Demasiadas películas
Sexto episodio de 'Operación Chanquete'
Resumen de lo publicado: Tras el sabotaje a una obra teatral sobre la nostalgia de los ochenta, Carmela y un veterano fotoperiodista revelan un viejo carrete de fotos cuyo contenido ignoran.
-Ese es quien estoy pensando, ¿verdad? –pregunté, al ver quién aparecía en la primera fotografía revelada.
-Sí, es él –confirmó Alberto-. Su majestad el rey de España.
-Ex rey, ¿no?
-Rey emérito, como prefieras llamarlo. Espera, vamos a colocarlo como merece.
Alberto
tendió la foto en el cordel, para que se secase bien. Pero la colgó
boca abajo, y me guiñó un ojo. En ella se veía al padre del actual rey
caminando, apoyado en un bastón, acompañado por varias personas que no
supimos identificar. La foto estaba tomada desde un sitio ligeramente
elevado, era un plano picado, y en blanco y negro, o más bien un gris
azulado.
Seguimos revelando el resto de negativos.
Pasaban por la ampliadora, que los reproducía en el papel, y ya en la
cubeta iban mostrándonos su contenido. Uno a uno, fuimos reconociendo a
la mayoría de personas fotografiadas. Yo solo pude nombrar a algunos,
Alberto los identificó a casi todos. Un ex ministro. Un alcalde. Varios
empresarios, consejeros delegados. El presidente de un club de fútbol.
Dos mujeres, hermanas, grandes propietarias. Una ex presidenta
autonómica. Y de nuevo el rey emérito, varias fotografías mostraban al
anterior rey, aunque en momentos diferentes, incluso lugares diferentes,
pero todas las fotos tenían en común el plano levemente picado,
elevado, y el color grisáceo de las mismas. Hasta que me di cuenta:
-Espera,
no son fotografías. Quiero decir que no las ha tomado un fotógrafo sin
más. Son imágenes de cámaras de seguridad. Es como si hubiesen
fotografiado la pantalla donde se ve lo que graba la cámara.
-Es
cierto. Cámaras en la entrada de edificios, sobre la puerta. Diría que
hoteles, fíjate: en un par de ellas se ve a un tipo trajeado que abre la
puerta del coche. Mira, en esta se ve una alfombra sobre la acera. Son
grabaciones de cámaras de seguridad de hoteles. Pero, ¿qué sentido
tienen? No parecen mostrar nada… ilegal, solo gente importante entrando
en hoteles.
Eso mismo le pregunté a la inspectora
Velasco, minutos después. A Elvira, que así me pidió que la llamara,
buscando más confianza conmigo.
-¿Qué sentido tienen estas fotos, Elvira? No parecen mostrar nada… ilegal.
-Como
las anteriores grabaciones de vídeo en reservados, o los audios en
taxis, no muestran nada que quieran que veamos. O sí: lo que quieren que
veamos es que las han conseguido, que pueden hacerlo, que igual que
tienen estas imágenes inofensivas, podrían tener otras.
-Camareros, taxistas, y ahora ¿guardias de seguridad?
-Eso
parece. Y por las fotos no es fácil saber de qué hoteles son, dudo que
podamos localizar a los responsables. Tampoco hemos avanzado mucho con
los camareros, hasta ahora solo hemos identificado dos restaurantes, y
en ambos casos contratan refuerzos de empresas de trabajo temporal y no
pueden precisar quién sirve cada mesa en cada momento. Y lo mismo con
los taxistas, que además no eran todos taxis: en algunos audios parecen
vehículos VTC.
Miramos en silencio las fotos, 36 fotos desplegadas sobre
la mesa de la inspectora Velasco. Fue mi subdirector el que avanzó una
pista:
-Camareros, taxistas, conductores de VTC, guardias de seguridad… Todos comparten ser colectivos con malas condiciones laborales.
-¿Una
conspiración de precarios? –sonrió la inspectora-. Suena demasiado…
novelesco. De novela de verano, vaya. No es fácil montar algo así bajo
radar, con tanta gente implicada y sin dejar rastro, ningún cabo suelto,
nadie que se vaya de la lengua. Seguiremos investigando. Y tú, Carmela,
mantenme informada si te llegan más envíos. Pero sé discreta, no quiero
quemarte y que decidan buscar otra periodista.
-La verdad es que… no me hace mucha gracia –dije, dubitativa.
-¿Qué no te hace gracia?
-Esto. Ser una especie de… confidente policial.
La inspectora Velasco se rió exageradamente.
-¿Confidente policial? Has visto demasiadas películas...
Demasiadas películas de los ochenta, pensé.
-Has
visto demasiadas películas –insistió-. Y todavía no sabemos si esto es
una comedia, un thriller o qué. Pero estamos ante delincuentes,
probablemente chantajistas, acabarán pidiendo algo por no desvelar otras
grabaciones. ¿Prefieres ir con los malos en tu película? –rió de
nuevo-. Mira, todavía desconozco de qué va todo esto, pero no quiero que
se nos vaya de las manos. Cuéntame lo que vayas sabiendo. No te lo
estoy pidiendo, no es un favor.
-¿Y si… me niego?
-No
te vas a negar. No puedes. Las dos estamos en esto, y yo también estoy
siendo discreta y cubriéndote a ti. Piensa que si se corre la voz de
que, como tú dices, eres una "confidente policial" –hizo comillas en el
aire con los dedos-, puede que nadie te vuelta a escoger para filtrar
información en la vida. Y eres muy joven para quemarte ya.
Me
sonó a chantaje, pero no dije nada, porque ya sabía la respuesta: yo
había visto demasiadas películas. Fue mi subdirector quien me echó un
cable:
-Si colaboramos, esperamos que la colaboración sea mutua.
-Mira,
tu jefe no ha visto tantas películas, o ha visto otras. Por supuesto:
si averiguamos algo, seréis los primeros en tenerlo. En exclusiva.
De
vuelta a la redacción, oh, sorpresa, ¿qué encontré sobre mi mesa? Lo
habéis adivinado: ¡otro envío! Esta vez un sobre grande y delgado,
tamaño folio. Lo abrí con impaciencia. Tras el VHS, la cinta casete y el
carrete de fotos, ¿qué tocaba ahora?¿Una carta manuscrita? ¿Un fax?
Del
sobre salió una careta. Sí, una careta, de cartulina, con una gomita
para colocársela. Era el rostro de un niño, con el pelo castaño claro,
facciones redondeadas, ojos achinados. Me quedé mirándolo, me sonaba
mucho, pero se adelantó mi compañero, el otro estudiante en prácticas,
que hoy traía una camiseta de la calabaza de "Un, dos, tres…", y que
reconoció al personaje de la careta nada más verlo:
-¡Es Piraña, cómo mola!
-¿Piraña?
-Sí, el niño de "Verano azul". El que comía mucho, el amigo de Tito.
Yo
sabía bien quién era Piraña, mi padre me había puesto todos los
capítulos durante varios veranos. Lo que no entendía era qué pintaba
ahora Piraña, para qué esa careta, en la que además habían apuntado, por
la cara interior, una fecha y una hora. La fecha era del día siguiente,
la hora las 19h. ¿Me estaban proponiendo una cita? Pero no ponía dónde,
solo habían añadido una frase manuscrita:
"¿Eres tú la chica de ayer?"
Empezaba a estar harta de juegos de pistas.
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