La 'increíble' medida en Finlandia para reducir el número de personas sin techo: darles un techo
Helsinki puso en marcha con éxito el programa 'Vivienda primero', que consiste en dar pisos a personas sin hogar de manera permanente y con contrato de alquiler
A través del proyecto se ha creado vivienda pública y se han reformado edificios más antiguos. Ya solo hace falta un hostal para personas sin techo, con 50 camas.
Autoridades y activistas destacan la importancia de la vivienda pública para erradicar los problemas relacionados y evitar la segregación por barrios
Tatu Ainesmaa cumplirá 32 años este
verano y por primera vez en más de una década vive en un lugar que puede
llamar propio: un piso de dos habitaciones en un edificio renovado
recientemente en las afueras de Helsinki, la capital de Finlancia.
Incluso tiene vistas a los abedules.
"Es un milagro",
confiesa Ainesmaa. "He vivido en pisos compartidos pero todo el mundo
consumía drogas y tenía que irme. Tuve relaciones tóxicas y era lo
mismo. He vivido en el sofá de mi hermano. He dormido en la calle. Nunca
había tenido mi propio piso. Esto es increíble para mí", explica.
En la base de este edificio de dos plantas hay una
luminosa área común con un salón comedor, una cocina impecable, un
gimnasio y una sauna —en Finlandia, las saunas son casi obligatorias—.
En la planta superior viven 21 inquilinos, hombres y mujeres, la mayoría
mayores de 30 años.
Es importante remarcar que son
inquilinos: todos tienen contrato, pagan el alquiler y (si lo necesitan)
pueden pedir una ayuda económica. A fin de cuentas, se trata de tener
una vivienda propia. Todo esto es parte de una política de vivienda que
ha logrado que Finlandia sea el único país de la Unión Europea en el que está disminuyendo la cantidad de personas sin hogar.
Hace
poco más de una década, cuando se estaba planteando esta medida, las
cuatro personas que tuvieron la idea de lo que ahora se conoce como el
programa 'Primero la Vivienda' —un sociólogo, un médico, un político y un obispo— titularon su informe 'Nimi Ovessa', que significa 'Tu Nombre en la Puerta'.
"Estaba claro para todos que el sistema anterior no funcionaba. Necesitábamos un cambio radical", asegura Juha Kaakinen, primer líder del programa y que además dirige Y-Foundation, un organismo que desarrolla viviendas accesibles con apoyo gubernamental.
"Tuvimos
que eliminar los refugios nocturnos y los hostales de corto plazo.
Llevábamos mucho tiempo utilizándolos en Finlandia y todos nos dábamos
cuenta de que no ayudaban a que la gente saliera de su situación de
calle. Entonces decidimos dar la vuelta al razonamiento", explica.
Al
igual que muchos otros países, Finlandia abordaba la cuestión de las
personas sin hogar con un modelo en escalera: la persona iba ascendiendo
a través de diferentes fases de alojamiento temporal a medida
que rehacía su vida, y el acceso a un piso propio era el último
escalón.
"Decidimos otorgar pisos sin condiciones",
explica Kaakinen. "Decirles: ‘Mira, no tienes que solucionar tus
problemas para tener una vivienda’. Por el contrario, una vivienda
debería ser una base que ayude a solucionar todos los otros problemas",
justifica.
Con apoyo del Gobierno, autoridades
locales y de ONG, compraron o construyeron pisos nuevos. También
reformaron los antiguos refugios, convirtiéndoles en hogares cómodos y
permanentes. Ejemplo de ello es el hostal para personas sin hogar
Rukkila en Malminkartano, a las afueras de Helsinki, donde ahora vive
Ainesmaa.
El objetivo inicial de 'Vivienda primero'
era crear 2.500 viviendas nuevas. Y ya se han creado 3.500. Desde el
lanzamiento del programa en 2008, en Finlandia la cantidad de personas
sin hogar en el largo plazo se ha reducido en más del 35%. En Helsinki
prácticamente ya no hay personas durmiendo a la intemperie y solo queda
un refugio nocturno con 50 camas para casos de emergencia en invierno,
cuando las temperaturas pueden llegar a -20ºC.
La
vicealcaldesa de la ciudad, Sanna Vesikansa, recuerda que cuando era
pequeña "cientos de personas dormían en los parques y bosques de todo el
país. Eso prácticamente ya no existe. Ahora es muy raro ver a alguien
durmiendo en la calle".
El proyecto no consiste solo
en ofrecer vivienda. "Los servicios sociales han sido esenciales",
remarca el alcalde de Helsinki, Jan Vapaavuori, que ocupaba el cargo de
ministro de Vivienda cuando se lanzó el programa. "Muchas personas sin
hogar tienen problemas de adicciones, problemas de salud mental,
enfermedades que necesitan un tratamiento continuo…Y hemos podido
ofrecer ese apoyo", indica.
En Rukkila siete
empleados brindan apoyo a los 21 inquilinos. La directora del personal,
Saara Haapa, explica que el trabajo va desde ofrecer ayuda práctica para
hacer trámites burocráticos y acceder a instituciones educativas, apoyo
en formación y acceso al empleo, hasta organizar actividades como
juegos, paseos y el aprender —o re-aprender— recursos básicos como
limpiar o cocinar.
"La verdad es que la mayoría de las
cosas se resuelven hablando", señala Henna Ahonen, trabajadora social
en prácticas. Y eso "es mucho más fácil cuando estamos haciendo algo
juntos, en lugar de tener una entrevista formal", afirma Haapa. "La
conexión es más fácil. Los problemas se advierten a primera vista",
cuenta.
Casi ninguno de estos inquilinos que han
llegado aquí vienen directamente de la calle, según explica Haapa,
aunque si los que hay que sí pueden tomarse un tiempo para acostumbrarse
a la vida bajo techo. Tras tres meses de prueba cada inquilino tiene un
contrato permanente y no puede ser expulsado a menos que incumpla la
normativa (aquí no se permite el consumo de alcohol o drogas, aunque en
otros pisos de 'Primero la Vivienda' sí) o deje de pagar el alquiler.
Algunas
personas se han quedado siete años o más. Otras se han ido en un par de
años. En 2018, seis inquilinos se marcharon para iniciar vidas
completamente independientes, se alegra Haapa. Una de estas personas
ahora es empleada de limpieza y vive en su propio piso, otro hizo una
formación en gastronomía durante sus cinco años en Rukkila y trabaja
como cocinero.
Ainesmaa está en un programa de
experiencia laboral de dos años diseñado para mejorar su empleabilidad.
La oportunidad que le han dado, destaca, no tiene precio: "Mira, no
tengo nada. Tengo trastorno del espectro autista. Creo que la gente es
mi amiga y luego me estafan. Me han robado… muchas veces. Pero ahora
tengo mi piso. Es mío. Desde aquí puedo construir mi vida", cuenta.
El
programa 'Primero la Vivienda' cuesta dinero: Finlandia ha invertido
250 millones de euros en viviendas y en la contratación de 300 nuevos
empleados. Sin embargo, un estudio reciente ha demostrado que la
cantidad que se ahorra al reducir los gastos en emergencias médicas,
servicios sociales y del sistema judicial asciende a 15.000 euros al año
por cada persona que ingresa a una vivienda del programa.
Vesikansa
asegura que el interés de otros países en el programa ha sido
extraordinario, desde Francia hasta Australia. El gobierno británico
está financiando una prueba piloto en Merseyside, Tierras Medias
Occidentales y el área metropolitana de Manchester, donde el alcalde
laborista, Andy Burnham, viajará en julio a Helsinki para conocer el
programa de primera mano.
Pero si 'Primero la
Vivienda' funciona en Helsinki, donde vive la mitad de la población sin
hogar del país, es también porque forma parte de una política de
vivienda más amplia. "La verdad es que no necesitamos pruebas piloto",
afirma Kaakinen. "Ya sabemos qué funciona. Puedes tener todos los
proyectos que quieras, pero si no tienes los pisos… Es esencial contar
con una cantidad suficiente de viviendas sociales", sentencia.
Helsinki
tiene 60.000 unidades de vivienda social. Uno cada siete residentes
vive en una vivienda propiedad del Ayuntamiento, que también posee el
70% de los terrenos dentro de los límites de la ciudad, opera su propia
empresa constructora y ahora tiene el objetivo de construir 7.000 nuevas
viviendas — de todas las categorías— cada año.
La
ciudad mantiene una estricta proporción de viviendas sociales en los
diferentes distritos para evitar la segregación: 25% de viviendas
sociales, 30% de compras subsidiadas y 45% de sector privado. Helsinki
también insiste en que no haya diferencias visibles entre las viviendas
sociales y las privadas, y no impone un techo de ingresos a los
inquilinos de las viviendas sociales.
Además, ha
habido una fuerte inversión en prevención, estableciendo equipos
especiales que aconsejan y ayudan a los inquilinos en peligro de perder
sus viviendas y reduciendo a la mitad los desahucios de las viviendas
sociales propiedad del Ayuntamiento entre 2008 y 2016.
"Gran
parte de los terrenos son nuestros. Tenemos monopolio en la
zonificación y nuestra propia empresa constructora", explica Riikka
Karjalainen, experimentada funcionaria de planificación. "Algo que ha
ayudado mucho al proyecto 'Primero la Vivienda' porque no hay forma real
de solucionar el problema de las personas sin hogar sin una política
general de vivienda", apunta.
Finlandia no ha
solucionado por completo el problema de las personas sin
hogar. Quedan quedan unas 5.500 oficialmente en todo el país. La gran
mayoría —más del 70%— vive temporalmente en casas de amigos o
familiares.
La planificación del sector público y el
esfuerzo colectivo han logrado que 'Primero la Vivienda' sea un éxito
comprobado a la hora de reducir la situación de falta de hogar
prolongada. "Todavía no hemos logrado un éxito absoluto, por supuesto",
aclara Vesikansa. "Ningún modelo es perfecto. Todavía tenemos fallos.
Pero estoy orgullosa de la valentía que hemos tenido al intentarlo",
señala.
El alcalde está de acuerdo. "Hemos reducido
muchísimo la cantidad de personas viviendo sin hogar de forma
prolongada", confirma. "Debemos hacer más: ofrecer más apoyo, mayor
prevención, mejor diálogo con los vecinos… La gente apoya este programa
pero no todos quieren una unidad en su barrio. Pero sí, podemos estar
orgullosos", sentencia.
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