta la atención debida (por eso la cárcel está llena de pobres). Lo que Botella exprime entre sus manos, como si le intentara sacar todo el jugo afectivo, es un abrigo, pobre, que no tiene la culpa de nada.
Se le ocurre a uno que el Ayuntamiento de Madrid debería recurrir la sentencia absolutoria del Tribunal de Cuentas, ya que afecta directamente a su patrimonio y en consecuencia al del contribuyente, pero da la casualidad de que también en la nueva corporación, compuesta por militantes del PP, Ciudadanos y Vox, dispone Botella de poderosísimas influencias. Pierdan toda esperanza, pues, las familias a las que la operación urbanística dejó en la calle. Cuando se está blindado, se está blindado, asunto este, el del blindaje, al que la gente humilde no presta la atención debida (por eso la cárcel está llena de pobres). Lo que Botella exprime entre sus manos, como si le intentara sacar todo el jugo afectivo, es un abrigo, pobre, que no tiene la culpa de nada.
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