Izquierda Unida ¿Por qué Zamora es absolutamente roja?
Es la única capital de provincia en la que Izquierda
Unida obtuvo la mayoría absoluta en las elecciones municipales del 26-M.
Paco Guarido, que este sábado volverá a coger el bastón de mando por
segunda legislatura consecutiva, ganó en todas las mesas electorales.
¿Es Zamora el gran feudo izquierdista de España o el reflejo de la
gestión sensata de su alcalde?
En las calles, algunos negocios han echado el cierre y colgado un se alquila. En las casas, el desempleo se cebó con los vecinos cuando la crisis del ladrillo. El nombre del barrio da una pista sobre su idiosincrasia: San José Obrero, patrono de los trabajadores y, después del crash, también de los parados. Algunos no se han movido nunca de aquí. Otros, que habían buscado curro en otras ciudades, regresaron a sus hogares o se refugiaron en los de sus padres tras el colapso de la construcción.
La inactividad también afectó en aquellos años al
propio Ayuntamiento, que —tras una época boyante de gasto en
infraestructuras, alimentado por los fondos europeos— alcanzó una deuda
de veintisiete millones de euros. El motor municipal de Zamora se gripó y
la entonces alcaldesa del Partido Popular, Rosa Valdeón, apretó
el cinturón y redujo a catorce millones el déficit, a costa de una
parálisis que terminaría pasándole factura en las elecciones de 2015.
Entre un PP en horas bajas —afectado por la alegría
inconsciente de las vacas gordas y por el quebranto lisiado de las vacas
flacas— y un PSOE enfrascado en sus luchas internas, emergió la figura
de un concejal obstinado y tenaz que llevaba tres lustros fiscalizando
con lupa la gestión de los conservadores al frente de esta ciudad de
casi 62.000 habitantes, entonces bastión popular y ahora estrella roja.
En 2015, Izquierda Unida fue el partido más
votado en el colegio electoral de Juan XXIII, antaño caladero de votos
socialistas, que engloba los barrios de San Lázaro, Peña Trevinca y San
José Obrero. Duplicaba las papeletas de 2011, cuando fue el tercer
partido tras el PP y el PSOE, y trasladaba el éxito a otras cuatro
circunscripciones periféricas —aunque todo queda a una caminata del
centro—, donde los populares resistían pese a la sangría en las urnas.
Aunque los populares se impusieron en once colegios,
en un par de ellos la diferencia fue de cinco votos, con IU pisándole
los talones, que apenas cedería ante el PSOE en una sola mesa. El nuevo
candidato izquierdista, Francisco Guarido (Zamora, 1958), con
ocho concejales, era investido alcalde de su ciudad, gobernada por la
derecha desde hacía veinte años, un dominio que en democracia sólo había
sido interrumpido por un regidor socialista durante dos mandatos
intermitentes.
“Paco tuvo la grandeza de reducirse
el sueldo a la mitad y acometió mejoras no sólo en el centro, sino
también en las barriadas, algo que antes no se hacía. Fueron muchos años
de PP, unos ladrones y sinvergüenzas" (María Jesús, cuidadora)
Paco,
el conserje, se convertía en el único regidor de Izquierda Unida en una
capital de provincia española, algo inédito desde los tiempos de Julio
Anguita y Rosa Aguilar en Córdoba. Aunque el PP se había impuesto en las
urnas con diez ediles, los cinco socialistas apoyaron su investidura,
lo que sentó los cimientos del efecto Guarido. No es un tópico
periodístico, sino que se escucha en cada rincón de la urbe
castellano-leonesa, donde apenas afloran las críticas entre los
transeúntes. Es un tipo respetado, cuyas virtudes son adjetivadas por
sus vecinos: perseverante, humilde, luchador, honrado.
Su política no fue de grandes fastos, pero apuntó
hacia los servicios sociales, el adecentamiento de la ciudad y la
reducción de la deuda. No sólo tapó un agujero de catorce millones, sino
que hoy las arcas municipales gozan de un superávit de seis, aunque el
techo de gasto impuesto por el Ministerio de Hacienda encorsetó las
posibles inversiones. Aun así, en las elecciones del 26-M logró
imponerse en todas las mesas y colegios, subiendo de ocho a catorce
concejales. El PP perdía cuatro y se quedaba con seis y el PSOE veía
reducido a tres los cinco ediles que tenía, mientras que Ciudadanos
conservaba sus dos actas.
“La gente ha votado a un buen político: Paco es una persona cercana y sincera”, afirma Daniel Illán, presidente de la asociación de vecinos de San José Obrero, quien recuerda lo que han sufrido los suyos. “El paro se cebó con el barrio. Tras el bum, electricistas, fontaneros, albañiles y peones se fueron a la calle, lo que nos llevó a abrir una cocina social, que se llenó de gente que no llegaba a fin de mes. Terminamos cerrándola, porque con el tiempo la necesidad fue menor o ya estaba siendo cubierta por el Ayuntamiento”.
Sus palabras evocan la labor —primero pastoral y luego luchadora— de Ángel Bariego,
un cura comprometido que alentó el movimiento asociativo, germen de la
entidad de desarrollo comunitario que hoy dirige este joven de
veinticuatro años. También ejerce como entrenador del club de tenis de
mesa Viriato, que juega en las instalaciones de la finca de La Josa. El
complejo cuenta con un pabellón, un gimnasio, un frontón y un campo de
fútbol abandonado. Por ello, uno de sus objetivos es resucitar la
hierba, aunque sea artificial, y que siga corriendo el balón.
“Ésta es una zona muy humilde y no tenemos recursos,
aunque el Ayuntamiento nos ha tendido la mano, el brazo y el hombro,
por lo que estamos agradecidos”, reconoce Illán, cuya asociación se
endeudó cuando los inmuebles y dotaciones se inscribieron en el catastro
a nombre de la misma. “Tuvimos que pagar 120.000 euros por el IBI de
los cuatro años anteriores, pero nos dieron muchas facilidades para
afrontar los atrasos y nos concedieron una bonificación del 95% en las
siguientes facturas”, valora el presidente.
La semilla de San José Obrero
En San José Obrero se vota y se aprecia a Guarido.
El 26-M, Izquierda Unida obtuvo en su colegio electoral 2.298 votos,
casi cuatro veces más que los socialistas. El PP, tercero, apenas arañó
620 papeletas y Ciudadanos, 375. “Ha hecho una buena gestión. La
situación del Consistorio no era nada deseable cuando llegó y el déficit
le impidió hacer más cosas. Sin embargo, mejoró administrativamente e
impulsó las políticas sociales. Ahora, con superávit, tiene que defender
los galones que se ha ganado. O sea, la casa debe quedar bonita, por lo
que en este mandato habrá que ser críticos”.
Don Ángel colgó el hábito —se casó y tuvo dos hijos— para levantar un barrio. Daniel Illán reconoce el trabajo de IU
y la sensibilidad del Ayuntamiento con su asociación, pero tampoco
cejará en el empeño de que su entorno prospere. “Bariego sembró una
semilla en cada vecino, algunos de ellos analfabetos, a quienes enseñó a
leer. Ahora, nosotros tenemos que seguir luchando para que se resuelvan
otros problemas, como el deterioro de los pisos sociales de la avenida
de Galicia”. Las viviendas, originalmente destinadas a funcionarios y de
propiedad municipal, están aquejadas de graves deficiencias.
“Siempre quedan muchísimas cosas por hacer”, reconoce a Público
Francisco Guarido en su despacho del Consistorio. Ante un comentario
negativo o una promesa incumplida, no se excusa ni echa balones fuera,
sino que responde con un “cierto”. Un dirigente político que no se
esconde: en el debe, un nuevo Plan del Casco Histórico, el uso de
edificios públicos abandonados, la rehabilitación de las citadas casas
baratas o la remunicipalización de los servicios, que se antojó
imposible. “Lo intentamos, pero lo teníamos todo en contra. Demasiado
trabajo para un grupo pequeño, por lo que nos centramos en lo
importante. Si abarcas mucho, revientas”, justifica el alcalde.
“Guarido es el mejor alcalde que podíamos haber tenido y ojalá vuelva a ser elegido dentro de cuatro años" (Raúl, hostelero)
Su
gestión ha recibido un aprobado en servicios sociales y empleo, pues
incrementó la ayuda a los más necesitados y contrató a más de
trescientos trabajadores a través de planes de empleo en colaboración
con la Junta de Castilla y León, lo que redundó en un aumento de las
labores de mantenimiento. Primó a las mujeres, a los parados y a las
personas en riesgo de exclusión, a quienes aplicó el convenio colectivo
para que los salarios no fueran precarios, “al contrario de lo que se
hace en muchos sitios”, asegura.
También renovó contratos con empresas prestadoras
de servicios, que habían caducado en los años anteriores, y tuvo en
cuenta la opinión de los ciudadanos a través de consultas y presupuestos
participativos. “Lo que antes se discutía en los bares, ahora puede
votarse”, ironiza Guarido, quien se ganó a los zamoranos cuando se bajó
el sueldo un 50%, para cobrar lo mismo que en su anterior ocupación como
asesor de un diputado provincial. Previamente, había cursado
Magisterio, trabajado como conserje en un instituto y estudiado Historia
y Ciencias Políticas, una sólida base para ejercer la oposición durante
dieciséis años.
“Yo estoy encantada con IU”
“Es un tío estupendo”, afirma María Jesús
ante el Centro de Día de San Lázaro, donde los jubilados descansan en
unos bancos. “Tuvo la grandeza de reducirse el salario y acometió
mejoras no sólo en el centro, sino también en las barriadas, algo que
antes no se hacía. Fueron muchos años de PP, unos ladrones y
sinvergüenzas”, afirma esta antigua dependienta, quien en su día dejó de
trabajar en una tienda para criar a sus hijas. Ahora se ha reciclado en
el sector de los cuidados, porque lo que no falta en Zamora son
ancianos. Más de un cuarto de la población supera los 65 años, aunque el
envejecimiento tiene su cara positiva, pues supone una fuente de
empleo.
Zamora es una ciudad envejecida y
sin industria que trata de potenciar el turismo para dinamizar su
economía y fijar la población joven
A su lado, Zulema
lamenta la evolución de la ciudad. Nacida en Asturias y emigrada en
Francia durante décadas, cree que todo ha ido a peor. “Esto se está
muriendo, aquí hay poca cosa”. Comentarios pesimistas que parecen aludir
más a una misma y a sus coetáneos —a modo de reflexión existencial— que
a la realidad de la urbe, aunque la fuga de jóvenes y la pirámide de
población son un hecho. “Nadie se acuerda de nosotros, somos lo último
antes de Portugal”, se queja Francisco, con pocas ganas de hablar y bastantes malas pulgas.
En comparación con ellos, María Jesús es
una cría, aunque el DNI señala que ha cumplido 56 años. “Yo estoy
encantada con IU y los seguiré apoyando”, tercia la cuidadora,
consciente de que su hija mayor pronto se irá a estudiar a Valladolid y
quizás no regrese. “Muchos jóvenes, cuando terminan sus carreras, se
quedan fuera por motivos laborales. Da pena, pero es la realidad. Zamora
son residencias y funcionarios”, concluye esta guaridista, no sin antes
contextualizar la crisis del pequeño comercio. “Empeoró hace tiempo,
mas no es exclusivo a esta ciudad, porque sucede igualmente en
Salamanca”. Las grandes superficies y las ventas online, apunta como causas del declive.
Avenida de Galicia abajo, dejando atrás los
barrios de San José Obrero y de San Lázaro, la fisonomía de la urbe se
ennoblece en el casco antiguo y cobra vida donde el empedrado da paso a
las losas de granito y al asfalto. En la calle de la Amargura hay
esperanza. Una pareja de septuagenarios aplauden la gestión municipal.
“IU actúa con honestidad y eficacia. Han cumplido con su programa y
reducido los sueldos. La ciudad es de derechas, pero vota a la izquierda
porque ha supuesto un revulsivo”, explica Ángel, quien ejerció
como funcionario y ahora disfruta de sus paseos por el Ensanche, abierto
en canal por la cotizada avenida Tres Cruces.
"Si apoyamos el turismo
crearemos riqueza, disminuirán los parados y habrá menos gente con
necesidades” (Óscar Somoza, presidente de los hosteleros)
“Me
da igual que el alcalde sea de IU o del PSOE, porque se han visto
mejoras sin efectuar grandes gastos, lo que le proporcionó la mayoría
absoluta”, comenta Isabel. “La gente quiere soluciones y Guarido
ha sido efectivo. Antes todo estaba manga por hombro y ahora se ve más
limpia y arreglada”, añade la señora, quien valora como un gancho para
atraer a la juventud el campus de la Universidad de Salamanca, integrado
por las escuelas Politécnica, de Magisterio, de Enfermería y de
Relaciones Laborales. No obstante, cree que faltan empresas, mientras
que su marido confía en el auge del turismo gracias al AVE. “Podemos
vivir de Madrid, pero hay que buscar que no sea de paso”.
Apostar por el turismo
Los turistas, nacionales y extranjeros, que pasean
por las callejuelas del casco histórico se quedan sorprendidos por el
atractivo de un destino a veces olvidado o desconocido. Todos los
entrevistados harán noche aquí, el objetivo del sector hostelero:
desestacionalizar el turismo —antes muy ligado a la Semana Santa—,
recibir viajeros durante todo el año, procurar que las visitas no se
limiten al fin de semana y, claro, que duerman en la ciudad un par de
noches. Algo que no sólo beneficia a los hoteles, sino también a los
bares, restaurantes y tiendas. Zamora bien se merece una escapada de dos
días.
“Con Guarido ha mejorado el
ambiente, no sé si me explico… Antes el alcalde era una institución,
ahora es una persona accesible” (Óscar, taxista)
“Los clientes nos dicen que tenemos que darla a conocer”, comenta Tamara
tras la barra de la cafetería del Hotel Doña Urraca. “El turismo se ha
incrementado bastante. Si a nivel estatal es un motor de la economía,
nosotros no podemos quedarnos atrás”, añade Agapito, encargado del
establecimiento. “Hay que atraer a los madrileños, aprovechar la Vía de
la Plata y llevar la carretera N-122 hasta Oporto, lo que nos situará en
el mapa”.
El responsable del hotel reconoce que los viernes y
sábados está casi completo durante los doce meses y destaca que cada
vez más grupos eligen como base Zamora, desde donde se desplazan a otros
destinos cercanos. Una ventaja de la que se benefician otras capitales,
como Salamanca, Valladolid o León. “Los turistas se quedan encantados.
Yo creo que ha funcionado más el boca a boca que la labor de las
administraciones”, concluye Agapito, no sin antes reconocer que
apoyó a Guarido. “No por ser de IU, sino porque hizo una buena oposición
y gestión, siempre desde la moderación. Lo votan hasta los de la
derecha”.
Los veinteañeros Tatiana y Catriel acaban
de llegar de Salamanca y harán noche en Zamora, que les parece “bonita y
coqueta”. Mañana pararán en Segovia y regresarán a Madrid, donde viven,
como Juan Manuel y María. Ellos han comenzado la ruta por Ávila y
también dormirán aquí: “Hay bastantes sitios que ver, aunque no
habíamos visto suficiente información al respecto. Deberían venderla
más”. Patricia y Fernando son de Montevideo y están recorriendo Portugal, Galicia y Castilla y León: “Nos parece preciosa y con encanto”.
Paco lleva veinte años en el
salón de plenos, donde se bregó como un correoso concejal de la
oposición. Como alcalde, su gestión merece el aprobado
“No extraña, porque Zamora tiene mucho potencial, como el románico y el modernismo, pero no se está sabiendo explotar”, cree Sergio Colino,
responsable del Bora Bistro Café. Una voz que crítica con la Concejalía
de Turismo porque, a su juicio, “no tiene una política clara”, que
según él debería pasar por la coordinación con otras Administraciones
para dinamizarla y crear una marca conjunta con la Diputación. “Falta
ambición, porque la ciudad está preparada para acoger a los visitantes,
como se demostró en la exposición Las Edades del Hombre o cada Semana Santa”, concluye Colino.
Semana Santa, Gobierno laico
Cuando IU llegó a la Alcaldía, los fieles se
persignaron. Temían que el nuevo Gobierno pudiese darles la espalda, si
bien los temores pronto se disiparon. Guarido, pese a que rompió la
tradición de hacer el Juramento del Silencio, tenía claro que es un
reclamo turístico. “Su actitud me pareció lógica, porque no es creyente.
Hasta fue positivo, pues su lugar lo ocupó un hermano, que lo siente
mucho más. El revuelo inicial dio paso a las aguas calmadas y nos dimos
cuenta de que no iba a empeorar. Es más, desde una perspectiva
turística, éste ha sido el mejor de los últimos años”, explica Óscar Antón, presidente de la Asociación de Cofrades Luz Penitente.
“Guarido ha defendido la Semana Santa y ha estado
muy involucrado en la creación de un nuevo Museo, porque el actual se ha
quedado pequeño. Y cuando le hemos pedido dinero para que participasen
bandas foráneas en el Certamen de Cornetas y Tambores, siempre nos ha
ayudado y puesto buena cara”, prosigue Antón, quien considera que el
“enfado” con el PP le proporcionó muchos votos.
“Ha defendido la Semana Santa y cuando le hemos pedido dinero siempre nos ha ayudado y puesto buena cara” (Óscar Antón, cofrade)
“Zamora
es tradicional y conservadora, por lo que nos cuesta muchísimo que haya
cambios. Sin embargo, la ciudad estaba estancada y endeudada, por lo
que resultó elegido. Fue una gran sorpresa, pero saneó el Ayuntamiento,
lo que refleja que un cambio no era malo. Al final, terminó limpiando
esa suciedad que había por aquí”, reflexiona metafóricamente el cofrade.
El PSOE no rentabilizó su apoyo
Antidio Fagúndez, senador y ex primer teniente
alcalde socialista, cree en cambio que Guarido se ha llevado algunos
méritos que le corresponderían a sus ediles. “Los ha rentabilizado la
Alcaldía, cuando Paco ha sido un alcalde poco ambicioso, sin capacidad
para hablar con la Junta ni con los ministerios para atraer
inversiones”, critica el exconcejal de Policía, Bomberos, Protección
Ciudadana y Movilidad, quien no duda en calificar el Gobierno de
coalición como transparente y honesto.
"Paco ha sido un alcalde poco
ambicioso, sin capacidad para hablar con la Junta ni con los ministerios
para atraer inversiones” (Antidio Fagúndez, concejal del PSOE)
“El
PP gastó en infraestructuras entre 2000 y 2008 gracias a los fondos
europeos y a la bonanza económica, pero luego dejó el Ayuntamiento en
bancarrota, subió los impuestos y quitó derechos a funcionarios y
empleados. Las arcas municipales estaban vacías y todo eso provocó que
los ciudadanos apostaran por un giro. Como el PSOE y el PP estaban en
crisis, la gente eligió a alguien que llevaba años haciendo una
oposición muy dura”, rememora Antonio Fagúndez, quien se atribuye
la reducción de la deuda, la gestión de los tributos y las mejoras
relacionadas con la movilidad, como la ORA, los aparcamientos o la
ampliación de las rutas del bus urbano.
Mar Rominguera, secretaria general de la
agrupación socialista local, lamenta “no haber sabido poner en valor el
trabajo” y que fuese capitalizado por IU. Consciente de que en un
Gobierno de coalición el pez grande puede comerse al chico, se muestra
convencida de que en 2015 había que brindarle la Alcaldía a Guarido.
“Veníamos del PP de las obras inacabadas y de una situación de
clientelismo y conformismo que hizo que la gente se hartase. Ante el
dilema de apoyar o no a IU, está claro que el pacto tenía que
producirse, pero luego deberíamos haber vendido mejor lo que hicimos”.
Los socialistas, que gobernaron
en coalición durante la pasada legislatura, se atribuyen algunas mejoras
en la urbe y critican que IU las haya rentabilizado electoralmente
La
diputada en el Congreso recuerda que el candidato socialista en 2015,
José Luis Gómez, no quiso integrarse en el Gobierno, lo que le llevó a
abandonar el PSOE y a pasar a formar parte del grupo de concejales no
adscritos junto a la número dos en la lista. “El partido insistió en que
no podíamos darle la Alcaldía a la derecha, porque la ciudadanía no nos
lo iba a perdonar”, rememora Rominguera, cuya formación pagaría las
crisis internas en las recientes elecciones. “Me duele haber perdido dos
concejales, porque no nos lo merecíamos. Nuestra gestión ha sido muy
buena y esperábamos un repunte”.
Francisco Guarido
reconoce que los alcaldes suelen sacar provecho en las urnas del
trabajo de los socios de otro partido, pero sostiene que durante la
pasada legislatura “el PSOE era el que salía más en las fotos”. También
recuerda que Podemos le reprochó hace cuatro años que le debían la
Alcaldía, pues rechazaron presentarse a las elecciones, por lo que a su
juicio IU había recibido muchos votos prestados. “Su acusación fue
presuntuosa, porque ahora ha quedado claro a quién pertenecían”, deja
claro el regidor, quien subraya que el partido morado se presentó el
26-M con el padre de Pablo Iglesias en la lista y apenas superó las trescientas papeletas.
Francisco Requejo, cabeza de cartel de
Ciudadanos, reconoce que “hubo un cambio”, pero resta importancia a la
reducción de la deuda: “La ley te obligaba y todo el mundo, cuando
gobierna, intenta salir del bache”. No cree que la ciudad haya mejorado
mucho y asegura que no atrae empresas ni se solventan las licencias. “Se
ha hecho más una política de andar por casa, arreglando baches y pocas
cosas más, pues no está limpia”. El superávit indica, según el concejal
naranja, que no se ha invertido: “Han gestionado el Ayuntamiento como un
banco”. El intento de hablar con la candidata del PP, Mayte Martín, resultó infructuoso.
Una ciudad de servicios sin tejido empresarial
“Zamora arrastra un problema empresarial, que es
la concesión de licencias, lo que provoca que muchas empresas que
pretenden instalarse al final tiran la toalla por el tiempo que se tarda
en obtener los permisos”, señala Ángel Hernández, secretario de
CEOE-CEPYME, quien considera que el escaso sector industrial provoca que
con el tiempo se esté convirtiendo en una economía estancada.
“Zamora arrastra el problema de
la concesión de licencias, lo que provoca que muchas empresas que
pretenden instalarse al final tiran la toalla” (Ángel Hernández,
secretario de CEOE)
“Es de demanda interna y
sus sectores más importantes son el comercio y la hostelería, aunque la
provincia también es agropecuaria, por lo que hay que buscar la
instalación de compañías de ese sector”, concluye el portavoz de la
confederación de empresarios, que políticamente se declara neutral y no
entra a valorar la gestión municipal. Eso sí, insiste en que para
potenciar el turismo hay que “esforzarse en atraer a la gente y poner en la diana a Madrid”. De nuevo, el AVE.
Francisco Prieto, gerente de la asociación
de desarrollo Zamora 10, cree que no existe una adecuada promoción del
turismo y que el sector primario adolece de una industria
transformadora, lo que le lleva a ser poco competitivo, pues los precios
de las materias primas son bajos. “Hacen falta muchas cosas, pero sobre
todo una sana ambición por querer desarrollarse. No podemos
conformarnos con vivir bien hoy, sino que debemos tener una visión de
futuro y pensar en las siguientes generaciones”, añade Prieto, quien
tira de calculadora para evidenciar el envejecimiento. Si en Zamora hay
61.827 habitantes y el censo de residentes con derecho a voto es de
54.627, en la urbe sólo hay 7.200 menores de dieciocho años.
La oficina Zamora 10 apuesta por potenciar
el sector ovino mediante un centro de innovación y una escuela de
industrias lácteas, por dinamizar los mercados de abastos, por
consolidar el polígono de Benavente y por dar a conocer la Marca Zamora a
través de un plan provincial de turismo que apunte a la innovación
gastronómica, a la promoción del románico y a la creación de un
espacio-museo de Semana Santa que incluya un centro de restauración de
obras de arte, entre otras medidas.
“Hace falta una sana ambición
por querer desarrollarse. No podemos conformarnos con vivir bien hoy,
sino que debemos tener una visión de futuro” (Francisco Prieto, gerente
de Zamora 10)
El organismo está integrado
por Caja Rural, CEOE-CEPYME, la Cámara de Comercio y la Asociación
Zamorana de Empresarios de Hostelería (AZEHOS). El presidente de esta
última entidad, Óscar Somoza, valora la gestión de Guarido, pues
ha saneado las arcas municipales y le ha limpiado la cara a la ciudad.
“La ha puesto bonita, pero esperemos que ahora dedique una partida
importante a nuestro sector. Sin menoscabo de las obras sociales y
pensando en los más débiles, si apoyamos el turismo crearemos riqueza,
disminuirán los parados y habrá menos gente con necesidades”, afirma
Somoza, quien recuerda que la globalización e internet hicieron mella en
el gran mercado de la provincia, que durante tantos años vivió del
comercio.
“La subida del turismo ha sido importante, aunque
desconocemos qué parte es atribuible al alcalde, a la Vía de la Plata o
al AVE. Ahora bien, nosotros tampoco nos hemos quedado dormidos, porque
hemos hecho inversiones, pasando en los últimos quince años de un único
hotel de cuatro estrellas —el Parador— a siete”, subraya el presidente
de AZEHOS, quien está convencido de que ahora hace falta más
financiación pública, oferta alternativa y promoción. “Hasta ahora, más
allá de las siglas políticas, su labor no ha sido mala y el resultado
está ahí: ha sido abrumador. Seguimos trabajando juntos por Zamora”.
¿Zamora roja o Zamora guaridista?
“El alcalde ha sido un buen gestor, pero los otros
partidos no sólo no han estado a la altura, sino que ha habido un voto
de castigo al PP, mientras que el PSOE fue fagocitado por IU”, explica
Francisco Prieto, gerente de Zamora 10, quien considera que la urbe no es en absoluto de izquierdas.
Tampoco lo cree el líder de Ciudadanos. “Zamora es
conservadora y lo sigue siendo”, tercia Francisco Requejo. “De hecho,
las políticas del regidor han sido conservadoras, pues no se ha
arriesgado a la hora de invertir, sino que ha intentado adecentar la
ciudad. Asuntos que, por otra parte, son propios de la gestión diaria de
un Ayuntamiento”, resta importancia el concejal de de Cs.
“No hay una Zamora roja. Gana Guarido y su equipo,
no Izquierda Unida. Aunque la verdad es que en las elecciones tampoco
tenían rival”, relativiza Óscar Antón, presidente de la Asociación de
Cofrades Luz Penitente.
“No es que sea roja, sino que Zamora es guaridista. Aquí todo el mundo ha votado a Paco” (Isabel, jubilada)
La
diputada socialista Mar Rominguera cree sin embargo que sí es
progresista, pero achaca al “clientelismo” del PP su permanencia en el
poder durante tantos años. “Claro que ha sido una ciudad de izquierdas,
con un alcalde socialista y barrios rojos, rojos, que eran nuestro
granero hasta que los votos se fueron a Izquierda Unida”, reconoce la
secretaria general del PSOE local. Andrés Luis Calvo sujetó el
bastón de mando durante dos legislaturas (1983-1987 y 1991-1995),
precedido por un Gobierno de UCD y sucedido por otros de Alianza Popular
y de su heredero ideológico, el Partido Popular.
“Efecto Guarido, no efecto IU”,
matiza Isabel durante su paseo por el Ensanche. Una idea en la que
abunda Daniel Illán, presidente de la asociación de vecinos de San José
Obrero: “No es que sea roja, sino que Zamora es guaridista. Aquí todo el
mundo ha votado a Paco y si él no se hubiese presentado, Izquierda Unida no habría ganado”.
El propio alcalde reconoce que, si bien su partido
es rojo, la gente confía en las personas que forman su grupo. “Si lo
consideramos como un concepto político —la Zamora de los comunistas—,
no. Pero si se habla de una ciudad que apoya a un partido en el que hay
comunistas e independientes —como es mi caso, porque sólo pertenezco a
IU—, entonces Zamora es roja.” ¿Sería mejor hablar entonces de
guaridismo? “Yo sólo soy un símbolo”, responde el alcalde, quien pone el
acento en el plural: su equipo. “No es roja teórica, sino práctica, por
lo que ha valorado la gestión económica y la honradez”.
“Guarido piensa en la gente”
También es práctica Ángela, propietaria del
bar Sevilla, aunque en otro sentido. Le importa que el negocio vaya
bien, mas para ello, insiste, tiene que trabajar más que antes. “El IVA y
los impuestos te matan, por lo que nos queda menos margen”. Ella vive
de una parroquia fiel, entrada en años, que no se priva de su vino ni de
sus calamares. No obstante, reconoce que en los barrios obreros la
crisis afectó con dureza.
“Cuando los trabajadores se quedaron en paro,
tiraron de la jubilación de sus padres, de modo que la pensión se la
comieron sus hijos”, añade. Al margen de los turistas, los habituales
del local son pensionistas. “La clientela ha ido envejeciendo, claro,
pero los jóvenes no tienen un duro”. Y vislumbra un futuro que para ella
ya es presente: “Yo estudié Magisterio y, de mi quinta, aquí sólo
quedamos cuatro. Y ahora mi hijo estudia en Madrid”.
“La ciudad es de derechas, pero vota a la izquierda porque ha supuesto un revulsivo” (Ángel, funcionario jubilado)
En la zona de pinchos de Los Lobos, Raúl
es más optimista. Destaca la afluencia de peregrinos, aunque tampoco
puede calcular el aumento de pernoctaciones porque no hace mucho que
empezó a ofrecer camas. “Guarido lo está haciendo de maravilla. No sólo
ha adecentado el centro, sino también las afueras. Yo me muevo entre
Pinilla y San José Obrero, donde no se ha limitado a parchear, sino que
ha arreglado bastantes cosas”, afirma el responsable del bar restaurante
El Jardín.
Raúl, antes empadronado en Las Palmas, asegura que
se inscribió en el censo para poder votar al candidato de IU. “Es
alguien que se molesta en pensar en la gente, como demuestra que haya
bajado el IBI [y eliminado el repago de la basura]. Ahora empezaremos a
ver cambios, porque Guarido tira por la ciudad. Es el mejor alcalde que
podíamos haber tenido y ojalá vuelva a ser elegido dentro de cuatro
años”, cree el hostelero, quien razona que si ha logrado la mayoría
absoluta “por algo será”.
El pequeño comercio sufre el embate de los nuevos
tiempos. Unos negocios cierran y otros abren, aunque Raúl no lo achaca a
IU, porque sucede en todos los sitios. El futuro, según él, pasa por el
turismo, por lo que hay que publicitar Zamora y robustecer el sector:
“Deja mucho dinero y atractivos no nos faltan: ya quisieran muchas
localidades nuestra riqueza de arte románico”.
Óscar, quien conduce un taxi, comenta que
el aumento de visitantes es patente, algo que achaca a los peregrinos y
al tren rápido, que conecta la urbe castellano-leonesa con la capital en
una hora y media. “Yo paro en la estación y observo que hay gente que
viene a pasar el día desde Madrid”, señala el taxista, quien hace una
semblanza del alcalde que incide en el aspecto humano. “Con Guarido, ha
mejorado el ambiente”. ¿El de la ciudad? “Digamos que él es más natural,
no sé si me explico... Antes el alcalde era una institución, ahora es
una persona accesible”.
Un político sin uniforme
Así es Paco, quien se afilió a la CNT en los
setenta, ejerció como coordinador provincial de IU en los noventa y
lleva veinte años en el salón de plenos, desde que fue elegido concejal
en 1999. Laura Rivera —su pareja, también concejala— agradecía
tras las elecciones del 26-M el trabajo realizado por sus compañeros y
loaba la figura de Luis Muñoz Martín, un anciano que “elaboraba a
mano pegatinas con distintos lemas de apoyo a Izquierda Unida —como el
que he elegido para dar nombre y en su nombre a este escrito: Vota a IU, pues nunca robó— que pegaba estratégicamente en sitios en los que era inevitable no verlas”.
“Cuando nos enseñó esta pegatina nos reíamos con
él porque parecía que pedíamos una oportunidad para robar como otros”,
ironizaba Rivera en un artículo publicado en La Opinión.
El volumen de las risas subió cuando se fijaron que Muñoz también las
colocaba en las tazas y urinarios de los servicios, una estrategia para
visibilizar al partido que terminaría dando sus frutos.
Guarido atiende en su despacho en camiseta. El año
pasado, una señora le escribió una carta en el mismo diario donde le
reprochaba que sólo vistiese una camisa durante el Día de la Policía
Municipal, pues era “el único que desentonaba” y “chirriaba” en el acto.
“Queremos que nuestro alcalde vaya vestido dignamente. ¿O es que
pensaba que esto no entraba dentro del sueldo?”.
El mandatario le respondió: “Estimada señora, el
traje no va en el sueldo, en efecto. No se es más alcalde por llevar
corbata, ni menos cura por no llevar sotana. El policía tiene un
uniforme de trabajo, como el bombero. El político no tiene uniforme,
representamos al pueblo, y yo en concreto nunca he cambiado mi manera de
vestir, como todo el mundo sabe”.
El secreto de Guarido
Su arrollador éxito electoral ha desviado el
objetivo de las cámaras a Zamora, una de las únicas tres capitales de
provincia —junto a Soria y Huelva— donde un partido ha logrado la
mayoría absoluta. La prensa foránea busca infructuosamente una Zamora
roja dentro de su muralla, mientras que los cronistas locales
desentrañan en su periódico el aparente misterio o la aplaudida rareza.
“No hace falta mucha investigación ni el uso de
métodos academicistas para colegir un par de conclusiones que son de
perogrullo. La primera, Francisco no es Francisco, sino Paco. Y así
sigue siendo, como cuando no era alcalde y buzoneaba personalmente las
propuestas de la coalición para el conocimiento general de la
ciudadanía. La corbata no va con él, ni los trajes tampoco. Así no tiene
ni siquiera que cambiar de chaqueta, por si acaso”, escribe Rafael Monje en la columna La sencillez capta más votos. “Ese es el éxito de Paco Guarido: no ostentar un cargo público olvidándose que antes y por encima de todo es persona”.
Luis Miguel de Dios, en La ciudad más roja de España,
plantea un diálogo ficticio en el que alguien indaga sobre el secreto
del triunfo de un candidato de IU. “Ha aplicado a su trayectoria la
sencillez, la normalidad y la autenticidad; creo que nunca ha actuado
como lo que no es. Y eso, en tiempos de la política-espectáculo y de
mear fuera del tiesto, acaba valorándose, aunque los votantes puedan ser
conservadores en otras facetas”.
“Que nadie busque mesías ni redentores; lo que hay es un tío normal, que ya es bastante” (Luis Miguel de Dios, periodista)
El curioso, entonces, pregunta si no hay efecto Guarido. “Depende. Si por efecto se entiende un soplo divino, una cosa misteriosa, un carisma arrebatador, pues no. Ahora bien, si por efecto pensamos en el sentido común, en la transparencia, en creer y hacer lo que se dice, pues sí hay un efecto Guarido. Pero que nadie busque mesías ni redentores; lo que hay es un tío normal, que ya es bastante”.
La oposición, en cambio, trató de buscarle
defectos y en 2016 le criticó que se fotografiase en el Ayuntamiento con
una bandera republicana junto a los familiares del brigadista sueco
Conny Andersson, amigo del escultor zamorano Baltasar Lobo, cuyo museo
se asienta frente a la catedral y a escasos metros del castillo. Loli
merodea entre las piedras centenarias, como perdida y desorientada. Su
marido, Julio, explica que han venido aposta desde Alicante, donde
residen: “El motivo del viaje es una bella historia. Ella estuvo interna
en un colegio y quería volver a verlo”.
Loli apenas reconoce nada de aquella juventud. El
castillo está a punto de abrir sus puertas a los visitantes y quizás el
conserje pueda ayudarles en su búsqueda. “Apenas me acuerdo de la
catedral y de pocos sitios más”, comenta la anciana, quien cree que la
escuela estaba ubicada en lo que hoy es el Parador. “Por eso nos
alojamos en él”, añade, aunque la memoria la traiciona.
Su marido es la primera vez que viene aquí. “Es
una ciudad maravillosa, con un casco antiguo sin coches ni polución.
Nadie piensa en ella, pero vale la pena visitarla. Una pena que sólo se
acuerden de Zamora en Semana Santa”. Y cuando Guarido, claro, arrasa en
las urnas.
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